But climate is different. There are no «smoke-free areas» on the planet. Climate denial may turn out to be the world’s most deadly PR campaign[1].” – David McKnight, University of New South Wales (Australia)
Primera parte: Por qué no se debe debatir con la negacionia. Sus 10+1 tácticas, y sus motivaciones (1)
Descargar texto completo (3 partes) en pdf
Cualquier posible duda queda resuelta cuando 256 científicos declaran en la revista Science, el estandarte del conocimiento científico mundial junto a Nature [ver: Cambio climático e integridad científica: Nuevo (y contundente) llamamiento] que, tras décadas de investigación y centenares de miles de trabajos publicados y expuestos abiertamente al escrutinio experto, el cambio climático y sus causas han dejado de ser (hace mucho tiempo) una hipótesis de trabajo para alcanzar la dignidad de teoría bien establecida al mismo nivel que la teoría de la evolución o la de la relatividad general (16). Luego ¿quién soy yo para dudarlo? A lo único que me atrevo, como mucho, es a situarme en el escenario que, a la vista del panorama completo, me parezca más verosímil. Pero siempre dentro de los márgenes de incertidumbre inherentes a la ciencia, cada vez menores por lo demás. Nunca afuera, y menos tomando por imbéciles vendidos a no-sé-qué-ideología al conjunto de personas que, de manera general, se han ganado la fama de estar entre los seres más inteligentes del mundo.[13] Basta con hablar con ellos para darse cuenta inmediatamente de su categoría.
Como fuere, el método científico, junto al proceso institucional que Newton inauguró con la Royal Academy de Londres y se fue perfeccionando con el tiempo, es el mejor invento de la humanidad para la aproximación a muchas verdades, y al establecimiento de algunas certezas. No alcanza a ciertas verdades últimas, espirituales, digamos, pero, a las físicas, desde luego que sí.
Si eso se cuestiona es que ya no hay verdad alguna, que nada es cierto. Si así fuera, desde luego, tampoco será cierta esta afirmación. He ahí la contradicción fundamental del relativismo posmodernista, que a menudo se disfraza de nombres tan pomposos como ‘filosofía de la ciencia’, para a continuación manchar tan noble disciplina con auténticas sandeces enunciadas en su nombre.
Táctica # 3: Jugar con los distintos significados de las palabras en el entorno científico y el popular. Por ejemplo, incertidumbre, en el terreno científico, no significa en absoluto ignorancia; teoría no es lo mismo que opinión o hipótesis a verificar; el consenso científico no es un acuerdo transaccional, sino reconocimiento común de que no hay objeción razonable. Un paso más y se confunden argumentos científicos con argumentos políticos, argumentos éticos con argumentos económicos, y así.
Es también abrumador el dominio de la retórica mediante la Táctica # 4: inventar términos cargados de emotividad hacia el espectador. Expresiones como eco-terrorismo (17), climategate, algoreros[5], junk science[6], ecolojetas, etc., son, no lo dude, producto de agencias de comunicación (PR, public relations) contratadas al efecto para realizar estudios de focus group[7] con los que analizar previa y detalladamente el impacto social previsible de distintas palabras, de sus asociaciones y, en general, de estrategias de comunicación orientadas a un fin. En teoría de la comunicación, éste es uno de los elementos del denominado encuadre informativo (framing), que promueve el deseado esquema de interpretación por parte del público.
