“Es un verdadero sobresalto darnos cuenta de que los puntos críticos que pensábamos que podrían suceder en el futuro estén ya en marcha … [se trata de] una amenaza existencial a la civilización.” – Timothy M. Lenton784
El artículo 2 de la Declaración de Río (Cumbre de la Tierra, 1992), al establecer la expresión “interferencia antropogénica peligrosa” en el sistema climático, ya estaba enmarcando la cuestión en términos de umbrales de estabilidad785, invitando así a la comunidad científica a indagar este aspecto. Sin embargo, a pesar de los devanamientos de sesos de muchos científicos y profesionales intentando definir qué cosa es esa interferencia peligrosa, y cuantificarla, han sido necesarias muchas décadas para llegar a una cifra definitiva en la que podamos confiar. Confiar en el sentido de que, una vez superada, todo intento de detención del proceso sería inútil.
1. ¿Dónde está el auténtico peligro?
Lo que se considere peligroso o intolerable no corresponde a la ciencia, sino que es una decisión social, política, de hecho fundamentalmente ética, al afectar de forma desigual a colectivos y sociedades diversas, también al propio planeta. Es de esas cosas que no admiten cuantificación, y así la comunidad científica ha ido esperando señales desde la sociedad para poder determinar, ahora sí, qué concentración máxima de gases de efecto invernadero en la atmósfera correspondería a esos impactos por ella definidos como intolerables.
Sin embargo, en el caso de que la superación de algún umbral crítico llevara al sistema climático a una situación de autorreforzamiento, de forma que la humanidad perdiera el control de la situación (o la posibilidad de ejercerlo), si corresponde a a la ciencia la iniciativa de la búsqueda de este umbral y su mejor determinación cuantitativa posible.
¿Cuál es el punto crítico global?
En este punto es interesante examinar solo la existencia de puntos críticos para cada subsistema sino también cuál podría ser el PC global, aquel valor a partir del cual comienza una cascada sucesiva de acontecimientos desestabilizadores de cada uno de los distintos subsistemas que conlleva la reorganización del conjunto.
En términos de temperatura hemos oído hablar mucho de +2 °C, después de +1,5 °C, y ya hemos insistido mucho en que estos valores no tienen una base científica sino política: los gobiernos, en el marco de la UNFCCC[1], establecen un valor máximo a no superar, y a continuación la comunidad científica examina en detalle cuales serían las consecuencias de su rebasamiento, lo que acaba dando lugar a los informes del IPCC si bien, lógicamente, se han realizado sugerencias al respecto con anterioridad. Remito al lector al origen meramente económico de los +2 °C en los 70 (el inefable William Nordhaus, que estimaba tolerables +4 ºC) y también a su origen religioso, este último en los años 90 en el marco del ente alemán WBGU[2] y su Tolerable Window Approach.
Antes de examinar cuál puede ser este punto crítico global veamos qué ocurriría si fuera superado algún umbral de uno solo de los subsistemas. Lo que ocurriría, dada la interrelación entre ellos, es una más que probable cascada de colapsos en cadena, comenzando con los más directamente relacionados con el primero en fallar. Así, cruzar un solo punto crítico de ciertos subsistemas puede rdispara muchos otros en cascada, aunque dependiendo de cuál vaya a ser y el nivel de interrelación el proceso puede tardar más o menos tiempo. La cadena causal puede tomar los distintos caminos que puede usted ver en la imagen de las interrelaciones del post anterior (en este post una versión más actual), dependiendo de cuál sea el primero que colapse, consecuencia siempre de haber cruzado al menos un punto crítico. Por tanto, el punto crítico global puede ser perfectamente el punto crítico que corresponde al primer subsistema en desestabilizarse.
Hemos visto que estas interacciones y efectos en cascada en el sistema climático fueron establecidos desde poco después del paper seminal de Timothy Lenton en PNAS 2008 aunque, sorprendentemente, no se les ha otorgado la importancia merecida hasta hace fechas recientes. El fundamento teórico se conoce desde hace bastante más786 y su expresión en los grandes ecosistemas ha sido reforzada recientemente787. En 2005 pudimos leer en Nature que:
“Encontramos que la agrupación en clústeres y su organización espacial aumentan la vulnerabilidad de las redes y pueden provocar el colapso de toda la red.”788
Esto nos está reconociendo que existe un punto crítico de toda la red. Un punto crítico global del sistema. Por tanto, considerado el sistema climático en su conjunto, también tiene su propio punto crítico . Es el punto crítico global: el tipping de los tippings. Según cuál fuera el primero (o primeros) el Sistema Tierra resultaría condenado a no ser ya el mismo. Lo que quedaría por determinar, a efectos prácticos, es el timing.
