“Afirmamos que el tiempo de intervención restante para evitar el vuelco podría haberse ya reducido a cero.»736
Recordemos que el efecto “Peor de lo esperado”, ese cuyas causas teóricas mostramos en la primera parte de esta serie y cuyos resultados hemos ido mostrando en distintas variables relacionadas con el clima, tiene lugar en todos aquellos ámbitos cuya influencia socioeconómica resulta ser significativa. Desde luego el cambio climático pero también, por ejemplo, en la biodiversidad, en la farmacología…
Y también, desde luego, en el terreno de la energía y de su disponibilidad. La propia Agencia Internacional de la Energía – organismo creado por distintos estados con el fin de garantizar la continuidad del suministro energético – es un ejemplo paradigmático de cómo las previsiones de disponibilidad, por lo menos de petróleo, son sistemáticamente “peores de lo esperado” desde casi siempre. O, como mínimo, desde el año 2000.
Así, Mikael Höök, del departamento de Sistemas Energéticos Globales de la universidad sueca de Uppsala, examinó hasta 2013 las proyecciones de disponibilidad que este organismo realiza anualmente, y confeccionó el siguiente gráfico (fig. 1):
Como se ve, a cada año que pasa las predicciones son peores. En 2013 la curva ya era básicamente plana, aunque quedaba todavía la carta del fracking por jugar, ahora ya agotada737.
Esto nos lleva a la pregunta esencial de si los peores escenarios del cambio climático son realistas, dado que consideran una cantidad enorme de emisiones hasta fin de siglo. Estos escenarios, diseñados en el IPCC por economistas neoclásicos (que para eso se constituyó el IPCC, para incluir a los economistas mainstream), cuentan con una disponibilidad de combustibles fósiles, si no infinita, por lo menos indefinida. Para ellos existe básicamente tanto petróleo como se desee: la que manda es la demanda. Y claro, siempre creciente, suponen que siempre querremos más, ADN esencial e irrenunciable de esos seres para quienes la máxima “más es mejor” es una ley de la naturaleza y condición irrenunciable de la definición de progreso que acríticamente asumen.
La respuesta a la pregunta planteada es mixta. Podemos asegurar confiablemente que no existen combustibles fósiles suficientes, extraíbles con una tasa de retorno energética superior a la unidad, como para realizar el forzamiento radiativo de 8.5 W/m2 que corresponde al business as usual presente en el escenario denominado RCP8.5[1]. Pero un forzamiento del clima de esta magnitud, que es lo que en definitiva cuenta, sigue siendo perfectamente verosímil, aunque su origen no vaya a ser todo fósil. No es inverosímil el forzamiento de 8.5 W/m2 que plantean – base de los resultados posteriores en términos de impactos – pero sí el hecho de que se llegue a él quemando combustibles fósiles. No los hay, energéticamente recuperables, en cantidad suficiente para ello. Por lo demás sabemos que, al ser todo peor de lo esperado, las consecuencias e impactos del cambio climático lo son a su vez. Me explico.
Dados los cuatro escenarios de referencia del IPCC, el hecho de saber ahora que las consecuencias e impactos son en realidad peores de lo que cada uno de ellos presente como resultado, nos autoriza lógicamente a sospechar que las consecuencias atribuidas al caso peor oficial (RCP8.5) podrían perfectamente corresponder a cualquier otro de los tres escenarios de menor forzamiento. Es prematuro aventurar a cuál de ellos, y prudente es esperar a ver como el próximo informe del IPCC, previsto para este año, decide abordar esta cuestión. En cualquier caso, y dado que las cosas no son solo peores de lo esperado, sino mucho peores – como ahora veremos – no cabe excluir que, incluso el escenario teóricamente más favorable, las consecuencias e impactos climáticos sean los más graves entre los descritos. De hecho hace ya lustros que, salvo por parte de los economistas crecentistas, liberales diversos, aceleracionistas extremos[2] y el Grupo de Trabajo III del IPCC, se tiene por cierto que los dos escenarios superiores del IPCC (RCP8.5 y RCP6.0) son inverosímiles tal como están ahora definidos.

