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Usted no se lo cree

Divulgación científica y comunicación sobre cambio climático y escasez energética: una visión multidisciplinar

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Peor de lo esperado: puntos críticos superados, y Gaia en peligro (6): Permafrost para casi siempre

12/04/2021 por Ferran Puig Vilar

«The ultimate climate emergency is a runaway greenhouse.”[1] – Colin Goldblatt, Andrew J. Watson931

[Me siento incómodo con la denominación inglesa tipping point y su acrónimo TP. Así que a partir de hoy, tras algunas consultas, les llamaré puntos críticos. Creo que es lo más pragmático. Lo he corregido en los últimos capítulos de esta serie. Lo importante aquí es darse cuenta de que cambiar de estado es sinónimo de colapso, independientemente de la velocidad a la que éste vaya a tener lugar. También he corregido la numeración de las referencias, donde había un baile que se venía arrastrando desde hace algunas entradas].

Índice de la serie general

Permafrost tipo Yedoma, con gran contenido de carbono

Ya señalamos en la primera parte de este capítulo sobre puntos críticos que en la esquina acechaban sorpresas. Hoy tenemos algunas de gran calado. Además usted, probablemente, estaba esperando que le hablara del permafrost, y ha llegado el momento. Por favor, abróchese el cinturón de seguridad.

Examinamos con alguna profundidad el peligro del permafrost hace relativamente poco aquí. Remito además al lector a un texto de 2010 sobre su importancia, entrada que resulta ser la segunda más visitada de las casi 300 que contiene este blog. Allí señalé que el verdadero peligro residía en el permafrost. Hoy tenemos novedades significativas al respecto.

Como sabemos el permafrost emite CO2 y también metano. Este último se presenta a veces, en ciertos foros algo frikis, como el problema principal, el que nos puede dar una sorpresa mayúscula en cualquier momento en forma de bomba. Pero el metano, siendo importante, no es a mi parecer el peligro principal, por lo menos respecto al permafrost terrestre. Por lo demás se ha observado que este metano, por lo menos hasta ahora, procede mucho más de fotosíntesis reciente que de permafrost antiguo932.

Pero vayamos por partes.

Aunque esto no significa que haya que despreciarlo, pues las emisiones de origen fósil son, ya lo sabemos, peor de lo esperado. Además ciertas digresiones apuntadas por quienes no cesan de insistir en la geoingeniería no gozan de soporte científico suficiente933. No atisbo “bomba de metano” en la esquina de ningún tipo934, salvo terremoto mayor en la falla del Ártico – donde, por cierto, acaban de instalarse sismógrafos específicos935. Conviene tener además en cuenta que, en los dos últimos interglaciales, la progresiva fusión de los hielos sí fue dando lugar a notables emisiones de metano de las profundidades marinas del Ártico – donde se encuentra almacenado en forma de hidratos – y que este fenómeno comienza a observarse ya936. De hecho no hacen falta bombas, pues ya sabemos del carácter silencioso de algunos fenómenos críticos. De modo que no hay que dejar de estar atentos al metano, siquiera mirándolo de reojo, pues las emisiones de metano de los sistemas acuáticos, sobre los que estamos ejerciendo un presión creciente, han sido hasta ahora subestimadas y resultan ser bastante peores de lo esperado937.

Vayamos al permafrost terrestre en su conjunto.

Para empezar, preguntémonos una vez más: ¿por qué es todavía moderado el informe del IPCC sobre +1,5 °C (SR15 de 2018), considerado el más confiable de todos los emitidos hasta hoy (junto al de océanos y el de tierra emergida, ambos de 2019)? Pues porque sigue infravalorando algunos lazos de realimentación, entre ellos el del permafrost.

¿Cómo es posible que a estas alturas todavía no se haya incluido este lazo? Bueno, en el SR15 sí se incluye. Pero su efecto resulta estar constreñido, y así la realidad será peor de lo esperado. Esto es debido a que la realimentación se considera simplemente proporcional al incremento de temperatura global, y no una función más elaborada, probablemente no lineal cuando se mira a medio plazo y a incrementos más elevados. Esta limitación se mantiene porque los modelos considerados en el informe SR15 son los mismos que los empleados en el AR5 de 2013 (la familia CMIP5[1]. Veamos cómo lo expresan algunos climatólogos relevantes.

Por ejemplo Will Steffen, uno de los climatólogos sénior más jóvenes, en su día director ejecutivo del International Geosphere-Biosphere Programme y autor principal del paper Trajectories of the Earth System in the Anthropocene846 que ya conocemos, apunta:

«Creo que la aplicación del marco de evaluación del cambio climático determinista y lineal dominante es defectuoso (flawed), especialmente en los niveles más elevados de aumento de la temperatura.”938

Respecto al permafrost se ha visto que esto es así. Merritt R. Turetsky, una de los gurús del permafrost, insistió en 2020 sobre la defectuosa consideración de la intensidad de la realimentación positiva del permafrost, a propósito de los episodios de emisiones abruptas no considerados en los modelos:

“Estos cambios … apuntan a limitaciones relacionadas con el carácter lineal de la retroalimentación para la cuantificación de estos procesos … Creemos que las estimaciones de deshielo abrupto de primer orden aquí presentadas son válidas, pero probablemente conservadoras.”939

Este efecto podría estar ocurriendo ya, sin esperar a “los niveles más elevados de aumento de la temperatura”. Un equipo de 75 personas publicó en Nature, a finales de 2019, que el permafrost no solo se derrite en verano (cuando todo o parte del carbono podía ser reabsorbido por la vegetación local) sino que, contra lo esperado, se está derritiendo ya en pleno invierno septentrional940. Las emisiones del permafrost ya son netas. Lo anunciamos en 2011 para esta década -en base al trabajo de Kevin Shaefer – y lo vimos hace unos pocos capítulos en esta serie.

