“Si el progreso va contra la naturaleza y contra el hombre no podemos llamarlo progreso.” – Miguel Delibes
El lector habitual de este blog sabe que el negacionismo climático es aquí un tema recurrente, y los más asiduos recordarán que he llegado a sugerir en más de una ocasión el carácter criminal de los propaladores de tanta falsedad. Observo hoy con enorme satisfacción la organización, en el marco de la conferencia de Durban, de un acto dedicado específicamente al negacionismo organizado, tratado además desde un punto de vista ético, bajo el título: “Ética de la campaña de desinformación climática”.
Presentó el acto, mediante una charla inaugural, Donald A. Brown, catedrático de la Penn State University (Pensilvania) y alma del web Climate Ethics, que estuvo rodeado por cuatro primeras figuras de la ética, catedráticos y doctores de distintos departamentos universitarios de filosofía: Stephen M. Gardiner, de la Universidad de Washington (a quien tuve oportunidad de referenciar hace pocos días [ver: Ética (y responsabilidad) del cambio climático – 2. Ética intra-generacional frente a ética inter-generacional]); John Rosales, de la Saint Laurence University; Kenneth Schockley, de la Universidad de Buffalo; Marilyn Averill, de la Universidad de Colorado; y Kathryn Kintzele de la Environmental Law Commission Ethics Working Group de la International Union for Conservation of Nature and Natural Resources.
Brown lo dijo enseguida, nada más comenzar, sin rodeos, contundentemente:
“Climate denial is a new form of assault on humanity.”
Más adelante tuvo ocasión de referirse al carácter criminal de este comportamiento tomado individualmente, reconociendo sin embargo que su articulación jurídica es complicada (tricky).
Para alguien como yo que, en mi original ingenuidad, y no comprendiendo cómo era posible negar la ciencia, ha pasado años investigando el negacionismo climático y ha observado la inmensidad del poder de la maquinaria de negación; que ha listado y clasificado la inaudita cantidad de organismos tipo think tanks, front groups, astroturfers y chusma de lo más diverso creados ad hoc y con fuerte apoyo de los grandes y tradicionales; que ha comprobado la poderosa influencia de estos organismos en todos los rincones del planeta, soportados todos ellos por una gran cantidad de grandes empresas, asociaciones empresariales y charity foundations pertenecientes a las mayores fortunas del mundo y organizados alrededor de la Philanthropy Roundtable y el Council for National Policy; que ha observado cómo emplean como cooperadores necesarios a agencias de comunicación PR, muchas de ellas imponentes multinacionales de la persuasión, de las que nunca se habla, pero que consiguen una influencia determinante en los medios y en la conformación de la opinión pública, amén de sus actividades de promoción de centenares largos o miles de sitios web negacionistas, siempre activos, y de incansables trolls presentes en los comentarios online de toda noticia sobre el clima que aparezca en los medios, tantas veces las mismas gentes con distintos collares, con sus desacomplejados ataques ad hominem, sus argumentarios siempre a punto, prefabricados y ensayados en multitud de focus group para confundir con mayor eficacia, y con sus tácticas bien listadas para conseguir siquiera un mínimo efecto de duda en la audiencia; agencias que son promotoras, a su vez, de actividades mucho más encubiertas y oscuras; para alguien, permítame repetir, que ha analizado el asalto de estas organizaciones desde luego al poder político, pero también a los medios de comunicación, a la judicatura, a la universidad, e incluso a las escuelas, con la excusa de educar a los niños en las dos opiniones; para alguien como yo, pues, que ha seguido el rastro de decenas o centenares de miles de millones de dólares dedicados exclusivamente a la causa negacionista y que, por temor a no ser creído o ser tildado de conspiracionista, sólo tímidamente osa evidenciar esta situación cuando la documentación de que dispone para cada caso es absolutamente contundente y ha sido perfectamente organizada; para mí, haber visto hoy cómo Donald A. Brown, a quien venía siguiendo con interés en los últimos tiempos, aparece en Durban rodeado por Stephen Gardiner, a quien he leido exhaustivamente, y de otros maestros, y describe literalmente esta situación en tal sólo diez minutos, y además desde un enfoque ético; concluyendo que este movimiento ha bloqueado intencionadamente, y con gran éxito, el soporte popular a las políticas climáticas durante 30 años; señalando además al mundo entero que este comportamiento es criminal a la vista de lo que está en juego; en fin, entenderá que haber contemplado este acto, poco después de las tres de la tarde de hoy, ha sido para mi uno de los mayores placeres intelectuales con que me he tropezado en los últimos años. Una gozada que me agrada compartir con usted.
“Full moral depravity” – ha dicho Brown.
“Climate change is a perfect moral storm” – ha puntualizado Gardiner, parafraseando un paper suyo en el que defiende que la humanidad, confundida, encuentra confort en un acuerdo internacional como el de Kioto que, de hecho, apenas resuelve nada.
