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Posts Tagged ‘Ciencia del cambio climático’

Entradas anteriores de la serie: 1. Introducción – 2. Breve introducción a lo que el IPCC es y no es

“Si la ciencia selecciona hacia lo conservador, la academia selecciona hacia lo muy conservador.” (32)

A vueltas con la moderación científica

Examinar referencias

worst

Portada de la revista New Scientist, noviembre de 2012: ‘Hace cinco años nos temíamos lo peor. Pero parece que es peor todavía.’

La ideología personal de un científico puede ser de derechas o de izquierdas, o del limbo, y así se distribuye el sentir político de esta comunidad en todas partes, más o menos como la población en general (33). Salvo en los Estados Unidos, donde el giro anticientífico de la derecha de las últimas décadas (34) ha provocado que el 94% se declare ‘liberal’ (35)[17]. Esto le viene de perlas al negacionismo organizado, que acusa entonces a los científicos – y por extensión a la ciencia practicada – de estar politizando la ciencia, tergiversando sus resultados.

Sin embargo, (más…)

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Lejos de ser un organismo jerárquico con un programa decidido por una minoría, el IPCC es todo lo contrario: una organización de base, formada por voluntarios, que sólo se encuentra formalmente con el poder de forma ocasional.

Entrada anterior: 1. Introducción

2.     Breve introducción a lo que el IPCC es y no es

Hard TruthsLeyendo las noticias de la prensa acerca del IPCC un observador no iniciado podría concluir fácilmente que este organismo consiste en un cuerpo monolítico de científicos y funcionarios de Naciones Unidas dedicados a la investigación del clima y a la elaboración de informes periódicos.

Esta imagen está muy lejos de la realidad. Hay por lo menos tres aspectos fundamentales que hay que tener en cuenta con respecto al IPCC. (más…)

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“You can of course debate whether it is a good thing or a bad thing that IPCC reports are conservative, but the most important thing is that we know that it’s conservative, so you understand the IPCC reports in the correct way.”[1]Stefan Rahmstorf, Potsdam University + IPCC, 05/11/2013 (1)

1.      Introducción

El cambio climático en el diván

El IPCC en el diván

La emisión del  5º informe del IPCC (Intergovernmental Panel of Climate Change) –  a saber, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático por sus siglas en inglés, nos da ocasión para examinar cuál es el estado de la ciencia, digamos ‘oficial’, del cambio climático. También para examinar qué perspectivas alternativas existen, y su verosimilitud. En estos términos, es también una buena ocasión para examinar por qué motivos concretos, en cosa tan cuadrada y objetiva como la ciencia, puede haber, o no, divergencias entre la “oficialidad” del IPCC y perspectivas alternativas.

A finales de 2012 la revista académica Global Environmental Change publicó un trabajo de investigación titulado “Climate change prediction: Erring on the side of least drama? [2]”. Estaba firmado por tres autores estadounidenses de muy alto nivel[3] liderados por Keynyn Brysse, del Programa de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Oficina de Estudios Interdisciplinares de la Universidad de Alberta (Canadá). En el abstract puede leerse: (más…)

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Keeling 10.05.2013Es muy interesante que, súbitamente, haya saltado la noticia de que la concentración atmosférica de CO2 ha alcanzado las 400 ppmv (partes por millón en volumen). En rigor es así, pero el dato sólo tiene sentido desde una mirada profana, y quién sabe también si interesada. El dato de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera que se toma como referencia en climatología es el promedio anual de cada año, y no el registro de un momento concreto y efímero. En 2012, la concentración promedio fue de 392,6 ppmv y, al ritmo anual de emisiones y su variabilidad estimada, no se espera llegar a las 400 ppmv de promedio anual hasta por lo menos los próximos dos a cuatro años. Entonces, ¿de qué estamos hablando? (más…)

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Texto publicado en el libro «Medios de Comunicación y Cambio Climático», coordinado por Rogelio Fernández Reyes (Universidad de Sevilla, marzo 2013), Fénix Editora – en ocasión de las Jornadas Internacionales sobre Medios de Comunicación y Cambio Climático – Sevilla, 22-23.11.2012

