Respondiendo al encargo a la comunidad científica originado por la comunidad política en el Acuerdo de París en el que las naciones se comprometieron a ‘mantener el aumento de temperatura muy por debajo de +2ºC sobre los niveles preindustriales y proseguir esfuerzos para limitar el incremento de temperatura a 1,5 ºC’, el IPCC respondió, en menos de tres años, con un relevante informe sobre los impactos de +1,5 ºC (comparados con los de +2 ºC) y las acciones necesarias para no superar esa cifra políticamente determinada. Este informe de carácter extraordinario, titulado escuetamente Global Warming of 1.5 °C (en adelante SR1.5), apareció a primeros de octubre de 2018 y me referí a él aquí.
Ciertamente, este informe sigue la tendencia conocida de presentar resultados peores que los de informes anteriores por lo menos, como hemos visto, en el decisivo ámbito de los impactos. Por tanto, aquello que habría que hacer para evitar que se produzcan es también más exigente.
Con todo, el informe SR1.5 no es tan moderado como los anteriores. El patrón de subestimación del riesgo sigue existiendo a lo largo del informe, como ahora veremos. Sin embargo, algunas de las expresiones que contiene dan a entender, leyendo entre líneas, que los redactores no han querido ser tan timoratos como en ocasiones anteriores. Así, escriben:
“Limitar el calentamiento a 1,5 °C requiere un cambio transformador sistémico… Un cambio de este tipo requiere una escalada y aceleración de la implementación de políticas de mitigación de largo alcance, multinivel y trans-sectorial, además de tener que superar distintas barreras[1]. Este cambio sistémico debería ir acompañado de acciones de adaptación complementarias, incluyendo adaptación transformativa, sobre todo para las trayectorias que rebasen temporalmente los 1.5°C.”(399)
Aun así, estas afirmaciones son moderadas. Nature respondió al informe en diciembre de 2018, dos meses después, con un artículo tipo comentario titulado ‘Global warming will happen faster than we think[2]’ firmado por tres autores de la Texas A&M University, la Universidad de California en San Diego y el think-tank no muy conservador Brookings Institution, respectivamente. En él se señalaban tres líneas de evidencia que apuntaban a una mayor velocidad en el incremento de temperatura que la indicada por el informe SR1.5(400). Por una parte, las emisiones siguen aumentando, lo que nos sitúa en una trayectoria contigua a la del caso peor del IPCC. De seguir esta tendencia, y todo apunta a que así va a ser si persistimos en el crecimiento económico, en los próximos 25 años el aumento de temperatura sería de 0,25-0,32 ºC por década(401).
La segunda línea de evidencia tiene que ver, según los autores, con las corrientes oceánicas. Por una parte se han detectado señales según las cuales el planeta se encamina, en función de la variabilidad de las corrientes del Pacífico(402), hacia una fase cálida que duraría unas 2 décadas[(403). Por otra, la desaceleración de la corriente termohalina disminuye la absorción de calor hacia el fondo oceánico de modo que queda más energía en la atmósfera aunque Europa se enfríe levemente. En efecto, un estudio de 2017, en función de la evolución de la corriente oceánica del Pacífico de período decenal, ya había calculado el período 2026-2031 como aquél en que se alcanzarán los +1,5 ºC(404). Claramente, mucho antes de lo esperado.
La tercera línea de evidencia es algo contraintuitiva, pero muy importante. Tiene que ver con el hecho de que los distintos gobiernos están reduciendo la contaminación atmosférica a un ritmo mayor que el anticipado(405). La contaminación que se reduce lo es principalmente en relación a las partículas de sulfuro que emiten como subproducto las centrales de generación de electricidad a base de carbón: con más motivo cuanto de peor calidad sea ese carbón. Las personas con protección que vemos en las conocidas imágenes de la atmósfera China se protegen precisamente de estos aerosoles.
Sabemos que estos aerosoles son reflectantes de la radiación solar, y efectúan una función de parasol que impide que la temperatura aumente todo lo que debería en función de las distintas concentraciones de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera en cada momento. Luego una disminución de estos aerosoles provoca casi inmediatamente un aumento de la temperatura. Resolvemos un problema agravando otro.
Pendientes de los aerosoles
La función de enmascaramiento y compensación térmica de estos aerosoles troposféricos es también uno de los valores que presenta más incertidumbre en nuestro conocimiento del sistema climático, incertidumbre poco reducible debido a la dificultad práctica de aislar los efectos de los distintos tipos de aerosoles(406). El valor que los autores consideran ahora más correcto es el de 0,7 ºC. Este es uno de los pocos valores que el IPCC ha mejorado con el tiempo, pues en el pasado se establecieron valores sensiblemente superiores, mayores de 2 ºC(407). Pero tras el último informe, ya en 2015, se (re)estableció un margen de 1,3 a 2,2 ºC de posible apantallamiento, por lo menos en el Ártico. Este resultado se obtiene en base a observaciones y no a modelos, lo que resulta realmente extraordinario(408).