18.  El punto crítico del permafrost

Hoy nos es ya legítimo preguntarnos por un punto crítico del conjunto de todo el permafrost terrestre, a saber, aquella temperatura media de la Tierra que inicia su derretimiento imparable. Pero en 2012 Timothy Lenton solo consideraba todavía la existencia de este PC para un tipo concreto de permafrost, el denominado yedoma, presente en el noreste de Siberia, en Alaska y una pequeña parte del oeste de Canadá, el Yukán941. Se trata de una zona muy profunda (unos 25 m) con un contenido de carbono inusualmente elevado942. Lenton estimaba que para que el proceso se iniciara era necesario que la temperatura local aumentara en unos +9 ºC, cosa que consideraba posible a lo largo de este siglo943 en vista de la amplificación polar (los polos se calientan más del doble del promedio terrestre).

En 2006 se estimaba en 500 GtC. Ahora son más. Estimaciones de 2019 doblaron este valor y comprobaron que las emisiones se producen también a salvas súbitas944. Ah, no, perdón. Ahora (2020) son ya 1.000 ± 150 GtC en los primeros 3 metros de profundidad, y 500 GtC en el yedoma y los deltas. El permafrost almacena de hecho el 60% de todo el carbono contenido en todos los suelos del mundo en una superficie de solo el 15%945. Hay mucho más carbono del esperado susceptible de ser vertido a la atmósfera. Y análisis paleoclimáticos recientes han mostrado la especial sensibilidad del permafrost en los períodos de hielo marino escaso946.

Con o sin punto crítico, antes o después de que este subsistema haya tomado vida propia, la infravaloración de las emisiones del permafrost tiene una influencia determinante en el presupuesto de carbono, a saber, aquellas emisiones que, se asegura (o se aseguraba), todavía podríamos permitirnos para estar a tiempo de algo – y que forman parte de la base que informa el Acuerdo de París. Y como en la realidad este presupuesto está ya a cero, estas emisiones no nuestras ya, sino de la propia Tierra, se añaden a la cantidad de carbono que habría que extraer de la atmósfera mediante las ahora denominadas emisiones negativas947, eufemismo de moda. De hecho, el permafrost se está calentando ya a escala global siguiendo, naturalmente, el mismo patrón que la amplificación polar948.

Con todo, uno de los modelos del conjunto CMIP5 sí apunta indiciariamente a un punto crítico para el permafrost – que establece a través del porcentaje de hielo en el suelo como parámetro de control – posibilitando una aceleración de sus emisiones a partir de ese punto, si bien sitúa este fenómeno alrededor de 2100. Es el modelo HADGEM2-ES, del Met Office británico948.

Llegados hasta aquí, teniendo en cuenta esto, esto y esto… ¿no le invade a usted la sensación de que el permafrost puede haber entrado ya en un proceso de derretimiento irreversible, y de que sus emisiones van a ser prácticamente permanentes?950 ¿Cuándo se detendrán esas emisiones?

Hoy tenemos novedades al respecto. Por favor, querida lectora, querido lector, ajústese ahora un poco más el cinturón ya abrochado.

19.  El modelo ESCIMo, su autoría y sus sorprendentes resultados

Veamos qué nos dice al respecto un análisis heterodoxo, pero perfectamente científico. Sobra todo preámbulo, pues ya desde el título mismo el paper publicado en Scientific Reports (grupo Nature) en noviembre de 2020 es lo bastante explícito y contundente:

“Un modelo del Sistema Tierra muestra la fusión autosostenida del permafrost aun cuando todas las emisiones antropogénicas cesaran en 2020.” [énfasis añadido]

No me diga que no es fuerte. ¿Qué modelo presenta este resultado? ¡Un modelo basado en dinámica de sistemas!

Dado que esta metodología es de aplicación general (con las necesarias precauciones adicionales en ciencias sociales), en el terreno económico[2] resultó ser la de elección para la realización del famoso informe LLDC (Los límites del crecimiento) de 1972 cuyas predicciones, como también sabemos, se están cumpliendo hoy en su escenario BAU más desfavorable. Y ello a pesar de la demonización que en su día sufrió y sigue sufriendo por parte del negacionismo organizado, que le hizo decir cosas que no decía para poder después afirmar que no se habían cumplido (que si el petróleo se acabaría en 2000, etc.). Sin contar con los consabidos ataques ad hominem a sus autores.

¿Cuáles fueron los autores de LLDC? Tiene mucho interés saberlo para lo que estoy argumentando. En representación de un equipo de 17 investigadores del Masachussets Institute of Technology (MIT) firmaron el informe Donella Meadows, Dennis Meadows, William W. Behrens Ill y el noruego Jørgen Randers. De William W. Behrens Ill poco se sabe, y Donella Meadows falleció demasiado tempranamente. Su esposo Dennis parece haberse retirado a cultivar el espíritu bajo la convicción de que “ya no podemos hacer nada” (para evitar el colapso). Ver vídeo aquí.

