¿Hay algo más perturbador que la posibilidad de estar contribuyendo a debilitar la propia base de la civilización humana? – Anthony Guiddens, 2009
Dado que, coincidiendo con Giddens, entiendo que no es momento de divisiones sino de unión de esfuerzos, difícilmente me verán criticando abiertamente a alguien que emplea su tiempo o su profesión en el abordaje del tema climático. Además, Giddens cumple una misión que yo denomino la de “traje y corbata”, es decir, la necesidad que tiene el movimiento de lucha contra la crisis climática de disponer de portavoces, digamos, de derechas. Sólo así será posible despolitizar el asunto y conseguir que la ciudadanía acepte democráticamente las fuertemente impopulares medidas que van a ser necesarias, más pronto que tarde, para afrentar la cuestión con alguna posibilidad de éxito. Por eso sólo parafraseo parcialmente un titular que recuerdo haber visto en algún periódico hace muchos años, pero que no he conseguido encontrar, y que decía así: “La insoportable levedad de Milan Kundera”.
Imagino que Giddens, el teórico de la Tercera Vía del laborismo británico liderado por Tony Blair, no debe de considerarse de derechas. Pero uno está adonde le colocan los demás, a menudo a pesar de si mismo. Trece años de nuevo laborismo en Gran Bretaña han permitido el establecimiento de un salario mínimo bastante digno pero, en todo lo demás, las desigualdades han aumentado ostensiblemente (1). Encima, participó activamente en una guerra impopular, además de absurda, matando innecesariamente a centenares de miles de personas inocentes. Si esto es la izquierda, o una tercera vía, es que Giddens ha sido víctima del achique de espacios políticos promovido activamente por la derecha económica. Es muy posible, pues este hombre fue director de la London School of Economics, y este puesto produce, sin duda, diversos efectos secundarios de cognición. Sin las leyes de la termodinámica, que la práctica totalidad de los economistas ignora, la expresión ciencias económicas resulta un auténtico oximoron.
Es posible que haber alcanzado tan alta dignidad sea el resultado de la capacidad de nadar entre dos aguas sin mojarse y tomar siempre la calle de en medio, cosa que él denomina “no subirse al tren”. Con esto quiere destacar la necesidad de transversalidad de la crisis climática, criticando quienes buscan aprovecharse de ella para hacer valer su propia agenda política. Hace bien, pues si se subiera a algún tren su mensaje perdería buena parte de su intención transversal. En este aspecto admiro de Giddens la inteligencia de saber llegar a los suyos, aunque pienso que esta ubicación debería haberle evitado entrar en terrenos pantanosos que, desde ahí, no tienen salida. (más…)
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