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Divulgación científica y comunicación sobre cambio climático y escasez energética: una visión multidisciplinar

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Por qué no se debe debatir con la negacionía. Sus 10+1 tácticas, y sus motivaciones (1): Introducción

27/07/2011 por Ferran Puig Vilar

“But climate is different. There are no «smoke-free areas» on the planet. Climate denial may turn out to be the world’s most deadly PR campaign[1].” – David McKnight, University of New South Wales (Australia)
Descargar texto completo (3 partes) en pdf

[Actualización 21/08: Esta serie de entradas ha dado lugar a una extensa sucesión de comentarios que se han producido, sobretodo, en la 3ª parte]

Invitación a ‘debatir la ciencia’ hecha por el Heartland Institue en asociación con el Washington Post

Los lectores de este blog conocen bien las reglas: no se admiten comentarios de la negacionía. Tras la experiencia vivida cuando inicié este proyecto, estimé necesaria la inclusión de una ‘Política de comentarios’, visible en la columna de la derecha. No es nada infrecuente, y la inmensa mayoría de los blogs serios en lengua inglesa – los que mejor conozco – que abordan prioritariamente el problema climático disponen de filtros adecuados para detener a ciertos energúmenos, muchos de ellos, desde luego los habituales, entrenados ad hoc para corromper un debate constructivo y distraer la atención a su favor. Al fin y al cabo, todos los espacios públicos se reservan, de forma más o menos explícita, el ‘derecho de admisión’.

Quienes hemos profundizado en este mundo en alguna medida sabemos que, si entramos en el juego de quienes tienen el conocimiento de la manipulación mediática bien aprendido, no es tanto que tengamos las de perder desde el punto de vista de la argumentación estricta. Pero si, entrando en el debate, perdemos el tiempo, ya han conseguido un primer quantum de la neutralización que persiguen. Su objetivo no es buscar conjuntamente conclusión alguna. Su objetivo es debatir porque si, emplear el debate como un medio. Su objetivo último no es otro que el de sembrar confusión.

Así ocurrió en algunas de mis primeras entradas (1,2,3). Y es que una de las normas que se encuentra en las primeras posiciones de su guía de actuación es no abandonar nunca el debate, forzando siempre a que el último comentario sea el suyo. Táctica # 1: Provoca que el último comentario sea siempre el tuyo. Está bien estudiado en teoría de la comunicación que la última palabra (bien sea en Internet, televisión o donde sea) es la que mayor influencia ejerce sobre el espectador no precavido. Esto es así en la medida de que el lector no experto puede creer que está asistiendo a un debate de ideas honesto.

El mecanismo concreto que manejan es que, por el mero hecho de existir, saben que los medios de comunicación que llegan al gran público, muchas veces de buena fe, aplicarán el principio periodístico de ‘dar voz a las distintas opiniones’ (4,5) – como si, por ejemplo, pudiera haber opiniones distintas sobre la dinámica del sistema solar o el teorema de Pitágoras – y contribuyendo así, desde la profesión periodística, a la construcción social de la ignorancia (6). En Internet no existe la mediación periodística, así que más fácil todavía: si consigo una predominancia cuantitativamente suficiente del medio, objetivo cumplido. Aquí, ganan por goleada.

Celtiberia Show, de Luis Carandell (1971)

Dado que, recientemente, he sido (una vez más) objeto de ataques e insultos diversos pronunciados por quienes han sufrido los rigores de la normativa, aprovecho la coyuntura para evidenciar por lo menos la parte más visible de los métodos empleados en Internet por estos falseadores de la realidad. Me referiré ahora a estos peones del tablero ultraliberal sólo de forma genérica. No entraré, por hoy, en las maneras especialmente características de la ‘Celtiberia Show’ (versión contemporánea), como describió Luis Carandell (7), por lo demás autoevidentes: En este aspecto me bastaría con aplicar el artículo 1 de la normativa.

Los términos del ‘debate’

Distinto es debatir con quien tiene dudas razonables, objeta puntos de vista u opiniones personales, o requiere aclaraciones sobre el proceso o método científico, que son siempre bienvenidos. Son especialmente apreciados los de quienes me señalan imprecisiones que ocasionalmente cometo dada la inmensidad del campo y la imposibilidad de una especialización exhaustiva. Al final del texto me permitiré proponer términos de debate que, ésos sí, pueden ser constructivos.

