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Archive for the ‘Ciencia’ Category

Índice tentativo de la serie

Lo siento, sois demasiadas

Una molécula de óxido nitroso (N2O), el denominado gas de la risa, ejerce una influencia en el efecto invernadero unas 265 veces superior al de una molécula de CO2, constituyendo así el tercer gas atmosférico en importancia climática tras el CO2 y el metano. Durante los últimos 400.000 años la evolución de la concentración de este gas ha corrido pareja a la de CO2, pero su papel en los cambios climáticos del pasado ha sido francamente menor. Pero esto está cambiando, dada la gran cantidad de nitrógeno sintético empleado como fertilizante en la agricultura intensiva de las últimas décadas, la denominada revolución verde. ¿Es verdaderamente verde?

La producción industrial actual de nitrógeno reactivo (N obtenido artificialmente, a diferencia del N2 inerte atmosférico) excede  con mucho el total global de todos los orígenes naturales(331). Sobre el sistema climático la aportación de nitrógeno presenta un comportamiento dual. Por una parte calienta el planeta a través de la formación de dos gases de efecto invernadero: el óxido nitroso y el ozono troposférico. Por otra parte presenta a su vez una función de enfriamiento al reducir el tiempo de residencia del metano en la atmósfera, favorecer la generación de partículas que reflejan la radiación solar(332) y, en función de su efecto fertilizador, contribuir al crecimiento vegetal, también de los bosques, absorbiendo así parte del CO2 atmosférico procedente de las emisiones energéticas o de la deforestación. En conjunto, los efectos térmicos del N2O dominan solo levemente(333), si bien sus impactos sobre la salud humana y la biodiversidad lo hacen especialmente indeseable(334). En términos económicos, solo en Europa el exceso de nitrógeno en el medio ambiente tiene un coste anual de entre 70.000 y 320.000 millones de euros cada año(335).

Emisiones de N2O del permafrost 12 veces superiores a lo esperado

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“Data without models are chaos, but models without data are fantasy.” Patrick Crill, Stockholm University(301)

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Aun siendo el más importante cuantitativamente, el CO2 no está solo en la atmosfera como contribuyente al calentamiento global. El conjunto de otros gases tales como el metano, el óxido nitroso (N2O), el ozono, los propelentes y espumosos CFC y HFC, el hexafluoruro de azufre (SF6), etc., influyen en una proporción de entre el 30 y el 50%. Aunque estos gases están presentes en menores cantidades, su potencial de calentamiento (Global Warming Potential) es muy superior al CO2, del orden de 100 a 10.000 veces mayor.

Centrémonos en el origen antropogénico de dos de ellos, de hecho los dos más importantes después del CO2 a efectos climáticos: el gas metano y el óxido nitroso. Posteriormente nos ocuparemos de los CFC/HFC y el SF6.

Metano infravalorado

El gas metano (CH4) es un componente atmosférico muy importante, porque su variación ha estado presente, junto al CO2, en todos los cambios climáticos rápidos de la historia. El gas metano contribuye al incremento del calentamiento global en alrededor de un 20%(302). Su concentración atmosférica ha aumentado en un 150% desde la era preindustrial, y algunas previsiones del IPCC apuntan a una duplicación adicional para 2100 (303). La mayor parte del gas metano atmosférico no se origina en la combustión, pues es en realidad un combustible. Las fuentes antropogénicas principales son las fugas en la extracción de este gas (ya en 2004 mayores de lo que se creía(304), la agricultura y ganadería (principalmente arroz y fermentación entérica(305), los residuos orgánicos (el compost emite metano) y, en mucha menor medida, la combustión de biocombustibles y biomasa. (más…)

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Índice de la serie

Efectos de los bosques en la disponibilidad de agua y en el clima, a distintas escalas. Fuente: ref 301

El tan esperado pico de emisiones resulta pues esquivo, huidizo. Y es que, en las condiciones sociales actuales, solo una recesión global permanente permitiría reducir significativamente las emisiones de origen energético. Esta situación es peor de lo que se esperaba, por lo menos la que esperaban todavía quienes confiaban en el desacoplo entre emisiones mundiales y PIB global, en un alarde de pensamiento mágico contrario a la termodinámica. Hipótesis refutada ya por todas partes, como muestra un reciente informe de la Unión Europea que examina 300 trabajos al respecto (274).