Pero Jørgen Randers, aunque ya entrado en años, se mantiene activo como catedrático emérito e imparte clases de estrategia climática en la BI Norwegian Business School. Escuela de negocios que presidió durante ocho años y que fue considerada en 2020 por el Financial Times la mejor de Noruega por quinto año consecutivo951. Pues bien: el primer autor de este trabajo sobre la fusión autosostenida e irreversible del permafrost es, precisamente, Jørgen Randers. El coautor es Ulrich Goluke, un alemán experto en dinámica de sistemas (órbita MIT) y consultor de empresas del Fortune 100, ahora en la escuela de negocios de Lausana, es a su vez especialista en la generación de escenarios de futuro952.

¿Qué leemos en ese paper? Afirmaciones de alto voltaje. A partir de los resultados del modelo denominado ESCIMo (Earth System Chemistry integrated Modelling), base teórica del estudio y en el que participan instituciones de gran renombre, se afirma que:

“En el modelo climático ESCIMo el mundo ya ha superado un punto de no retorno en el calentamiento global. En ESCIMo observamos la fusión auto-sostenida del permafrost durante centenares de años, incluso en el caso de que la sociedad global detuviera de inmediato todas las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre.”953 [énfasis añadido]

¡Punto de no retorno global superado!

Características de ESCIMo

Examinemos ahora someramente algunas características del modelo. Incluye la atmósfera, los océanos, distintos tipos de superficies (como la forestal), la biomasa y las interacciones entre ellos.

El modelo se basa en consideraciones energéticas, considerando la importancia relativa del forzamiento radiativo del CO2, el albedo y el vapor de agua. Para ello ha tenido que hacer algunos equilibrios para determinar los valores en W/m2 de los dos últimos, que el IPCC no explicita954. Ha encontrado estos forzamientos levemente superiores a lo hasta ahora establecido.

El escenario que Randers cree más verosímil, y el que describe con mayor detalle, es aquel en que las emisiones alcanzan un máximo en 2030 y se reducen progresivamente hasta desaparecer completamente en 2100. En estas condiciones, el incremento de temperatura alcanza un máximo provisional de +2,3 ºC, para descender progresivamente hasta los +2 ºC en 2150. Pero después vuelve a aumentar. ¡Indefinidamente! Ese pico de emisiones es bien verosímil para el caso de que los combustibles fósiles se acabaran muy pronto (con todas sus consecuencias), cosa que Randers debe conocer perfectamente.

Fig. 24. Estímulo y respuesta del modelo ESCIMo. El Escenario 2 supone que las emisiones cesan completamente en 2000

El modelo muestra que una vez han cesado las emisiones antropogénicas, aunque se reduzca la concentración atmosférica de CO2 (por absorción de la biosfera y dilución en los océanos), a partir de 2100 actúan dos efectos predominantes: 1) el mayor contenido hídrico de la atmósfera resultante de una mayor evaporación por la temperatura elevada y 2) más acusado todavía, el albedo total, es decir, la reducción de la superficie blanca por desaparición total del hielo marino y terrestre (salvo los casquetes, que tardan milenios en fundirse) y la ausencia total de nieve955. A ello se añade 3) un nuevo aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera por saturación de los sumideros, terrestres y oceánicos (que conocemos) y el aumento de la concentración de metano por la propia fusión del permafrost, ahora sí procedente de fotosíntesis antigua. Ambos efectos habrán adquirido entonces más momentum que el CO2 (es la memoria del sistema), lo que provoca que la temperatura vuelva a aumentar. Ahora ya, según ESCIMo, para siempre. El hecho de que la temperatura vuelva a aumentar a pesar de haberse reducido a cero las emisiones durante cincuenta años es el tipo de comportamiento contraintuitivo clásico de la dinámica de sistemas.

Este modelo no solo dice esto. También apunta a que, en el escenario indicado, la temperatura aumentaría menos de lo que todo el mundo anuncia (¡mejor de lo esperado!), y desde luego más lentamente. Así, se alcanzaría un máximo de +2,3 ºC en 2075 para disminuir después a +2 ºC hasta 2150 y volver a aumentar a partir de ese año, ahora ya de forma indefinida, para siempre956. Y ello a pesar de que la concentración de CO2, que alcanzaría un máximo de 450 ppm en 2050, hubiera retrocedido ya a los niveles preindustriales957. Es el efecto sistémico de histéresis.

Bueno, para siempre exactamente no. En rigor, por lo menos hasta que quede permafrost y se haya fundido todo el hielo958. El modelo considera las emisiones del permafrost proporcionales a la superficie, “mientras quede permafrost”959. De modo que se acabaría fundiendo completamente, lo que resultaría letal para la vida de Gaia. Sin embargo hemos visto que las emisiones pueden producirse no solo gradualmente sino también a batacazos, y que esas inyecciones abruptas, posibles en el 20% de la superficie total, expelen casi el triple de CO2 que las graduales y permanentes359, fenómeno que aumentaría la velocidad de emisión en un 50%. De modo que, para variar, la realidad sería peor que la que muestra ESCIMo. Y desde luego la de los modelos bottom-up en los que, como hemos dicho, este fenómeno abrupto no ha sido contemplado hasta ahora960.

¿Punto crítico global a +0,5 °C?

