El meteorólogo de referencia del Grupo Prisa Florenci Rey escribía el pasado día 2 de febrero en El País un artículo bajo el título de “Cuando Siberia se deja la puerta abierta”. En él señalaba que este invierno, muy suave en todo el hemisferio norte hasta la llegada de la ola de frío que ahora nos invade, comenzaba a ser conocido en su gremio como “el año sin invierno”. Estos profesionales probablemente parafrasean la referencia al año 1816, conocido como “el año sin verano” y el más frío en 500 años. El motivo no fue otro que la presencia de erupciones volcánicas explosivas, muy en especial la del volcán Tambora de Indonesia, cuyos aerosoles alcanzaron la estratosfera, apantallando así durante meses la radiación solar (1).
Rey se preguntaba en el artículo: “¿Son estas situaciones adversas consecuencia del cambio climático?” Y se respondía: “Rotundamente no”. Al final del texto señalaba que:
“Estas bruscas discontinuidades en un corto espacio de tiempo, una alta variabilidad meteorológica, pueden ser un buen indicio de la traducción del cambio climático global en la región europea.” (2)
Creo que es la primera vez que veo a un meteorólogo con reconocimiento público y privado referirse al cambio climático en el caso de un fenómeno extremo. A este colectivo no le resulta fácil efectuar esta asociación. Son distintos los motivos, que vimos aquí y aquí, a los que se unen las consignas a las que los comunicadores son sometidos por parte de la dirección de los medios. Éstas consisten, como mínimo, en extremar la prudencia con la excusa no herir la sensibilidad del respetable, cuando en realidad están preocupados por la de los anunciantes y la de los distintos patrocinadores-freno. Estos últimos lo son en forma de grandes empresas oligopolísticas que raras veces necesitan anunciarse, luego por algo están ahí. Así pues, el esfuerzo es meritorio. Sin embargo, estos párrafos podrían llevar a confusión pues, en apariencia, ambas afirmaciones son contradictorias. Por este motivo he creído oportuno aportar aquí alguna luz adicional.
Veremos más adelante que afirmar, como lo hace Rey, que esta situación adversa no es consecuencia del cambio climático, es una osadía. Debería, por lo menos, evitar tanta contundencia y rotundidad.
La imposibilidad de la atribución concreta
Creo que la confusión proviene de que nuestros meteorólogos mediáticos están programados, incluso íntimamente, para recordar, siempre que tienen ocasión, que no es posible atribuir causalidad directa entre un fenómeno extremo concreto, por ejemplo éste, y el proceso subyacente de cambio climático en curso. Esto es ciertamente así, pues cualquier fenómeno puede, en principio, existir sin el concurso necesario del cambio climático subyacente. Lo prueba el hecho de que hay que remitirse a 1956 para encontrar una ola de frío de intensidad similar a la actual (ya veremos la duración). La influencia del cambio climático en los fenómenos extremos reside, no sólo en su intensidad sino, principalmente, en su frecuencia de aparición. En lo que se denomina período de retorno. Por ejemplo, la Amazonia ya lleva dos sequías casi seguidas (2005 y 2010) de las de “una cada 100 años” (3).
En 1956 el calentamiento global no sólo no tenía la intensidad que tiene en la actualidad, sino que en esos tiempos el proceso de incremento de la temperatura se encontraba detenido, azufres del carbón mediante. Efectivamente, el imponente crecimiento económico de esos años llevó a la construcción de una gran cantidad de centrales de generación de electricidad a base de carbón. Estas centrales no estaban obligadas (todavía) a filtrar los aerosoles de azufre resultado de la combustión, elementos que, vertidos a la atmósfera, ejercen un efecto de apantallamiento solar, además de ser causa de la lluvia ácida. Esto ocurre de forma equivalente, a nuestros efectos, a cómo lo hacen las erupciones volcánicas.
Así que lo comido (aerosoles) quedaba por lo servido (aumento de emisiones de CO2) y, entre (aprox.) 1950 y 1980, la temperatura apenas aumentó (4). Recordemos que el incremento de temperatura realmente fuerte ha ocurrido en las tres últimas décadas, cuando la mayoría de las centrales (occidentales) de carbón disponen de filtros para evitar que piedras, árboles y todos nosotros acabemos siendo pasto del ácido sulfúrico.