Platón al rescate
Táctica # 5. Magnificar y debatir la incertidumbre inherente al método científico. En su libro ‘Expertos en incertidumbre: opinión y probabilidad subjetiva en ciencia’, publicado en 1991 por la Oxford University Press, Roger M. Cooke, socio director de Resources for the Future, escribe:
“Platón dividió el conocimiento en cuatro categorías: la más baja es la ‘eikasia’, que puede traducirse por ‘conjetura’. Después está la ‘oistis’ (creencia), seguida de la ‘dianoia’ (razonamiento correcto a partir de hipótesis, como se hace en matemáticas), y finalmente la ‘episteme’ (conocimiento). Una línea divide las dos categorías inferiores, que pertenecen al reino de las apariencias y del engaño, de las dos superiores, para las cuales es necesario el paso por una formación intelectual rigurosa. La ‘incertidumbre’, cualquiera que sea, está sin duda por debajo de esa línea, mientras que ‘experto’ denota el resultado de un entrenamiento intelectual riguroso. ¿A qué propósito concebible puede servir el estudio de las incertidumbres conocidas por los expertos? [énfasis añadido] (18)
De hecho, a ninguno, salvo que se quiera marear la perdiz con algún propósito más o menos confesable. Desde luego no a mejorar el conocimiento. Los que buscan el debate científico climático ‘en público’, en realidad, no buscan ganar un debate, pues muchos, desde luego los que lo promueven desde las alturas, y también muchos peones con cierta formación, lo saben, a la larga, perdido de antemano. No buscan otra cosa que levantar una cortina de humo, generando así confusión y dudas entre la gente no precavida y que se acerca a este tema de forma heurística. Con ello van comprando tiempo mientras retrasan así la acción política, que consideran contraria a sus intereses económicos concretos o, más en general, peligrosa para su interesada ideología ultraliberal.
Como ejemplo de la explotación industrial de la incertidumbre veamos cómo, a finales de los años 1990, cuando en los círculos del poder económico se habían encendido todas las luces rojas, el American Petroleum Institute elaboró un minucioso plan de persuasión pública donde se lee que:
“Habremos conseguido la victoria cuando … la cobertura de los medios refleje el equilibrio entre la ciencia del clima y la validez de los puntos de vista que cuestionan la ‘sabiduría popular’ actual … [cuando] quienes promueven el tratado de Kioto en base a la ciencia aparezcan como si estuvieran fuera de la realidad [énfasis añadido]. (19)
No se pierda este enlace, en el que he traducido el documento que fue oportunamente filtrado en su momento, y donde podrá descargar el original.
Atribución ideológica
Uno de los soportes centrales de toda la negacionía consiste en (Táctica # 6): atribuir ideología a la ciencia. Tamaña estupidez parece que consigue cierto eco. La ley de atracción de masas y cualquier otra ley bien establecida no tiene nada de ideológico, salvo que se quiera conceder la misma exactitud inherente a las ciencias duras también a las llamadas ciencias sociales donde, ahí sí, se puede partir de hipótesis no axiomáticas, y por tanto, a menudo ideológicas (20). De hecho ellos juegan con esta confusión, pues la inmensa mayoría de la gente, y desde luego la clase dominante, tiene una formación ‘de letras’, donde se crece intelectualmente con un cierto relativismo existencial. Una excepción está personificada por los economistas, sujetos de la ciencia social por excelencia, pero que creen tener la verdad del mundo: muchos de ellos creen que su ciencia es ‘dura’ porque tiene muchas matemáticas, a pesar de la inmensa ideología subyacente a las hipótesis que manejan, y que tan a menudo ignoran.
Ilustremos esta situación viendo cómo se refiere el Heartland Institute, uno de los principales think-tanks[8] constituidos ad hoc para el negacionismo climático, a James Hansen, considerado por muchos el mejor climatólogo del mundo, afeándole que no quiera debatir con según quien y según donde:
“Es preocupante que un supuesto científico eminente que obtiene su salario de los contribuyentes no esté dispuesto a explicar sus creencias ni sus recomendaciones políticas salvo que se le asegure por adelantado que nadie le hará preguntas molestas”, dijo Lewis[9]. “¿No tiene, como mínimo, la curiosidad intelectual de escuchar y considerar otros puntos de vista?” – añadió. [énfasis añadido] (21)
Nótese cómo el autor se refiere a ‘sus creencias’, como si las averiguaciones de Hansen estuvieran marcadas por la ideología. Además le atribuye no un conocimiento real, sino un punto de vista. Por lo demás Hansen no refiere recomendaciones políticas sino, como mucho, técnicas. Por cierto que, acosado por diversos frentes, el eminente científico se sintió en 2006 en la necesidad de declarar sus preferencias existenciales: son moderadamente conservadoras (22).