Ya lo veníamos sospechando hasta aquí por otras vías, pero ahora resulta que también el permafrost ha superado su punto crítico particular ¡y de forma independiente! Pero por si esta afirmación no fuera lo bastante contundente, otro hallazgo del estudio es realmente desgarrador. ¿Se acuerda usted de que el momento de rebasamiento de un punto crítico no tiene por qué presentar señal visible alguna? Pues el del permafrost se superó hace mucho tiempo:

“Realizamos experimentos con ESCIMo … para explorar (contrafácticamente) en qué año deberían haberse detenido las emisiones provocadas por el hombre para evitar el derretimiento auto-sostenido del permafrost. La respuesta es que todas las emisiones provocadas por el hombre deberían haberse reducido a cero en algún momento entre 1960 y 1970, cuando el calentamiento global estaba por debajo de +0,5 ºC.”961

¡Se superó en la década de los 60! Dicho de otro modo: para “salvar el planeta” nuestras emisiones tendrían que haberse reducido a cero ¡hace más de 50 años!

Dado que afirmaciones extraordinarias exigen evidencia extraordinaria, los autores advierten:

“La fusión autosostenida del permafrost es un fenómeno robusto en ESCIMo. Solo desaparece cuando las emisiones antropogénicas se detienen, de manera contrafáctica, en la década de 1960. O bien eligiendo valores de parámetros que no reproducen el pasado. Alentamos a otros modeladores a explorar estas conclusiones en sus modelos e informar sobre sus hallazgos.”962

Fig. 25. Análisis del punto crítico del permafrost. Solo se estabiliza la temperatura con el cese total de las emisiones en 1950,1960 o 1970 (líneas violeta, azul claro o verde) [ref 953, material suplementario]

El resultado es robusto porque los análisis de sensibilidad a parámetros críticos muestran que ni tan solo cambiándolos desaparece el derretimiento autosostenido, manteniéndose el mismo modo de comportamiento963, si bien el sistema pasa de ser forzado por el CO2 hasta alrededor de 2200 para pasar a ser forzado por el albedo y el vapor de agua a partir de 2150. Más adelante reflexionaremos sobre la credibilidad que puede otorgarse a este modelo que, ya le adelanto, no debe despacharse a la ligera. Examinemos por ahora las consecuencias de sus resultados.

Durante bastante tiempo se estuvo dando por cierto que la temperatura durante el Holoceno habría oscilado entre ±0,5 °C, correspondiendo el valor máximo al denominado “óptimo climático medieval” de 950 a 1250 y el mínimo a la “pequeña edad de hielo” de los siglos XIV-XIX. Pero tras mejores indagaciones hoy se sabe ya que esos extremos aplicaban – si acaso – solo al hemisferio norte, y que estas oscilaciones atribuidas a la variabilidad natural del sistema climático eran compensadas por valores iguales o inferiores de signo contrario en el hemisferio sur, que tardó décadas en ser estudiado con la misma exhaustividad964. Gaia, en los últimos 10.000 años, nos ha regalado un régimen de homeostasis casi perfecta, y su tendencia natural a una nueva glaciación fue siendo compensada por nosotros los humanos, sin ser conscientes de ello, mediante la primera deforestación y la agricultura subsiguiente y el cultivo de arroz ya a partir de la mitad del período965. De modo que, durante este (ahora ya dudoso) interglacial, la temperatura media de la Tierra nunca habría rebasado esos +0,5 °C.

¿Cómo estaban las cosas, climáticamente hablando, en los años 60?

La concentración atmosférica de CO2 a finales de 1960 y 1970 era, según los datos ajustados estacionalmente de la Scripps Institution, de 317 y 326 ppm, respectivamente. ¿Recuerda que James Hansen aseguraba, ya en 2008, que el valor seguro estaba por debajo de 350 ppm?268 ¿Y cuál era el incremento de temperatura en esa década? Alrededor de +0,3 ºC según los datos del NASA/GISS. Dado que este valor está referido al promedio 1880-1920 a estos datos a veces se le añaden 0,1±0,1 ºC966, valor que se estima estaría referido a la verdadera temperatura preindustrial. Entonces podríamos tener los +0,5 ºC.

Rebote inevitable, también de fuego amigo, pero con sordina

En estas condiciones difícilmente le sorprendrá el inmediato rebote y la demonización que se ha hecho de este modelo tan pronto sus resultados fueron publicados en Scientific Advances el pasado mes de noviembre. Ha recibido invectivas incluso desde ámbitos tradicionalmente nada negacionistas, no encontrando mejor argumento que acusar a Randers de racista por haberle puesto al modelo un nombre que recuerda a los esquimales – cosa de la que se desmarcó inmediatamente – y de la minucia de confundir melting (fusión, de los hielos) y thawing (derretimiento, del permafrost)967.

Los argumentos empleados por los afectadosr ecuerdan por su simpleza a los asaltos, también de fuego amigo, sufridos en su día por LLDC[3], ataques que podrían deberse al recalcitrante desconocimiento del método y a algo así como que “cómo va alguien a desmentirme con un modelo de juguete la tarea de tantos años en mi especialidad”.

Algunos críticos son a mi parecer muy respetables, pero reaccionar a los dos o tres días solo porque los resultados no te gustan y venir a acusar a los autores de ignorantes no es de recibo968. Randers no es un cualquiera, y se ha ganado un gran prestigio y respeto durante toda su vida. A pesar de ello, la difusión de este trabajo en los medios ha sido desaconsejada en los foros donde los periodistas consultan estas cosas969. Probablemente esta sea para usted la primera noticia, salvo si ha visto la reciente nota del autodenominado fact-checking Newtral que, en realidad, viene a decir una cosa y su contraria en el mismo texto, con la característica de que muchos de los citados no niegan explícitamente que los resultados sean correctos.