En cualquier caso, y en consonancia con la concentración atmosférica, las emisiones globales de CO2 tampoco son peores de lo esperado, pero si están en la zona superior de los escenarios contemplados por el IPCC, el denominado el RCP8.5. De hecho, en función del desequilibrio energético actual, de 6,8 W/m2 estaríamos hoy en un escenario RCP6.8, si este existiera como tal (275) – confirmando que el superior RCP8.5 no puede ser considerado el business as usual(276). Recordemos que, de los cuatro escenarios contemplados por el IPCC, los dos superiores son RCP6.0 y RCP8.5 y que los números informan del forzamiento radiativo en W/m2.

Pero esta situación podría cambiar si atendemos a algunos parámetros que sí están siendo subestimados. Por ejemplo, las emisiones de CO2 procedentes del tráfico aéreo están creciendo a un ritmo un 70% superior al previsto (277); entre las demás fuentes de CO2 subestimadas se encuentran los suelos tropicales afectados por la deforestación y el aumento de las prácticas agrícolas, cuyo CO2 es vehiculado por las corrientes de agua (278). También una cantidad sorprendente de CO2, antes inimaginada, resulta ser expelida por los flujos turbulentos de agua procedentes de las montañas: ríos, torrentes, arroyos, cascadas, etc. (279)

Todo ello si es peor de lo que hasta ahora se tenía por cierto.

La deforestación, mayor que la esperada

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Índice tentativo de la serie

La concentración atmosférica máxima tolerable de CO2 es un parámetro que ha sufrido también los efectos de la moderación. La concentración atmosférica máxima tolerable será aquella que evite el rebasamiento de un incremento máximo de la temperatura media de la Tierra que sea considerada intolerable en sus impactos y consecuencias, normalmente con una probabilidad likely (66%).

Recordemos siempre que lo que realmente cuenta a efectos de forzamiento climático es la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera en cada momento. No las emisiones, en el sentido de que una disminución de las mismas, si no fuera absolutamente drástica, seguiría haciendo aumentar esa concentración. La bien estudiada limitación perceptiva que consiste en confundir flujos con acumulaciones (264) está detrás de esta frecuente confusión de quien no está prevenido frente a ella.

Para los economistas ortodoxos es correcto un mundo a +3ºC con riesgo de 4,5 o más

En todo caso el incremento máximo de temperatura es, en último término, una elección que no corresponde a la comunidad científica. Sin embargo, a la vista de lo que en cada momento ésta pueda considerar un daño excesivo, no ha dejado de sugerir, siquiera implícitamente, valores máximos que supongan un umbral previo a lo considerado intolerable. (más…)

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“Out-of-the-box thinking is vital … Climate change is now reaching the end-game … it is all the more important to listen to non-mainstream voices who do understand the issues and are less hesitant to cry wolf. Unfortunately for us, the wolf may already be in the house.” [1]– Hans Joachim Schellnhüber (217)

Índice tentativo de la serie

“Afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”, decía Carl Sagan, esposo de Lynn Margulis. En eso estamos. La elaboración de los textos que siguen en forma de entradas de blog me ha llevado mucho más esfuerzo del esperado – incluso cuando creía estar ya suficientemente informado. Bueno, esto ocurre siempre. Pero he decidido un título cuyo desarrollo requiere de un rigor extremo.