Fig. 2. La concentración atmosférica de GEI, en CO2 equivalente, ha superado ya las 500 ppm. Imagen NOAA [ref: 765]
Ya en 2008 muchos físicos, esos profesionales que, según los economistas, no se enteran de como funciona el mundo[3], objetaron los escenarios del cuarto informe de 2007, aun cuando advirtieron que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera podría llegar tranquilamente a 550 ppm con los combustibles fósiles y que eso era ya sumamente peligroso (Fig. 2)738, cosa en la que insistieron algunos geógrafos ese mismo año739 [nota: hemos superado ya las 500 ppm en CO2 equivalente (fig. 2)740].
Distintos trabajos de 2009 y 2010 incidieron en el mismo punto, y el propio Michael Höök y otros dos autores ya adelantaron que los dos escenarios de mayores emisiones iban a dejar de ser válidos en algún momento del presente siglo, por lo que las proyecciones a final de siglo podrían no serlo741. Imploraban al IPCC que por lo menos incluyera expertos en recursos en su panel. Pero en ese terreno dominan los economistas neoclásicos, y el ruego no fue atendido. Así, el quinto informe de 2013 (AR5), aun cuando cambió la definición de los escenarios (y por tanto tenía una ocasión de oro para atender esas demandas), siguió aparentando que sus expertos creían que había combustibles fósiles para toda la eternidad. Otros742 distintos743,744 trabajos745 han ido insistiendo desde entonces en el mismo hecho, por ejemplo desde la Universidad del País Vasco y la de Valladolid trabajando746 en colaboración747, o desde la Universidad de Washington748.
Pero ¿por qué cualquier escenario puede dar lugar a las consecuencias más graves? ¿Por qué yo mismo he estado empleando esos resultados y otorgándoles verosimilitud? Porque la Tierra está ya emitiendo CO2 y metano por sí misma en algunos lugares del planeta, y el proceso es irreversible.
Es decir: algunos tipping points han sido ya rebasados (ver más adelante). Son irreversibles en la práctica y, su activación provoca un efecto dominó que conduce a que, sin remedio, el sistema Tierra se reorganice completamente y que su aspecto y habitabilidad esté condenada a desaparecer tal como hoy la conocemos.
¿Cuándo? Nuestra querida y maravillosa Gaia se encuentra ya en proceso de mutación. El proceso ya se ha iniciado, y puede ser muy rápido. De hecho, los cambios que se están produciendo no tienen parangón en cuanto a su velocidad de ocurrencia, que resulta ser nada menos que varios órdenes de magnitud superior a cualquier cambio climático producido en por lo menos los últimos 65 millones de años749 (fig. 3). La Tierra no será la misma a finales de este siglo, y los supervivientes de las generaciones actuales iremos percibiendo estos cambios de forma acelerada. De hecho ya comenzamos a notarlo, aunque todavía de forma indiciaria desde nuestra atalaya de nuevos ricos. Muchos otros pueblos del mundo, menos afortunados, lo están experimentando ya en carne propia.

Fig. 3. La velocidad actual de aumento de la temperatura es órdenes de magnitud superior a la del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, hace unos 56 millones de años [ref: 775]
Veremos en esta serie cómo la importancia, umbral de estabilidad y momento de activación los distintos TP de los subsistemas han sido, tradicionalmente, subestimados, y qué consecuencias tiene este hecho. Al final justificaré por qué creo que se ha superado un punto de no retorno que acelera el cambio climático. Pero antes, como introducción que el iniciado puede obviar, conviene repasar algunos conceptos para poder entender bien de qué estamos hablando.
[Para no repetirme y no hacer demasiado largo este texto le ruego examine esta entrada si desea profundizar un poco más en las características de los sistemas y de su dinámica.]