Pero usted tal vez sepa ya que Newtral es sospechosa de no ser muy Newtral, por lo menos a juzgar por la propietaria de sus acciones: Ana Pastor, esposa de Antonio García Ferreras director de la española cadena de TV La Sexta del grupo Mediaset. Cadena que se hace pasar por ser de izquierdas pero donde encontramos como accionistas significativos a numerosos bancos y a BlackRock, como está mandado en todo nodo propagandístico de persuasión de masas y mantenimiento del status quo que se precie. La estrategia de BlakRock no es negar el cambio climático, sino que su posición negacionista es la de hacer creer que esto lo resolvemos con un nuevo impulso tecnológico y económico en plan “Great Reset”, estrategia que ya vamos sospechando directamente suicida.

Credibilidad del modelo

Querido lector asiduo, usted sabía ya que tengo más confianza en los modelos de dinámica de sistemas, tipo top-down, que en los modelos de agregación al uso que informan al IPCC (de la familia CMIPn), todos ellos bottom-up (para recordar qué significa esto ver aquí). Me fío de ellos aunque sean sencillos y, en esta metodología, incluso más cuando lo son – aunque se pierdan algunos detalles.

Ya sabemos que esta metodología, ubicua en ingeniería, es raramente empleada en climatología. Pero yo la tengo por la metodología más confiable. Aún admitiendo, por pura prudencia intelectual, que pueda ser víctima de cierto sesgo epistemológico, tengo la ventaja de que las aplicaciones que en su día trabajé sobre el papel tenían que superar la prueba empírica de lo material y, si estaba bien implementado y algo no funcionaba es que algo estaba mal en el desarrollo matemático previo. Había que superar siempre la prueba de la realidad práctica, lo que otorga al método una confiabilidad virtualmente insuperable.

Aunque todo esto pueda parecernos (muy) extraño, quien suscribe, como practicante en su día de la dinámica de sistemas (es el ADN de los telecos y de la teoría de control de los ingenieros) no va a descartar estos resultados en primera instancia por mucho que los especialistas en permafrost hayan puesto el grito en el cielo. Porque sé, y describo en distintos lugares de este blog, que la dinámica de sistemas ofrece a menudo resultados contraintuitivos que solo se comprenden bien cuando se bucea mucho en el modelo.

Los autores piden que otros lo examinen … cuando este modelo ha sido calibrado para que las distintas variables climatológicas desde 1850 hasta 2015 sean correctamente reproducidas. Además habrá sufrido ya muchas miradas, objeciones y eventuales correcciones. El modelo ESCIMo está en Internet, es de código abierto y está bien documentado. Usted se lo puede descargar y ejecutarlo, y ver si le encuentra algún fallo. Lo encontrará aquí. Pero puede comenzar por leerse un paper de 2016 en Earth System Dynamics donde ya fue anunciado y descrito, trabajo que superó las revisiones e inquisición correspondiente a unas perspectivas de esta categoría:

“Las respuestas de los autores a las preguntas de los revisores son satisfactorias. El manuscrito es aceptado para su publicación final en Earth System Dynamics. Felicitaciones a los autores. Atentamente, Krishnan.”970

Resulta que fue validado formalmente en 2016 por lo menos en aras a su publicación, y ha estado en discusión posterior en abierto durante casi cinco años. Otro elemento que contribuye a su confiabilidad son las instituciones que le dan soporte: son ocho organismos alemanes de gran prestigio (tales como el Max Plank Institute), todos ellos pertenecientes al consorcio MESSy971.

Por lo demás Randers, uno de los fundadores de la System Dynamics Society a principios de los años 80972, no es un recién llegado al terreno climático. En 2008 definía el colapso como aquella situación en que mil millones de personas perdieran la mitad de lo que más aprecian. Y había advertido que, efectivamente,

“El colapso global provocado por las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero sigue siendo concebible para la primera mitad del siglo XXI, debido a la desafortunada combinación de retrasos en las decisiones globales y la retroalimentación autorreforzada del sistema climático.”973

Pero en 2009 todavía creía que se podía hacer algo, y elaboró, junto a Paul Gilding de la Universidad de Cambridge, un plan de guerra para no superar +1 ºC, que pretendía reducir las emisiones un 50% en cinco años974. Como era de esperar, obtuvo muy poco eco.

Jorgen Randers, 2052 (2012)

En 2012 publicó un libro titulado 2052: A Global Forecast for the Next Forty Years[4], al que me referí aquí. Ahí revisaba los resultados del informe de 1972 (y sus ulteriores múltiples confirmaciones), asegurando que la senda de descenso de la civilización actual se había iniciado ya. Pero afirmaba que el colapso final, el definitivo, no sería energético sino climático, que se produciría a mitades de siglo y que en el último tercio entraríamos en el cambio climático desbocado. Así,

“El planeta estará en la senda de un cambio climático desbocado en el último tercio del siglo XXI … En 2052, el mundo habrá contemplado ya cuarenta años de daño climático acelerado causado por un calentamiento global creciente, y se estará preparando para la posibilidad de un cambio climático que se refuerza a sí mismo y, por lo tanto, desbocado.”975

Y añadía:

“Creo que la temperatura media global seguirá aumentando durante las próximas dos generaciones. La temperatura media pasará de los + 0,8 ° C respecto a la era preindustrial de 2012 a + 2,0 ° C en 2052, con un máximo de + 2,8 ° C en 2080.”976

