
Permafrost i termokarst en Svalbard (Noruega) – Getty Images
El IPCC define el permafrost como todo suelo que se mantiene por debajo de 0ºC durante por lo menos dos años consecutivos, incluyendo rocas, hielo y materia orgánica. Denomina termokarst a los humedales o lagos que se forman por la fusión del permafrost(352).
Nótese que el problema del permafrost es clave, pues podría ser el inicio del momento en que la Tierra comienza a emitir CO2 por sí misma, lo que desde luego tiene implicaciones respecto a cuántas emisiones podríamos los humanos teóricamente permitirnos en el futuro, si es que todavía nos quedara algún margen. Por lo pronto ya hemos visto que además de CO2 y metano también emite óxido nitroso (N2O), y que las emisiones de este último gas estaban siendo subestimadas nada menos que en un factor 12.
Démonos cuenta de que la fusión del permafrost constituye un infortunio definitivo por lo menos a largo plazo, pues la cantidad de carbono que contiene es por lo menos dos veces superior al contenido en toda la atmósfera. Sabemos que, del total de emisiones antropogénicas a la atmósfera, en términos de CO2 la mitad es absorbida por la biosfera y los océanos. Pues bien, esas emisiones pueden llegar a ser hasta del 88% del total absorbido(353).
Ocurre pues que, si en relación a la superficie y el volumen de hielo del Ártico la realidad iba 100 años por delante de las primeras previsiones, el permafrost, por su parte, parece estar emitiendo ya por sí mismo, en respuesta al calentamiento global y a su amplificación polar asociada, una cantidad de gas metano y CO2 que los informes habían previsto para 2090(354). Mientras tanto, algunos científicos sitúan el punto de inflexión de la desestabilización del permafrost a un incremento de la temperatura global tan bajo como +1,5ºC, umbral próxim(355)o a ser superado como pronto veremos.