Con este bagaje es muy fácil atribuir motivación política a cualquier resultado científico que no encaje con las visiones del mundo que uno tiene por ciertas y que constituyen estructuras de personalidad con las que uno se maneja íntima y socialmente. Por tanto (Táctica # 7), si usted defiende esto que dicen estos científicos, es que usted tiene una agenda política, ideológica. Usted es, indudablemente, un radical de izquierdas, y por eso mantiene este punto de vista. Que esto vaya contra toda razón es lo de menos. Lo de más es que esta astucia cuela. El personal pude creer erróneamente que publicar algo en Science, Nature o en cualquier otra revista académica es lo mismo que hacerlo en El Mundo, en Muy Interesante o en Quo (Ciencia y Sexo)[10]. Como encima me he inventado revistas ad hoc con apariencia de formalidad (aunque no sean aceptadas por los circuitos formales) en los que se publican los artículos de los negacionistas hermanos con peer-review[11], sí, pero siendo los peers[12] otros negacionistas de mi tribu, pues ya tengo montados los dos bandos, imprescindibles para simular la necesidad de ‘el debate’.
A este respecto es indicativo el comentario de la editora de Energy & Environment, Sonja Boehmer-Christiansen, que manifestó:
“Estoy siguiendo mi programa político … ¿No es éste un derecho del editor?” (23)
Pues no: en el mundo de la ciencia, no lo es, y la publicación científica (ciencias duras) que lo hiciere acabaría, tarde o temprano, siendo expulsada del circuito académico formal. Desde luego Energy & Environment no pertenece a él, a pesar de que hasta su aspecto y grafía replica el pragmático estilo de las revistas de investigación.
Esta táctica se extiende a la consideración del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, organismo de la ONU), el ente de integración del conocimiento científico más ambicioso jamás realizado, como un sujeto político. Desde luego, de izquierdas, aunque quienes así se refieren a él saben bien que sus conclusiones deban ser aprobadas por votación unánime de los gobiernos de todos los estados del mundo[13]. Pero ellos no consideran a este organismo una entidad científica magnífica. Hablan de él en términos de ‘los políticos de la ONU’.
Para salvar los inconvenientes del circuito acuden entonces a la publicación de libros, no sujetos a los rigores de la revisión peer-reviewed y que cualquiera puede editar. Un estudio de Peter Jacques, sociólogo y director del departamento de ciencias políticas de la Universidad Central de Florida, publicado en la revista académica Environmental Politics, puso de manifiesto en 2008 que, de 141 libros ‘escépticos’ analizados publicados de 1972 a 2005, el 92% eran editados por los think-tanks conservadores estadounidenses (24).
[Entre paréntesis, cabe mencionar a este respecto un interesante análisis llevado a cabo en 2001 por Charles N. Herrick y Dale Jamieson, publicado en Philosophy and Public Policy Quarterly. Analizaron todos los artículos negacionistas publicados en la prensa de información general. Resultó que el 84% acababan concluyendo en lo inconveniente que sería cualquier legislación que señalara restricciones a la actividad empresarial libremente expresada. Por si a alguien le queda alguna duda de que la negacionia es un producto maquinado por el ultraliberalismo empresarial.] (25)
De modo que si uno tiene la osadía de creer en los resultados proporcionados por la comunidad científica relacionada con el cambio climático, es automáticamente ubicado en la izquierda sociológica. Así, sin más. A partir de ahí, al interpelado se le (Táctica # 8) atribuyen posiciones que no ha defendido o, más singularmente, expresiones que no ha pronunciado pero que pertenecen a la comunidad epistémica a la que el interpelante le ha ubicado a uno. Esto es bien visible en los comentarios de blogs, donde el autor es inducido a defender que no ha dicho lo que le dicen que ha dicho. Así, el interpelado es obligado a cambiar los términos del debate para aclarar su posición respecto a esa cuestión concreta sobrevenida. Como muchos internautas no habrán leído el conjunto de la información, creerán que es cierto que lo ha dicho, y le colocarán también en el terreno ideológico sugerido por el polemista, con las consecuencias que de ello se derivan para la percepción de sus mensajes. Si, por el contrario, el interpelado no se defiende, entenderán que acepta implícitamente la aseveración del contrincante. Es el cuento de nunca acabar, de hecho el que ellos buscan secretamente.