Pero debatir por aquí lo que ha sido discutido hasta la saciedad en los canales formales del avance científico es algo que raya en el absurdo. Desde luego yo no me considero con la competencia para hacerlo. Simplemente parto de aquello que mi comprensión del método y del proceso me sugiere como bien establecido, y tengo la osadía de erigirme en cronista en un difícil intento de trasladarlo a lenguaje asequible, con éxito desigual. Y le aseguro que, respecto al problema climático, la evidencia es abrumadora, aplastante, siempre sobrecogedora. Incluso resulta en ocasiones enternecedor darse cuenta de cómo la mayoría de los trabajos de investigación realizan ímprobos esfuerzos dialécticos para no ser tildados de alarmistas. Vano intento, porque ahí está la inmensidad maquinaria de negación para intentar hacer creer que todo es un montaje.

Táctica # 2: Provocar el debate público de cuestiones científicas. La ‘fabricación de controversia’, ‘controversia artificial’, etc. (8), es una táctica que los abogados emplean de manera regular. Aunque haya algo que esté clarísimo la cuestión es liarla, a ver si pillo a la parte contraria o al juez en un renuncio y por lo menos rebajo la pena de mi cliente. Es algo bien conocido e incluso aceptado como legítimo en los usos del derecho. Se emplea también en el discurso político público, lo que me parece menos aceptable.

Es posible, y necesario, debatir democráticamente las consecuencias del avance científico y, en particular, de uno de su correlativos, el empleo de la técnica. Pero la ciencia, en sí, tiene unos canales propios, que podemos denominar genéricamente ‘la Academia’, donde las personas que han demostrado sus conocimientos y capacidad discuten sobre la validez de sus hipótesis y sus procedimientos en un proceso que, con el tiempo, acaba llevando a una conclusión inequívoca porque resulta lógica, y metodológicamente, inobjetable.

Y es que la ciencia (me refiero siempre a las ciencias duras, como más adelante veremos) no es democrática. Las cosas o son ciertas o no lo son, o lo son dentro de unos márgenes de validez y de incertidumbre cuantificados. Las opiniones no cuentan. Tampoco cuenta si nos agradan más o menos los resultados. Todo esto son juicios de valor que, intrínsecamente, están excluidos del proceso científico. Esta es, precisamente, su grandeza y su gran valor superior.

Los polemistas climáticos son, pues, un montaje, una fabricación. Emplean a este respecto un método circular: cuando un argumento ha sido rebatido, acuden a otro, y después a otro, aunque no sean ya relevantes en el marco de la discusión que se ha iniciado. Cuando los han agotado, vuelven otra vez al primero, incansablemente (9). Otras veces el proceso es más lineal. El calentamiento global no existe; el calentamiento global existe, pero no está causado por la acción del hombre; existe, pero no es el CO2 el que regula el clima del planeta; existe y es el CO2, pero no el que procede de los combustibles fósiles; existe, pero es muy poca cosa, su influencia es despreciable. Cuando ya no queda más remedio que admitirlo todo, resulta que el calentamiento global ¡es bueno! para acabar, no obstante, cerrando el ciclo una vez más: el calentamiento global no existe, etc. Lo sorprendente es que la mayoría de los polemistas profesionales defienden todas estas posiciones simultáneamente, lo que ya da una idea de su forma de razonar.

¿Por qué quieren que debatamos los profanos lo que está sobradamente debatido entre expertos?

Suponga que usted se siente mal, y consulta con 100 médicos. El 97% de ellos le diagnostican una enfermedad muy grave. En cambio, hay tres que le tranquilizan, le dicen que no es nada serio y le recetan homeopatía. ¿Usted qué haría? Lo primero que yo haría sería informarme de la competencia de esos tres. Si, como ocurre con los climatólogos, que son los médicos del sistema climático[2], me doy cuenta de que quienes me recetan homeopatía son los que menos credenciales atesoran en su carrera (10) [ver: Tipología del negacionismo climático. Los climatólogos negacionistas no son sólo el 3%: son también los peores], no creo que se me ocurra organizar un debate entre ellos, y mucho menos en público a ver qué opina el respetable. Asumiré el diagnóstico, me someteré a las duras medicinas y el debate real, si lo deseo, será conmigo mismo y con los míos. A ver cómo nos organizamos.

