Entrada anterior: 3.1. La artificialidad de las versiones economicistas tipo Stern

El sistema climático se ha encontrado en equilibrio en los últimos 10.000 años, a partir del inicio de la agricultura
En la entrada anterior vimos algunos de los inconvenientes de los modelos integrados económico-climáticos y de los análisis coste-beneficio. En un intento de evitarlos se desarrolló la técnica de la ventana máxima tolerable (43).
La aplicación de esta técnica en la búsqueda de límites aceptables al cambio climático consiste en establecer definiciones normativas de barreras de seguridad que excluyan, por una parte, impactos físicos considerados intolerables y, por otra, consecuencias socioeconómicas consideradas asimismo intolerables en relación a las medidas de mitigación necesarias. Se trataría de analizar los sistemas implicados en estos procesos, con el fin de encontrar un espacio de estrategias políticas que fueran compatibles con estas restricciones (44). Por ejemplo, puede establecerse un tipping point como límite de impactos [ver: Entender la gravedad del cambio climático: 2. ¿Qué es el cambio climático ‘desbocado’? (Una introducción a los ‘tipping points’)] y un ritmo de reducción de las emisiones o del PIB que sea compatible con la estabilidad social, que fue estimado en el 5% (45).
Este método de la ventana máxima tolerable tiene la ventaja de que los juicios de valor no son implícitos, como en los casos anteriores, sino explícitos, y pueden ser sometidos a discusión para determinar, de entre el espacio de resultados, que constituye la ventana tolerable, cuál vaya a ser la estrategia elegida. Las pérdidas por un lado (por ejemplo, más incendios forestales) no son automática y opacamente compensadas por otro (por ejemplo, dinero), sino que la opción queda abierta (46). A partir de ahí, se retrocede la cadena causal para determinar el límite de emisiones, en función del tiempo, que impediría salirse de la ventana (47).
Esto puede funcionar sólo en la medida de que la ventana exista realmente. Es decir, siempre que, una vez aplicado todo el aparataje matemático subyacente al método, la resolución de las ecuaciones nos diga que tienen solución. El método fue ideado en Alemania a principios de los años 1990 como respuesta a los análisis coste-beneficio de los economistas, pero cuando todavía algunos creían (IPCC, por ejemplo) que era posible estabilizar la concentración de CO2 a 550 ppm sin grave daño. Se estimaba entonces realista una reducción del 1% anual de las emisiones para llegar a 2050 con una reducción cercana al 50%. Así, las reducciones de emisiones, de haberse iniciado hace 15 años, hubieran impuesto un ritmo menor de reorganización y esta ventana parecía dar lugar a caminos políticamente viables, si bien el método nada dice de cómo habría que reorganizar las instituciones internacionales para su consecución (48). Hoy, en cambio, la magnitud del esfuerzo para evitar la tragedia está mucho más cerca de la magnitud de la tragedia si no se realiza el esfuerzo. La reducción anual debe ser ya del 6%, para alcanzar una reducción del 90% en 2050 [ver ¿Qué es lo que, realmente, habría que hacer?].
Según el economista Richard Tol, alguien muy próximo al negacionismo[25] y que defiende un valor superior, el dato “+ 2 ºC” surgió espontáneamente en 1987 durante una cena a la ribera de un lago estadounidense en el marco de un congreso del mencionado Advisory Group on Greenhouse Gases (AGGG)[26] – un organismo precursor del IPCC – y fue hecho público en la sesión plenaria del día siguiente (49, 50). Sin embargo, la asunción de la cifra por parte de la Unión Europea está basada en un informe que el WBGU alemán (Wissenschaftlicher Beirat der Bundesregierung Globale Umweltveränderungen, o Consejo Asesor del Cambio Global) preparó en 1995 en ocasión del COP[27] 1, reunión conocida como la Conferencia de Berlín.
La intervención de Dios en los +2 ºC
Este origen, de carácter sólo aparentemente científico, parte de dos principios. Uno, el físico, reza, textualmente, conservar la Creación. Dos, el socioeconómico, hacerlo al mínimo coste, con el límite ya mencionado de una reducción máxima del 5% del PIB mundial. Así, se toma en consideración el margen en el que se ha movido la temperatura media de la Tierra en la Era Cuaternaria[28]: un mínimo de 10,4 ºC durante las edades de hielo y, se decía, un máximo de 16,1 ºC en el último interglacial. Nótese que, implícitamente, se declara que el Creador actuó en el día cero de esa Era, que debió empezar en lunes.