Brown ha recordado a la audiencia que el 100% de las Academias de Ciencias del mundo asumen la ciencia del cambio climático, su origen antropogénico y sus predicciones, ha detallado (sólo) algunas de las tácticas empleadas por el negacionismo organizado pero ha señalado con el dedo a casi todos los organismos que antes he mencionado, necesarios todos ellos para la eficacia de la misión. Por su parte, John Rosales ha comentado cómo Obama le ha pedido a Bill McKibben, líder del movimiento 350.org, que le ayude a fomentar en su país la demanda popular de acción climática hacia el poder político, ahora decaída, mediante la potenciación de movimientos de base (grassroots). “Nosotros solos no podemos con ello”, parece ser la postura del gobierno de los Estados Unidos al respecto. Se supone que McKibben es financiado por éste, pero desde luego no resistirá comparación posible con el flujo de fondos movilizado por la maquinaria de negación. Con sólo grassroots frente a la inmensidad de poder de la persuasión sofisticadamente organizada difícilmente se puede superar la fase meramente testimonial.
Por supuesto no han olvidado mencionar la pasividad culpable de los medios de comunicación, que, en palabras de Brown, “han fallado en su obligación de poner de manifiesto el asombroso gran asalto al interés de la humanidad” por parte de esta maquinaria. Sólo le ha faltado referirse a la nada desdeñable influencia del fundamentalismo cristiano, pero eso quizá sería pedirle demasiado a un estadounidense que ya se la juega bastante cada día, y más con esta aparición frente al mundo.
Entretanto he aquí mi pequeña aportación en forma de gráfico, que elaboré hace ya un par de años, y que publiqué poco antes del verano en ocasión de algunas consideraciones acerca de la conveniencia de aceptar el juego dialéctico que busca esta gentuza [ver: Por qué no se debe debatir con la negacionía. Sus 10+1 tácticas, y sus motivaciones (y 3): Las guerras climáticas]. Las líneas continuas suponen transferencias de dinero; las discontinuas no la excluyen, pero en ellas el factor predominante es la influencia informal.
Será interesante ahora ver si algún medio se hace eco de este acto. Si alguien encuentra algo, por favor índíquelo en los comentarios o hágamelo llegar por correo. De lo que no tengo dudas es de la reacción de la negacionía al evento y, más localmente, a este texto. Cualquier cosa puede usted esperar. No conocen límites ni vergüenza.

Estructura de la maquinaria de negación climática (español e inglés). Las líneas continuas suponen transferencias de dinero; las discontinuas no la excluyen, pero en ellas el factor predominante es la influencia informal (pulsar para mejor resolución)
Puede ver la presentación aquí (en inglés, 15 minutos, más otros 15 con preguntas de los pocos periodistas presentes).
[Actualización 01/12: Donald Brown ha publicado un artículo relativo a este asunto bajo el título más explícito de «A New Kind of Crime Against Humanity?: The Fossil Fuel Industry’s Disinformation Campaign On Climate Change«]
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Roy Spencer, el rockero creacionista
Henrik Svensmark, el cósmico
Richard Lindzen (ver Negacionismo en La Vanguardia)
Xavier Sala-i-Martín
Anton Uriarte
Por qué no se debe debatir con la negacionía. Sus 10+1 tácticas, y sus motivaciones
Introducción
La supuesta ideología de la ciencia
Las guerras climáticas
Otros
Ya vale con Amazon
La ciencia, a la defensiva
Inversionismo mediático y negacionista sobre el nivel del mar
Tipología del negacionismo: los climatólogos negacionistas no sólo son el 3%: son también los más malos
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Excelentes noticias. En el fondo, el negacionismo climático forma parte de una estrategia que pretende eximir de responsabilidad por los daños causados por la actividad económica de las grandes corporaciones y grupos de poder económico.
Y no afecta solo al cambio climático sino a todos aquellos daños que se “externalizan”. Están todos, desde Monsanto a Dupont. Se trata de “socializar las pérdidas. Hace tiempo que controlan el poder legislativo y parte del judicial y ejecutivo.
Y lo mas perverso es que consiguen que al final sean las víctimas las que asuman los daños y la responsabilidad.
Tengo una frase para eso:
El Neoliberalismo, la falta del color del dinero, la falta de responsabilidad frente a las acciones y la ausencia de límites en la concentración de poder, es lo que convierte a organizaciones criminales en grandes empresas, a las grandes empresas en organizaciones criminales y a la economía en la imposibilidad de distinguir entre ambas.
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Eres definitivamente imbécil. ¿No lo percibes?
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¿A quién se lo dices? Yo estoy totalmente de acuerdo con Ferran y tengo un QI de 145, cosa *medible*. Así que a mí, por lo menos, no me podrás llamar imbécil.
