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Archive for the ‘Emisiones’ Category

Carlos de Castro
Profesor Titular de Física Aplicada. Universidad de Valladolid

El último informe del IPCC sobre cambio climático ya está listo para que los políticos hagan sus correcciones a la ciencia física. El informe del WGI (grupo de trabajo I) se llama AR6 Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Un informe de miles de páginas en su versión pdf. A partir de aquí lo llamaré simplemente AR6.

En los siguientes tres capítulos van algunos comentarios, críticas y reflexiones inspirados en sus gráficas.

En este primer capítulo vamos a ver porqué, una vez más, las “storylines” (historia, trama, narrativa o línea argumental en que se basan los escenarios a desarrollar, a partir de aquí traduzco por “narrativa”) y los escenarios que maneja el IPCC para construir los modelos son increíbles o irrealistas en cuanto a las emisiones futuras y del pasado reciente de gases de efecto invernadero.

Fíjese en la siguiente gráfica que copio:

Vemos 5 escenarios “ilustrativos” llamados SSP y las emisiones de CO2 que se esperan de ellos que afectan el clima entre el “presente” del año 2015 y el 2100. Los escenarios son elaborados por el WGIII y modelizan los sistemas económico, energético y de suelos futuros bajo distintas narrativas que autodenominan “plausibles”. Los colores granates-rojos indican los escenarios de peores consecuencias climáticas y los azules son los “buenos” o menos malos.

Los escenarios SSP1-1.9 (probabilidad mayor del 50% de tener menos de 1.5ºC de aumento de temperatura en 2100) y SSP2.2.6 (probabilidad mayor del 50% de tener menos de 2ºC en 2100), asumen absorción neta de CO2 a partir de 2050 y 2075 respectivamente. Ambos y el SSP2-4.5, asumen estancamiento de las emisiones de CO2 entre 2015 y 2020, cosa que no ha ocurrido ni gracias a la crisis provocada por la pandemia del Covid-19 (hasta ahora, históricamente solo las grandes crisis económicas mundiales han sido capaces de reducir de un año al siguiente las emisiones).

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La palabra eficiencia siempre suena bien. A los oídos del público lleva a la creencia de que permite obtener algo  – supuestamente deseable – con menor esfuerzo que hasta ahora. Esfuerzo que hoy, en la sociedad econócrata de estrechas orejeras que nos ha tocado vivir en nuestra calidad de adolescentes malcriados, se supone medido en pasta. Es un recurso habitual en comunicación política, porque predispone favorablemente sin que el emisor se sienta en la necesidad de entrar en más detalles, por ejemplo a qué parámetro se refiere. Lo mismo vale para “eliminar las ineficiencias”, que tiene además una connotación de acción.

Esos detalles no son menores. Por ejemplo para explicar que en un mercado libre la eficiencia energética provoca el aumento del consumo de energía (la llamada paradoja de Jevons ya establecida en el siglo XIX en relación al carbón, cosa que los voceros ocultan interesadamente), o que a menudo la consecución técnica de esta eficiencia requiere de unos procesos previos de diseño y fabricación, y de desecho a lo largo de toda su vida útil, que pueden suponer un consumo total de energía mayor antes (aumentando así consumos y PIB), mientras el usuario cree percibir una reducción. Por este motivo los vehículos eléctricos y la energía fotovoltaica están subvencionadas, pues de otro modo serían en general inasequibles o no rentables en relación a lo anterior. O el mismo hecho de llevar la fuente de energía más allá del horizonte, incluso extramuros, y hacer como que no existe. Mucha gente cree que cuando carga la batería del coche la energía es “limpia”.

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Permafrost Svalbard

Permafrost i termokarst en Svalbard (Noruega) – Getty Images

El IPCC define el permafrost como todo suelo que se mantiene por debajo de 0ºC durante por lo menos dos años consecutivos, incluyendo rocas, hielo y materia orgánica. Denomina termokarst a los humedales o lagos que se forman por la fusión del permafrost(352).

Nótese que el problema del permafrost es clave, pues podría ser el inicio del momento en que la Tierra comienza a emitir CO2 por sí misma, lo que desde luego tiene implicaciones respecto a cuántas emisiones podríamos los humanos teóricamente permitirnos en el futuro, si es que todavía nos quedara algún margen. Por lo pronto ya hemos visto que además de CO2 y metano también emite óxido nitroso (N2O), y que las emisiones de este último gas estaban siendo subestimadas nada menos que en un factor 12.

Démonos cuenta de que la fusión del permafrost constituye un infortunio definitivo por lo menos a largo plazo, pues la cantidad de carbono que contiene es por lo menos dos veces superior al contenido en toda la atmósfera. Sabemos que, del total de emisiones antropogénicas a la atmósfera, en términos de CO2 la mitad es absorbida por la biosfera y los océanos. Pues bien, esas emisiones pueden llegar a ser hasta del 88% del total absorbido(353).

Ocurre pues que, si en relación a la superficie y el volumen de hielo del Ártico la realidad iba 100 años por delante de las primeras previsiones, el permafrost, por su parte, parece estar emitiendo ya por sí mismo, en respuesta al calentamiento global y a su amplificación polar asociada, una cantidad de gas metano y CO2 que los informes habían previsto para 2090(354). Mientras tanto, algunos científicos sitúan el punto de inflexión de la desestabilización del permafrost a un incremento de la temperatura global tan bajo como +1,5ºC, umbral próxim(355)o a ser superado como pronto veremos.