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La comunicación es uno de los aspectos menos explorados del problema climático. La necesidad de describir el problema, su magnitud y sus previsibles consecuencias no dejará de aumentar con el tiempo. En este ámbito, uno de los elementos necesarios es el establecimiento de una expresión que ejerza la función de punto focal, a modo de eslogan movilizador, a la vez que sea suficientemente expresivo por sí mismo. En este texto se analizan los atributos comunicativos de los dos puntos focales que son de uso general en la actualidad, a saber, un incremento máximo de temperatura de 2 ºC y una concentración atmosférica máxima de 350 ppm de CO2, y se examinan en el marco de la cadena causal del cambio climático y del conocimiento científico más reciente. Finalmente, se sugiere un nuevo punto focal, que se somete a reflexión y debate. (más…)

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Zona cero.

Oiremos estos días comentarios de todo tipo señalando que el huracán Sandy que ha azotado a Nueva York y que, según algunas informaciones (1), ha puesto en estado de emergencia a 60 millones de personas, no puede ser relacionado expresamente con el cambio climático. Por ahora no he oído presentador meteorológico televisivo alguno – gentes preocupadas, por lo que parece, sólo por el corto plazo – que haya realizado esta conexión, y que ni siquiera haya pronunciado estas dos palabras malditas. (más…)

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Satélite de altimetría, que monitoriza el nivel del mar

Si se fundiera todo el hielo del planeta, el nivel del mar aumentaría del orden de 75 metros. Sabremos si esto ocurrirá inexorablemente cuando, dentro de pocos años, tengamos la certeza virtual de que ya hemos llegado tarde a todo (o casi); hoy sólo tenemos la sospecha, y el miedo.

Por ahora, el nivel del mar  ha aumentado en la última década a un ritmo situado en el límite superior de las predicciones del IPCC (3,4 mm/año y subiendo, con lo que superará ese valor), mientras que en el siglo XX aumentó a razón de 2,3 mm/año. Casi nadie de buena fe duda ya de que todas las predicciones del IPCC relativas al nivel del mar se quedaron no ya cortas, sino muy cortas – al igual que está ocurriendo con las de la superficie de hielo en el Ártico. Todo parece ocurrir mucho más deprisa, unos 100 años antes de lo previsto. (más…)

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El análisis de los puntos focales climáticos actualmente en vigor, +2 ºC como límite de incremento de la temperatura media de la Tierra, y 350 ppm de concentración máxima de CO2, debe incluir necesariamente una comprensión de su origen. En este terreno, de tan importantes implicaciones políticas, económicas y sociales, es muy importante conocer la historia de la gestación de los criterios capaces de acabar constituyendo un objetivo global. En ella reside su eventual credibilidad, condición necesaria para su aceptación general. Con este mismo fin es preciso examinar previamente cómo se miden estos valores.

¿Cuál es la temperatura media de la Tierra?

Si tuviéramos que establecer el objetivo climático en términos de incremento máximo de la temperatura media de la Tierra, lo primero a tener en cuenta es la referencia de base: respecto a cuándo se establece este incremento. No son lo mismo, pongamos por caso, 2 ºC más respecto al promedio de la era preindustrial (<1850) que respecto al promedio de los períodos 1880-1920 o 1951-1980 con los que suele presentar los datos la NASA. A veces se considera también la temperatura de 1990, año del protocolo de Kioto, o la del año 2000. En este sentido, es importante que los comunicadores tengan siempre presente la referencia de base de las informaciones relativas a la temperatura media del planeta que suministran al público.