Lo digo más que nada para señalar que por un lado tu comentario demuestra que no puedes desmentir nada de lo que expone el artículo – vamos, el ejemplo clásico del ataque ad hominem – y porque ni siquiera tu ataque ad hominem tiene argumento.
Esta actitud me recuerda a lo que hacen los niños pequeños cuando se quedan indefensos: sacan la lengua y dicen: «¡tonto!».
Es que, sobre la ciencia se puede debatir – ya sé que eso lo hicieron los climatólogos hace décadas y que las evidencias son aplastantes – pero sobre esto no: frente a un riesgo real, ¿cuál es la mejor actitud?
Si no lo has visto ya, mira el vídeo de Greg Craven llamado ‘the most terrifying video you’ll ever see’. Vale, a mí tampoco me cae bien el tipo pero hay que fijarse en la idea, independientemente de quien la pronuncia. ¿No es eso la esencia del escépticismo (y el moto de la Royal Academy Británica)?
Pues eso. Propongo esta metáfora: un niño ciego se sienta a jugar en la vía del AVE. Una señora se acerca y le dice que se quite del medio porque es muy peligroso. El niño no quiere porque le está dando el sol en la cara y teme que si se quita del medio, estará a la sombra. Pero la señora le explica que es una vía del tren y que se morirá si se queda ahí. Ahí llegas tú y le dices al niño que no crea a la señora. Ella le está mintiendo porque quiere ocupar su sitio al sol. Empiezas a debatir con la señora: no hay vía de tren, los trenes no existen – vale sí existen, pero hoy no viene ningún tren – la señora dice que tiene el horario en una libreta en casa – le dices que lo demuestre – la señora llama a casa a que venga su marido con el horario – su marido trabaja para la RENFE y asegura que el tren está por venir – acusas al marido de querer engañar, de intereses económicos, … – viene más gente a confirmar que viene el tren: el jefe de la estación, una persona que coge el tren cada día, … – acusas a toda esa gente de censura: están hablando mucho al niño y no te dejan hablar – el niño tiene derecho a oír cada lado de la historia y decidir él mismo . le recuerdas al niño que ahí al solecito se está muy bien – empiezas a hablar sobre la incertidumbre: ¿y si hay huelga? ¿y si el tren ha tenido un accidente? ¿quién oye el tren? ¿quién me puede decir exactamente en qué segundo llegará el tren y con qué velocidad? ¡nadie! – y si el niño se tumba agachadito el tren podrá pasar sin ningún problema – ¡que se adapte! – llamas a tu hermano que tiene un funerario y le dices que se disfrace de conductor de tren y que diga que hoy no viene ningún tren…
Lo que quiero decir es esto: ¿visto la incertidumbre y el riesgo, cuál es la actitud responsable?
Esa pregunta solo tiene una respuesta.
Confundir al niño ciego (a sabiendas) es un crimen. Aunque no esté en ningún libro de leyes del mundo. En el caso del cambio climático ese crimen se eleva al nivel de ‘crimen contra la humanidad’.
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¡¡Excelente!!
Gracias Arne.
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Hola Arne: supongo que no me leerás por ser una entrada antigua, pero por si acaso, decirte que me ha encantado tu metáfora. Con tu permiso, me la guardo. Un saludo.
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Ferran: Tu éxito es directamente proporcional al número de intentos de apabullamiento originados por los miembros de «la ciénaga», sea simulando que son quienes no son (hace unos pocos días), sea insultando (hoy), sea multinickeando (esto es habitual). Imagino que es difícil aguantar estos comportamientos, pero piensa que otros apreciamos lo que escribes. Y recuerda que si no son capaces de olvidarse de tí (día tras día lo demuestran) es porque a sus ojos estás siendo efectivo. Animo!
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Gracias mil veces. Un abrazo.
(Nota: la papelera está llena de basura… sólo dejo ver alguna para que se recuerde su existencia pero el hedor no sea excesivo)
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Permiso concedido, evidentemente. Gracias, Ferran por llamar mi atención. Ya no me acordaba de haber escrito este comentario…
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Te apoyamos en tu labor, Ferrán. Y la metáfora de Arne me parece didáctica y genial.
Resulta inquietante la resistencia del negacionismo, pegado al ciego poder desarrollista. Y me pregunto: seguirán tan herméticos cuando el cambio climático les toque de verdad? Habrá que prepararse para ver su reacción, porque, desde luego, no creo que se dispongan a pedir perdón y cambiar de actitud. Al contrario, me parece que será necesario mantener la alerta sobre las tácticas que vaya adoptando el negacionismo ante la evidencia, siempre pretendiendo manipular a la sociedad y abocarla al conflicto si es necesario, con tal de mantener su statu quo.
Un abrazo
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Gracias, compañero
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