Breve recordatorio de las singularidades de la dinámica de sistemas
Como hemos insistido repetidamente en este blog, los modelos considerados por el IPCC no lo son basados en la metodología de la dinámica de sistemas, y son intrínsecamente incapaces de examinar algunos aspectos críticos. Se trata de un problema epistemológico. Los climatólogos, desde luego los primeros que se interesaron por el cambio climático, son por lo general físicos (de la atmósfera), y en estos estudios la dinámica de sistemas ha tenido tradicionalmente una consideración menor, desde luego incomparable al dominio que se le exige a cualquier estudiante de ingeniería, en particular si es electrónica, automática o teleco. El concepto resulta ser lejano a la mayoría de los físicos convencionales salvo aplicaciones muy localizadas, como en meteorología (atractor de Lorenz). Algunos climatólogos se han interesado por la metodología – pero en contadas ocasiones – si bien en el último decenio es detectable su asunción por parte, en general, de algunos climatólogos de primer nivel.
La perspectiva holística
La visión holística, propia del pensamiento sistémico, se suele contraponer a la versión reduccionista-mecanicista propia de las ciencias físicas y naturales pero, aun cuando aporta una visión de conjunto difícil de alcanzar – imposible en muchos casos – en el paradigma científico tradicional, esta afirmación no es exacta. El análisis de la dinámica de los sistemas, más o menos complejos, requiere de un cierto grado de reduccionismo y, evidentemente, emplea el mecanicismo como herramienta.
Simplificadamente, la diferencia entre estas dos formas de abordar un problema como el climático consiste en que el enfoque tradicional, propio de las ciencias físicas, examina los árboles al máximo detalle que le es posible, combina esos análisis e intenta determinar el comportamiento del conjunto con el tiempo. Mira de abajo hacia arriba (bottom-up), y los modelos (conjuntos de ecuaciones) que construye tienen en cuenta el mejor detalle disponible o significativo. En cambio, el enfoque holístico, propio de la ingeniería, se centra también en el bosque, los detalles de los árboles son relativamente secundarios y pueden ser incluso prescindibles en función del objetivo del modelo.
Para esta óptica holística, lo más relevante es la relación entre los componentes (que pueden a su vez ser subsistemas): como varían o responden los suelos del bosque, la atmósfera, el clima e incluso la dinámica del planeta entero y – si me apura – del sistema solar. Mira de arriba hacia abajo (top-down). Tiene en cuenta como primer criterio las influencias y causalidades mutuas (feedbacks: realimentaciones) entre los distintos componentes en que ha dividido el sistema, extrayendo información de su comportamiento de un modo que a la metodología bottom-up le resulta más difícil, y a menudo imposible, conocer. Lo importante es que los sistemas responden a leyes precisas, y que el bagaje matemático requerido para este tipo de análisis, además de ser endiabladamente complicado, es específico del método. Es la teoría de control.
Ningún ingeniero podría analizar, diseñar y controlar una red eléctrica, y garantizar su estabilidad, sin una visión holística basada en la dinámica de sistemas y en la denominada “transformada de Laplace”, una astucia matemática que permite anticipar el comportamiento de la red, examinar su robustez y prever cuáles son las condiciones que la desestabilizarían, con el fin de ingeniárselas para evitarlo. Lo mismo para una central eléctrica (por ejemplo nuclear), el tráfico de una ciudad, un proceso de fabricación automatizado (total o parcialmente) en la industria química, del papel, del acero, etc. también el análisis de la cinemática de las reacciones químicas, el control de la herramienta de una máquina, el de los frenos ABS, naturalmente toda la robótica y un larguísimo etcétera. Si los sistemas son digitales, por ejemplo en el caso del tráfico de Internet o simplemente sistemas electromecánicos controlados por procesadores, se emplea el equivalente discreto de la transformada de Laplace, a saber, la “transformada Z”. Es el campo de la teoría de control.