No es pues posible atribuir causalidad directa entre la concentración de CO2 y los fenómenos extremos porque las relaciones causa-efecto en tema de los impactos del cambio climático tienen naturaleza estadística. Así, con datos bien al alcance del público, un estudiante de bachillerato advertiría con toda claridad que, a nivel global, estos extremos se producen con mucha mayor frecuencia ahora que en el pasado, y en magnitudes que son estadísticamente significativas en relación con el progresivo aumento de temperatura. El Intergovernmental Panel on Climate Change (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) ha emitido recientemente un informe al respecto (5).
La respuesta está en el Ártico
Digo que afirmar con rotundidad que esta ola de frío no tiene nada que ver con el cambio climático es una osadía porque esto está en contradicción con la literatura científica, que Rey debiera conocer. Ésta no es todavía del todo concluyente al respecto, pero desde luego hace tiempo que se pregunta hasta qué punto la reducción del hielo del ártico en un año está relacionado con unas temperaturas invernales especialmente frías en el invierno siguiente en el hemisferio norte. Algunos, como el responsable de la sección “atmósfera” del National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) de los Estados Unidos, James Overland, lo tienen muy claro. En la conferencia científica del Año Polar Internacional de Oslo en 2010 declaró:
“Los inviernos fríos y con nieve van a ser la norma y no la excepción”
Y lo atribuye al cambio climático (6).
La comunidad científica se refiere a estos episodios como “Ártico caliente / fríos continentes” (7), en lo que ha sido bautizado periodísticamente como la paradoja del Ártico (8). Hay que recordar aquí que la zona ártica se calienta a una velocidad 2-4 veces mayor que el promedio del planeta debido al fenómeno conocido por amplificación polar, elemento clave de todo el problema climático. Pero se calienta desde una temperatura de partida mucho más fría que la de latitudes inferiores. De modo que, si esta tremenda velocidad de calentamiento fuera a alterar, de alguna forma y en alguna circunstancia, los patrones de las corrientes atmosféricas normales (es decir, anteriores a su calentamiento), el Ártico podría dedicarse a enviarnos aire muy frío hacia el sur cuando esas circunstancias se presenten.
En 2009, en la publicación académica Global Planeraty Change, Dagmar Budikova, de la Universidad de Illinois, revisaba el papel que la reducción de la superficie de hielo en el océano Ártico, resultado del cambio climático, juega en los patrones generales de la circulación atmosférica (9), y dos papers en Geophysical Research Letters liderados por investigadores de la Universidad de Rutgers y de un instituto de investigación japonés titulaban, respectivamente: “Los patrones meteorológicos invernales del hemisferio norte se acuerdan de la extensión de hielo en el Ártico” (10) e “Influencia de los mínimos de hielo marino en el Ártico sobre los inviernos europeos anormalmente fríos” (11). En 2010, el mencionado Overland aseguraba en Tellus que:
“Los cambios en la circulación atmosférica a gran escala están asociados con la reciente pérdida de hielo en el Ártico.” (12)
Cosa en la que se reafirmó en el informe anual “Arctic Report Card” de la NOAA de 2011 (13).
El hielo ejerce una función de aislamiento entre el océano y la atmósfera que lo cubre, por lo que ésta puede alcanzar temperaturas extremadamente bajas. Pero cuando el hielo desaparece, la temperatura en la superficie debe ser superior a la temperatura de congelación del agua del mar, -1,8 ºC. De esta forma se transfiere energía del océano a la atmósfera, alterándose así la presión y la circulación atmosféricas y favoreciendo las fases negativas de la denominada oscilación del Ártico (14).

Fase positiva de la oscilación del Ártico - Fuente: North Carolina State University) - Pulsar para mejor resolución

Fase negativa de la oscilación del Ártico - Fuente: North Carolina State University) - Pulsar para mejor resolución
En la fase positiva de esta oscilación, la presión atmosférica en la superficie de la zona ártica es elevada, y eso mantiene el aire frío confinado en esa región. En cambio, en la fase negativa, bajas presiones en el polo norte provocan un flujo de aire frío a latitudes muy inferiores a los de la fase positiva (15), pudiendo llegando así hasta el sur de Europa. Es como dejar la puerta abierta del refrigerador: el interior se calienta, pero el frío se expande por la habitación. Tal vez Rey estuviera pensando en esta metáfora al referirse a la apertura de la puerta de Siberia. El frío entra (en este caso) desde Siberia, más fría ahora de lo normal, pero el refrigerador está en el polo.