En dinámica de sistemas esto es elemental, corresponde a las primeras clases, pero conviene explicarlo y justificarlo documentalmente sobre todo cuando constatamos la inexperiencia en este terreno de muchos climatólogos.
+2 °C serían (mucho) más de +2 °C
Hemos visto que, debido a la pulsión de crecimiento económico que exhiben los economistas de base neoclásica y su desprecio hacia las disciplinas limitadoras, los dos escenarios de referencia peores del IPCC, que nunca debieron establecerse como tales, no parecen factibles desde el punto de vista de las emisiones antropogénicas disponibles vía combustibles fósiles.
Pero examinar el sistema Tierra en términos de dinámica de sistemas complejos observamos que la eventual superación del umbral provoca que la temperatura siga aumentando, independientemente de las emisiones antropogénicas. Se advierte, aquí sí, el acierto del IPCC al hacer evolucionar los escenarios basados en trayectorias socioeconómicas por otros que incluyen el forzamiento radiativo en W/m2 como información de referencia.
Por tanto, cualquiera de los dos escenarios inferiores, que esos sí parecen fósilmente viables, bastarían para que el nivel de alarma fuera muy superior al que hoy en día alberga la población en general y aparentan conocer sus representantes en particular. Pues ya vamos sospechando no solo que el punto crítico global puede haber sido subestimado sino que la intensidad de las realimentaciones positivas del sistema climático puede ser “peor de lo que hasta ahora se creía”, expresión mediática estándar – y también académica – para referirse a los nuevos avances en las ciencias del clima y a la comparación entre predicciones y realidad presente.
En base a un importante paper de 2008 que más adelante detallaremos, y aún con las prudencias expresivas de rigor, nada menos que Forbes, la revista de los millonarios, tituló que ‘There Is A Real Risk That Earth’s Climate Could Run Out Of Control’[3] donde recogía correctamente el problema esencial:
“El problema es que +2 °C de calentamiento podrían no ser en absoluto seguros, pues calentar el planeta hasta ese nivel puede disparar realimentaciones positivas que produzcan todavía más calentamiento. De modo que si ponemos suficientes gases de efecto invernadero en la atmósfera como para calentar 2 °C, la Tierra puede alcanzar los 4°C sin necesidad de empuje nuestro adicional.”789
Y es que +2 °C no son +2 °C. Y si el punto crítico fuera, digamos, +1 °C, tampoco serían solo +1 °C. Esta es la cuestión crucial, decisiva. A partir de entonces, se decía en 2018, el runaway climate change. El cambio climático desbocado. Se habla de ello desde 1970790, y durante muchos años fue orillado por suponerlo muy improbable. En cuanto a las consecuencias, por encima de +2 °C el descontrol es tan grande que, con alguna dosis de imaginación podemos intentar averiguar cómo podría ser una Tierra a 3-4 °C, pero más allá de eso es muy difícil de anticipar y solo cabría especular. Nuestro marco mental habría quedado superado.
2. Puñetazo sobre la mesa
Hans Joachim Schellnhüber, a quien podríamos considerar, por su prestigio y condición, el James Hansen europeo[4] (aunque no parece haber sido objeto de las represalias que acecharon a este último)60, sostenía en agosto de 2018 la necesidad de la aparición de enfoques y voces distintas a los de la propia comunidad científica. Invitaba a un pensamiento out of the box en la medida en que reconocía las limitaciones epistemológicas expresadas, afirmando que estamos ya en tiempos de desenlace (end-game).
