“No van a ser las mismas condiciones climáticas de ahora con solo un poco más de calor o un poco más de lluvia. Estamos frente a un proceso en cascada fuera de control.”– Will Steffen828

Fig. 12. Evolución de la alteración de los ecosistemas por parte del ser humano, y posible transición crítica a corto plazo [Nature 2012, ref: 863]
Hasta aquí hemos visto la evolución de distintos puntos críticos del sistema climático (algunos de ellos definidos con cierta laxitud, aunque aceptada829 como si fueran sistemas aislados y relativamente simples. Pero sabemos que los distintos subsistemas del sistema climático están interconectados y que el sistema climático de la Tierra es un sistema complejo. En el paper Globally networked risks and how to respond[1] publicado en Nature en 2013, leemos:
“La combinación de interacciones no lineales, efectos de red, respuesta retardada y aleatoriedad puede provocar sensibilidad a pequeños cambios, dependencias de la trayectoria y fuertes correlaciones, todas ellas difíciles de comprender, prepararse y administrar. Cada uno de estos factores ya es difícil de imaginar, pero esto aplica todavía más a su combinación.”830
Esta dependencia mutua lleva, como veremos, a que cada subsistema pueda ser más vulnerable de lo que lo seria si estuviera aislado. Dicho de otro modo, a que los puntos críticos de cada elemento sean, en la práctica, menores que si estuvieran aislados, que es como normalmente se establece su PC particular.
9. El punto crítico biosférico global
Los biólogos, a pesar de sus excesos de individualismo competitivo en el marco del paradigma neodarwinista – que lleva tiempo mostrando sus límites e insuficiencias – tienen un mayor sentido sistémico, ecosistémico, aunque la ecología teórica (o sea la dinámica de sistemas) se reduce en muchos casos a una asignatura cuatrimestral.
Anthony D. Barnosky, del departamento de Biología Integral de la Universidad de California, ha sido uno de los más activos investigadores de la sexta extinción. En 2011 se preguntó en el titular de su paper en Nature, con otros 12 investigadores, si ya habíamos entrado en ella. En el cuerpo de texto se respondía básicamente que sí, pues el ritmo de extinción de especies es hoy órdenes de magnitud superior al de los registros fósiles831.
Una próxima entrada de este blog examinará con cierto detalle el “peor de lo esperado” en el dominio de lo viviente. Pero avancemos aquí un dato: en los últimos 100 años el ritmo de extinción, todas las especies incluidas, ha seguido una evolución que, en condiciones normales, hubiera requerido unos 10.000 años832. Y en los últimos 50 años según el Living Planet Report 2020 hemos liquidado nada menos que el 68% de todos los individuos vertebrados del mundo: mamíferos, pájaros, peces, anfibios y reptiles833. Una masacre gigantesca en solo en 50 años. Una heroicidad del progreso mal entendido con su indiferencia hacia los demás seres, resultado del dualismo filosófico estructural entre cultura y naturaleza834, nuestra enfermedad mental colectiva por excelencia. Disculpe la digresión.
También en Nature Barnosky publicó al año siguiente un paper de referencia de título inquietante: Approaching a state shift in Earth’s biosphere[2]. Barnosky y sus ahora 21 coautores estimaron cuándo se produciría este cambio de estado. Observaron que, a lo largo de la historia, las transiciones críticas de la biosfera han tenido lugar cuando se ha superado cierto porcentaje de superficie alterada, constituyendo así en este caso el parámetro de control del punto crítico . Métodos empíricos llevan este valor al 50-90% según los casos: Simulaciones, que tienen en cuenta las interacciones entre los distintos nodos de la red de territorios humanamente alterados así constituida, apuntan a un 59% en promedio. Los autores consideraron hace 10 años que el porcentaje del 50% es científicamente defendible como límite antes del cambio de estado, que podemos pues asimilar al PC de la biosfera global835. Y apuntan a que puede ser inferior en el caso de que las interacciones entre ecosistemas ya alterados conlleven, como se considera bien probable, efectos emergentes globales a gran escala que empeoren la situación836. De modo que ya tenemos un punto crítico de la biosfera global definido como el 50% de la superficie de la Tierra biológicamente alterada. Nótese que el cambio climático no es considerado aquí, salvo como posible efecto emergente.