Clave: las realimentaciones positivas
Lo importante aquí es que este tipo de análisis permite conocer al sistema, cuáles son sus estados de equilibrio, su umbral de estabilidad, cómo se transita de un estado de equilibrio al siguiente detectando sus retardos y cuánto dura el proceso. Conviene saber que la presencia de un solo lazo de realimentación positiva (autorreforzamiento) va a desestabilizarlo y que, por muchos lazos negativos que haya, y que tienden a estabilizarlo, lo único que van a conseguir es retrasar el suceso durante un tiempo mayor o menor (a escala humana o no). Y que esta desestabilización tiene siempre un comportamiento exponencial, aunque pueda ser o bien amortiguado o bien convertirse en hiperexponencial en función de determinados componentes e interrelaciones. Todo esto, querido lector, son auténticas certezas matemáticas.
Sistemas complejos
La generalización de la metodología de la dinámica de sistemas a los sistemas complejos, típicamente los sistemas naturales, es algo más reciente. Tuvo lugar en la década de los 70 de la mano del químico belga de origen ruso Ilya Prigogine, que recibió el premio Nobel en 1977 por sus desarrollos matemáticos en base a la termodinámica fuera del equilibro y dando lugar a lo que fueron denominados estructuras disipativas (de energía)751. Pero si a este tipo de sistemas se le denomina complejos es porque es difícil o imposible conocer en detalle todos sus mecanismos. Este hecho conlleva una pérdida de predictibilidad y determinismo que, sin embargo, cumple algunas leyes matemáticas que a menudo son suficientes para comprender la dinámica: es el caos determinista, que no nos informa de qué sucederá exactamente (solo probabilidades) pero si nos puede informar de lo que no sucederá, de las situaciones imposibles, y sigue así permitiendo una cierta predictibilidad752.
Es en este tipo de sistemas que los conceptos de auto-organización y de transición de fase (cambio de estado) adquirieron relevancia y han sido aplicados a los ecosistemas753 (como el Sistema Tierra),. Transiciones que son en general abruptas, aunque ese concepto pueda aplicarse a escalas de tiempo humanas o geológicas754. Cuando un sistema entra en una dinámica de transición de fase, a todo lo que podemos aspirar es a atribuir determinadas probabilidades al espacio de situaciones futuras y a descartar situaciones imposibles. Los posibles futuros estados estables del sistema se denominan en este caso atractores.
Sistemas complejos adaptativos
El último eslabón de esta metodología corresponde al comportamiento de los sistemas complejos adaptativos, aquellos capaces de reorganizarse produciendo cambios en su estructura, con el fin de mantener su función (por ejemplo mantener la vida o mantenerse vivo).
Típicamente, los sistemas complejos son capaces de mantener cierto equilibrio homeostático. Por ejemplo, el sistema climático de la Tierra, frente a un cierto margen de variación en algún factor perturbador (concentración de CO2), procura una regulación de su temperatura media que permita el mantenimiento de la vida. Esto es lo que James Lovelock demostró y Lynn Margulis asumió755; pero en los 90, de la mano de Francisco Varela, ya se comprendió que los sistemas complejos adaptativos, como los seres vivos y la propia Gaia, son capaces también de autopoiesis, a saber, de (re)crearse a sí mismos. Somos seres autopoiéticos.
Hay otras dos características típicas de la visión holística que nos importan aquí. La primera es que, bajo determinadas condiciones, es posible anticipar un evento de transición de fase próximo a ocurrir. Dado que estas condiciones son bastante exigentes, los sistemas pueden tener un grado mayor o menor de anticipabilidad756 de sucesos potencialmente indeseables. La segunda es que los humanos estamos singularmente mal dotados para percibir las dinámicas sistémicas sin la ayuda de los análisis matemáticos a los que me he referido. Los sistemas tienen, a menudo, comportamientos de todo punto contraintuitivos, cosa que describí con cierto detalle aquí.
Una peligro de gran importancia consiste en sucumbir a la ilusión de control757. Dado que en los sistemas de ingeniería la teoría está desarrollada en grado sumo y su aplicación debe superar la prueba inmediata de la práctica, la confianza en el método es extrema. Así, la tentación de intentarlo con todo tipo de sistemas, incluidos los complejos y adaptativos puede llegar a ser contraproducente – caso de la geoingeniería.