Schellnhüber apelaba a este tipo de iniciativas – de las que este blog pretende ser una modesta contribución – en la medida de que esas voces exteriores podrían tener una menor reticencia en anunciar ‘que viene el lobo’. Es más, concluye en el prólogo de un informe australiano titulado: The Understatement of Climate Existential Risk[5] que “desgraciadamente, el lobo podría estar ya en casa”:
“El pensamiento innovador es vital a la vista de los riesgos climáticos sin precedentes a los que la civilización humana se enfrenta actualmente … El cambio climático está llegando a su desenlace, y la humanidad debe elegir entre tomar medidas sin precedentes o asumir lo que ha sucedido, y soportar las consecuencias. Por tanto, es muy importante escuchar a voces no convencionales que entiendan estos problemas y estén más dispuestas a gritar ¡que viene el lobo! Aunque, desafortunadamente, es posible que el lobo esté ya en casa.”791 [énfasis añadido]
Y añade:
“El problema es la no linealidad … Si nos equivocamos en política, en economía, en psicología y en la propia ciencia, existe en este caso un gran riesgo de que acabemos con nuestra civilización. La especie humana sobrevivirá de alguna forma, pero habremos destruido casi todo lo construido durante los últimos dos mil años. Estoy bastante seguro … de que puede suceder muy pronto y con bastante rapidez.”792 [énfasis añadido]
It’s nonlinearity – stupid![6], titulaba el cronista que le entrevistó. Exacto. Son las realimentaciones positivas lo que provoca la no-linealidad, el auto-reforzamiento de la causa forzante, hasta el punto de provocar que la Tierra comience a emitir gases de efecto invernadero por sí misma y que no podamos hacer ya nada evitarlo. La progresiva saturación de los sumideros todavía existentes completa el trabajo.
Me consta además que, hará unos dos o tres años, la comunidad científica del clima dio una especie puñetazo sobre la mesa. Basta ya de medias tintas, de moderación epistemológica, de decir una cosa en privado y otra más suave en público o en la literatura. Vamos a decir las cosas como son, y punto. No todos lo hacen todavía, pero muchos de los trabajos mostrados en esta serie, publicados en los últimos años (y en el actual) por los climatólogos más sénior en las revistas de mayor impacto son, ciertamente, una muestra de ello. Aunque, según todos los indicios, han llegado tarde. Veamos.
3. El “peor de lo esperado” en los puntos críticos
“If we don’t solve the climate crisis, we can forget about the rest.” – Hans Joachim Schellnhuber, 2019793
Como hemos anunciado, un caso singularmente paradigmático de subestimación en el terreno climático, de lejos el más importante, de hecho el más clamoroso, ha tenido lugar en ocasión de la cuantificación de los puntos críticos a la hora de evaluar a qué temperatura media de la Tierra colapsarían los subsistemas, produciendo además una caída sucesiva de los demás en cascada.
Cuando todo esto fue establecido en 2008 los autores, liderados por Timothy Lenton, emplearon el método de expert elicitation y sus resultados fueron publicados en el paper seminal de PNAS ya citado794. Debemos recordar que se ha demostrado que este método de estimación produce resultados que tienden a la moderación, según señalamos hace algún tiempo en esta serie de textos. Pues efectivamente: el procedimiento fue repetido solo un año más tarde por otro grupo de investigación, alemán en este caso, que advirtió directamente que los resultados anteriores eran demasiado conservadores795.
La emergencia climática
Desde entonces, la ley del “peor de lo esperado” se ha venido cumpliendo de forma inexorable. A cada avance, a cada nueva publicación, si uno examina los estudios posteriores a 2008 relativos a los puntos críticos de cada uno de los subsistemas considerados observará que, con alguna oscilación prontamente corregida, van teniendo lugar a una temperatura, u otro parámetro de control, menor o más próximo en el tiempo que el afirmado con anterioridad. Es decir: el umbral de desestabilización se alcanza antes, a un incremento menor de la temperatura.
Hubo que esperar a finales de 2019 para que Nature publicara un gráfico de interacciones actualizado donde se incluía, por fin, la Antártida Oriental:
Esta imagen (fig. 10) corresponde ya a un nuevo estado de cosas tras el puñetazo. Un decisivo paper en Nature titulaba “Climate tipping points – too risky to bet against”, algo así como “no se le ocurra a usted creer que los PCs son cualquier cosa” (disculpe la ironía). Estaba firmado por siete de las principales lumbreras senior, entre ellas el propio Schellnhüber. Justificaron así el estado de emergencia climática:“Los políticos, los economistas e incluso algunos científicos naturales han estado creyendo que la superación de punto crítico del sistema de la Tierra … es poco probable, y que estos procesos no se comprenden bien. Sin embargo, existe evidencia cada vez mayor de que estos eventos podrían ser más probables de lo que se creía, causar un gran impacto, y que están además interconectados con distintos sistemas biofísicos, lo que podría conducir al mundo a cambios irreversibles a largo plazo … En nuestra opinión, la toma en consideración de los punto crítico ayuda a comprender por qué nos encontramos en una situación de emergencia climática.”796 [énfasis añadido]
Y es que desde siempre, también durante cerca de 10 años desde la formulación en PNAS 2008, el rebasamiento de los PCs, denominados discontinuidades de gran escala, fue considerado poco menos que imposible, algo así como un ejercicio teórico cuya ocurrencia no tendría lugar por debajo de un incremento de +3-5 °C. Situación a la que se prestó poca atención en tanto se daba por hecho que la humanidad iría a organizarse para impedirlo. Pues estamos a +1,2 °C y ya los estamos viendo en acción.