Sin embargo, la empresa no es nada fácil. (más…)

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El texto que sigue corresponde a un artículo escrito por amable invitación de la revista Mientras Tanto, que he dividido en cinco entregas y al que he añadido algunas ilustraciones. Recomiendo además la lectura de los demás artículos del ejemplar, dedicado a ‘Los límites del crecimiento: Crisis Energética y Cambio Climático’, a cargo de Antonio Turiel, Roberto Bermejo, Hermann Scheer y Richard Heinberg. Acceso a capítulos anteriores –  [Actualización 26/03: Ver texto completo en una sola página]

En estas circunstancias, dada nuestra actual incapacidad para adaptarnos y funcionar en el marco de los límites marcados por el sistema físico-biológico del planeta, nos empeñamos, a mi entender inútilmente, en soluciones que promuevan la situación inversa: que sea el planeta el que se adapte a nosotros. Desde luego, la fe en la tecnología parece haber adquirido tintes de religión.

Así, se están desarrollando, algunas con cierto secretismo, investigaciones en el reciente campo de la geoingeniería. Una de las que cuenta con mayor predicamento consiste, precisamente, en rociar periódicamente la estratosfera con compuestos de azufre, aprovechando así sus propiedades de contención del calentamiento global y el mayor tiempo de residencia de los aerosoles a esa altura.

La geoingeniería será reciente como disciplina científica, pero desde luego llevamos siglos sometiendo el planeta a experimentos geofísicos no controlados, entre los que el empleo de la atmósfera como inmenso vertedero de todo subproducto que no sea sólido o líquido, y las alteraciones masivas en el uso de la tierra (deforestación, fertilización artificial, entre otras) son sólo algunos de los forzamientos globales más conocidos. Mejor sería denominar a estas intervenciones planetarias con el término (más…)

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El texto que sigue corresponde a un artículo escrito por amable invitación de la revista Mientras Tanto, que he dividido en cinco entregas y añadido algunas ilustraciones. Recomiendo además la lectura de los demás artículos del ejemplar, dedicado a ‘Los límites del crecimiento: Crisis Energética y Cambio Climático’, a cargo de Antonio Turiel, Roberto Bermejo, Hermann Scheer y Richard Heinberg. Acceso a capítulos anteriores – [Actualización 26/03: Ver texto completo en una sola página]

El pacto de Fauto. Los humanos han gozado de los frutos de la revolución industrial y han evitado al mismo tiempo un gran coste en cambio climático mediante el efecto enfriador de los aerosoles del carbón. El pago se produce cuando la humanidad se da cuenta de que resulta intolerable el crecimiento exponencial de la contaminación atmosférica que sería necesario para una contínua mitigación del calentamiento debido a los gases de efecto invernadero

Uno de los malentendidos más flagrantes del problema climático se refiere a la creencia de que la reducción del empleo de combustibles fósiles, y en particular la reducción o eliminación de las centrales térmicas generadoras de energía eléctrica a base de carbón, supondría una disminución de la temperatura media de la Tierra y contribuiría, así, a mitigar la crisis climática.

Ciertamente, la clausura de las centrales térmicas de carbón y gas natural supondría una reducción muy sustancial de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Sin embargo, la mayoría de centrales térmicas emiten otros gases, resultado de las impurezas del carbón y de la combustión incompleta. Entre éstos se encuentran, de forma destacada, los compuestos de azufre. Éstos, al combinarse con el vapor de agua, forman el ácido sulfúrico de la conocida lluvia ácida, y generan micropartículas sólidas (aerosoles).

Este tipo de aerosoles tiene una propiedad singular en relación a los demás gases y partículas con los que contaminamos la atmósfera reguladora del clima. No sólo no añaden efecto invernadero sino que, por el contrario, reflejan parte de la luz del sol hacia el espacio. Así, (más…)

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El texto que sigue corresponde a un artículo escrito por amable invitación de la revista Mientras Tanto, que he dividido en cinco entregas y al que he añadido algunas ilustraciones. Recomiendo además la lectura de los demás artículos del ejemplar, dedicado a ‘Los límites del crecimiento: Crisis Energética y Cambio Climático’, a cargo de Antonio Turiel, Roberto Bermejo, Hermann Scheer y Richard Heinberg. Acceso a capítulos anteriores –  [Actualización 26/03: Ver texto completo en una sola página]