Nótese la importancia de estos aerosoles de azufre, contaminación dura donde la haya y causa de la lluvia ácida de los 80 en Europa hasta que se obligó a la instalación de filtros en las centrales térmicas. Si mañana cerraran súbitamente todas las centrales de carbón, o todas ellas tuvieran filtros suficientes como para secuestrar la totalidad de esos aerosoles, se realizaría por completo el efecto de la presencia aumentada de gases de efecto invernadero en la atmósfera y, en menos de un par de semanas, la temperatura aumentaría bruscamente +0,7 ºC más según el IPCC, o 2,2 ºC más de creer en los últimos trabajos. Ello es debido a que el tiempo de residencia en la atmósfera de esas partículas es muy breve, pues los troposféricos caen al suelo al poco tiempo, mientras que el CO2 se mantiene durante siglos o milenios(409). Si no cierran tan súbitamente, o las emisiones de azufre disminuyen más lentamente, ese aumento de la temperatura que ellas bloquean tendrá lugar precisamente a ese ritmo de reducción.
En base a lo expuesto y el reforzamiento mutuo que esos tres factores se infligen entre sí, los autores concluyen que los +1,5 ºC se alcanzarán en 2030, y que existe una probabilidad no desdeñable del 10% de que ello tenga lugar en 2025. Los +2 ºC llegarían en 2045(410). Pero un estudio de 2017, en función de la evolución de la corriente oceánica del Pacífico de período decenal, calcula el período 2026-2031 como aquél en que se alcanzarán los +1,5 ºC(411). Desde luego mucho antes de lo esperado.
Si, 2030-2040. Esta es la conclusión también de un estudio de D. Burke y 5 personas más publicado en PNAS en 2018. Realizaron simulaciones sobre una diversidad de Earth System Models, los más completos y potentes. Observaron que en 2040 no sólo habremos abandonado las condiciones climáticas del Holoceno – los últimos 10.000 años – sino que habremos entrado en las del Plioceno(412), hace más de cinco millones de años, cuando la temperatura oscilaba entre +1.8 °C y +3.6 °C respecto a la preindustrial(413), y el nivel del mar unos 25 metros superior al actual(414) (si bien este fenómeno resultaría aquí mucho más lento, del orden de siglos o milenios). Esto en el mejor de los casos (escenario RCP4.5 de fuerte moderación), pues el escenario del caso peor RCP8.5, tan cercano al actual nos lleva, de proseguir sin mitigación, primero a las del Plioceno en 2030 y, a partir de 2050, se acelera hacia las del Eoceno, entre 33 y 55 millones de años atrás, cuando la temperatura media era hasta +14 ºC superior a la actual y el planeta no contenía hielo alguno(415).
Esta situación persistiría a lo largo de los escenarios de estabilización planteados(416). En estas condiciones está previsto que el 35% de la superficie total de la Tierra y el 55% de la población se encontraría sometida a temperaturas por encima del umbral de supervivencia durante más de 20 días al año(417).
En efecto, se suponía que para alcanzar significativamente este umbral era necesario que la temperatura media de la Tierra aumentara en +7ºC(418). Pero no. En 2100, incluso en escenarios de reducción drástica de emisiones ya se habrá superado una situación de peligro de muerte por calor durante más de 20 días allí donde habitare el 48% de la población, que sería del ~74% sin esa reducción. De hecho, actualmente ya es del 30%(419). Llegaremos a 2030 y estaremos superando los 1,5 ºC, nivel que nada nos asegura que se mantenga estable durante mucho tiempo antes de volver a efectuar un aumento brusco.
¿Cuán seguro es? La oficina meteorológica británica ha calculado y publicado en Geophysical Research Letters un paper firmado por 33 autores donde establece la probabilidad de rebasar los 1,5 ºC en los siguientes cinco años, para ellos entre 2017 y 2021 en ese momento. Encontraron una probabilidad del 38% y del 10%, según se considere un mes concreto o el promedio de todo un año(420). Aseguran que irán actualizando periódicamente este dato.
Aceleración en curso del aumento de temperatura
Hasta ahora, los modelos climáticos han sido capaces de anticipar con aproximación suficiente el incremento de la temperatura media de la Tierra(421). Pero parece que por poco tiempo, pues el mencionado paper ‘Global warming will happen faster than we think’ dirigido a la comunidad científica concluía así:
“El último informe del IPCC minimiza otro hecho alarmante: el calentamiento global se está acelerando.”(422)
Efectivamente, como muestra la figura a partir de los datos de temperatura de la NASA, puede considerarse que el aumento de temperatura se está ya acelerando. De hecho, la aceleración en el incremento de temperatura (y de otras variables) es lo matemáticamente esperable de un sistema con lazos de realimentación positivos. Ocurre simplemente que una curva exponencial es, al principio, muy aproximadamente lineal, lo que a menudo confunde con respecto al comportamiento real del sistema a medio y largo plazo.