A partir de ahí el razonamiento que se hizo fue el siguiente. Superar estos límites sería inaceptable, pues la ruptura de los ecosistemas sería muy fuerte. Pero para empezar, y sin pedir permiso a quien corresponda, me eligiré un margen de 0,5 ºC no de seguridad, sino en el otro sentido[29], pues interpretaré el margen de incertidumbre en el sentido más laxo. De modo que la temperatura media de la Tierra no debe superar los 16,6 ºC (51).
Puesto que la temperatura, en 1995, era ya de 15,3 ºC, concluyeron que era posible permitirse 1,3 ºC más sin estropear los designios de Dios, objetivo de referencia. Si consideramos que, en 1995, la temperatura había ya aumentado 0,7 ºC respecto al período preindustrial, hip, hop, ¡2 ºC![30]. Resulta interesante darse cuenta de que un organismo de este tipo prefiera referirse a la preservación de la Creación en lugar de efectuar razonamientos de orden ético, de justicia intergeneracional o pudiendo darse cuenta simplemente, si no quiere llegar tan lejos, de lo diferentes que son los mundos incluso dentro del margen creacionista que plantean, y señalar que el tránsito de unos a otros no es precisamente suave sino que serían necesarias varias arcas de Noé para salvar sólo los muebles.
Resulta menos sorprendente que los organismos políticos lo hayan asumido sin crítica alguna.
Éste es pues el origen político-social del dato, cuya justificación en los distintos papers[31] científicos siempre queda enterrada, tal vez por pudor, en la letra pequeña de las referencias a trabajos anteriores. Si uno sigue la flecha hacia atrás no se llega a encontrar en ningún momento soporte bien establecido alguno que merezca tanta fama, salvo que consideremos al Creador del Cuaternario como informador solvente y encima, en un sacrílego acto de desconsideración, nos tomemos, buscando un punto focal desmovilizador, 5 décimas de margen.
Pero el tótem de los +2 ºC tuvo la virtud de conseguir el acuerdo de políticos crédulos con los razonamientos inversos de los economistas y creacionistas, tomándolos por estimaciones de las ciencias naturales. Contó también con el silencio de buena parte de la comunidad científica y se convirtió en punto focal incluso de premios Nobel, lo que no es poco (52) salvo que no quisieran asustar demasiado (nótese sin embargo que éstos huyen hábilmente de una declaración taxativa, y dicen simplemente «hay que establecer un objetivo, como los 2 ºC…»). No sé cuál debió ser la agencia de PR encargada de edulcorar el asunto para mejor penetración, pero estoy convencido de que la hubo y, en ese caso, convendrá usted conmigo en que su trabajo ha sido impecable.
A partir de ese momento, la comunidad científica comenzó a devanarse los sesos con los dos grados de la misma forma que lo había hecho con lo de la interferencia antropogénica peligrosa. La política le había resuelto un problema a la ciencia. ¿No querías saber qué cosa era la interferencia peligrosa? Pues ya lo tienes. Aparentemente, el cuerpo social había decidido que eran 2 ºC de más, Dios mediante. En comparación y en consecuencias, lo del déficit democrático de la Unión Europea es cosa de risa.
Ciencia y política
De modo que, en cuestión de cambio climático, se conozca o no la dinámica del sistema físico-biológico, todo el mundo tiene algo que decir pero raramente se dice con rigor. Vimos en ocasión de los debates acerca de la determinación del peligro aceptable una muestra paradigmática de que una cosa es la ciencia, definida en sentido estricto y, otra, la sociedad. La primera informa a la segunda, pero nunca puede llegar a determinarla. Sólo puede aspirar a señalarle insistentemente los límites que impone la realidad objetiva, y a advertirle del abanico de consecuencias de sus actos. Lo demás son juicios de valor, consideraciones éticas y decisiones sociales en las que la ciencia no entra. Es que no puede entrar y, cuando lo hace, deja de ser ciencia de verdad.