Inversionismo, y abandono
Otra astucia empleada por estos fabricantes de controversia es la Táctica # 9: emplear generosamente el inversionismo, mejor si es por anticipado. Funciona más o menos así: si yo me sé débil en algún aspecto concreto, debo acusar al contrincante exactamente de lo mismo, con lo cual intento así equilibrar la situación. Mejor si es antes de que lo haga el otro porque, de ese modo, si ése efectúa posteriormente la misma aseveración hacia mí, el espectador creerá que no es otra cosa que la consabida expresión del ‘y tu más’, con lo que habré decantado la balanza a mi favor.

Anuncio publicado en la prensa a principios de los años 90. Dice: "Algunos dicen que la Tierra se está calentando. Algunos decían también que la Tierra era plana"
La más muestra más extravagante de inversionismo, que saben que tienen que repetir muchas veces para que haga alguna mella, es la de acusar al movimiento medioambiental de disponer de todos los medios económicos necesarios para imponer su agenda política, y de estar conspirando para establecer un gobierno mundial que va a restringir la libertad. Supongo que se refieren a su libertad de hacer lo que les da la gana para que las acciones sigan rindiendo mientras los demás nos vamos todos a paseo. Pero manifestar que el movimiento ecologista, que está más muerto que vivo y como mucho se mantiene en hibernación gracias a las aportaciones de pequeñas donaciones individuales y algunas subvenciones públicas, está forrado y cuenta con medios poderosos, no puede ser otra cosa que inversionismo bien estudiado o estupidez manifiesta. Lo cierto es que han conseguido que mucha gente se lo crea.
La muestra más cercana, al menos para mi, es el hecho de que mi reciente interpelante me acuse de ‘mentir’ y de ‘insultar a personas respetables’.
Un último ejemplo nos lo ofrece Tim Ball, un climatólogo canadiense con conexiones vitales en la industria del carbón y conocido en ese país nórdico por su ubicuidad allí donde haya que negar la evidencia. Ball sostiene impertérrito ante las cámaras que el documental de Al Gore ‘Una verdad incómoda’ es:
Un puro trabajo de agencia de comunicación, puro ‘spin’[14] y relaciones públicas. Pura propaganda. (26)
Por lo demás, esta noticia de la CBC News es un ejemplo perfecto de cómo no debe informarse en cambio climático, dando el mismo peso a las ‘dos partes’ – equiparando ‘Una verdad incómoda’ con el documental contrainformativo[15] ‘El gran timo del calentamiento global’ [ver: ‘El gran timo del calentamiento global’, el engaño más eficaz del negacionismo y su eco en Telemadrid] y apelando a la existencia de un supuesto ‘debate’ sobre el cambio climático.
Ellos saben que parten con ventaja. Cuando el interpelado se ha dado cuenta de todo esto, decide no entrar en el juego y evita discutir y perder el tiempo, quedan todavía dos posibilidades. Una (táctica # 10) es la de decir: claro, si no quieres debatir, es porque te faltan argumentos (ellos parecen tenerlos a raudales, sin importar su fundamentación), y se te vería el plumero. Luego, si no aceptas el envite, señal de que quien tiene razón soy yo. Resume lo anterior el think-tank español de nombre Grupo de Estudios Estratégicos:
“Y este es el gran problema de la izquierda española: su incapacidad para respetar el debate, en este caso dentro de la comunidad científica. Como decíamos el otro día, el fundamentalismo ecológico ha asumido la teoría del cambio climático como una religión y busca herejes por cada esquina.” (27)
Cuando el debate ha quedado neutralizado, no crea usted que la negacionía se detiene aquí. Va mucho más lejos. Aplica la táctica # 10+1.