Tras constatar la evidencia de distintos subsistemas ya desestabilizados (hielo en el Ártico, Groenlandia, Antártida Occidental, probablemente la corriente termohalina y el horror de los océanos), los autores destacan la importancia crucial de que la biosfera vaya a emitir gases de efecto invernadero por sí misma. Lo hacen en el típico lenguaje prudente, y parece como si no estuviera ocurriendo ya:
«Además de socavar nuestros sistemas de soporte vital, los puntos críticos de la biosfera pueden desencadenar una emisión abrupta de carbono a la atmósfera.”797

Con esta imagen ilustraba el Bulletin of the Atomic Scientists el artículoem> Climate report understates threat
El artículo Climate report understates threat de 2018 mencionado426, y referido al que, se supone, es el informe del IPCC más realista (SR1.5), denunciaba que este organismo:
“… yerra al no advertir adecuadamente a los líderes acerca del cluster (combinación coordinada) de seis puntos críticos climáticos que pueden perfectamente ser superados entre la temperatura preindustrial y un incremento de +1,5 °C, sin contar con otros 12 puntos críticos que serían superados entre +1,5 °C y +2 °C”.
De modo que todo esto puede ocurrir antes de +1,5 ºC, límite desiderativo establecido en los Acuerdos de París.
Y prosiguen:
“Es muy probable que estos comodines [wildcards: se refiere a los puntos críticos de los subsistemas] empujen el sistema climático por encima de la capacidad humana de control … Si no cambiamos de rumbo en 2020 corremos el riesgo de perder la oportunidad de evitar un cambio climático desbocado, con consecuencias desastrosas.”798 [énfasis añadido]
Los mismos autores habían elaborado en 2017 un informe por ellos liderado, que acabó siendo firmado por un total de 33 climatólogos y prologado por el premio Nobel Paul Crutzen – el postulador del vocablo antropoceno – recientemente fallecido. Crutzen afirmaba que:
“El cambio climático se está convirtiendo en una amenaza existencial con un calentamiento de más de 2 °C en las próximas tres décadas y de 4 °C a 6 °C en las siguientes. Un calentamiento de tal magnitud expondrá al 75% de la población mundial a un estrés térmico mortal, además de alterar el clima y la meteorología en todo el mundo. El cambio climático es un problema urgente que requiere soluciones urgentes.”799 [énfasis añadido]
A pesar de esta advertencias, todavía el SR1.5 del IPCC 2018 era moderado precisamente con respecto a la activación de los puntos críticos, situando el incremento de temperatura activador en valores sensiblemente más elevados que los planteados en 2019 en el Bulletin.
“Se ha sugerido un calentamiento en el rango de +3 a +5 °C como umbral para varios puntos críticos de los sistemas físicos y geoquímicos; un calentamiento de aproximadamente 3 °C presenta una probabilidad de más del 40% de superar múltiples puntos críticos, mientras que un calentamiento cercano a +5 °C lo aumenta a casi un 90% en comparación con un calentamiento inicial de menos de 1,5 ° C, que presenta poco más de un 10% de probabilidades de superar cualquier punto crítico .”800
Veremos que, o tenemos muy mala suerte, o este 10% resulta moderado. Porque estas cosas iban a ser muy pronto peores de lo esperado. En solo dos años cambiaron a mucho peor, aunque ya entonces Paul Crutzen mostraba sus temores:
“A pesar de los mejores esfuerzos de los autores para mostrar la situación de forma comprensible y convincente, me preocupa mucho que la humanidad, en su conjunto, no sea lo suficientemente sabia como para adoptar las soluciones sencillas que aquí se exponen.”801
4. Puntos críticos de la biosfera
En esta serie hemos examinado resultados consecutivos a la dinámica del Ártico, Groenlandia y la Antártida Occidental. Por lo menos los dos últimos han superado ya sus puntos críticos respectivos. Veamos a continuación algunos otros, de tipo biológico, no considerados hasta aquí. En el próximo post veremos cuál parece ser, definitivamente, el punto crítico global, si este ha sido superado y cuándo.