Pero cuando es la política, y no digamos la religión, la que se inmiscuye en la ciencia, los resultados pueden ser tanto o más devastadores. Más todavía cuando tiene la osadía de hablar en su nombre sobre cuestiones sobre las que ésta no se ha pronunciado. Da igual que sea por ignorancia, por inercia, por mala fe o por una combinación de estos atributos, pues el resultado es el mismo: distorsionar el camino de búsqueda de la verdad propio de la comunidad científica. Si esto ocurriera discutiendo la velocidad de algunos neutrinos podría simplemente retrasar este proceso sin mayor trascendencia. Pero frente a algo tan determinante para el futuro inmediato de la humanidad como los límites del cambio climático, actuar de esta forma supone transgredir la línea de la vergüenza para rozar la del delito.
Tengo para mí que esta situación sólo es posible en la medida en que el poder está constituido principalmente por personas formadas en las ciencias sociales (de fundamentación no axiomática) y, muy en particular, el hecho de que la economía ortodoxa sea considerada, contra toda evidencia, una ciencia. Pero éste será el tema de otra entrada en el futuro.
Total. Ni economistas ni políticos pueden aportar fundamentación seria alguna en relación a una cifra de incremento máximo de la temperatura convertida en un simple producto comunicativo que genera más inacción que otra cosa. Puesto que sólo llevamos poco menos de 1 ºC de incremento, y el público desconoce que la evolución de la respuesta de un sistema retroalimentado es exponencial (53) [ver: ¿Qué es un comportamiento exponencial de un sistema?], parecería que todavía queda tiempo, que nos queda mucho margen. Esta situación nos autoriza a albergar fuertes sospechas sobre si ha sido ésta precisamente la especificación de los clientes de las agencias de PR involucradas en este engaño masivo, metodología de la que son maestros.
Lo científico de verdad
Pero la comunidad científica, ciencias naturales, no ha asumido los 2 ºC como límite máximo tolerable salvo para trabajar con el dato para establecer qué trayectorias de emisiones permitirían no superar este valor y señalar cuáles serían los riegos en caso de alcanzarse o, simplemente, aproximarse a él. Voces de la mayor solvencia hace años que vienen advirtiendo de que este objetivo es una receta para la catástrofe. Habla James Hansen (NASA, 2011):
“La sugerencia de que un calentamiento global de 2°C puede ser un objetivo seguro es extremadamente insensata en base a la crítica evidencia científica acumulada en las últimas tres décadas. Un calentamiento global de esta magnitud pondría a la Tierra en el camino hacia unas condiciones similares a las del Plioceno, es decir, un mundo muy distinto marcado por disrupciones masivas y continuas tanto en la sociedad como en los ecosistemas. Sería un mundo en el que las especies y los ecosistemas del mundo no tendrían experiencia evolutiva reciente, con consecuencias y disrupciones de los servicios de los ecosistemas que actualmente mantienen a las comunidades humanas. No hay argumentos creibles que puedan hace pensar que un cambio tan rápido pueda no producir circunstancias catastróficas para el bienestar humano.” [énfasis añadido] (54)
Recordemos que James Hansen es considerado por la National Academy of Sciences de los Estados Unidos como el mejor climatólogo del mundo. Este texto es de 2011, pero desde 2005, ya lo iba advirtiendo:
“El escenario de 2 ºC no puede ser recomendado como un objetivo responsable, pues es casi seguro que nos llevaría mucho más allá de la interferencia antropogénica peligrosa en el sistema climático.” (55)
No solo la NASA, sino otros muchos trabajos (19, 56) venían ya advirtiendo, y siguen advirtiéndonos, de que 2 ºC es una barbaridad. Destacaré un texto del informe del congreso científico internacional de marzo de 2009 en Copenhague, donde se reunió la flor y nata de la climatología poco antes de la conferencia política de noviembre:
“Una barrera de seguridad de +2 ºC … es … inadecuada para evitar riesgos severos a muchos ecosistemas únicos amenazados y para evitar un amplio aumento de los riesgos asociados con fenómenos meteorológicos extremos … En suma, aunque un incremento de 2 ºC respecto a la era preindustrial sigue siendo el umbral más citado para evitar el cambio climático peligroso, acarrea sin embargo riesgos significativos de impactos dañinos para la sociedad y el medio ambiente.” (56)
De modo que en las próximas entradas de esta serie intentaremos averiguar qué impactos nos esperarían con 2 ºC de más respecto a la era preindustrial, cuál ha sido el proceso de la comunidad científica en su aproximación a un límite más acorde con la seguridad climática, qué significado tiene ese límite, en qué términos convendría medirlo de cara al público, y qué probabilidades tenemos de no rebasarlo.