Algo a evitar militantemente en casos como este es el efecto conocido como “cherry-picking”, llamado así (recolectar cerezas) porque consiste en elegir solamente como apoyo los textos y papers que van en favor de un argumento cuya conclusión, normalmente, quien escribe conoce ya de antemano salvo que por el camino se vea obligado a desdecirse. En todo caso la preocupación ha sido decreciente en la medida de que son tantos los ejemplos de subestimación, y sobre tantas variables, que sólo con mala fe puede hablarse ya de selección intencionada. Si es usted un iniciado y encuentra algo demasiado forzado le ruego que lo considere involuntario. Si además me lo hace saber y encuentro razonada su objeción lo corregiré y avisaré de ello.

Siempre a peor

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“This analysis is nuts!”[1] – Steve Keen, economista post-keynesiano (119)

Índice tentativo de la serie

Vimos en la entrada anterior algunas características generales del IPCC que llevan a la moderación de sus resultados, moderación que se acumula a distintos efectos psicológicos y sociológicos a lo largo del proceso de avance de la ciencia descritos anteriormente. Hoy ponemos el foco en la intervención de la economía en su contacto con las ciencias del clima, que en este organismo tiene lugar parcialmente en el Grupo de Trabajo II y totalmente en el III.

Es de rigor comenzar constatando en el Grupo de Trabajo III (en adelante WG III) una preocupación y una consideración de las cuestiones éticas y de justicia muy pobre en informes anteriores. Dedica a estas cuestiones un capítulo completo (120), junto a una discusión franca del alcance y las limitaciones de la economía (121) en relación al problema en cuestión que resulta de gran interés, aun constatando que en el resto del informe se hace caso bastante omiso de estas consideraciones de fondo. Una explicación a este dualismo sería la necesidad reglamentaria de basarse en la literatura académica estándar, que en la economía mainstream obvia sistemáticamente entrar en conflicto con los fundamentos, desde luego los éticos.

Pero que el Grupo de Trabajo III dedique el informe a Elinor Ostrom a toda página xiii (122), único premio Nobel de Economía concedido a un(a) no economista es en todo caso una buena señal. Su trabajo (123) en relación a la auto-organización colectiva, no necesariamente gubernamental, como respuesta al vector neoliberal de la tragedia de los comunes (124) – como algunas veces se califica al problema climático desde posiciones conservadoras (125) – es realmente notable  (126) y podría ser un atisbo del inicio de alguna transición en este WG III.

Economistas de movimiento perpetuo y siempre moderado

Es muy interesante atender también aquí a la membresía y autoría del WGIII, como hicieron investigadores del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de Bellaterra (Barcelona) y publicaron en Nature Climate Change. Observaron que en este grupo de trabajo el dominio de economistas y unos cuantos ingenieros es prácticamente total, y que de los 35 coordinadores de los distintos capítulos sólo tres procedían de ciencias sociales que no fueran económicas, mientras que la importancia de esta ausencia es bien sentida (127).  Además, la institución para la que esa mayoría de economistas más había trabajado en algún momento de su carrera era el Banco Mundial (128), lo que desde luego comporta un sesgo condicionante en términos de status quo. El 49% son economistas neoclásicos o ingenieros, y sólo el 15% fueron formados como científicos sociales distintos a los economistas mainstream[2]. (más…)

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Índice tentativo

Veamos ahora distintas formas de abordar, desde la ciencia, la interfase ciencia-política. Lo haremos de la mano de Jeroen P. van der Sluijs, del departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto Copérnico de Utrecht. El holandés distingue a este respecto tres modos: modo tecnocrático, modo de consenso y modo deliberativo[1], que define en función del grado de certeza alcanzado. Examinemos de momento los dos primeros.

Modo tecnocrático

En el modo tecnocrático, la incertidumbre científica es vista como una limitación temporal del conocimiento. Su reducción se resolvería con más investigación, pues el objetivo último desiderativo es su total eliminación (76). Este es el modo que corresponde a la ciencia en su sentido ilustrado, moderno.