Relación entre la nieve en Siberia y la corriente en chorro establecida por Judah Cohen (Foto: National Science Foundation)
Por su parte, Judah Cohen, director de Atmospheric and Environmental Research Inc., una organización privada de predicción climática para grandes clientes, lleva años buscando indicadores anticipados para la severidad de los inviernos. Cohen asegura haber encontrado en la cantidad de nieve en Siberia el elemento que permite anticipar la severidad de los inviernos del hemisferio norte, a través de una cadena de sucesos desde la superficie hasta la estratosfera.
Mayores temperaturas significan mayor evaporación, mayor cantidad de vapor de agua en la atmósfera y, en general, mayor precipitación (16), luego ahí tenemos una primera conexión. Cohen ha desarrollado incluso un método de predicción del índice de la oscilación del Ártico, hasta ahora tenido por impredecible (17), y el pasado enero publicó formalmente sus conclusiones en Geophysical Research Letters (18).
Entretanto, a finales de 2010, investigadores del Potsdam Institute for Climate Impact Research, uno de los mejores centros de investigación europeos sobre nuestro tema, señalaron, en el Journal of Geophysical Researh, a los mares de Barents y de Kara, al noroeste de Rusia, como el origen del proceso. Mostraron el mecanismo por el cual cuando, a finales del verano estos mares, a diferencia de la normalidad, habían perdido el hielo y se habían calentado de forma significativa, los inviernos siguientes iban a padecer olas de frío singularmente fuertes (19). Según Vladimir Petoukhov, uno de los autores del trabajo:
“Cualquiera que piense que el adelgazamiento de algún hielo remoto no le va a afectar está completamente equivocado. En el sistema climático existen complejas interconexiones, y en los mares de Barents-Kara podemos haber descubierto un poderoso mecanismo de retroalimentación positiva.” (20)
Las condiciones del episodio presente sugieren causalidad
Pues bien. La superficie del hielo del Ártico en 2011 se redujo de tal forma que constituyó el segundo año después del récord de 2007 (21). Pero no sólo esto. Cuando, a partir de la segunda mitad del pasado septiembre, el hielo marino del Ártico comenzó a recuperarse, los mares de Barents y de Kara se han mantenido incólumes. Por lo menos hasta finales de diciembre, como indican explícitamente los últimos datos del National Snow and Ice Data Center (NSIDC) de los Estados Unidos (22).

Evolución de la superficie de hielo en el Ártico hasta enero 2012. La línea punteada corresponde al récord mínimo de 2006-2007 (Fuente: NSDIC)
Por cierto que el hielo en el Ártico nunca ha sido tan reducido en un mes de enero como en el pasado mes de enero. Para ordenar a un año en el ranking de superficie de hielo del Ártico se suele atender al mínimo anual, siempre en septiembre. Pero si atendemos a los eneros, como se ve en el gráfico, estamos en récord absoluto. Y si lo medimos en volumen de hielo en lugar de superficie, observamos que la velocidad de disminución es muy superior a la de la superficie. Hasta el punto de que se considera que su tipping point ha sido ya superado (23).
De modo que 1) se está discutiendo sobre la relación entre el cambio climático y las olas de frío en el hemisferio norte de forma general, y se señala a los mares de Barents y Kara como mediadores del proceso; 2) los mares de Barents y de Kara han seguido sin hielo incluso hasta diciembre; 3) la oscilación del ártico ha cambiado hace pocas semanas a una fase muy negativa, incluso récord (24; ver gráfico adjunto con datos hasta 06/02/2012); y 4) se produce una ola de frío de especial intensidad que llega hasta el sur de Europa.
¿Cómo, en estas condiciones, puede uno preguntarse si hay relación entre una cosa y la otra, y responderse que rotundamente no? En términos médicos tal vez el diagnóstico podría no ser definitivo, pero sin duda se emplearía la expresión compatible con el cambio climático.
Como siempre ocurre en el sano proceso de avance científico antes de llegar a conclusiones definitivas, hay voces que manifiestan su prudencia o incluso su desacuerdo. Estas voces manifiestan que hay que esperar todavía para confirmar el fenómeno de forma definitiva (28). Si a esta circunstancia no se le ha atribuido todavía el atributo de verdad científica definitiva es por dos razones. Una es que no es seguro cuál es el huevo y cuál la gallina (25). Pero hay correlación significativa (no completa) y un mecanismo que es reproducido por los modelos, lo que induce a creer más en la causalidad que en la casualidad, aunque la última palabra no esté dada (26). La otra, consecuencia de la primera, es que, por ahora, no es posible descartar la presencia de otros factores (27) poco conocidos, relacionados o no con la alteración de los mecanismos atmosféricos resultantes del cambio climático subyacente, aunque esto es ya mucho suponer a estas alturas. Finalmente, bueno, es que estamos en invierno. Y de vez en cuando ocurren estas cosas, incluso con calentamiento global.
