La concentración atmosférica máxima tolerable de CO2 es un parámetro que ha sufrido también los efectos de la moderación. La concentración atmosférica máxima tolerable será aquella que evite el rebasamiento de un incremento máximo de la temperatura media de la Tierra que sea considerada intolerable en sus impactos y consecuencias, normalmente con una probabilidad likely (66%).
Recordemos siempre que lo que realmente cuenta a efectos de forzamiento climático es la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera en cada momento. No las emisiones, en el sentido de que una disminución de las mismas, si no fuera absolutamente drástica, seguiría haciendo aumentar esa concentración. La bien estudiada limitación perceptiva que consiste en confundir flujos con acumulaciones (264) está detrás de esta frecuente confusión de quien no está prevenido frente a ella.
Para los economistas ortodoxos es correcto un mundo a +3ºC con riesgo de 4,5 o más
En todo caso el incremento máximo de temperatura es, en último término, una elección que no corresponde a la comunidad científica. Sin embargo, a la vista de lo que en cada momento ésta pueda considerar un daño excesivo, no ha dejado de sugerir, siquiera implícitamente, valores máximos que supongan un umbral previo a lo considerado intolerable.
Para ello partió de la Declaración de Río (Cumbre de la Tierra, 1992), donde se establecía que había que evitar una “interferencia antropogénica peligrosa” en el sistema climático. Desde entonces los mejores climatólogos se han devanado los sesos durante años intentando averiguar qué podía eso significar en términos cuantitativos, y al final han sido decisiones políticas las que han triunfado. La comunidad científica realizaba evaluaciones de los impactos esperables en función del incremento de la temperatura media, hasta que la Conferencia de Copenhague sugirió +2 ºC, la de Cancún convirtió esta cifra en oficial. Actualmente el imaginario popular entiende que +1,5 ⁰C es el máximo riesgo asumible, aunque el Acuerdo de París solo obligue a “well below” +2 ⁰C y solo a “hacer esfuerzos” para no superar +1,5 ºC.
Por cierto que un lugar común es afirmar que “los científicos nos dicen que no se deben superar los “+x ⁰C”. Esto no es cierto en absoluto: nunca los científicos han afirmado tal cosa; no es de su incumbencia. La historia del guarismo “+2 ⁰C” viene de lejos, y es sociológicamente muy interesante: sus orígenes son económicos en la elitista Yale University (de William D. Nordhaus en los 70, alguien que sostenía, y sostiene, que un incremento de +3 ⁰C sería “óptimo para maximizar el rendimiento del capital”) (265). Son también religiosos, pues el WGBU[1] alemán llegó a esta cifra considerando que había que a “conservar la creación” y “hacerlo al mínimo coste”, tomando en consideración las variaciones de temperatura del período cuaternario como el modelo térmico de referencia aprobado por el todopoderoso.
Pues bien: la concentración atmosférica de COeq considerada manejable ha ido evolucionando con el tiempo, siempre en la misma dirección hacia peor, más difícil. Si bien el IPCC, por la obligación reglamentaria de no ser policy prescriptive, se cuida mucho de no efectuar recomendaciones, lo cierto es que las sugiere en función de los escenarios que decide plantear y analizar.
Así, en los primeros informes se sugería que la concentración aceptable sería de 550 ppm (266) e incluso se analizaban escenarios invivibles de más de 1.000 ppm como si el mundo fuera en esa situación a continuar más o menos como es hoy. En los más recientes los cálculos en relación a la mitigación consideraban 450 ppm. En el quinto, de 2013, seguía entre 450 y 550 aceptando incluso un rebasamiento temporal (cosa que se presenta en una nota al pie) y desechando escenarios inferiores “por no haber suficientes estudios” (267).
Y desde luego el IPCC no se atrevió a considerar los 350 ppm, como mucho, que en 2008 había postulado el director de climatología de la NASA James Hansen y otros 9 autores de la máxima competencia. Lo habían hecho en los siguientes términos:
“Si la humanidad desea preservar un planeta similar a aquél en el que se han desarrollado todas las civilizaciones, y al que la vida se ha adaptado, la evidencia paleoclimática y el cambio climático en curso indican que el CO2 debe ser reducido de su valor actual de 385 ppm a, como mucho, 350 ppm, pero probablemente incluso menos.” (268)
Este valor fue y es asumido informalmente por otros muchos científicos y ha acabado triunfando incluso en el mundo activista, pues fue lo que llevó al periodista Bill McKibben a liderar una organización denominada 350.org. Pero no ha sido asumido todavía por el IPCC, tal vez debido al efecto de moderación 9a que evita considerar los resultados de un paper único en el Grupo de Trabajo I, si bien se han efectuado análisis en el WG III en base a este objetivo tanto formalmente (269) como fuera de la literatura académica (270). Quizá lo haga en 2022 si es que se atreve a anunciar el coste astronómico, no solo económico, que tamaña reducción supondría en las nuevas circunstancias.
Hoy estamos alrededor de 410 ppm CO2 en promedio anual. Contando con el poder calorífico de los demás gases de efecto invernadero además del CO2, estamos ya en alrededor de 500 ppm en CO2eq.
Por ahora, el valor más aceptado de la sensibilidad climática, a saber, lo que se calienta la Tierra cuando se duplica la concentración de CO2, es de +3 ⁰C (-2-4,5ºC). Y nótese que 550 ppm es casi 280 x 2, siendo 280 la concentración preindustrial. Luego son prácticamente +3 ºC garantizados, que es lo que esta gente ha dado por aceptable. Vergonzante Premio Nobel incluido.
Luego son los economistas ortodoxos, con su obsesión por el crecimiento y su marco mental de gestión del riesgo (de que no haya crecimiento), quienes han normalizado en la clase política un mundo a 3 ⁰C, con riesgo nada desdeñable de llevarlo a +4,5 ⁰C o más: hemos visto que, según el que comenzamos a intuir moderado IPCC, la probabilidad de superar +6,4 ⁰C se situaría entre el 5 y el 17%.
Estos economistas son más temerarios de lo que cabía imaginar. Y es que cuando se cuantifica el peligro y todo son números se pierde la noción de qué o quién va a sufrir las consecuencias del posible error. Ya hemos visto la imprudencia de extrapolar herramientas de corto plazo como la tasa de descuento y pensadas para escenarios normales como la metodología de gestión del riesgo, y lo hace aquí decidiendo que +3 ºC en promedio es magnífico… para el capital.
Así, la reducción necesaria de la concentración atmosférica de CO2 es cada vez mayor de lo esperado, la exigencia es todavía mayor de lo que se esperaba y es ya mucho más difícil de llevar a cabo.
Notas
[1] Wissenschaftlicher Beirat der Bundesregierung Globale Umweltveränderungen, el Consejo Asesor del gobierno alemán
[2] ppm: partes por millón en volumen, la unidad de medida habitual
Aunque me cuesta entenderlo en su totalidad, es muy preocupante….¿Cómo meterlo en la cabezota de la gente? Gracias por el trabajo!!!! Un abrazo Ferran
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