Punto crítico de la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero
Ya describimos en esta serie como el valor de la concentración de gases de efecto invernadero considerado seguro había ido reculando con el paso de los años. Si bien el IPCC nunca ha señalado explícitamente un valor límite, de alguna forma lo fue sugiriendo desde el principio en base a los escenarios que planteaba. Fue pasando sigilosamente de 550 ppm a 450 ppm, y en el último informe general de 2013 no se atrevió a incluir las 350 ppm que James Hansen había establecido ya en 2008 como el “objetivo de la humanidad”, sin aclarar si se refería a CO2 equivalente o solo al CO2268. Como veremos en el próximo post, hoy tenemos muy serias dudas incluso con este valor, incluso si se refiriera al CO2 tout court.
Punto crítico del ciclo del carbono
Se sabía desde el principio que el sistema climático y el ciclo global del carbono están acoplados y se realimentan mutuamente, aunque la forma bottom-up de abordar el problema ha llevado a que, a pesar de su influencia decisiva, esta conexión, que actúa sobre regiones muy extensas y a largos períodos de tiempo (lazo lento), constituya una de las mayores fuentes de incertidumbre de la ciencia climática802.
Pero la modelización mediante dinámica de sistemas va abriéndose paso también en este terreno. Así, Daniel H. Rothman del Massachusetts Institute of Technology (ya ven, los ingenieros) ha modelado el ciclo del carbono mediante dinámica de sistemas y ha podido así confrontar la creencia anterior según la cual las perturbaciones a este ciclo dependían de la intensidad del forzamiento. Ha encontrado que el punto de forzamiento clave, el parámetro de control del ciclo del carbono, se encuentra precisamente en la absorción de CO2 por parte de los océanos, y que influjos de carbono elevados y rápidos, o débiles y lentos, siempre que superen un cierto umbral, provocan la desestabilización del ciclo de carbono global.
Le ruego, querido lector, que se dé cuenta de las letales implicaciones de la desestabilización del ciclo del carbono. Eso es extinción masiva, como así ha sido en el pasado. El autor, publicando en PNAS, previene acerca de que para que esta situación se produzca es necesario cruzar un umbral muy elevado, equivalente al de episodios de volcanismo masivo. Pero advierte:
«La duración desacostumbradamente intensa pero geológicamente breve de la absorción de CO2 antropogénico moderno por parte de los océanos es aproximadamente equivalente, en términos de su potencial para provocar una importante disrupción, a las perturbaciones relativamente débiles pero de mayor duración asociadas con el vulcanismo masivo del pasado geológico».803
Para intentar serenamos Rothman finaliza el paper con una salvedad [caveat], probablemente solicitada por los revisores. Pero tampoco nos tranquiliza mucho:
“Dado que [este] modelo del ciclo del carbono aplica solo a escalas de tiempo mayores que las de la mezcla oceánica [aproximadamente 1.000 años … no informa necesariamente de los fenómenos a escalas de tiempo inferiores. Sin embargo, si la adición de CO2 a los océanos no fuera amortiguada apreciablemente a escalas de tiempo inferiores … el razonamiento anteriormente esbozado seguiría siendo válido a escalas de tiempo más breves.”804 [énfasis añadido]
Ay Amazonas
Vimos que la deforestación de la selva amazónica es mucho peor de lo que se suponía, y también como Bolsonaro está provocando que la velocidad de destrozo crezca a cada día que pasa. Primero (PNAS 2008) se creía el punto crítico térmico de este subsistema se encontraba a un incremento de temperatura global de entre +3 y +4 °C, y que tardaría unos 50.000 años (!) en convertirse en sabana. Pero el Amazonas puede examinarse desde otros parámetros de control, como la humedad de los suelos (frecuencia de las sequías extremas)805, la cantidad de deforestación y el fuego. Además parece tener por lo menos un estado de equilibrio distinto al actual antes de su desaparición total806.