La limitación de esta aproximación sucesiva a resultados de especial interés reside en que no todas las incertidumbres pueden ser siempre expresadas cuantitativamente de manera formal a través de cálculos y secuencia lógica. A veces no es posible reducir la incertidumbre (a tiempo, o suficientemente) por mucho empeño que se ponga en ello, por ejemplo frente a las incertidumbres denominadas irreducibles – inherentes de hecho a todo sistema no lineal (77). Encima, un mayor conocimiento puede, en ocasiones, hacer aumentar la incertidumbre, pues cualquier mecanismo adicional hasta entonces omitido puede aportar  la suya propia, que interacciona con las anteriormente establecidas, afectando así al conjunto (78). Finalmente, distintas reacciones posibles de la sociedad frente a determinados escenarios sociales constituyen una incertidumbre inherente (79). La resistencia al descubrimiento y otras expresiones de la reticencia científica hasta aquí descritos tienen lugar en este modo tecnocrático (que Sluijs denomina tambén lineal).

Modo de consenso

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Índice tentativo

Proseguimos con la descripción de nuevos efectos acumulativos que conducen de modo sistemático a la moderación de la descripción científica de la realidad cuando esta pretende dar cuenta de realidades socialmente preocupantes. Vistos los efectos que operan a nivel individual, comenzamos hoy con algunos de los sesgos que pueden aparecer en el transcurso del trabajo científico en grupo.

Dinámica del trabajo científico en grupo

Los efectos hasta aquí señalados operan principalmente a nivel individual. No obstante, hoy en día, y desde luego en las cuestiones controvertidas, los científicos (naturales) raramente trabajan en soledad. Veamos a continuación tres situaciones de trabajo en grupo: 1) la redacción de un paper entre varios autores; 2) la realización de informes por encargo;  3) integración de información experta; y 4) a participación en organismos institucionales donde el consenso es exigido. [esta última circunstancia, especialmente influyente, será objeto de las próximas dos entradas de blog]

Papers con muchos autores

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Índice tentativo

Examinamos hoy dos nuevos vectores de presión que aquejan a los científicos en su camino hacia la moderación.

Temor a las consecuencias personales: el “efecto John Mercer”

Perfil de la Antártida. John Mercer describió así su débil configuración em los años 60 (Wiki)

[Efecto 5] Siguiendo en el terreno climatológico ha sido también descrito el ‘efecto Mercer’. John Mercer, un glaciólogo expedicionario de la Ohio State University, advirtió en los años 60 que la singular configuración del hielo de la Antártida Occidental lo convertía en inherentemente inestable, hasta el punto de poder provocar aumentos del nivel del mar de entre 4 y 6 m (33). Diez años más tarde publicó un trabajo atribuyendo esa posibilidad a la quema de combustibles fósiles (34).

¡Anatema! Esta osadía para la época no solo le costó a Mercer la financiación para seguir investigando, además de tener que lidiar con la frialdad de sus colegas. Cuenta James Hansen, el que fuera durante más de 30 años director de climatología de la NASA, que quienes en su día consideraron alarmista ese hallazgo resultaron ser mejor considerados por  sus compañeros. Hansen, que ha teorizado sobre esta “reticencia” científica, recuerda cómo los colegas que criticaron las conclusiones de Mercer, calificándolas de alarmistas, eran más celebrados por su entorno. Eran vistos como más razonables, más confiables (35). Se les tenía por más competentes y, en consecuencia, eran recompensados con más fondos para sus investigaciones.

Ocurre que a día de hoy, casi cincuenta años después, sabemos ya con gran certeza que las predicciones de Mercer se han demostrado certeras, aunque no fue hasta 2016 que se anunció que “la Antártida es más vulnerable al dióxido de carbono que lo que se creía hasta ahora” (36). Lo es tanto que la fusión de la Antártida Occidental (37) se considera ya virtualmente irreversible (y también la de Groenlandia en la medida de que superen los +1,6ºC (38), pues esta es también “más vulnerable de lo que se creía (39)) debido precisamente a los mecanismos que este glaciólogo identificó en sus expediciones de los años 60.

