Veamos ahora distintas formas de abordar, desde la ciencia, la interfase ciencia-política. Lo haremos de la mano de Jeroen P. van der Sluijs, del departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto Copérnico de Utrecht. El holandés distingue a este respecto tres modos: modo tecnocrático, modo de consenso y modo deliberativo[1], que define en función del grado de certeza alcanzado. Examinemos de momento los dos primeros.
Modo tecnocrático
En el modo tecnocrático, la incertidumbre científica es vista como una limitación temporal del conocimiento. Su reducción se resolvería con más investigación, pues el objetivo último desiderativo es su total eliminación (76). Este es el modo que corresponde a la ciencia en su sentido ilustrado, moderno.
La limitación de esta aproximación sucesiva a resultados de especial interés reside en que no todas las incertidumbres pueden ser siempre expresadas cuantitativamente de manera formal a través de cálculos y secuencia lógica. A veces no es posible reducir la incertidumbre (a tiempo, o suficientemente) por mucho empeño que se ponga en ello, por ejemplo frente a las incertidumbres denominadas irreducibles – inherentes de hecho a todo sistema no lineal (77). Encima, un mayor conocimiento puede, en ocasiones, hacer aumentar la incertidumbre, pues cualquier mecanismo adicional hasta entonces omitido puede aportar la suya propia, que interacciona con las anteriormente establecidas, afectando así al conjunto (78). Finalmente, distintas reacciones posibles de la sociedad frente a determinados escenarios sociales constituyen una incertidumbre inherente (79). La resistencia al descubrimiento y otras expresiones de la reticencia científica hasta aquí descritos tienen lugar en este modo tecnocrático (que Sluijs denomina tambén lineal).
Modo de consenso
Una respuesta a las limitaciones indicadas, pero solo en el caso de que la incertidumbre no sea pequeña en relación a sus consecuencias, pero sea ya manejable, consiste en el establecimiento de consensos científicos. Es el segundo modo, el de consenso. Estos consensos pueden ser implícitos, por resolución inequívoca del debate formal o, más a menudo, explícitos en el marco de informes realizados colectivamente que integran las conclusiones de trabajos parciales realizados hasta el momento. Lo distintivo aquí es que el consenso constituye una obligación, si no reglamentaria, si deseada por todos. Como veremos, el IPCC es el ejemplo paradigmático de este modo de consenso.
Veamos en primer lugar las limitaciones del modo de consenso para pasar en la próxima entrada a examinar la dinámica del IPCC. Estaremos entonces en condiciones de comprender los importantes efectos moderadores del consenso científico en cambio climático.
Comencemos señalando la importancia de distinguir entre el consenso científico y el concepto popular de consenso en tanto que acuerdo político entre grupos con intereses distintos. En el consenso científico no se vota ni se transacciona (faltaría más). El consenso científico consiste en la deducción o inferencia de conclusiones que es posible colegir en un margen dado de probabilidad y con un grado de confianza mínimo (y generalmente explícito) en base a distintas líneas de evidencia a las que se llega, salvo raras excepciones, a partir de una multiplicidad de trabajos sucesivos aparecidos en publicaciones homologadas. Estos consensos se sustancian y son vehiculados generalmente a través de instituciones de prestigio (IPCC, IPBES[2], Millenium Assessment of Human Behavior[3]).

Matriz empleada por el IPCC desde esta década para determinar el nivel de confianza, mayor cuanto más oscuro es el sombreado (ref 80)
Lo que de hecho se consensua es que no existe objeción razonable a las aseveraciones que finalmente se plasman en los informes en base a la evidencia disponible hasta ese momento, incluyendo los márgenes de incertidumbre. Desde hace poco el IPCC añade también distintos niveles de confiabilidad para cada aseveración, así como el grado de acuerdo alcanzado entre los participantes (81). Tanto refinamiento es relativamente reciente y se está expresando en los informes parciales de los últimos dos años, pero no todavía en su integridad en el último informe AR5 de 2013.
Limitaciones moderadoras del consenso científico
[Efecto 8] Pues bien. Es posible demostrar que la necesidad de consenso impone por su parte nuevos sesgos hacia la moderación. En ese foro, contrariamente a lo que de manera contumaz ha venido afirmando el negacionismo, a saber, que se produce un sesgo hacia el alarmismo en una manifestación del conocido pensamiento de grupo, no es difícil comprobar cómo el consenso científico ejerce, por el contrario, una función de filtro que resulta en un sesgo hacia la moderación.
El modo de consenso presenta a este respecto tres problemas principales.
[Efecto 8a] El consenso puede ser percibido y acordado por los participantes, y este sería el primer problema, como una necesidad ineludible para garantizar su credibilidad. Necesidad que se derivaría de evitar que, de no alcanzarse el consenso buscado o ser suavizado con excesivas cautelas, los receptores interpretaran las disensiones como opiniones, en lugar de entenderlas como afirmaciones científicamente válidas. Si los resultados que presenta un informe no son unívocos no sólo podrían ser atacados por el negacionismo organizado, sino también por estamentos tradicionalmente más amables.