En términos de deforestación un modelo específico estableció en un paper de 2018 el punto crítico en alrededor del 40% de la superficie amazónica deforestada en corte raso, momento en que se hace muy evidente la reducción de la precipitación807. Pero los sénior creyeron, publicando en Science Advances, que este valor se sitúa en realidad entre el 20 y el 25%, lo que resulta muy aterrador cuando nos damos cuenta de que en 2019, cuando se publicó este anuncio, ya se había deforestado el 17% de toda la Amazonia, y el 20% en la zona brasileña808. Y cuando vemos, además, que existen motivos y fenómenos para sospechar que el sistema amazónico está ya presentando señales de anticipación hacia el nuevo estado de sabana a través de las intensas y desacostumbradas sequías de 2005, 2010 y 2015-2016, junto a las inundaciones extremas de 2009, 2012 y 2014809. La construcción en curso de la carretera BR-319 de Manaus a Porto Velho, pensada para poder seguir deforestando, podría significar la estocada final a esa querida selva tropical810, con todas sus consecuencias.
Estas estimaciones proceden de análisis que emplean modelos climático bottom-up estándar. Pero no me detendré más ahora en el Amazonas porque analizaremos este subsistema con mayor detalle en ocasión de un próximo post sobre el fuego. Baste señalar que Salvador Pueyo estableció en 2010, mediante la teoría de sistemas complejos y publicando en Ecology Letters, que las predicciones del IPCC a este respecto son muy moderadas y que, lejos de producirse un cambio gradual, el fuego, considerado débilmente en los modelos, va a producir una serie de transiciones críticas sucesivas mucho antes de lo esperado811.
Inversiones de sumidero a emisor
Ese ecocidio, ese asesinato masivo de seres vivos se llevará consigo el mantra de que el Amazonas es el pulmón del planeta (por cierto: afirmación incierta) y, en su agonía, habrá convertido el Amazonas en un intenso emisor de gases de efecto invernadero en lugar de constituir el sumidero que hasta ahora ha sido812. Estamos frente al fenómeno de inversión – de sumidero a emisor – que ya va teniendo lugar en distintos ecosistemas, por ejemplo en la biosfera europea813 o en las turberas814, así como a las demás selvas tropicales del Congo, Eurasia y Australia, consideradas estas últimos algo más resilientes que el Amazonas (ver capítulo sobre deforestación). Lo mismo aplica a los suelos de las selvas boreales, de los que se sospecha que en este caso ya se han invertido y son actualmente emisores netos de carbono815.
Si usted, querido lector, está esperando que le hable del permafrost, por favor espere un poco. Dejemos el permafrost por el momento, del que ya conocemos su condición de emisor neto de carbono pero que sacaremos a colación en la próxima entrada. Tomemos por ahora la biosfera global de la tierra emergida, que entre 1990 y 2017 ha absorbido alrededor del 30% de nuestras emisiones816. ¿Puede saturarse? Sí. ¿En qué momento la biosfera terrestre se habrá saturado de nuestras emisiones y pasará, vista en conjunto, a ser emisora neta de gases de efecto invernadero? punto crítico de gran importancia …
Empecemos por el Amazonas y las selvas africanas y después veremos el dato global. Hasta el año 2000 estuvieron ambas absorbiendo carbono debido al efecto de fertilización causado por el CO2 aumentado, que constituye un lazo de realimentación negativo. Pero desde entonces este efecto ha desaparecido. El abandono de la fertilización como lazo parcialmente compensatorio del cambio climático, que suponíamos temporal, es mucho más acusado en el Amazonas – donde se inició en los 1990s – que en la selva africana, donde comenzó alrededor de 2010. Estas conclusiones son el resultado de en un estudio de gran envergadura, con mediciones a largo plazo en 321 ubicaciones del Amazonas, que han dado lugar a distintas publicaciones en Nature entre 2015 y 2020 firmadas por un centenar de autores. Este imponente trabajo demuestra que, desde entonces, el aumento de la temperatura y las pertinaces sequías han provocado que los nuevos árboles sean ya de un tamaño menor, de forma que el promedio de su volumen está menguando.
La absorción de CO2 está pues menguando a su vez; tanto que, en la década de 2000, a diferencia de las expectativas de los modelos, la absorción de carbono por el Amazonas se había reducido ya en nada menos que un tercio817. Se estima que la reducción de nutrientes se añadirá muy pronto a este proceso. En cualquier caso el año pasado anunciaron que, en 2035 (!), el Amazonas se habrá saturado y abandonará, a partir de entonces, su función de sumidero de carbono, mientras que la saturación de selva africana llegará algo más tarde818.