Raramente funciona, porque en este punto aparecen “sorpresas”758. Porque la última característica de los sistemas que mencionaré es la existencia de propiedades emergentes y de dominios emergentes, situaciones que no son anticipables759. Estamos frente a una suerte de docta ignorancia760. Pero no entraré en más detalles por hoy.
Una forma alternativa y muy sugerente de analizar sistemas con muchos componentes (también vale para pocos) es mediante el análisis de redes, una metodología desarrollada a finales del pasado siglo761. Esta es una nueva manera y más profunda de examinar las interrelaciones entre los distintos componentes o subsistemas, que descubre unas leyes sorprendentes, como la independencia de la escala. Lo que nos importa aquí es la estabilidad de una red (la del sistema climático y sus subsistemas), y lo que nos muestra esta metodología matemática, entre otras cosas, es de qué forma se propaga la inestabilidad a lo largo de la red como respuesta a una perturbación. Por ejemplo, qué les ocurre (y qué no les ocurre) a los demás subcomponentes, y qué le ocurre al conjunto, cuando un subsistema pierde su estabilidad por cualquier motivo. Superado cierto punto crítico (criticidad)762 tiene lugar un efecto dominó, de tal forma que se van desestabilizado algunos o todos los componentes en cascada, lo que conlleva la reorganización y reestructuración de toda la red manteniendo, o no, la funcionalidad anterior. La tarea de ingeniería consistiría en proteger los componentes más sensibles y aislarlos a tiempo en caso de fallo. Es de gran interés en muchos campos, no solo el climático. Uno de ellos es la epidemiología763.
1. Definiciones
La tríada subsistemas con sus interrelaciones, los tipping points y sus valores de activación (valores establecidos en muchos casos en términos de temperatura, pero no solo) son los tres gráficos más definitorios del sistema climático de la Tierra y de su dinámica.
[Para al lector que quiera profundizar remito a una entrada de este blog de 2010 titulada: “Entender la gravedad del cambio climático: 2. ¿Qué es el cambio climático ‘desbocado’? (Una introducción a los ‘TPs’)” (una de las más visitadas) y sucesivas, donde se describení los TPs y su importancia determinante en el sistema climático. Lo que sigue es un resumen.]
1.1. Subsistemas: componentes del sistema climático de relevancia política
Definir lo que en inglés se ha venido en llamar tipping element es sencillo. Son aquellos macro-subsistemas del sistema Tierra singularmente vulnerables – capaces de desestabilizarse frente a una perturbación previsible – y cuya desestabilización tendría un impacto de relevancia política significativa. Aquí les llamaremos subsistemas.
La figura muestra cómo fueron definidos formalmente en 2008, en un paper[4] seminal liderado por el británico Timothy Lenton aparecido en una de las publicaciones científicas de mayor impacto: Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)764. Esta definición se mantiene hoy en día salvo algún añadido no menor, como la Antártida Oriental aquí ausente (Fig. 4):

Fig. 4. Subsistemas del sistema climático de la Tierra de especial vulnerabilidad o significación en su primera definición de 2008 [ref: 764]
Interrelaciones
Pero todos estos subsistemas no están aislados entre sí, como pretendería un reduccionista recalcitrante. De hecho están conectados. Se influyen mutuamente, de modo que cualquier alteración en uno de ellos afecta a otro, o a otros. Y así sucesivamente. Es la visión sistémica, el pensamiento sistémico, el systems thinking, que es a su vez posible aplicar a cada elemento por separado pero que obliga a contemplar también la dinámica del conjunto. Con más motivo cuando se produce la superación de algún TP, iniciador de un cambio de estado.