El propio Hansen sabe bien de lo que habla, pues sufrió este efecto en sus propias carnes. (más…)

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Índice tentativo

“You are not mature enough to tell it like it is.”Greta Thunberg. COP24 Katowice, 04/12/2018

Con respecto a la Fase I objeto de este texto descrita en la entrada anterior, examinemos ahora los fenómenos sucesivos que entran en juego y que permiten concluir que la descripción científica de la realidad es, por lo menos durante un cierto tiempo – que puede resultar decisivo – menos problemática socialmente de lo que lo es en realidad.

Los valores de la ciencia son por si mismos conservadores

Es precisamente a lo largo del proceso de avance donde resulta sorprendente advertir que, en lo profesional, el científico adopta, de forma intrínseca, un comportamiento extremadamente conservador. Veremos que al ejercer esta actitud en algunas de sus funciones se pueden producir distintos sesgos que, al cabo, resultarán ser acumulativos.

Este comportamiento es el resultado de una presión originada por una multiplicidad de factores. Unos son inherentes al propio método[1], prestados de él, como el necesario escepticismo militante. Otros aplican individualmente a cada científico, bien íntimamente, bien en su faceta de grupo. Otros, finalmente, condicionan los resultados del trabajo de grupo, singularmente en el establecimiento y emisión de consensos a la hora de integrar las incertidumbres, conjugar los marcos de referencia y salvar, cuando es posible, las barreras epistemológicas presentes en los distintos trabajos y disciplinas.

Todo esto no es nuevo, pero la preocupación por ello si es relativamente reciente estimulada por la constatación de la creciente distancia entre las predicciones, por ejemplo climáticas o de disponibilidad energética, y su contraste con la realidad cuando ésta se realiza, así como de la constante deriva, siempre a peor de los sucesivos trabajos e informes, por ejemplo del IPCC o de la Agencia Internacional de la Energía.

[Efecto 1] Ello ha dado lugar a que eminentes científicos senior e historiadores de la ciencia como Keynyn Brysse, Naomi Oreskes, Jessica O’Reilly y Michael Oppenheimer[2] se hayan sumergido en la filosofía de la ciencia y describieran, en un importante trabajo académico de referencia de finales de 2013 titulado «Climate change prediction: Erring on the side of least drama?» cómo estos efectos son debidos precisamente a los propios valores inherentes a la ciencia, de los que los científicos son valedores, defensores y portadores. Así, (más…)

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Gat schroedinger

En relación a su gato, Sr. Schrödinger, tengo tanto buenas noticias como malas noticias.

Los datos recién publicados del servicio de medición y homogeneización de la temperatura global de la NASA señalan una reducción de la temperatura media de la Tierra de 6 centésimas de grado en marzo, con respecto al mes anterior. El valor respecto a la referencia 1951-1980, que es la que actualmente emplea este organismo, fue en marzo de +1,28 °C. A su vez, la temperatura del mes de febrero ha sido corregida a la baja en una centésima, de +1,35 °C a +1,34 °C.

Respecto a la referencia preindustrial considerada por ese mismo organismo el incremento de temperatura sería en marzo de +1,58 °C.

Por su parte la Agencia Meteorológica del Japón, otros de los cuatro organismos mundiales que ofrecen datos de temperatura, indica (de forma preliminar), por el contrario, un aumento de tres centésimas respecto a febrero.

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Entradas anteriores de la serie: 1. Introducción – 2. Breve introducción a lo que el IPCC es y no es

“Si la ciencia selecciona hacia lo conservador, la academia selecciona hacia lo muy conservador.” (32)

A vueltas con la moderación científica

Examinar referencias

worst

Portada de la revista New Scientist, noviembre de 2012: ‘Hace cinco años nos temíamos lo peor. Pero parece que es peor todavía.’