Randers ya debía ir viendo venir lo que ahora nos muestra vía ESCIMo, pero por entonces alargaba todavía los plazos que hemos ido apuntando en este blog a partir de la literatura científica más reciente. Él suponía entonces que el efecto de fertilización del CO2 sería mejor de lo esperado, y que eso permitiría alimentar a la población durante algunos años más de lo previsto. Sin embargo esta hipótesis no parece confirmarse, pues para que el efecto de fertilización tenga lugar no se necesita solo más CO2 sino también más agua y nutrientes; ya se venía apuntando que este efecto tan caro al negacionismo tendría un recorrido limitado y solo se daría mientras la temperatura no aumentara en más de +1 ºC. No solo no se ha confirmado sino que la productividad agrícola parece haberse estancado desde hace unos siete años por mucha tecnología bio que se esté aplicando, según afirma un muy reciente estudio publicado el mes pasado en Nature Climate Change977. Por tanto, ese runaway o punto crítico global vaticinado por Randers llegaría (o habría llegado) antes, más en consonancia con lo que hemos ido describiendo aquí y con el propio ESCIMo. Al parecer tampoco él se ha se ha librado del efecto del peor de lo esperado.

20.  Mis conclusiones (provisionales) sobre ESCIMo

Siempre sostengo que los modelos bottom up y top-down deben encajar, y si no lo hacen es que algo está mal en uno de ellos (o en los dos). Cuando los autores comparan su modelo con los de la familia CMIPn que informan al IPCC encuentran, cómo no, algunas diferencias, singularmente en cuanto a la cantidad de permafrost que puede derretirse. Encuentran que, en ESCIMo, para 2300 se habrán derretido 2 millones de km2 de permafrost, mientras que en un escenario intermedio del IPCC (RCP4.5) serían entre tres y cinco millones. Luego ESCIMO sería, hasta aquí, más conservador. Pero en ESCIMo eso supondría la emisión de 175.000 millones de toneladas de carbono, mientras que en los demás modelos ese valor estaría entre +66 y -70 GtC, claramente por debajo978. ¿Han sido subestimadas, flagrantemente, las emisiones del permafrost? ¿O sobreestimadas por Randers y Goluke? Esto es lo que debe dilucidarse. Los autores, hasta hoy y hasta donde yo sé, se mantienen en sus resultados.

En la medida en que la metodología permite el análisis de estabilidad que no es posible mediante los modelos CMIPn, otorgo mucha confianza a los resultados basados en los datos históricos y creo que, efectivamente, el PC del permafrost fue superado en los años 60. Dado que la estabilidad del Holoceno no corresponde a un estado de equilibrio intrínseco del sistema climático, en principio cualquier perturbación puede alterarla.

De cara al futuro debo tomar precauciones. Nótese que ESCIMo considera también la realimentación del permafrost de tipo lineal (proporcional a la superficie) y sin episodios abruptos lo que, presuntamente, haría que la realidad fuera peor de lo que indica el modelo. Pero nótese también la divergencia enorme en la cantidad de permafrost fundible a partir del próximo siglo entre lo que muestra ESCIMo y lo tenido en cuenta por los principales especialistas. Podría ser que éstos últimos se hayan estado moderando al considerar que la temperatura disminuiría rápidamente al cesar las emisiones, pero no deja de sorprender que cuenten incluso con la posibilidad de que el permafrost se restaure siquiera parcialmente, con lo que en el siglo XXII habrían cesado las emisiones netas para convertirse en un sumidero. También sorprende una reducción tan rápida de la concentración de CO2 tras el pico de emisiones y su eliminación.

Pero no estamos frente unos frikis aficionados a la climatología. Estamos frente a un modelo de dinámica de sistemas elaborado por quienes cabe suponer auténticos expertos en la materia. No hace falta ser climatólogo ni experto en permafrost para crearlo. Basta con tener bien entendida la teoría de sistemas y de su dinámica, saber elegir correctamente las variables de estado, sus relaciones y los parámetros, y emplear datos de partida correctos tomados, ahora sí, de los especialistas. Es, por tanto, un modelo que debería ser tenido muy en cuenta y examinado por quienes incorporan elementos climáticos en sistemas de orden mayor, como Medeas o, ahora, Locomotion. A diferencia de éstos, ESCIMo es de código abierto y se puede ejecutar en Vensim.

Estoy así invitando al departamento de Economía, Energía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid a pronunciarse sobre este modelo. Es uno de los pocos lugares del mundo donde se comprende bien la dinámica de sistemas y sus aplicaciones en distintos ámbitos fuera de la ingeniería tradicional, y desde donde se puede emitir una opinión bien cualificada. Podrían, eventualmente, mostrar sus defectos (por favor, la simplicidad no lo es) y señalar qué ecuación, qué parámetro o qué línea de código está mal o es discutible, y en qué medida esa corrección alteraría el resultado.

Insisto una vez más en que en estos casos, de resultados tan sorprendentes, toda prudencia es poca y es preciso esperar algún tiempo. Son las exigencias del proceso científico. Pero dado lo impactante del asunto me obligo a indagar más y a tenerle al corriente de mis averiguaciones (por lo menos vía Twitter). En todo caso me he atrevido a presentarle un trabajo cuya metodología, autoría y contexto me merecen confianza, para que tenga usted por lo menos conocimiento de su existencia por si desea también hacer sus propias averiguaciones y seguir el debate. Está además en marcha una comparación de este tipo de modelos de complejidad reducida – en el que se ha incluido a ESCIMo – y que podría aportar nueva luz979.