Al poco tiempo de publicarse el paper de PNAS 2008, Elmar Kriegler y sus colaboradores publicaron en la misma revista un gráfico con las posibles interrelaciones entre los distintos subsistemas:
1.1. Tipping points
Un tipping point se refiere al valor umbral de una variable, externa o interna, de un subsistema (de cualquier sistema en general, vale también para el conjunto), cuyo rebasamiento lo desestabiliza y genera una transición de fase, cambiándolo de estado y llevándolo a un nuevo equilibro en un tiempo mayor o menor. Puede no alterar necesariamente su estructura (aunque lo normal es que lo haga, desde luego en los sistemas complejos como el climático y sus subsistemas), pero las variables de estado han cambiado de valor.
Se trata del denominado parámetro de control, pues si pudiéramos manejar esa variable a voluntad podríamos tener, dentro de ciertos márgenes, control sobre el estado del sistema o subsistema en cuestión.
Démonos cuenta de que la superación de este umbral, aquello que lleva indefectiblemente a un cambio de estado del sistema, no tiene por qué presentar señal visible alguna, ni tan solo detectable. Uno puede vivir cierto tiempo sin enterarse de que va a pasar algo grave, definitivo. A este respecto ha tenido cierto éxito el símil del Titanic que un día describí en ocasión de mostrar las dificultades que tenemos los humanos para percibir los comportamientos sistémicos:
“El Titanic ya estaba técnicamente hundido algo antes de que nadie viera el iceberg e intentara, infructuosamente, bordearlo. Dada su posición y velocidad, su masa, su capacidad máxima de frenado, su radio máximo de giro, la resistencia mecánica de los laterales, la configuración interna del buque, etc., hubo un momento en que ya era imposible evitar el hundimiento, mientras pasaje y tripulación seguían de fiesta. Ése es el TP auténtico, el punto a partir del cual la vida propia del sistema convierte en inútil la mejor estrategia de los gestores más lúcidos. El sistema había dejado de ser controlable antes de avistar el iceberg, por lo menos en aras de la finalidad mínima deseada, como era mantenerlo a flote.”767
Eso es un verdadero TP. Un momento en el que ya nada se puede hacer salvo procurar salvar el máximo número de vidas posible[5]. Momento en el que dedicarse a resituar las sillas de cubierta o tocar el violín son ocasiones, vidas perdidas.
Definir TP con rigor en el terreno climatológico tiene cierta enjundia, dado que en su momento la comunidad científica del clima alteró el criterio que tradicionalmente ha tenido en ingeniería en términos de umbral de estabilidad. Puede verse una discusión al respecto aquí.
Nosotros adoptaremos la última definición del IPCC de 2019, que nos sirve a efectos prácticos:
“Un tipping point es un nivel de cambio en las propiedades de un sistema más allá del cual se reorganiza, a menudo de manera abrupta, y no regresa al estado inicial incluso si los impulsores del cambio han disminuido. Para el sistema climático se refiere a un umbral crítico más allá del cual el clima global o regional cambia de un estado estable a otro estado estable. Los TP también se utilizan cuando se hace referencia al impacto: el término puede implicar que se está (a punto de) producir un impacto en un sistema natural o humano.”768
Y lo que es verdaderamente difícil es encontrar una traducción apropiada al español del término tipping point. Se ha propuesto puntos de cambio, puntos de vuelco, puntos críticos, puntos cruciales[6]… Aquí adoptaremos puntos críticos (a menudo PC). Y podemos perfectamente emplear el término subsistema para cualquier tipping element, cosa que haremos a partir de este momento.
En todo caso lo importante aquí, lo verdaderamente crítico, es que, una vez se ha superado un TP, el problema ya no se resuelve reduciendo las emisiones. Si bien la reducción de emisiones seguiría teniendo sentido para intentar retrasar los peores efectos, si llegáramos a la conclusión de que algún TP ha sido superado, sería necesario reconsiderar profundamente la estrategia.
1.2. Valor de activación de los TPs
El paper de PNAS 2008 contenía además una tabla en la que, para cada subsistema, se establecía cuál es el parámetro de control, recordemos, cuál es el parámetro cuya variación puede rebasar el umbral que inicia la desestabilización y el valor estimado de ese parámetro, es decir, el TP de cada uno de los subsistemas. En la mayoría de los casos se adopta la temperatura media de la Tierra como parámetro de control, pero no en todos los casos es así. El trabajo también estimaba si el cambio de estado se produciría de forma abrupta o gradual – en términos humanos – y los posibles impactos derivados de la desestabilización de ese subsistema (Fig. 6).