La pulsión de consenso sería, entonces, un intento de evitar que las conclusiones puedan ser interpretadas como juicios de valor, ajenos pues al terreno estricto de la ciencia (81). En este aspecto este tipo de informes se diferencia de los trabajos puramente académicos, donde este tipo de presión no está, en principio, presente.
[Efecto 8b] El segundo problema del modo de consenso es una nueva tendencia al anclaje y el gradualismo consiguiente, ahora en grupo, que se produce en el proceso de revisión sucesiva de consensos. Efecto Millikan [4] de nuevo en acción. Recordemos que anclaje y gradualismo resulta de la tendencia a tomar como referencia lo establecido en trabajos anteriores y, eventualmente, a evolucionar a partir de ello. (82)
Así, difícilmente un nuevo informe va a contradecir o modificar muy acusadamente una aseveración del anterior, pues ello podría ir en detrimento de la credibilidad de ambos. No es que no pueda hacerse, pero el panel tendrá tendencia a suavizar la transición.
[Efecto 8c] El tercer problema del modo de consenso, el de mayor trascendencia, reside en la tendencia a subrepresentar o incluso eliminar los trabajos con resultados atípicos. Ello puede llevar a que los sucesos con baja probabilidad de ocurrencia resulten finalmente evitados o marginados – siendo, en el mejor de los casos, orillados a posiciones poco relevantes a pesar de que sus consecuencias, de ocurrir, puedan ser de gran trascendencia. Esto provoca que ciertas incertidumbres estructurales resulten minimizadas, y que procesos considerados no del todo bien conocidos lleguen a ser totalmente omitidos en su influencia cuantitativa aunque, llegado el caso, pueda mencionarse su importancia cualitativa. Esto ocurre con mayor probabilidad cuando son escasos los trabajos que concluyen en este tipo de resultados: es difícil que se pueda producir un consenso suficiente en torno a ellos (83). Este efecto es más marcado cuanto mayor sea el grupo que debe alcanzar el consenso (84).
Nótese el efecto: si los distintos trabajos presentan resultados en un margen, digamos, de 1 a 10, pero hay uno que dice 100, habrá consenso en el margen de 1 a 10. Y es muy probable que algunos objeten ese valor fuera de registro. Habrá consenso en el primer caso, y no en el segundo. Este segundo es eliminado y sólo se reporta cuantitativamente el margen 1-10 (85).
No sólo eso: se ha demostrado que esta situación no se produce de forma simétrica sino que, obrando de esta forma, se evitan – precisamente – los resultados menos dramáticos(86). Por todo lo anterior el consenso acaba estableciendo un ‘mínimo común denominador’ (87), que se suma a los demás fenómenos de tendencia a la moderación hasta aquí expresados. Mayor moderación ya es difícil.
Por lo demás, y a pesar de lo crítico de la situación energética mundial, no existe organismo paralelo al IPCC que se ocupe de los asuntos energéticos, por mucho que la crisis energética nos vaya a golpear de forma mucho más inminente que la climática. Bien es cierto que el IPCC hizo un informe especial sobre energías renovables en 2011, pero pasó con más pena que gloria por su flagrante superficialidad (88) e indefinición, pues su conclusión principal era que el 2050 las energías renovables supondrían entre el 15% y el 77% (89). Aparte de que hoy sabemos ya que eso es insuficiente comprenderá usted que un margen tan amplio, por muchos escenarios que hayan analizado, es decir bien poco. Este informe recibió además críticas por parte de fuego supuestamente amigo (infundadas en este punto) sobre parcialidad y politización por el mero hecho de que un lead autor era un miembro destacado de Greenpeace (90). Además erraron en la comunicación (el IPCC es especialmente incompetente en esto) al no calibrar las consecuencias de un mero titular de la nota de prensa de anuncio del informe.
Tan pronto comencemos a examinar ejemplos concretos de variables críticas estaremos en condiciones de evaluar la posible incidencia de estos efectos moderadores. Pero antes conviene examinar la estructura y la dinámica del IPCC en aras del consenso, lo que nos permitirá entender algunos de los motivos que explican los efectos mencionados.
Examinar referencias
Entrada anterior: Peor de lo esperado – 2. Escalones hacia la moderación (3). El trabajo científico en grupo
Próxima entrada: Peor de lo esperado – 2. Escalones hacia la moderación (4): 2. La moderación en el IPCC
Notas
[1] Sluijs los denomina modelos, terminología que me he permitido alterar (los denomino modos) para evitar la confusión con los modelos matemáticos (sistemas de ecuaciones) y otras formas de representación de la realidad.
[2] Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services: Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos
[3] Informe de evaluación del comportamiento humano