El pensamiento sistémico requiere de una adecuada comprensión de la diferencia entre flujos y acumulaciones, conceptos que muy a menudo se confunden. Incluso personas del mayor nivel intelectual reflexionan erróneamente violando, por ejemplo, el principio de la conservación de la masa. En un conocido ensayo realizado a estudiantes y doctores del Massachussets Institute of Technology, particularizado al ámbito climático, se confirmó un buen número de estudios anteriores realizados sobre personas altamente cualificadas, incluyendo responsables de grandes empresas. En ellos se puso de manifiesto la dificultad de la mayoría de ellas para analizar correctamente el funcionamiento del sistema climático en sus aspectos más elementales cuando se solicitaba una reflexión cualitativa y no se les permitía emplear las herramientas analíticas y matemáticas convencionales (6). Así, el comportamiento de la mayoría de las personas analizadas llevaba a deducir que éstas creían que, mientras las emisiones siguieran aumentando, el cambio climático empeoraría pero que, si las emisiones dejaran de crecer, el clima se estabilizaría.

Cuando se les permitía hacer uso de un simulador con el que analizar las consecuencias de sus acciones, los que eran capaces de establecer estrategias correctas de contención sólo lo hacían cuando estaban muy cerca del límite de tiempo disponible (7). Se evidenció así la dificultad de percibir los tiempos de retardo de los sistemas en general, y del climático en particular y, con ello, la baja probabilidad de realizar acciones correctivas con anticipación, cuando su coste es inferior. De modo que en la realidad, dados los inevitables márgenes de incertidumbre en el caso climático, la probabilidad de creerse erróneamente a tiempo de actuar es, pues, significativa. (más…)

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El texto que sigue corresponde a un artículo escrito por amable invitación de la revista Mientras Tanto, que he dividido en cinco entregas y al que he añadido algunas ilustraciones. Recomiendo además la lectura de los demás artículos del ejemplar, dedicado a ‘Los límites del crecimiento: Crisis Energética y Cambio Climático’, a cargo de Antonio Turiel, Roberto Bermejo, Hermann Scheer y Richard Heinberg –  [Actualización 26/03: Ver texto completo en una sola página]

Cuando pronuncio conferencias sobre cambio climático siempre comienzo señalando que nos encontramos frente a un tema maldito. Es maldito por las limitaciones físicas, atávicas, psicológicas y culturales que nos impiden, no tanto la comprensión de sus mecanismos, sino la propia percepción del problema (1). Es maldito por la gran cantidad de malentendidos que residen incluso en personas con cierto conocimiento de los orígenes, dinámica y eventuales respuestas a la cuestión. Es maldito porque las únicas respuestas con alguna verosimilitud de eficacia significan un cambio tan sustancial en el status quo que requerirían, previamente, incluso una reconsideración de los valores fundacionales de nuestra civilización. Finalmente, en un vano intento de autojustificación, me refiero a la maldición del conferenciante. Desde luego una parte de los oyentes escuchará de mí aseveraciones que no quiere oír, pero que debe conocer. Pero otra, la ecologista, puede levantar también, frente a algunas de mis afirmaciones, sus defensas intelectuales. Ambos serán movidos por la emoción antes que por la razón. Al final, mis conclusiones serán (probablemente) apreciadas, pero afirmaciones tan extraordinarias habrían requerido fundamentaciones extraordinarias por lo que, inexorablemente, no tendré bastante con el tiempo que los organizadores me han adjudicado a pesar de mis denodados esfuerzos de síntesis. Confío que la longitud que me han otorgado para este texto y la posibilidad de incluir referencias permita salvar este inconveniente, siquiera de forma parcial.