La posible significación de las brusquedades, y la anticipación de los cambios de estado
Finalmente, Florenci Rey se refiere a las bruscas discontinuidades en un corto espacio de tiempo como, ahí si, una manifestación europea del cambio climático subyacente. Esto también requiere clarificación.
El cambio climático, en si, no es algo que, estrictamente, vaya a producir bruscas discontinuidades, salvo que entendamos por esto la mayor frecuencia de fenómenos extremos, en particular sequías y lluvias torrenciales de intensidad creciente respecto a lo estadísticamente registrado, que no tienen por qué sucederse necesariamente en un mismo lugar y período. Lo mismo aplica a las olas de calor y a las de frío. El progresivo aumento de las temperaturas medias produce unos impactos en las cosechas y en el reino vegetal y animal muy superiores a los que los sentidos nos hacen suponer, y provoca el aumento del nivel del mar, por ahora todavía incipiente y apenas perceptible.
El problema de las bruscas discontinuidades y una variabilidad mayor reside en algo más preocupante todavía. En su búsqueda de indicadores anticipados de los cambios de estado del sistema climático o de cualquiera de sus subsistemas (los denominados tipping points), la comunidad científica ha determinado que los sistemas en general presentan distintas características poco antes de la transición a un nuevo estado (29,30,31,32,33). Entre estas características se encuentran oscilaciones de mayor amplitud. Hay que señalar, sin embargo, que esta pretensión cuenta también con detractores cualificados, que señalan que no es posible fiarse del comportamiento de esas variables de cara a este objetivo, y menos de sólo una, llegando a calificar el intento de wishful thinking (34) o bien señalando que las transiciones bien pueden también producirse sin aviso previo alguno (35,36).
Dado que no es concebible que Rey, en esa expresión sobre la brusquedad, esté diciendo lo contrario a lo que en la frase anterior negaba con rotundidad, cabe suponer que se refería a esto que acabo de contar.
Hombres del tiempo por delante y por detrás
Es como si los hombres del tiempo siempre fueran por delante con el tiempo meteorológico, cuyas predicciones aciertan hoy en día con considerable precisión, pero anduvieran siempre por detrás del clima. Debe ser cosa de la especialización, que convendría ir difuminando. Al cabo de más de 30 años de que se conozca el problema climático comienzan – tímidamente – a hablar en público del mismo, pero lo hacen cuando los fenómenos podrían estar indicándonos que el sistema ya se ha desestabilizado y nos estamos acercando a una transición a un nuevo estado climático, que no es cualquier cosa. Desde luego, algo muchísimo peor y de consecuencias de un orden de magnitud muy superior a las de una ola de frío como la actual, haya sido ésta causada, o no, por la desglaciación del Ártico.
Estos profesionales cargarán, dentro de algunos años, con la responsabilidad de haber ostentado una posición pública privilegiada para habernos advertido a tiempo a todos de la que se avecinaba – y así, favorecer la acción popular y política – y no haberlo hecho. Bueno, dirán que no iba con ellos, que una cosa es el tiempo meteorológico y otra el clima. Por este motivo es preciso reconocer en lo que vale la referencia de Florenci Rey al fenómeno, aún con sus debilidades.
Concluyendo. Podemos tener la tentación de creer que estos episodios especialmente fríos compensan los más cálidos de otros momentos del año. Esto no es así de ninguna forma, pues no sólo los promedios espaciales y temporales de la temperatura siguen creciendo año tras año (37). Incluso los inviernos, a pesar de su mayor variabilidad, son mayoritariamente más templados: siete de los inviernos de la primera década de este siglo han sido más calientes que el invierno medio entre 1951 y 1980.
En los veranos la relación es, aquí si, rotunda: 10/10 (38,39).
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Complemento
El meteorólogo de EE.UU. Jeff Masters cuenta la oscilación del Ártico en la National Public Radio, y prevé fuertes fríos para lo que queda de invierno (audio en inglés).
Ferran, te extrañàbamos!
Mientras tanto, aunque odio los tuits, los tuyos son para seguirlos.
Y sobre este post: ojalá todos los que opinan en los medios se informaran tan profundamente antes de hablar.
saludos desde el caluroso sur
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Un saludo, Nube, y gracias por tus comentarios (todos)
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Muy interesante la entrada, como lo es siempre.