Según James Hansen, la temperatura está aumentando ahora a razón de 0,25 ºC/década (en base a la década actual), un 33% más que los 0,18 ºC / década que fueron calculados en las tres décadas anteriores(423).
Ya en 2014 un artículo de Michael Mann en Scientific American señalaba 2036 como fecha más probable en que se alcanzarían los +2ºC, y eso era ya antes de lo esperado(424). Ahora, el comentario en Nature sitúa la superación de este aparente umbral a tiro de piedra.
Los senior objetan
Ah, pero si usted cree que el informe SR15 de octubre pasado era la palabra final, nada de eso. Uno de los equipos del IPCC que redactaron el capítulo 3 precisamente el de los impactos, acaban de publicar en Science que los impactos de 1,5 ºC son peores ¡que lo que creían hace un año!(425).
En octubre de 2018, solo tres días después del informe 1.5C, tres climatólogos de referencia (uno de ellos premio Nobel por su contribución a la detección del problema de la capa de ozono en los 70) publicaron, nada menos que en el Bulletin of the Atomic Scientists – todo un mensaje por sí mismo – un artículo titulado ‘Climate report understates threat’[3]. En él podemos leer:
“El informe, aciago como es, olvida un aspecto clave: las realimentaciones positivas y los tipping points – los comodines del sistema climático – pueden desequilibrar el sistema climático todavía más … Por decirlo claramente, existe un riesgo significativo de que los lazos de realimentación positivos empujen al planeta hacia un caos fuera del control humano.”(426)
Volveremos más adelante sobre estos tipping elements y sus tipping points, mostrando la moderación con la que han sido tradicionalmente considerados en las ciencias del clima.
Por su parte, los científicos sociales, que en no pocos aspectos llevan la delantera a las ciencias naturales, tienen claro que se van a superar de largo los 1,5 ºC. La publicación académica WIREs Climate Change, la más interdisciplinar de todas (WIRE: Wiley Interdisciplinary Reviews), dedica su número de enero 2020 a preguntarse si “es demasiado tarde” para no superar los +1,5ºC. Aparte de algún voluntarista probablemente poco informado, la mayoría de los autores tienen claro que no es ya políticamente posible, elucubran sobre “tarde para quién”, intentan redefinir los términos del debate y filosofan sobre la temporalidad(427). Su conclusión es que los 1,5 ºC se van a superar si o si dado que los costes de la acción son superiores a la capacidad de acción disponible y que moralmente nunca es tarde para hacer lo correcto, para el caso de que no se haya hecho antes.
Permítame el lector objetar esta conclusión si es que lo correcto es aquello que hubiera evitado llegar hasta aquí. Desde luego hay cosas que hay que seguir haciendo (asegurar la suficiencia alimentaria, invertir en renovables, etc.) pero tengamos presente que la medicina preventiva es una cosa, y la curativa o paliativa otra; no tienen por qué compartir los mismos instrumentos. Incluso, de forma general, aplicar medicina preventiva cuando ya se está enfermo puede ir en detrimento de la medicina paliativa, siquiera por competencia entre recursos finitos. Y que no van a ser lo mismo llevar a cabo acciones concretas mientras mantengamos la ilusión de control que aquellas que se estimen correctas una vez sea evidente que ya hemos perdido el control.
Convendría pues ir asumiendo la realidad, cruda como es, y replantearse muchas más cosas que sin duda alguna van a cuestionar seguir haciendo lo mismo que hasta ahora, aunque hoy un poco más verde.
Entretanto, hemos mostrado que la evolución de la temperatura a corto plazo va a ser mucho peor que la esperada, incluso por el último informe SR1.5 de 2018, considerado por algunos, como David Wallace-Wells, como el más realista y honesto.
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En cada uno de estos posts nos deja usted con menos argumentos que permitan a uno escapar del convencimiento de que nuestra extinción sucederá antes de lo esperado y será resultado de nuestro propio impacto sobre la biosfera. Quizás quede todavía la incógnita de si este proceso se desarrollará en un tiempo del orden de décadas, siglos o todavía malviviremos algun milenio más, algo que dependerá en gran medida de lo rápido que colapse nuestro metabolismo económico a razón, primero, del peak everything, y a continuación, y de forma creciente, de la disrupción climática. En cualquier caso parece que no es ninguna tontería, como usted sugiere, pensar si merece la pena continuar insistiendo en ciertas vías de acción o bien si va siendo hora de afrontar abiertamente eso que los médicos llaman -llamamos- “situación de últimos días”. Gracias por su duro trabajo.
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Ja tant sols queda intentar adaptar-se a viure en l’infern, o morir en l’intent: http://unhortalbalco.blogspot.com/2019/07/moduls-agroecologics-resilients-la.html
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