Me propongo aquí mostrar la incorrección de las siguientes afirmaciones: (más…)

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La clave está en la cantidad de hielo en el Ártico (Foto Captain Budd Christman, NOAA Corps)

El meteorólogo de referencia del Grupo Prisa Florenci Rey escribía el pasado día 2 de febrero en El País un artículo bajo el título de “Cuando Siberia se deja la puerta abierta”. En él señalaba que este invierno, muy suave en todo el hemisferio norte hasta la llegada de la ola de frío que ahora nos invade, comenzaba a ser conocido en su gremio como “el año sin invierno”. Estos profesionales probablemente parafrasean la referencia al año 1816, conocido como “el año sin verano” y el más frío en 500 años. El motivo no fue otro que la presencia de erupciones volcánicas explosivas, muy en especial la del volcán Tambora de Indonesia, cuyos aerosoles alcanzaron la estratosfera, apantallando así durante meses la radiación solar (1).

Rey se preguntaba en el artículo: “¿Son estas situaciones adversas consecuencia del cambio climático?” Y se respondía: “Rotundamente no”. Al final del texto señalaba que:

“Estas bruscas discontinuidades en un corto espacio de tiempo, una alta variabilidad meteorológica, pueden ser un buen indicio de la traducción del cambio climático global en la región europea.” (2)

Creo que es la primera vez que veo a un meteorólogo con reconocimiento público y privado referirse al cambio climático en el caso de un fenómeno extremo. A este colectivo no le resulta fácil efectuar esta asociación. Son distintos los motivos, que vimos aquí y aquí, a los que se unen las consignas a las que los comunicadores son sometidos por parte de la dirección de los medios. Éstas consisten, como mínimo, en extremar la prudencia con la excusa no herir la sensibilidad del respetable, cuando en realidad están preocupados por la de los anunciantes y la de los distintos patrocinadores-freno. Estos últimos lo son en forma de grandes empresas oligopolísticas que raras veces necesitan anunciarse, luego por algo están ahí. Así pues, el esfuerzo es meritorio. Sin embargo, estos párrafos podrían llevar a confusión pues, en apariencia, ambas afirmaciones son contradictorias. Por este motivo he creído oportuno aportar aquí alguna luz adicional. (más…)

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Querido Manuel:

Llevo años saliendo en tu defensa cuando alguien se refiere a ti como negacionista climático incluso si, en realidad, quieren decir ‘escéptico’. La ambigüedad de tu libro “El clima” puede sugerir este posicionamiento. Yo siempre les respondo: ¿has llegado al último capítulo? En los anteriores da la impresión de que algo te impide ser más contundente. Pero en el último te explayas, sueltas tu personalidad y cualquier posible necesidad de navegación entre dos aguas parece desaparecer para mostrar al lector que sigues siendo tú mismo y que nada te aparta de tu compromiso. Sin entrar en más detalles, también les digo: ‘hablad con él y veréis’.

Sin embargo, en los últimos días he accedido a declaraciones tuyas que me han confundido. En Diario de Sevilla leo:

No está ocurriendo nada que no haya ocurrido antes, por mucho que la temperatura haya subido en promedio algo más de medio grado en un siglo. Eso es, en general, imperceptible. Otra cosa son las predicciones, muchas de ellas apocalípticas; no me las creo. Tienen una base teórica muy débil, y unos datos y cálculos poco fiables. Como mucho sirven de alerta, nunca de alarma. -CO2, Protocolo de Kioto. -El CO2 es el gas de la vida, jamás fue ni será un contaminante. Si lo aumentamos mucho y muy deprisa al quemar combustibles fósiles, puede quizá aumentar el efecto invernadero. El Protocolo de Kioto, que todo el mundo incumple, más que atacar al CO2 debería referirse a nuestra ineficiencia energética y nuestro despilfarro. Si consiguiese eso, so pretexto de disminuir el CO2, bienvenido será.»