Un abrazo
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Gracias, Daniel
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«En la fase positiva de esta oscilación, la presión atmosférica en la superficie de la zona ártica es elevada, y eso mantiene el aire frío confinado en esa región»
Creo que ahí hay un error. En la fase positiva, según las imágenes al lado de esa frase, la presión en el ártico es más baja.
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En la fase positiva la presión es más alta. Tal vez estén invertidas las imágenes; no lo puedo mirar ahora. Lo hago más tarde o mañana.
Gracias por participar.
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En general las «oscilaciones» , AO, NAO, la oscilación del sur en el ENSO, etc., son un problema de anomalías, presiones más altas de lo normal en una región y más bajas en otro (no altas y bajas absolutas).
Acá en las dos fases hay una baja presión en altura. En el gráfico completo del link se muestra como anomalías de geopotencial en 500 mb, y seguramente ese centro de baja presión continua a mayor altura, generando los vientos del oeste en la troposfera alta, que se muestran en los esquemas.
Pero en la fase positiva las anomalías son negativas, o sea que la baja presión es aun más baja y el vórtice polar más fuerte. Mientras que en la fase negativa las anomalías son positivas, la baja presión en altura no es tan baja, y el vórtice es más débil.
Y además hay presiones más bajas o más altas de lo normal en latitudes medias, lo que genera diferentes patrones climáticos
paciencia y algo de suerte para entenderlo!
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Gracias nube, doy pues por contestado a Daneel y eneko.
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Hola, Ferrán!
Realmente te extrañábamos, sí. También desde el frío norte. Estas revelaciones nos aclaran dudas que vuelve a plantear últimamente el negacionismo ¡Y la propia gélida temperatura! (También he observado la contradicción entre tus explicaciones y las de las imágenes respecto a las fases de presión). El panorama es … tan preocupante. Crees, realmente, plausible que nos acerquemos a un cambio de estado a corto plazo? Cómo podriamos anticiparnos a ello? (Vaya pregunta)
Saludos
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Hola Eneko.
Pues depende de lo que entendamos por plausible. También de qué es un cambio de estado. Pero para no huir de la pregunta, diré que creo que no más tarde de la década 2020-2030 es muy posible que la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos llegue a ser insoportable en términos económicos y humanos. No tanto por el hecho de que la situación actual nos esté señalando la proximidad del cambio (puede ser que si o que no, y por tanto la prudencia nos debería hacer actuar como si fuera que si, pero ya ves). Más que nada porque parece que en el Ártico ya se han superado puntos de no retorno, como señala Peter Wadhams aquí y en general se desprende de todo un número de Ambio dedicado al Ártico.
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Brilliant, as usual, and alarming!
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Thank you Ludwig.
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Un post fenomenal. Es fácil que los fenómenos locales nos oculten la tendencia general, gracias por explicarlo.
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Gracias a ti por seguirme.
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Parece ser que investigadores alemanes, más o menos vienen a decir lo que aquí se dice. Ahora, habría que ir al propio artículo:
http://sp.rian.ru/infografia/20120208/152666156.html
Enhorabuena por el blog y la información (Especialmente interesante me pareció lo que aparecía en una entrada respecto a la historia del cambio climático, aunque en el plan pone que habrá más)
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Bueno yo tengo no una si no varias preguntas,,,debo formularlas bien claro.
Aquí como señala el señor Rey, que dice que el origen del frío siberiano es que una gran masa de tierra (Siberia) se queda sin insolación mucho tiempo y que sin el amortiguamiento del mar se enfría mucho, básicamente se forma un anticiclón muy fuerte e inyecta frío cuando las borrascas del mediterráneo y un anticiclón escandivano y ¿Porque nó ? una jetstream la exprimen como a un limón. No es algo atípico tampoco y tiene algo de razón, es lo que he visto en los mapas t cual como lo dice viendo sólo Europa y Asia.
En cambio el mecanismo que tu defiendes es muy diferente que si que es insólito, hablamos de casi un anticiclón y caliente, que se forma en la corona del ártico donce prácticamente empuja todo hacia al sur y forma prácticamente una nueva isoterma caliente sobre el ártico que empuja la antigua fría hacia el sur en todas direcciones. ¿Cuál de los dos mecanismos sería el prevaleciente en estos momentos ?
Hasta aquí únicamente han hablado de la atmósfera pero como decía Rey el papel de la inercia de las grandes masas de agua es determinante.