Tres años después, ya en 2011, el propio Timothy Lenton estableció una matriz de riesgo relacionando la verosimilitud de la superación de cada TP y estimando el impacto de cada una de esas pérdidas de estabilidad. Lenton trataba además de determinar si existe algún parámetro crítico que nos pudiera avisar anticipadamente de la inminencia de esa superación. En las conclusiones podemos leer:
“1) Distintos subcomponentes del sistema climático podrían desestabilizarse en este siglo debido al forzamiento antropogénico; 2) Groenlandia y la Antártida occidental son, probablemente, los subsistemas de mayor riesgo; 3) En principio es posible anticipar algunos TP, pero se carece de una resolución suficientemente alta y de mediciones de plazo largo … 5) Es necesaria una mejor comprensión de los fenómenos para poder ayudar a los responsables de la formulación de políticas a «evitar lo inmanejable y gestionar lo inevitable».”769 [énfasis añadido]
Presentó ahí el siguiente gráfico (fig. 7)770:

Fig. 7. Matriz de riesgo que estima la probabilidad de superación de cada TP y su impacto [ref: 769]
Pero en el gráfico que sigue (fig. 8), con el que algunos climatólogos quisieron en 2016 afirmar las bondades de los límites de temperatura establecidos en el Acuerdo de París, nótese como, por ejemplo, ni tan solo Groenlandia estaría hoy en zona ámbar. Solo los glaciares alpinos y los arrecifes de coral parecen amenazados. El límite inferior del peligro fue situado en +3 ºC771. Y véase también cómo se consideró hace solo cinco años que el permafrost no corría demasiado peligro hasta que el incremento de la temperatura no alcanzara los 6-8 °C. Volveremos sobre ello.
1.3. Momento de activación
En términos de escala temporal el momento en que se superaría cada TP, denominado momento de activación, y la estimación del tiempo que tardaría cada subsistema en alcanzar un nuevo equilibrio (o, simplemente, desaparecer) fue objeto de estudio conjunto por parte del numeroso grupo de investigación denominado PALÆOSENS, que se basaba en el examen de la historia del sistema climático hasta hoy, la denominada paleoclimatología. En este proyecto, que combinaba modelos y observaciones, participaron 35 personas de muchos países, y sus resultados fueron publicados en Nature en 2012772. El resultado fue una combinación de tiempos de activación a distintos grados de incertidumbre en inicio y longitud, en escala logarítmica (fig. 9).

Fig. 9.- Escalas temporales de activación de cada uno de los lazos de realimentación del sistema climatico. Se incluyen también los lazos negativos, aquellos que tienden a estabilizar el sistema o, al menos a retrasar su proceso de desestabilización [ref: 797].
En este gráfico podemos distinguir los lazos positivos rápidos, a saber, los constituidos por la nubosidad, el vapor de agua, el gradiente adiabático de la atmósfera (lapse rate) y el albedo (snow/sea ice), los negativos rápidos (absorción de calor y de CO2 por la capa superficial de los océanos). Entre los más lentos encontramos el negativo de la meteorización (weathering, o conversión del CO2 atmosférico en carbonatos sólidos), la tectónica de placas y la evolución de la vegetación, esta última de signo indefinido que, suponían, no cambiaría hasta dentro de millones de años. A no desdeñar los más, en principio, deseables, como el reverdecimiento del Sáhara.
2. Missing feedbacks: los olvidos del IPCC
Sabemos ya que los trabajos que considera el IPCC para la realización de sus informes están basados en modelos bottom-up, los de la familia CMIPn (n: generación, que se renueva a cada informe general; ya vamos por la sexta). Sabemos también que no se incluyen conceptos que no son todavía bien comprendidos: recordemos que cada informe se encuentra al límite del avance del proceso científico hasta el día del cierre de admisión de trabajos, normalmente un año antes de la fecha prevista de emisión. Entre estos conceptos que ha costado comprender se encuentran distintos lazos de realimentación, singularmente los de dinámica lenta.