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Índice tentativo de la serie

Lo siento, sois demasiadas

Una molécula de óxido nitroso (N2O), el denominado gas de la risa, ejerce una influencia en el efecto invernadero unas 265 veces superior al de una molécula de CO2, constituyendo así el tercer gas atmosférico en importancia climática tras el CO2 y el metano. Durante los últimos 400.000 años la evolución de la concentración de este gas ha corrido pareja a la de CO2, pero su papel en los cambios climáticos del pasado ha sido francamente menor. Pero esto está cambiando, dada la gran cantidad de nitrógeno sintético empleado como fertilizante en la agricultura intensiva de las últimas décadas, la denominada revolución verde. ¿Es verdaderamente verde?

La producción industrial actual de nitrógeno reactivo (N obtenido artificialmente, a diferencia del N2 inerte atmosférico) excede  con mucho el total global de todos los orígenes naturales(331). Sobre el sistema climático la aportación de nitrógeno presenta un comportamiento dual. Por una parte calienta el planeta a través de la formación de dos gases de efecto invernadero: el óxido nitroso y el ozono troposférico. Por otra parte presenta a su vez una función de enfriamiento al reducir el tiempo de residencia del metano en la atmósfera, favorecer la generación de partículas que reflejan la radiación solar(332) y, en función de su efecto fertilizador, contribuir al crecimiento vegetal, también de los bosques, absorbiendo así parte del CO2 atmosférico procedente de las emisiones energéticas o de la deforestación. En conjunto, los efectos térmicos del N2O dominan solo levemente(333), si bien sus impactos sobre la salud humana y la biodiversidad lo hacen especialmente indeseable(334). En términos económicos, solo en Europa el exceso de nitrógeno en el medio ambiente tiene un coste anual de entre 70.000 y 320.000 millones de euros cada año(335).

Emisiones de N2O del permafrost 12 veces superiores a lo esperado

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“Data without models are chaos, but models without data are fantasy.” Patrick Crill, Stockholm University(301)

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Aun siendo el más importante cuantitativamente, el CO2 no está solo en la atmosfera como contribuyente al calentamiento global. El conjunto de otros gases tales como el metano, el óxido nitroso (N2O), el ozono, los propelentes y espumosos CFC y HFC, el hexafluoruro de azufre (SF6), etc., influyen en una proporción de entre el 30 y el 50%. Aunque estos gases están presentes en menores cantidades, su potencial de calentamiento (Global Warming Potential) es muy superior al CO2, del orden de 100 a 10.000 veces mayor.

Centrémonos en el origen antropogénico de dos de ellos, de hecho los dos más importantes después del CO2 a efectos climáticos: el gas metano y el óxido nitroso. Posteriormente nos ocuparemos de los CFC/HFC y el SF6.

Metano infravalorado

El gas metano (CH4) es un componente atmosférico muy importante, porque su variación ha estado presente, junto al CO2, en todos los cambios climáticos rápidos de la historia. El gas metano contribuye al incremento del calentamiento global en alrededor de un 20%(302). Su concentración atmosférica ha aumentado en un 150% desde la era preindustrial, y algunas previsiones del IPCC apuntan a una duplicación adicional para 2100 (303). La mayor parte del gas metano atmosférico no se origina en la combustión, pues es en realidad un combustible. Las fuentes antropogénicas principales son las fugas en la extracción de este gas (ya en 2004 mayores de lo que se creía(304), la agricultura y ganadería (principalmente arroz y fermentación entérica(305), los residuos orgánicos (el compost emite metano) y, en mucha menor medida, la combustión de biocombustibles y biomasa. (más…)

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Efectos de los bosques en la disponibilidad de agua y en el clima, a distintas escalas. Fuente: ref 301

El tan esperado pico de emisiones resulta pues esquivo, huidizo. Y es que, en las condiciones sociales actuales, solo una recesión global permanente permitiría reducir significativamente las emisiones de origen energético. Esta situación es peor de lo que se esperaba, por lo menos la que esperaban todavía quienes confiaban en el desacoplo entre emisiones mundiales y PIB global, en un alarde de pensamiento mágico contrario a la termodinámica. Hipótesis refutada ya por todas partes, como muestra un reciente informe de la Unión Europea que examina 300 trabajos al respecto (274).

En cualquier caso, y en consonancia con la concentración atmosférica, las emisiones globales de CO2 tampoco son peores de lo esperado, pero si están en la zona superior de los escenarios contemplados por el IPCC, el denominado el RCP8.5. De hecho, en función del desequilibrio energético actual, de 6,8 W/m2 estaríamos hoy en un escenario RCP6.8, si este existiera como tal (275) – confirmando que el superior RCP8.5 no puede ser considerado el business as usual(276). Recordemos que, de los cuatro escenarios contemplados por el IPCC, los dos superiores son RCP6.0 y RCP8.5 y que los números informan del forzamiento radiativo en W/m2.

Pero esta situación podría cambiar si atendemos a algunos parámetros que sí están siendo subestimados. Por ejemplo, las emisiones de CO2 procedentes del tráfico aéreo están creciendo a un ritmo un 70% superior al previsto (277); entre las demás fuentes de CO2 subestimadas se encuentran los suelos tropicales afectados por la deforestación y el aumento de las prácticas agrícolas, cuyo CO2 es vehiculado por las corrientes de agua (278). También una cantidad sorprendente de CO2, antes inimaginada, resulta ser expelida por los flujos turbulentos de agua procedentes de las montañas: ríos, torrentes, arroyos, cascadas, etc. (279)

Todo ello si es peor de lo que hasta ahora se tenía por cierto.

La deforestación, mayor que la esperada

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