Pero ellos lo provocan. Lo hacen con todos los medios a su alcance, que son muchos (e inigualables). El origen de esta manía de debatir la ciencia se encuentra en la oposición de la industria tabaquera a la legislación sanitaria [para detalles ver: El movimiento negacionista en cambio climático: Tabaco y clima, destrucción masiva]. Philip Morris, Reynolds y demás plutocracia[3], nicotínica, fósil, y otras, se dieron cuenta de que era por lo menos tan efectivo públicamente como políticamente eficaz cuestionar la fundamentación científica de la relación entre el hábito de fumar y distintas enfermedades graves que enfrentarse a los proyectos de ley en el parlamento. Así, parafraseando a Clausewitz, es posible afirmar que el debate científico ‘en público’ se ha convertido en una continuación de la política por otros medios (11). Un tal Steven Milloy, en colaboración con las agencias de PR APCO Associates (12) y Burson-Marsteller (13), creó en los años 90 un pequeño, pero muy efectivo, conglomerado de comunicación. Fue uno de los primeros usos ilegítimos de Internet.

Diagrama de relaciones de Steve Milloy, negacionista profesional que inció la idea de ‘el debate’ a finales de los años 1009 – Pulsar para mejor resolución

Sitios web como demanddebate.com y junksience.com no sólo negaban la toxicidad del tabaco. Milloy es un auténtico profesional de la negación. Esta gente niega todo lo que suponga un ‘incremento de costes’ consecutivo al establecimiento de reglamentaciones relacionadas con la salud, la alimentación y el medio ambiente: que los CFC influyeran en la capa de ozono, la seguridad añadida de los airbags, la relación entre el sodio y la presión sanguínea, la relación entre la contaminación atmosférica y las enfermedades pulmonares, la toxicidad del mercurio presente en el pescado y la del arsénico en el agua, la toxicidad de cualquier aditivo alimentario y hasta el mal de las vacas locas (14). Cómo no van a negar el cambio climático. Vea en la figura las conexiones de este sujeto, apodado el ‘junkman’, que bien podría ser acusado de crímenes contra la humanidad (15).

Veremos en la segunda parte cómo se politiza la ciencia y se ubica indebidamente a sus portadores.

PS: La diferencia entre el sano, y necesario, escepticismo científico, y el negacionismo propiamente dicho fue tratada en esta entrada: ¿Escépticos? ¿O negacionistas?

Examinar referencias

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Notas

[1] Pero el cambio climático es distinto [del tabaco]. El planeta no tiene ‘espacios libres de humo’. EL negacionismo climático puede acabar siendo la campaña de relaciones públicas más mortífera de todas (37)
[2] Por lo menos en referencia a la fase de diagnóstico

[3] Se entiende por plutocracia el gobierno oligárquico de la aristocracia y la alta burguesía que controla los resortes del poder real

Próxima entrada:

Por qué no se debe debatir con la negacionia. Sus 10+1 tácticas, y sus motivaciones (2): La supuesta ideología de la ciencia
Por qué no se debe debatir con la negacionia. Sus 10+1 tácticas, y sus motivaciones (3): Las guerras climáticas

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Publicado en Comunicación, Desinformación, Negacionismo, Negacionistas | Etiquetado Calentamiento global, Cambio Climático, Comunicación, Desinformación, Negacionismo | 11 comentarios

11 respuestas

  1. en 28/07/2011 a 08:31 Juancho Grueso

    Suponga que usted siente gastritis, y consulta con 100 médicos. El 100% de ellos le dan una solución bastante mala. En cambio, hay dos médicos perdidos en Australia, que no tienen acceso ni a la literatura ni a los congresos científicos, que demuestran experimentalmente que se trata de una bacteria y que se cura simplemente con un antibiótico. ¿Usted qué haría?

    Supongo que los consensólogos harían caso del consenso. Lo que hice yo es probar, y curarme la gastritis 20 años antes de que el consenso supiera hacerlo. Tal vez el consenso se consuele por haberles concedido el Premio Nóbel con 20 años de retraso. Yo me consuelo habiéndome curado con 20 años de adelanto.