De hecho, salvo alguna excepción, estos modelos contienen solo los lazos de dinámica rápida, que lógicamente son los mejor comprendidos tanto en sus ecuaciones básicas como en la validación que han podido experimentar en la medida que se van manifestando. Entre los lazos rápidos de tipo radiativo se incluyen el vapor de agua, el albedo del hielo marino, el gradiente adiabático de la atmósfera[7] y la nubosidad. Y entre los de tipo biológico se incluye también el ciclo del carbono, aunque este proceso tardó bastante tiempo en ser asumido y el AR5 no incluía todavía muchos procesos críticos, según reconocía el propio informe:
“En general [los modelos del ciclo del carbono] se encuentran todavía en sus etapas iniciales en cuanto a la consideración de los cambios en la cubierta terrestre, los cambios en los usos del suelo y las cuestiones forestales.”773
Otros efectos tienen también influencia en el sistema climático de la Tierra, pero su consideración es o bien mucho menor, o bien más lejana en su momento de activación y/o manifestación y son apenas considerados. Entre los radiativos encontramos 1) los aerosoles no antropogénicos774; 2) las variaciones del albedo terrestre derivadas, por ejemplo, de los cambios en los usos en el suelo o consecutivas a, por ejemplo, las transformaciones de bosques (oscuros) a sabana (más clara) – lo que constituiría en este caso un lazo negativo; 3) las variaciones del albedo de la criosfera debidos a distintas combustiones, pues su oscurecimiento conlleva un derretimiento mucho más veloz775. Este efecto es muy notable particularmente en Groenlandia, hasta el punto de constituir el efecto dominante en verano776.
Pero la mayoría de los lazos lentos o no bien comprendidos son, típicamente, de tipo biológico. Por ejemplo: 1) el debilitamiento de los sumideros de carbono, tanto terrestres777 como oceánicos778: la denominada fracción aérea, a saber, cuánto carbono de origen antropogénico permanece en la atmósfera sin ser absorbido779; 2) el comportamiento biológico de los suelos780 o de los océanos781, cuyo calentamiento incrementa la respiración microbiana emitiendo CO2; 3) los hidratos de metano marinos782; 4) la progresiva desecación del Amazonas y de las selvas boreales783.
Y, sí, el auténtico elefante en la habitación: el permafrost. Desde 2013 este lazo se incluye pero, como hemos visto, de forma todavía tímida e insuficiente. Aunque su influencia en el sistema climático, como veremos pronto, se está revelando como la más decisiva.
Notas
[1] RCP: Representative Concentration Pathway
[2] Donna Haraway, Steven Pinker, Ken Wilber, Michael Shellenberger, Michael Zimmerman, Buckminster Fuller, etc.
[3] ¡Lo que mueve el mundo es la pasta, la competencia y la voluntad! No la energía
[4] Paper: trabajo de investigación publicado en una revista cuyos contenidos son objeto de revisiones por otros expertos del mismo campo
[5]Por cierto que algunos ingenieros afirmaron en su día que el Titanic podría no haberse hundido de haber chocado frontalmente con la masa de hielo. Atención a la metáfora
[6] Como punto crucial fue traducido el título de un libro del “pensador sistémico” Fritjof Capra “The tipping point”
[7] Gradiente adiabático: variación de temperatura que experimentan las masas de aire al moverse verticalmente
Próxima entrada:
Peor de lo esperado: TPs superados, y Gaia en peligro (2): El punto crítico global
magnífico e ilustrativo artículo, como siempre.
Esperando con impaciencia la continuación….
Un abrazo, Ferràn
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Muy bueno! Aurrera (adelante) con la serie..!
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Planifiquemos como nos organizamos socialmente y disenhamos máximos cuidados del Bien Comun en la em Casa Comum?
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