21.  Los deberes

La tarea que nos pone el modelo por delante, si queremos evitar este desastre anunciado, es que nos dediquemos permanentemente, durante siglos, cada día y cada hora, a extraer CO2 de la atmósfera. Sigue la ecléctica recomendación de Randers:

“Para detener el calentamiento auto-sostenido en ESCIMo es preciso extraer enormes cantidades de CO2 de la atmósfera.”980

Son tan enormes como todo lo emitido durante 70 años, menos lo absorbido por océanos y biosfera, suponiendo que les haya sentado bien y no lo vayan a regurgitar. Nada menos que 33.000.000.000.000 de toneladas de gas a enterrar cada año, por toda la eternidad981. Dicen que es muy caro. La filósofa catalana Marina Garcés ya describe el síndrome del solucionismo como coartada de la modernidad982. En todo caso el dato sirve para mostrar la imposibilidad del empeño y la necesidad de estrategias de abordaje distintas a las convencionales.

Se ha llegado a decir y publicar que la revista había retirado el paper, lo cual es falso de toda falsedad. Pero lo que más se ha argumentado es que ese resultado, al anunciar que es “demasiado tarde”, “invita a la inacción”. Esto es más falso todavía. A lo que invita el mejor conocimiento de la realidad es a repensar y redefinir la acción necesaria en el nuevo escenario. Cada día aprendemos cosas nuevas, en un proceso de permanente iteración. Apuntar a un blanco equivocado o, como se está haciendo ahora, disparar perdigonadas para no enfrentar la necesidad del decrecimiento económico, es esfuerzo inútil y energía malgastada, y va a ser muy contraproducente. Eso si promueve el desánimo. La realidad, cruda como es, debería producir enfado, rabia, auténticos motores de movilización983, especialmente entre los jóvenes.

Notas

[1] Coupled Model Intercomparison Project
[2] Ha dado lugar a la complexity economics, rama de la economía heterodoxa que, se dice, es la que más acierta en sus predicciones
[3] LLDC: Acrónimo aquí empleado para Los límites del crecimiento
[4] 2052: Un pronóstico global para los próximos 40 años

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Publicado en Ciencia, Colapso, Límites | 8 comentarios

8 respuestas

  1. en 13/04/2021 a 07:35 Carlos de Castro

    El guante de Randers lo deben recoger urgentemente los modelos climáticos complejos al uso antes que otros modelos de dinámica de sistemas a los que frecuentemente se les ignora o ataca en estos asuntos globales (con la paradoja de que a escala pequeña muchas empresas e industrias están encantados con el método).
    Debería haber una fusión de los modelos climáticos al uso y los modelos de dinámica de sistemas tipo Randers o tipo los nuestros (los que elaboramos en GEEDS con otros grupos). MEDEAS y lo que se está elaborando en LOCOMOTION modelizan el sistema más allá del «módulo» climático, con realimentaciones dinámicas con otros módulos (economía, energía, materiales, suelos…). Nuestro módulo climático es muy sencillo, más incluso que el de Randers.
    Así, son los modelos climáticos al uso por los grandes equipos de investigación climatológica los que deberían tratar de incorporar las realimentaciones dibujadas por Randers y «comprobarlas» o «desmentirlas». Dado que utilizan muchos de ellos supercomputadores, no debería ser extremadamente difícil meter sus realimentaciones climáticas.
    La aportación de MEDEAS y quizás LOCOMOTION en este caso debería ser doble, por un lado, de nuevo, otros IAMs (los que dan los escenarios de emisiones a los climatólogos) deberían recoger el guante que lanzó MEDEAS. En MEDEAS aparecía la paradoja de que, además de no haber combustibles fósiles para los escenarios más elevados en emisiones, asumíamos (fui yo el responsable de esto) que el caos climático perjudicaba de verdad y dinámicamente la economía mundial, lo que generaba finalmente menos emisiones futuras y una menor temperatura que el resto de IAMs a los que el caos climático casi no influye en los escenarios económicos. Por supuesto, los escenarios de altas emisiones llevan al colapso de la civilización aún con menos temperatura que la dibujada en otros IAMs. A diferencia de Randers, a nosotros se nos ha ignorado (ya sabéis, primero te ignoran, luego te atacan…), de hecho, aunque el modelo está publicado -y es de libre acceso-, no hemos conseguido aún publicar en una revista de cierto impacto las consecuencias de MEDEAS en su módulo climático, básicamente creo que porque topamos siempre con revisores anónimos a los que les escuece que les vengamos diciendo entre líneas que sus IAMs tienen una viga enorme en el ojo. Los revisores ven las astillas en nuestros ojos -más que pajas, sí-, pero no quieren ver la viga en los suyos ¡porque eso supone reconocer que el capitalismo nos lleva al desastre hagamos lo que hagamos dentro de él! (y por supuesto un sistema socio-económico global montado en cinco siglos no se cambia por otros en 3 décadas).
    En LOCOMOTION ha habido un contagio de los métodos bottom-up frente al anterior top-down de MEDEAS aquí, aunque con la riqueza de la dinámica y realimentaciones de la dinámica de sistemas y pese a mi oposición particular. Sin embargo, quizás sea una buena estrategia si así pasan de ignorarnos a vilipendiarnos.
    Por otro lado, los lazos de realimentación de MEDEAS deberían incorporarse a modelos climatológicos grandes, esto generaría escenarios más creíbles en lo que importa a la sociedad: las consecuencias del caos climático.
    La invitación que nos haces, Ferran, con la idea de incorporar puntos críticos en nuestros modelos, y en particular los de Randers, lleva flotando tiempo, pero, a parte de la dificultad, resulta que estamos perdidos con el enorme trabajo que supone hacer las cosas bottom-up (ir sector por sector a ver las consecuencias climáticas y económicas del caos climático) y dada la enorme «basura» publicada desde la que partir (son irrisorias en mi opinión las influencias económicas publicadas, pero es lo que hay), pues no esperemos mucho más de LOCOMOTION que de MEDEAS (yo intuyo un retroceso, ojalá me equivoque) salvo quizás que nos hagan un poco más de caso a cambio quizás de que terminemos en el redil de los demás. Pero todo esto hablo en mi nombre, no en nombre de GEEDS y menos de los proyectos.