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    • en 28/07/2011 a 09:00 Ferran P. Vilar

      La medicina, amigo, no es una ciencia dura sino que tiene muncho de experimental, de prueba y error. Las relaciones de causalidad completas, bioquímicas, no están siempre establecidas, muchas veces no se conocen bien. Es el caso de muchos productos farmacéuticos que, sin embargo, funcionan. Por lo demás el consenso científico es otro concepto, que no he mencionado (y ahora añado), de confusión entre lenguaje científico y lenguaje popular. Lo que el consenso científico representa es que se está de acuerdo no por votación, sino en el hecho de que el resultado es inobjetable.
      En todo caso ¡celebro que estés bien!

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  2. en 28/07/2011 a 12:09 Juancho Grueso

    Muchas gracias por la respuesta, Ferrán. Lo que pasa es que el ejemplo de la medicina lo has puesto tú mismo, y por eso contestaba con mi caso.

    Suponga que usted se siente mal, y consulta con 100 médicos …

    Yo pensaba que ciencias duras son precisamente las que tienen mucho de experimental. Y hay quien mete entre las ciencias duras a todas la ciencias naturales, separándolas de las ciencias sociales o ciencias humanas. Por ejemplo Wikipedia. Espero que el cuerpo humano siga siendo parte de la naturaleza hoy en día.

    En todo caso entiendo tu argumento, aunque no del todo su aplicación. Si el consenso se llama consenso en ciencia por inobjetable, en vez de por imensa mayoría, ¿por que no encuentro esa acepción en ninguna obra? ¿Tienes algún ejemplo, o es cosecha propia? Lo digo porque es evidente que en mi caso (gastritis) había un consenso formidable, y es evidente que ora lo consideres inobjetable, o no, lo que resultaba es directamente falso.

    En fin, que me lío. Tú has usado el ejemplo médico (comparándolo a tu tema), y yo le he dado cierta perspectiva. Sacarle utilidad, o descartarlo usando un argumento muy relativo que lo invalida como ejemplo, eso ya es cosa de cada cual. Y digo muy relativo porque la medicina y lo del cambio climático me parece a mi que tienen mucho en común. Son, ambos casos, ciencias tremendamente complejas, donde no valen las simplificaciones y parametrizaciones que se pueden hacer en otras ramas de la física. Y ambas son ciencias en las que lo ideal sería poder hacer muchos experimentos, pero no es el caso. A ese respecto, está peor lo de clima.

    Un abrazo.

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  3. en 28/07/2011 a 12:19 Juancho Grueso

    Perdón, es que temo no haberme explicado. Se me atasca lo de «inobjetable». He visto las razones de inobjetabilidad que atribuyes al CO2 como principal causante del calentamiento global, y me parece indiscutible que lo de la gastrits era muchísimo más inobjetable. Y consensuado, según ambas acepciones de consenso. Así que no me parece un temino que tenga gran sustancia; ni científica, ni filosófica.

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    • en 28/07/2011 a 16:26 Ferran P. Vilar

      Juancho, creo que debo reconocer que mi ejemplo médico (quería ser más bien una analogía) no era muy afortunado, a la vista del contraejemplo que propones. En todo caso déjame por favor un par de días para elaborar lo de ‘inobjetable’.
      Gracias.

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  4. en 28/07/2011 a 18:25 Daneel

    «Lo sorprendente es que la mayoría de los polemistas profesionales defienden todas estas posiciones simultáneamente, lo que ya da una idea de su forma de razonar.»

    Esto es tan cierto que es triste. Un conocido negacionista en un foro defendió, en una misma respuestas, las proposiciones «no existe» y «es el sol»; «la sensibilidad climática es baja» y «el clima siempre cambia»; «los modelos no son confiables» y «los modelos muestran que la sensibilidad climática es baja» Todos pares de argumentos contradictorios.

    Es que mientras quien entiende la ciencia (de forma tan profunda como un lego puede hacerlo) tiene una imagen mental de los procesos involucrados, el negacionista se limita a sembrar duda. Toda «evidencia» que apoye la conclusión de que el cambio climático es un timo es bienvenida. Poco importa que contradiga a otras «evidencias», todo se incorpora al arsenal argumentativo.