Yo sabía que el deshielo mismo «aportaba frío» a las corrientes marinas, y alteraba las corrientes del golfo y se dejaba notar por un menor número de lluvias en Europa que recibía su energía, si están tan interconectados los fenómenos. ¿Es responsable también la poca actividad atlántica que solía servir de «tapón» a estas entradas siberianas?. De todo , el ártico, la corriente del golfo y la masa de aire frío rusa, creo que lo normal era ese sobreenfriamiento que menciona Rey «en su continente», pero lo que no es normal según tendencias es que el ártico no tiene ahora tanto hielo (se derrita o nó, estamos en invierno) como para aportar ese frío marino y alterar la corriente del golfo que aún así parece no funcionar. Graciasssss.
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Vale ya me quedó más claro con esto, lo leí después..mi pegunta sigue siendo si todavía funciona la corriente del golfo, que pasaría, si nó, sería más frío aún el invierno ? Que tanto de ese aire caliente «no pasa» por Europa.?
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Esto querría decir entonces que este año Europa lo tendrá muy fresco ?
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Juan, creo que todo el artículo apunta a que existen mecanismos que podrían explicar una ola de frío (incluso mucho frío) en el contexto del cambio climático. Que además hay otros mecanismos, como la oscilación del ártico (y hay otros más) que favorecen o no determinadas situaciones.
De ahí, a querer un pronóstico para este año….
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De acuerdo Nube, pero siguiendo las tendencias se podría saber como será el año no ?
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Si digo que si, justo ahora he pensado que entienden como está la temperatura del mar ahora, la inercia que tiene, si se presentará el niño o la niña, la corriente del golfo, cantidad de hielo en el ártico, creo que pueden dar una buena aproximación de cómo será el año.
Yo creo que será muy fresco y seco en Europa y lo digo por los anticiclones septentrionales que se formaron el año pasado que parece que aumenta su presencia, tampoco parece presentarse un niño ahora y estas entradas de frío aunque no batieron récords si fueron muy fuertes, consistentes y determinantes y les tomará «su tiempo» diluirse.
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Juan, este tema seguramente se discutirá mejor en otro lado. Fijáte el link a Jeff Masters en Complementos (al final del texto). Lo que crees y dices queda bajo tu exclusiva responsabilidad.
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Vale Nube muy bien, tanto los hombres del tiempo dicen que no pueden predecir lo que ocurrirá en dos semanas como también han hecho algunas estimaciones (no pronósticos) del año, tampoco no creo sea otro tema porque empezamos el año con este fenómeno muy consistente (en febrero) y creo que se puede alargar bastante, amén de que como bien dices, intervienen muchos mecanismos más ¿porqué no discutirlos todos aquí?
Quiero que me corrijan. Saludos.
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Ferran llevo tiempo en el foro pero no he querido comentar nunca, y hay una cuestión que me llama la atención, como es posible que cuando ocurren olas de calor anómalas su influencia en las temperaturas medias es evidentemente valorada a favor de un calentamiento global, y, sin embargo esta ola de frio, que estadistica y matematicamente va a hacer uno de los febreros más frios de los ultimos decenios tiene, digamos, «excusas» en cuanto a su influencia de temperaturas y no se valora, objetivamente, como un dato en contra del calentamiento. Es qué ultimamente detecto más interés (no sólo aquí) en que cuadren las hipotesis que en ajustarlas a los datos.
Un saludo.
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Bueno, José Manuel, yo creo que la respuesta está en el propio texto, y en sus cautelas. Además hay cosas que ya no son hipótesis, sino teorías bien establecidas.
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Hago este comentario tan fuera de tiempo porque ahora acabo de leer el post.
Pero no puedo resistirme a declarar lo mucho que me retiñen los oídos cada vez que escucho en la Cadena Ser a Florenci Rey responder a preguntas sobre los fenómenos extremos que un día sí y otro también vienen ocurriendo en diferentes partes del globo, con un invariable «es lo normal en esta época del año».
Os juro que a menudo me oigo diciéndole en voz alta: «Pero a ti ¿quién te paga para confundir al personal tan descaradamente?».
Estoy totalmente de acuerdo en que al menos el Ser.Rey tiene una seria responsabilidad, no se si por simple negligencia o quizá por intereses ocultos, pero su forma de actuar merece todo mi desprecio.
Ah, y muchísimas gracias por la excelente información que dispensas desde tu blog, Ferran.
Saludos!
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A mi me ocurre algo similar Pablomon.
Gracias por participar.
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