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  2. en 13/04/2021 a 18:39 Alejandro Artacho

    La figura 24 es brutal. Por primera vez veo modelizados lazos de realimentación lentos, aunque sea con realimentación lineal. Esta figura contrasta especialmente con [https://ustednoselocree.files.wordpress.com/2011/05/the-case-for-young-people-fig-6-hansen-2011.png], donde James E. Hansen y su equipo en 2011 modelizaban trayectorias de mitigación sin tener en cuenta los lazos de realimentación lentos. Por aquel entonces, las conclusiones del escenario de la línea roja, emisiones cero en 2060 (el escenario más parecido al que se analiza ahora) eran que se alcanzaba un pico de +2.5 ºC antes de 2100 (esto sí es más o menos coincidente con la figura 24), y a partir de ahí, se producía una bajada muy lenta (sin rebote) suponiendo recaptura de CO2 mediante reforestación, creo recordar. La alarma mostrada en ese trabajo ya era muy grande, por el mero hecho de que mantenerse durante siglos en +1.5 ºC ó +2 ºC, aún con pendiente descendente de temperatura, era prohibitivo de cara a mantener la estabilidad de las grandes masas de hielo a largo plazo. Por eso lo que se muestra en este trabajo, lo del rebote y cambio a tendencia creciente en 2150, es mucho, pero muuucho peor.

    Pese a la gravedad de las conclusiones, me ha sorprendido que la tendencia de crecimiento, a partir del año 2150, sea tan solo lineal (hay que esperar hasta el año 2500 para superar los +3 ºC). Yo tendía a imaginar, quizás por mi naturaleza catastrofista, que una vez rebasados los tipping points (o puntos críticos) el sistema se comportaría de manera más desbocada aún sin emisiones antropogénicas.

    Por último una curiosidad que enlaza con la suposición de ESCIMo de mantener nuestras emisiones hasta 2100. Hoy he escuchado a Antonio Turiel en su comparecencia en el Senado decir que la escasez creciente forzada de combustibles fósiles (y no las políticas de mitigación) iba a permitirnos alcanzar emisiones cero en 2050. Ojala tenga razón y no tengamos que esperar al 2100. Pero es muy sorprendente cómo sus conclusiones derivadas de los informes de la Agencia Internacional de la Energía encajan a la perfección con el escenario de mitigación mostrado en [https://folk.universitetetioslo.no/roberan/t/global_mitigation_curves.shtml] necesario para no superar +1.5 ºC si empezamos a descarbonizar en 2020. Se ve como necesaria una draconiana reducción de emisiones de un 50% de aquí al 2025 (y del 100% para el 2050), justo el descenso vaticinado para la producción de petróleo en el escenario continuista de desinversión en el sector. Ojala que la disponibilidad de petróleo sea tan crítica y pueda evitar seguir con la quema del resto de fósiles y biomasa hasta el 2100. Quizás así tendríamos una oportunidad de quedarnos por debajo de los +2 ºC, incrementando las posibilidades de recuperar niveles de CO2 seguros mediante el esfuerzo de la recaptura (sin geoingeniería) y mitigar el gran problema para las generaciones futuras presentado en este trabajo.

    Salud

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  3. en 14/04/2021 a 15:02 JP

    Corrección :

    …donde había un baile que se venía arrastra(N)do desde hace algunas entradas…

    Para que este post sea impecable como Gaia.

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    • en 14/04/2021 a 17:20 Ferran Puig Vilar

      Corregido. Gracias!

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  4. en 17/04/2021 a 14:19 Antonio

    Una chorrada que no tiene que ver con el clima. La sexta es de atres media no de mediaset, telcinco y cuatro. Pero da lo mismo, porque Black Rock tiene acciones de ambos grupos

    Me gustaLe gusta a 1 persona


    • en 17/04/2021 a 14:31 Ferran Puig Vilar

      ¡Simpático!

      Me gustaMe gusta


  5. en 17/04/2021 a 14:20 inkredivle

    Una chorrada que no tiene que ver con el clima. La sexta es de atres media no de mediaset, telcinco y cuatro. Pero da lo mismo, porque Black Rock tiene acciones de ambos grupos

    Me gustaMe gusta


  6. en 19/04/2021 a 19:26 JP

    21. Los deberes

    Tengo una muy buena sugerencia pero necesito desarrollarla, por educación.

    Buena Semana

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Los comentarios están cerrados.

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