A través de una lista de distribución especializada me llega la siguiente transcripción de una reciente charla tuya en Oviedo:

««¡Olvidaos del cambio climático, de verdad. A corto plazo no os va a afectar nada… En un país rico, nada, cero. ¿Va a haber menos agua? No, señor. Hay más. ¿Va a haber más calor? Es posible, ¿y qué? La gente cuando se jubila no se va a Dinamarca sino a Florida, y los asturianos a Málaga. A los humanos nos gusta el calorcito». «Lo que suceda dentro de 100 años dependerá de lo que hagan los chinos, no nosotros. Ya hubo una conferencia en Copenhague y va a haber otra en Sudáfrica y no va a pasar nada. Los chinos tienen casi un tercio de la reserva mundial de carbón, para tres siglos quemando. Y lo van a quemar». «

Entre el grupo de personas a quienes el cambio climático nos preocupa extraordinariamente he visto calificar estas expresiones tuyas como tohariadas, lo que no tendría mayor importancia si no se refirieran a un excelente comunicador científico como tú, que para muchos, también para mí, tiene rango de maestro. (más…)

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Entrada anterior: 5. Umbral de estabilidad del sistema climático y el problema de control

Artículo de Bernard Barber en Science, 1961

Dado pues que no parece existir un análisis del margen de estabilidad del sistema climático de la Tierra efectuado desde la teoría de sistemas tendremos que ir a examinar los procesos concretos que se producirían, y tratar de conocer, a partir de los mismos, en qué momento se inician fenómenos que llevan a la desestabilización.

Es muy interesante, antes de proseguir, examinar cómo la comunidad científica ha ido avanzando en la determinación de un límite peligroso. El interés principal reside en observar cómo, a medida que pasa el tiempo, las cosas se ponen peor. Bueno, hasta cierto punto, porque ya en 1989 el mencionado AGGG (Advisory Group on Greenhouse Gases[40], que agrupaba el conocimiento científico del momento de forma similar a cómo que lo recoge ahora el IPCC, pero sin la intervención de todos los gobiernos del mundo, decía taxativamente: (más…)

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Entrada anterior: Cambio climático: ¿cuánto es demasiado? – 4: Cómo sería un mundo +2 ºC más caliente

Ingenuamente, yo crecí en el error de que la teoría de sistemas[31] (y su dinámica y control), ubicua por todos los entornos académicos y profesionales por los que he transitado, era bien conocida por todas las especialidades científicas, desde luego las ingenierías y las físicas. También de las ciencias exactas, pues el bagaje matemático subyacente es muy considerable. Pues resultó ser que no. Entre los ingenieros, poco más que los telecos y algunos industriales (los ingenieros de control, también denominados automáticos), químicos y eléctricos, llegan a familiarizarse con la dinámica de sistemas y los problemas de control. Biólogos y economistas la emplean como de pasada y con poca riqueza formal, y los físicos no aprenden teoría general de sistemas a lo largo de su ciclo formativo principal (76). Los físicos de la atmósfera y meteorólogos han visto en su especialización alguna aplicación del asunto a través de los fenómenos convectivos (77), pero desde luego no desde el punto de vista del control. (más…)

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Este personaje está (re)adquiriendo últimamente cierta notoriedad mediática, que debió de haber perdido hace mucho tiempo de forma definitiva. No es que la merezca ni la haya merecido. Simplemente, ahora le toca resurgir a él en la estrategia del negacionismo sin fin de ir resucitando cadáveres científicos que, de forma aparentemente incomprensible, vuelven por sus fueros con el mismo argumento una y otra vez, a pesar de haber sido definitivamente refutados.

Henrik Svensmark, físico danés en plantilla ahora de la unidad climática del Instituto Danés de Investigación del Espacio (Danish Space Research Institute, DSRI), perteneciente a la Universidad Técnica de Dinamarca, abarca un mínimo de dos frentes negacionistas. En el ámbito organizativo bebe de las fuentes de su paisano Bjørn Lømborg. En el ámbito argumentativo se parece a Richard Lindzen [ver: Negacionismo en La Vanguardia], el meteorólogo estadounidense ideador del ‘efecto iris’, según el cual la nubosidad global se adapta de forma automática para mantener constante la temperatura media de la Tierra, de forma análoga a como lo hace el iris del ojo en respuesta a la intensidad luminosa (1). Eso va en contra de toda evidencia mensurable (2), pero para estos personajes esto es un inconveniente menor, con el que ya cuentan.