Examinar referencias
Próximas entradas:
4. Impactos: cómo sería un mundo +2 ºC más caliente
5. Umbral de estabilidad del sistema climático, y el problema de control
6. Determinar el umbral de estabilidad «desde abajo»
7. Elección de la cifra objetivo
8. Viabilidad de la consecución del objetivo
9. Herramientas a disposición
10. Conclusiones
Notas
[25] Es el economista de referencia de Bjorn Lømborg
[26] El AGGG, grupo formado exclusivamente por científicos y establecido por la UNEP, la organización Meteorológica Mundial y el International Council of Scientific Unions), tuvo, a finales de los años 1980, la brutal osadía de salir de una conferencia en el pueblecito austríaco de Village con un manifiesto bajo el brazo y declarando a todos los vientos que había que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y planteando objetivos. Fue convenientemente neutralizado mediante la creación del IPCC, en el que los gobiernos pueden mantener cierto control de los mensajes. En este sentido se ha especulado con que la creación del IPCC fue una maniobra de George H.W. Bush para desactivar el problema, pero le salió mal
[27] COP: Conferencia de las Partes, encuentros sucesivos a la Conferencia de Río en cumplimiento de la Convención Marco sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (UNFCCC: United Nations Framework Convention on Climate Change).
[28] Implícitamente se declara que el Creador actuó en el día cero de esta Era
[29] Atrevimiento que, dado el fundamento religioso del razonamiento, debe de ser un auténtico sacrilegio.
[30] 16,6-15,3+0,7 = 2
[31] Artículos de investigación publicados en revistes académicas revisades por expertos del mismo campo
Hola Ferran,
¿Conocías a este artículo http://alderstone3.com/?page_id=433 de un tal Alder Stone Fuller? Mi hizo pensar en tí por su enfoque por la dinámica de sistemas.
…
Si una fábrica quiere diseñar un sistema de freno de trenes, lo hará teniendo en cuenta el peor de los casos: hay nieve, viento de espalda, mala visibilidad, retraso, los frenos están gastados, … y aún así el tren tiene que poder frenar a tiempo y tener 50 metros de sobra.
Aplicamos esos principios de casi exagerada precaución en escaleras, mecheros, centrales nucleares y miles de cosas más.
Pero cuando se trata de tomar un poco de precaución con nuestro único hábitat… «Nooo qué vaaa, seguro que no pasará naaada… No hace falta respetar a las recomendaciones de los científicos. Pondremos en un papel que haremos la mitad de lo que el más optimista entre los climatólogos nos pide. Luego, ejecutaremos la mitad de lo que pone en el papel, y por circunstancias imprevistas nos saldremos otros 30% de ese margen. Si solo estamos tratando con la viabilidad del planeta. Hay problemas más importantes, como la economía, por ejemplo.»
No sé cómo se puede comunicar efectivamente al público el hecho de que por muchas razones, la situación es peor de lo que creen. No, peor que eso.
(Vamos por encima del peor caso de escenarios de emisiones. Las consecuencias serán peores de lo que dicen los modelos por causa de los feedbacks pero también porque los modelos están hechos para dar resultados prudentes. SI consiguiéramos cumplir con los Kyotos, no bajarían las emsiones por los ‘loopholes’. Si consiguiéramos hacer bajar las emsiones de verdad, no sería suficiente porque el objetivo que hemos inventado es muy peligroso…)
Estos dos señores hacen un intento de explicarlo.
Parece una situación totalmente surrealista. ¿Por qué nacimos en esta pesadilla?
En fin, nosotros ya tenemos costumbre. A seguir luchando, que suicidarse tiene aún menos sentido…
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