La ideología personal de un científico puede ser de derechas o de izquierdas, o del limbo, y así se distribuye el sentir político de esta comunidad en todas partes, más o menos como la población en general (33). Salvo en los Estados Unidos, donde el giro anticientífico de la derecha de las últimas décadas (34) ha provocado que el 94% se declare ‘liberal’ (35)[17]. Esto le viene de perlas al negacionismo organizado, que acusa entonces a los científicos – y por extensión a la ciencia practicada – de estar politizando la ciencia, tergiversando sus resultados.

Sin embargo, (más…)

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“You can of course debate whether it is a good thing or a bad thing that IPCC reports are conservative, but the most important thing is that we know that it’s conservative, so you understand the IPCC reports in the correct way.”[1]Stefan Rahmstorf, Potsdam University + IPCC, 05/11/2013 (1)

1.      Introducción

El cambio climático en el diván

El IPCC en el diván

La emisión del  5º informe del IPCC (Intergovernmental Panel of Climate Change) –  a saber, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático por sus siglas en inglés, nos da ocasión para examinar cuál es el estado de la ciencia, digamos ‘oficial’, del cambio climático. También para examinar qué perspectivas alternativas existen, y su verosimilitud. En estos términos, es también una buena ocasión para examinar por qué motivos concretos, en cosa tan cuadrada y objetiva como la ciencia, puede haber, o no, divergencias entre la “oficialidad” del IPCC y perspectivas alternativas.

A finales de 2012 la revista académica Global Environmental Change publicó un trabajo de investigación titulado “Climate change prediction: Erring on the side of least drama? [2]”. Estaba firmado por tres autores estadounidenses de muy alto nivel[3] liderados por Keynyn Brysse, del Programa de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Oficina de Estudios Interdisciplinares de la Universidad de Alberta (Canadá). En el abstract puede leerse: (más…)

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IPCCHoy se ha presentado el «Resumen para Responsables de Políticas» (Summary for Policymakers) del grupo I del 5º informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). Una de las novedades es la asunción, por parte de 110 países, de 19 «declaraciones» (statements), a modo de (largos) titulares, que traduzco aquí: (más…)

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El análisis de los puntos focales climáticos actualmente en vigor, +2 ºC como límite de incremento de la temperatura media de la Tierra, y 350 ppm de concentración máxima de CO2, debe incluir necesariamente una comprensión de su origen. En este terreno, de tan importantes implicaciones políticas, económicas y sociales, es muy importante conocer la historia de la gestación de los criterios capaces de acabar constituyendo un objetivo global. En ella reside su eventual credibilidad, condición necesaria para su aceptación general. Con este mismo fin es preciso examinar previamente cómo se miden estos valores.

¿Cuál es la temperatura media de la Tierra?

Si tuviéramos que establecer el objetivo climático en términos de incremento máximo de la temperatura media de la Tierra, lo primero a tener en cuenta es la referencia de base: respecto a cuándo se establece este incremento. No son lo mismo, pongamos por caso, 2 ºC más respecto al promedio de la era preindustrial (<1850) que respecto al promedio de los períodos 1880-1920 o 1951-1980 con los que suele presentar los datos la NASA. A veces se considera también la temperatura de 1990, año del protocolo de Kioto, o la del año 2000. En este sentido, es importante que los comunicadores tengan siempre presente la referencia de base de las informaciones relativas a la temperatura media del planeta que suministran al público.

Sin embargo, la empresa no es nada fácil. (más…)

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El texto que sigue corresponde a un artículo escrito por amable invitación de la revista Mientras Tanto, que he dividido en cinco entregas y añadido algunas ilustraciones. Recomiendo además la lectura de los demás artículos del ejemplar, dedicado a ‘Los límites del crecimiento: Crisis Energética y Cambio Climático’, a cargo de Antonio Turiel, Roberto Bermejo, Hermann Scheer y Richard Heinberg. Acceso a capítulos anteriores – [Actualización 26/03: Ver texto completo en una sola página]

El pacto de Fauto. Los humanos han gozado de los frutos de la revolución industrial y han evitado al mismo tiempo un gran coste en cambio climático mediante el efecto enfriador de los aerosoles del carbón. El pago se produce cuando la humanidad se da cuenta de que resulta intolerable el crecimiento exponencial de la contaminación atmosférica que sería necesario para una contínua mitigación del calentamiento debido a los gases de efecto invernadero

Uno de los malentendidos más flagrantes del problema climático se refiere a la creencia de que la reducción del empleo de combustibles fósiles, y en particular la reducción o eliminación de las centrales térmicas generadoras de energía eléctrica a base de carbón, supondría una disminución de la temperatura media de la Tierra y contribuiría, así, a mitigar la crisis climática.