Podemos leer:
“Dado que el sumidero de carbono del bosque tropical intacto está destinado a finalizar incluso antes de lo que predicen los modelos de vegetación más pesimistas … nuestros análisis sugieren que los impactos del cambio climático en los trópicos pueden volverse más severos de lo previsto..”819
Desde el pasado mes de enero tenemos una buena aproximación a este fenómeno de inversión en conjunto de la biosfera, ahora a nivel global – salvo océanos – que resulta consistente con lo anterior. Un paper en Science Advances de 2021 titulado How close are we to the temperature tipping point of the terrestrial biosphere?[7] nos muestra que, en el trimestre más cálido, el máximo térmico de la fotosíntesis global fue superado ya en la década pasada, y que el comportamiento exponencial de la respiración – el flujo de CO2 de las hojas hacia la atmósfera, una parte del cual es extraído de los suelos – llevaría a que la capacidad de absorción de la biosfera terrestre haya disminuido a la mitad ¡en 2040! El trabajo muestra además una cuestión de gran importancia: no hay (por lo menos hasta ahora) signos de aclimatación, es decir, de adaptación de las especies al nuevo clima820. Una dura muestra de que la velocidad del cambio climático en curso no permite a la biosfera llegar a tiempo de sobrevivir en términos de su esperable evolución adaptativa.Y cuidado porque, ya fuera de plazo, el próximo informe del IPCC previsto para el año en curso (probablemente) no tendrá en cuenta este trabajo, basado en una aplicación novedosa de la técnica termodinámica denominada macromolecular rate theory (MMRT)821, capaz de presentar transiciones críticas. Esta aplicación concreta no habría sido incorporada en los modelos, si bien en otras áreas si es empleada en los Earth System Models mediante la ecuación de Arrhenius, un caso particular aquí generalizado.
De no estar siendo deforestado a este ritmo infernal el Amazonas, como ha ocurrido en el pasado, podría ser mucho más resiliente a las variaciones climáticas y seguir absorbiendo cantidades significativas de carbono durante bastante más tiempo. Pero ello siempre que la temperatura media de la Tierra no superara los +2 ºC, la velocidad de aumento fuera moderada y las acciones de protección de las áreas prístinas tuvieran algún éxito. Todo ello a juzgar por un paper en Science 2020 firmado por 229 autores822.
Por tanto, no es solo que muchos de los ecosistemas del mundo están emitiendo ya gases de efecto invernadero de forma neta (el permafrost como paradigma), sino que los sumideros remanentes están absorbiendo cada vez menos823 y están próximos a la inversión. Misma consecuencia de ambos efectos: próxima aceleración de la concentración atmosférica, y aceleración consecutiva de la temperatura terrestre. Justo lo que llevamos observando, o sea midiendo, en los últimos seis años. Fenómeno que, me consta, también se está dando en los océanos de forma generalizada, aunque no tengo conocimiento de literatura formal al respecto.
7. ¿Cuándo se satura toda la biosfera terrestre?
Hay más puntos críticos, más vitales incluso. Un trabajo titulado The projected timing of abrupt ecological disruption from climate change[8] publicado en Nature en abril de 2020 quiso examinar cuándo empezaremos a ver una disrupción ecológica global de resultas, exclusivamente, del incremento de la temperatura. No incluye la deforestación.
Los autores muestran que algunos subsistemas locales, como el triángulo del Caribe y el triángulo de Coral entre Nueva Zelanda y Australia están ya colapsando. Señalan que en 2050 los colapsos se trasladarán a tierra firme, y que los primeros en caer serán ecosistemas terrestres icónicos como el Amazonas y las selvas tropicales indonesias y congoleñas824. Afirman:
“La característica más notable de la evolución de los ecosistemas locales es su brusquedad … En el escenario RCP 8.5 se prevé que, en promedio, el 71% de los tiempos de exposición de las especies locales para cualquier conjunto dado ocurren en una sola década … y la mayor brusquedad tiene lugar en los ecosistemas marinos (promedio del 89% de brusquedad).”825
La brusquedad generalizada tiene lugar porque el límite térmico de muchas especies es muy similar, sobre todo en los océanos.
Y prosiguen:
“Prevemos que la disrupción de los ecosistemas a consecuencia del cambio climático serán abruptas, porque dentro de cada comunidad la exposición de la mayoría de especies a condiciones climáticas que no corresponden a su nicho ecológico ocurre de forma casi simultánea … En un escenario de altas emisiones … estos eventos abruptos se inician antes de 2030 en los océanos tropicales, y se extienden a los bosques tropicales y a latitudes superiores alrededor de 2050 … Los niveles de riesgo son similares tanto en áreas protegidas como en las no protegidas.”826 [énfasis añadido]
6. ¿Podemos seguir emitiendo algo?