El resurgimiento actual de las rarezas de Svensmark que ahora veremos podría, sin embargo, ser debido a que, nada menos que el CERN, está realizando experimentos de verificación / refutación de una de sus hipótesis (3), cuyos resultados, según parece, no tardarán en conocerse (4). (más…)

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«Our ignorance is not so vast as our failure to use what we know.» – Marion King Hubbert

Esta entrada explora implícitamente la cuestión fundamental: ¿Hemos superado ya el punto de no retorno?

Delta de l'Ebre

Imagen del delta del Ebro, relacionada con el objetivo de 350 ppmv, que dio la vuelta al mundo el año pasado en ocasión del evento 10:10:10 organizado por 350.org

Un lector reciente llegó a este blog, tuvo la paciencia de explorarlo a fondo, y me escribió hace una semana: ¿por qué no habla usted de las soluciones? Tenía razón.

El correo de este amable visitante gallego coincidía, precisamente, con la elaboración de esta entrada. Le dije que yo prefería llamarles respuestas, porque no había encontrado nada que me convenciera como auténtica solución. Le señalé que acababa de aparecer un trabajo de gran relevancia, que me había aportado nueva luz, y que me disponía a referenciarlo aquí. También le dije que el texto era, probablemente, demasiado largo.

En eso estamos. Pero si usted quiere entender de una vez por todas, de forma cabal, el problema climático al que nos enfrentamos, lea este artículo y sus notas al pie. (más…)

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Sevilla, 23/07/2010 - Imagen: Fernando Ruso (El Mundo)

[Actualización 12/10/2011: El año natural ha empatado con 2005 en haber sido el año más caliente de la historia, según las mediciones de la NOAA.] 

Digo meteorológico porque en climatología y meteorología los años se miden distinto: van de diciembre a noviembre. El año 2010, como se había supuesto [2010 podría superar el récord de temperatura de 2005], ha sido declarado por la NASA (1) el año más cálido desde que existen registros de medidas directas, cosa que se remonta a 130 años atrás. La temperatura media de la Tierra en 2010 fue de 14,65 ºC, precisamente 0,65 ºC superior a la media entre 1951 y 1980, la base de referencia más comúnmente empleada. El año 2010 fue sólo ligeramente más cálido que el año natural 2005, récord hasta ahora, cuya temperatura media fue de 14,53 ºC. (más…)

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An age is called Dark not because the light fails to shine, but because people refuse not to see it.” James Albert Michener, 1982

En ocasión de la cumbre de Copenhague de 2009 escribí, poco antes de sus inicios y en ocasión de las reuniones previas celebradas en Barcelona, que no era partidario de que se alcanzara un acuerdo [Por qué el ‘fracaso’ anticipado de Copenhague puede no ser una mala noticia]. Un acuerdo en base a unas emisiones que (eventualmente) equivalieran a limitar la concentración atmosférica de CO2eq [Algunas cuestiones no siempre bien comprendidas: Emisiones y concentración] a un valor que estuviera por encima del umbral de estabilidad, decía entonces, era peor que ningún acuerdo. En esa situación, proseguía, a efectos de opinión pública parecería que el problema estaría ya encarrilado – con la consiguiente atenuación de la presión popular – mientras que, por el contrario, el sistema climático[1] adquiriría en cualquier caso dinámica propia[3] y estaría ya fuera, por tanto, de todo control humano.

Al final, el acuerdo (1) se redujo a ‘evitar que la temperatura supere los + 2 ºC’, sin indicar con respecto a qué año se refiere este incremento ni cómo se puede conseguir tan ambicioso objetivo, a pesar de que ese promedio mundial de temperatura supondría ya un clima sustantivamente distinto al actual [Copenhague: ¿fracaso o esperanza?]. La realidad se ha impuesto: los compromisos de reducción de emisiones supuestamente orientados a ese fin no lo consiguen de ninguna forma, y todo lo que los países están dispuestos a reducir nos lleva directamente a superar los 3 ºC (2).

Hoy, en ocasión de Cancún, mantengo esta posición todavía con mayor convicción. (más…)

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