Ciertamente, la clausura de las centrales térmicas de carbón y gas natural supondría una reducción muy sustancial de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Sin embargo, la mayoría de centrales térmicas emiten otros gases, resultado de las impurezas del carbón y de la combustión incompleta. Entre éstos se encuentran, de forma destacada, los compuestos de azufre. Éstos, al combinarse con el vapor de agua, forman el ácido sulfúrico de la conocida lluvia ácida, y generan micropartículas sólidas (aerosoles).

Este tipo de aerosoles tiene una propiedad singular en relación a los demás gases y partículas con los que contaminamos la atmósfera reguladora del clima. No sólo no añaden efecto invernadero sino que, por el contrario, reflejan parte de la luz del sol hacia el espacio. Así, (más…)

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La clave está en la cantidad de hielo en el Ártico (Foto Captain Budd Christman, NOAA Corps)

El meteorólogo de referencia del Grupo Prisa Florenci Rey escribía el pasado día 2 de febrero en El País un artículo bajo el título de “Cuando Siberia se deja la puerta abierta”. En él señalaba que este invierno, muy suave en todo el hemisferio norte hasta la llegada de la ola de frío que ahora nos invade, comenzaba a ser conocido en su gremio como “el año sin invierno”. Estos profesionales probablemente parafrasean la referencia al año 1816, conocido como “el año sin verano” y el más frío en 500 años. El motivo no fue otro que la presencia de erupciones volcánicas explosivas, muy en especial la del volcán Tambora de Indonesia, cuyos aerosoles alcanzaron la estratosfera, apantallando así durante meses la radiación solar (1).

Rey se preguntaba en el artículo: “¿Son estas situaciones adversas consecuencia del cambio climático?” Y se respondía: “Rotundamente no”. Al final del texto señalaba que:

“Estas bruscas discontinuidades en un corto espacio de tiempo, una alta variabilidad meteorológica, pueden ser un buen indicio de la traducción del cambio climático global en la región europea.” (2)

Creo que es la primera vez que veo a un meteorólogo con reconocimiento público y privado referirse al cambio climático en el caso de un fenómeno extremo. A este colectivo no le resulta fácil efectuar esta asociación. Son distintos los motivos, que vimos aquí y aquí, a los que se unen las consignas a las que los comunicadores son sometidos por parte de la dirección de los medios. Éstas consisten, como mínimo, en extremar la prudencia con la excusa no herir la sensibilidad del respetable, cuando en realidad están preocupados por la de los anunciantes y la de los distintos patrocinadores-freno. Estos últimos lo son en forma de grandes empresas oligopolísticas que raras veces necesitan anunciarse, luego por algo están ahí. Así pues, el esfuerzo es meritorio. Sin embargo, estos párrafos podrían llevar a confusión pues, en apariencia, ambas afirmaciones son contradictorias. Por este motivo he creído oportuno aportar aquí alguna luz adicional. (más…)

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“All lies and jests still a man hears what he wants to hear and disregards the rest.” – The Boxer, 1968 (Simon & Garfunkel)

Imagen del paper de Science firmado, entre otros, por Antoni Rosell, del ICTA

El viernes anterior al inicio de la conferencia de Durban amanecí con un pequeño sobresalto. Todavía adormilado, escuché cómo en la emisora de radio catalana RAC1 una voz leía una noticia cuyo titular era algo así como que ‘el planeta no se calentará tanto como estaba previsto’. A tres días de la reunión de Durban pensé: acaban de meter un gol a RAC1, y no supuse en ese momento más implicaciones. Estaba cantado que habría acciones de este tipo en los días previos a la convención, como ha ocurrido cada año sin falta – y ya habíamos tenido el ‘climategate II’ a principios de la semana. Pero en el mismo acto noticiable el locutor mencionó que acababa de salir publicado en Science. Cuidado entonces. A Science es muy difícil meterle un gol.