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    • en 28/07/2011 a 18:52 Ferran P. Vilar

      Hola Daneel,

      La falta de rigor intelectual es una constante en la negacionía. Lo peor es que no responden frente a la evidencia contrastable, verificable y repetible. Ya les puedes poner el muerto enfrente que seguirán diciendo que está vivo, que puede resucitar, o cosas así. Hay gente que no aprende, o no quiere aprender, que van a piñón fijo, y seleccionan heurísticamente sólo la información que se adapta a su concepción previa del mundo. Para eso están los profesionales de la negacionía, para ponerla a disposición – jugando con este efecto – porque, de no existir, para muchos el reconocimiento de la realidad no se vería tan íntimamente dificultado.

      Gracias por tu participación.

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  5. en 28/07/2011 a 19:37 Juancho Grueso

    Amigos, estamos objetando a los «polemistas profesionales», y yo lo aplaudo. Por eso aplaudo estos artículos de Ferran. Iría más lejos. Creo que se debe protestar tanto de los polemistas profesionales como de todos, incluyendo a los que lo hacen por amor al arte.

    Veamos. Supongo que el hincapié de «polemista profesional» está en polemista, y no en profesional. Supongo que la idea va por las malas artes en el debate, que Ferrán está diseccionando tan oportunamente. Así que deduzco que el «polemista» es el que entra en las controversias usando esas malas artes. Por eso no me importa si gana dinero con ello. Si no ganara dinero, ganaría otra cosa (algo le motiva al que algo hace).

    Pero si estamos hablando de malas artes, lo primero que tenemos que hacer es aplicarnos porque no se nos escapen malas artes a nosotros mismos. Por ejemplo, eso que señala Daneel de que Un conocido negacionista en un foro defendió, en una misma respuesta … Pasan dos cosas. Que «un conocido negacionista» no es todos los negacionistas, ni siquiera es una mayoría de negacionistas. Peor; no sabemos si es un periodista tretuliano (y ya sabemos cómo las gastan), un bombero torero, o un científico con un largo carro de publicaciones y logros en su haber. Por eso la proposición está completamante vacía, aunque le pueda dar la impresión de lo contrario al que no se moleste en examinarla. Malas artes. Cuidado, peligro.

    Ferrán secunda: La falta de rigor intelectual es una constante en la negacionía. Y seguro que tiene razón. Pero la falta de rigor intelectual es una constante en cualquier campo de la vida que quieras considerar. Sin embargo, uno no se niega a comparar argumentos con, no sé, uno del PP, un socialista, o un alquimista, lo que sea, porque entre esos grupos la falta de rigo sea una constante.

    Lo interesante, y en eso está el gran acierto de Ferrán, es preocuparse de averiguar qué formas debe tener un debate para ser útil. Yo creo que la idea de «no con negacionistas» no es el mejor desarrollo posible, salvo que hayamos definido muy finamente el negacionismo. Quiero decir que hayamos hecho del negacionista la definición de polemista con malas artes. Pero entonces se nos escaparían del saco buena parte de los que solemos llamar negacionistas. Porque lo que no valdría sería meter a alguien en el nagacionismo mediante una definición (por ejemplo ser contrario a lo más importante del IPCC), y luego prohibirles el debate a todos los negacionistas por un motivo distinto (por ejemplo malas artes de debate, de las que el caso citado puede no ser culpable). ¿Estamos de acuerdo en que eso sería incorrecto / malas artes?

    Seguro que sí. Y seguro que iremos avanzando. Y por supuesto que espero dos días, Ferrán, o los que necesites.

    Gracias y un abrazo a ambos.

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  6. en 30/07/2011 a 16:13 eneko

    Gracias Ferrán. Esta información también es muy útil, y encaja perfectamente con la siiuación global.

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  7. en 05/10/2011 a 22:22 alex

    El modo propuesto de tratar a los negacionistas. me recuerda al modo sugerido «en la red» para tratar a los «trolls». Pudiera ser (yo creo que si) que los negacionistas fueran «trolls».

    Me gustaMe gusta


    • en 06/10/2011 a 09:21 Ferran P. Vilar

      Buena analogía, Alex.

      Me gustaMe gusta



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