Examinar referencias
Notas
[1] Pero el cambio climático es distinto [del tabaco]. El planeta no tiene ‘espacios libres de humo’. El negacionismo climático puede acabar siendo la campaña de relaciones públicas más mortífera de todas (39)
[4] La duda principal que me queda por resolver es si todavía estamos a tiempo de algo o si debemos de aceptar ya, humildemente, la derrota
[5] En referencia a Al Gore, el promotor del documental Una verdad incómoda, y a la consideración de agoreros de los portadores de la mala nueva
[6] Ciencia basura, por analogía con ‘comida basura’, o pseudociencia. Como no tiene una buena traducción, no se usa por estos pagos.
[7] Grupos focales: reunión de personas de perfiles similares a los que se les presentan distintos conceptos y se analiza detalladamente su reacción ante los mismos. Esta técnica es usada exhaustivamente en publicidad
[8] Habitualmente traducidos en español como ‘Centros de estudios’ o ‘Institutos de análisis’, generalmente polarizados hacia la defensa de determinadas posiciones preconcebidas
[9] Marlo Lewis, socio director del think-tank Competitive Enterprise Institute
[10] Esta revista es dirigida por un negacionista de pro, Jorge Alcalde, colaborador habitual de Libertad Digital. Desde luego, cumple con la función de desinformación a la que está destinada en el tablero negacionista
[11] Revista académica de presentación de resultados de investigación cuyos textos son revisados por expertos del mismo campo, cuya autorización es necesaria para la publicación
[12] Los iguales que efectúan la revisión
[13] Esta característica mixta científico-política, de hecho, le fuerza a cierta moderación expresiva en su búsqueda de un mínimo común denominador, siempre que sea aceptable por los científicos líderes presentes, sujetos a su vez a fuertes presiones
[14] Generalmente traducido por ‘persuasión’.
[15] En el sentido de que fue emitido simultáneamente al estreno de la película de Al Gore
Entradas de la serie
Descargar texto completo (3 partes) en pdf
Entradas relacionadas
¿Escépticos? ¿O negacionistas?
Punto final al Climategate
La certeza matemática del 5º C del Titanic
Por qué, probablemente, usted no se lo cree
El movimiento negacionista en cambio climático: 1. Tabaco y clima, destrucción masiva
El nuevo negacionismo climático posibilista
Los estados estables del sistema climático
Entender la gravedad del cambio climático
Respecto a la táctica 10, hay que decir que cuentan con la falta de formación científica de los periodistas, que no saben distinguir entre ciencia y propaganda. Aquí la estrategia debe ser similar a la del debate con los del diseño inteligente. Concederles el beneficio del debate público es darles exactamente lo que ellos quieren: protagonismo.
Si montas un debate en la Universidad con un señor que dice que el virus del SIDA no existe, sólo conseguirás que el periodista de turno haga el siguiente resumen: «La ciencia está dividida, unos piensan que el virus del SIDA existe y otros piensan que no».
Me gustaMe gusta
Ok, de acuerdo completamente. Es con lo que juega la negacionía, que tiene muy bien estudiados los mecanismos con los que se manejan los medios. Aunque yo siempre salvo a los periodistas, que no pueden ser especialistas en todo, y culpo a los medios en si, los propietarios, digamos, que son los que deberían establecer las condiciones y las normas de actuación para que estas situaciones no se produzcan o que, de darse, sean mínimas y desde luego corregibles. No lo hacen.
Gracias Confusio por participar una vez más.
Me gustaMe gusta
Es impresionante la hegemonía en todas las esferas del poder de ciertos lobbies. Por tanto, inestimable tu labor al destapar sus trampas mediáticas y retóricas. Lo que estamos por ver.
Tu nota número 4 de esta entrada referida al dilema de si estamos a tiempo de esperar algo (cambio sustancial del panorama) o no, muy sugerente respecto de la responsabilidad de estos lobbies en la ocultación y agravamiento del devenir climático.
Me gustaMe gusta