Fui directo al ordenador para bucear. Por algún motivo no tenía acceso al texto completo, pero acabé encontrando el abstract. Advertí además que uno de los autores, Antoni Rosell i Melé, era catalán, y que pertenece al ICTA (Institut de Ciència i Tecnologia Ambiental), el principal centro de excelencia español en el ámbito climático, de carácter multidisciplinar. Busqué su correo y le pedí el artículo. Me lo envió enseguida y prometí  leerlo durante el fin de semana. Ahora sé que Rosell ha participado (precisamente) en el área paleográfica del trabajo, campo en el que profundizó durante su estancia en la Universidad de Oregon.

Cuando lo leí observé tres cosas: (más…)

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Este personaje está (re)adquiriendo últimamente cierta notoriedad mediática, que debió de haber perdido hace mucho tiempo de forma definitiva. No es que la merezca ni la haya merecido. Simplemente, ahora le toca resurgir a él en la estrategia del negacionismo sin fin de ir resucitando cadáveres científicos que, de forma aparentemente incomprensible, vuelven por sus fueros con el mismo argumento una y otra vez, a pesar de haber sido definitivamente refutados.

Henrik Svensmark, físico danés en plantilla ahora de la unidad climática del Instituto Danés de Investigación del Espacio (Danish Space Research Institute, DSRI), perteneciente a la Universidad Técnica de Dinamarca, abarca un mínimo de dos frentes negacionistas. En el ámbito organizativo bebe de las fuentes de su paisano Bjørn Lømborg. En el ámbito argumentativo se parece a Richard Lindzen [ver: Negacionismo en La Vanguardia], el meteorólogo estadounidense ideador del ‘efecto iris’, según el cual la nubosidad global se adapta de forma automática para mantener constante la temperatura media de la Tierra, de forma análoga a como lo hace el iris del ojo en respuesta a la intensidad luminosa (1). Eso va en contra de toda evidencia mensurable (2), pero para estos personajes esto es un inconveniente menor, con el que ya cuentan.

El resurgimiento actual de las rarezas de Svensmark que ahora veremos podría, sin embargo, ser debido a que, nada menos que el CERN, está realizando experimentos de verificación / refutación de una de sus hipótesis (3), cuyos resultados, según parece, no tardarán en conocerse (4). (más…)

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«Our ignorance is not so vast as our failure to use what we know.» – Marion King Hubbert

Esta entrada explora implícitamente la cuestión fundamental: ¿Hemos superado ya el punto de no retorno?

Delta de l'Ebre

Imagen del delta del Ebro, relacionada con el objetivo de 350 ppmv, que dio la vuelta al mundo el año pasado en ocasión del evento 10:10:10 organizado por 350.org

Un lector reciente llegó a este blog, tuvo la paciencia de explorarlo a fondo, y me escribió hace una semana: ¿por qué no habla usted de las soluciones? Tenía razón.

El correo de este amable visitante gallego coincidía, precisamente, con la elaboración de esta entrada. Le dije que yo prefería llamarles respuestas, porque no había encontrado nada que me convenciera como auténtica solución. Le señalé que acababa de aparecer un trabajo de gran relevancia, que me había aportado nueva luz, y que me disponía a referenciarlo aquí. También le dije que el texto era, probablemente, demasiado largo.

En eso estamos. Pero si usted quiere entender de una vez por todas, de forma cabal, el problema climático al que nos enfrentamos, lea este artículo y sus notas al pie. (más…)

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