Démonos cuenta de que estas inversiones no solo tienen un efecto inmediato en la reducción de la absorción de CO2 por parte de la biosfera terrestre y, por tanto, en el aumento de la concentración atmosférica; a su vez provoca que la biosfera emita por si misma (dos tazas). Pero encontramos aquí un (pequeño) retardo: este segundo efecto tarda algo más en manifestarse, porque los árboles muertos tardan un cierto tiempo en descomponerse.
Ocurre entonces que, considerados todos estos efectos en conjunto, el denominado “presupuesto de carbono”, a saber, lo que (teóricamente) podríamos seguir emitiendo para tener alguna posibilidad, siquiera remota, de conseguir algún efecto algo, está esencialmente exhausto. Con esta información nos bastaría para entender la necesidad de parar mañana mismo, emisiones cero, y cruzar los dedos:
«Con las emisiones globales de CO2 todavía superiores a 40 Gt/año, el presupuesto remanente podría ser cero.”827
Si usted no está familiarizado con el estilo académico podría llegar pensar que, con tantos condicionales, todo esto tanto podría ocurrir como no ocurrir. Pero es su forma de expresarse, siempre prudente, un clásico. Lo emplean incluso fuera de la academia. Quieren así reflejar algo así como que “si todo lo anterior fuera cierto, y en las condiciones señaladas, entonces …” Pero dado que lo anterior hay que presumirlo cierto, máxime cuando nos estamos refiriendo a las publicaciones de mayor prestigio e impacto objetivo (Nature, Science, PNAS y derivados), y que las condiciones señaladas son las que están en curso (normalmente en términos de escenarios), lo que están diciendo es que ya es así o que va a ser así. Un ejercicio revelador al respecto consiste en cambiar la conjugación del verbo, y pasarlo al presente o al futuro según los casos. Verá como suena distinto.
Notas
[1] UNFCCC: United Nations Framework Convention on Climate Change (Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático)
[2] WBGU: Wissenschaftlicher Beirat der Bundesregierung Globale Umweltveränderungen (Consejo Asesor Científico del Gobierno Federal sobre Cambio Global)
[3 ]El riesgo de que perdamos el control del clima de la Tierra es real
[4] Fundador del prestigioso Potsdam Institute for Climate Impact Research, prolífico autor, asesor del gobierno alemán y del Papa Francisco
[5] La subestimación del riego existencial por causa del cambio climático
[6]¡ Es la no linealidad, estúpido!
[7]¿ Cuán cerca estamos del PC de la biosfera terrestre?
[8] El momento estimado de la disrupción ecológica súbita debida al cambio climático
Entrada anterior: Introducción
Próxima entrada: Más allá del punto crítico global
Un inquietante panorama, no hay duda. Y mucho más a la vista del escaso interés que los humanos parecemos tener en la búsqueda de alternativas al problema. Muchas gracias.
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Buenas tardes, Ferran!
Creo que la evolución de la concentración del CO2 en Mauna Loa es una confirmación que ese camino hacia el precipicio, que no tiene vuelta atrás, o que si la tiene requerirá unos esfuerzos sobrehumanos que no creo que seamos capaces de afrontarlos, ya lo hemos iniciado.
Te remito a las últimas observaciones de Mauna Loa, que sé que sigues puntualmente, como yo y que vengo recogiendo diariamente y procesándolos para visualizarlos gráficamente.
Ya me darás tu opinión,
Antonio Turiel me ha comentado que tal vez sean los combustibles fósiles que son de mucha pero calidad, y por lo tanto contaminan más.
Ojalá que fuese eso, y que aún no hayamos sobrepasado alguno de los puntos de inflexión de difícil o imposible vuelta atrás, como pueden ser el del deshielo del permafrost, que a todas luces está detrás de los incendios en Siberia,
¿Cuál es tu opinión?
Saludos, AMADEUS
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Ferran confieso que me siento nerviosa con lo que he leído, sinembargo creo que la consciencia puede ser nuestro aliado, desacelerar, ralentizar y unirnos como humanidad en pro de la Madre Tierra y de todos los seres vivos. Gracias por tu artículo.
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