¿Cuándo se supeará este umbral? Barnosky constató que la transformación humana de la biosfera había alcanzado por entonces el 43% de la superficie terrestre, lo que equivalía a 21 Ha/cápita (!). Dedujo así que el 50% se alcanzaría en 2025, cuando la población humana alcanzara los 8.200 millones de habitantes837. No es poca cosa publicar en Nature un límite a la población humana (o a su invasión de la biosfera) capaz de desestabilizar toda la biosfera, y menos si el hecho de iniciar el proceso irreversible hacia este infierno resulta tan cercano e imparable.
Concluye Barnosky:
“La comparación del alcance actual del cambio planetario con el que caracterizó los cambios de estado pasados a escala global, junto a los enormes forzamientos globales que seguimos ejerciendo, sugiere que otro cambio de estado a escala global es altamente plausible dentro de décadas o siglos, si es que no iniciado ya.”838 [énfasis añadido]
Barnosky añadía, con profusión de ejemplos, que las transiciones de colapso son rápidas, en el sentido de que las observadas históricamente duran, típicamente, alrededor del 5% de la duración del estado estable anterior839. Una nueva manifestación del efecto Séneca733.
Las reacciones no se hicieron esperar. La existencia de un punto crítico considerando a la biosfera como subcomponente (tipping element) fue ratificada el especialista en corales Terry P. Hughes, aunque adoptando una definición más amplia de biosfera que la de Barnosky e integrando en ella las especies oceánicas, el clima y la biogeoquímica (el Sistema Tierra, en definitiva). Pero criticó el trabajo de Barnosky sin más precisiones que “está basado en aseveraciones y suposiciones no probadas”840. Y poco antes Barry W. Brook841 y más tarde Timothy Lenton, el gurú de los tipping points (puntos críticos) , objetaron las afirmaciones de Barnosky asegurando que la superficie alterada por habitante está disminuyendo debido a la agricultura intensiva842. Además, en términos poco gaianos, criticaba el paper por no mostrar a través de qué mecanismo se produce la transición crítica843, como si el hecho de no conocerlo significara que no existe. Nos quedamos con la duda, notando que ninguno de los papers que criticaron el trabajo de Barnosky fue publicado en Nature, como si lo fue el original,
Lenton había modelado poco antes las transiciones críticas en ecosistemas en equilibrio en los que una especie astuta, en su evolución, se da cuenta de la existencia de un recurso subutilizado y lo explota. Denomina a estas transiciones “evolutionary regime shifts”[3]. Lo que ocurre con el tiempo es que se tiende a un nuevo equilibro en crecimiento pero, a medida que esa especie se acerca a su condición preferida, va provocando la extinción de las demás sin necesidad de perturbación exterior alguna. Antes de quedarse sola en un medio ambiente abiótico, la especie colapsa. El sistema puede recomponerse, o no:
“Estas perturbaciones generadas internamente pueden provocar el colapso del ecosistema, seguido de su recuperación a un estado estable alternativo o, en ocasiones, a la extinción de todo el sistema.”844
Estoy seguro, querido lector, que se le ha ocurrido por lo menos un caso práctico de aplicación del modelo.
El paper de crítica a Barnosky et al concluye así:
“En resumen, la biosfera terrestre, aisladamente, no es el lugar adecuado para buscar un punto crítico a escala planetaria; es preciso considerar la dinámica acoplada del sistema terrestre como un todo, incluida la evolución.”845
Pues vayamos con ello.
10. Trayectorias del antropoceno: punto crítico a +2 °C

Fig. 13. Trayectorias que el sistema climático de la Tierra puede recorrer en términos de temperatura y nivel del mar [PNAS 2018, Fig. 1 ref: 846]
Los autores examinaron la cuestión desde el punto de vista de la dinámica de sistemas complejos, dando por cierta la existencia de dos estados estables (atractores) del Sistema Tierra y cómo se transita entre ellos con la mediación de la superación sucesiva de los PC de cada subsistema, en un efecto dominó.
Al igual que hicieron Mario Molina et al en el Bulletin of the Atomic Scientists mencionado aquí y en la entrada anterior en ocasión de mostrar la imposibilidad de no rebasar +1,5 °C426, este artículo de PNAS 2018 repasa algunos de los lazos de realimentación que el IPCC no toma en consideración, o no lo hace suficientemente (los denominados lentos). Cuantifica su importancia en función de la literatura científica hasta ese momento y les atribuye el poder de provocar, primero, un cambio de estado (su colapso) en el subsistema correspondiente y, por ende, del Sistema Tierra en su conjunto.
Los autores establecieron la clásica cifra de +2°C como aquella temperatura a partir de la cual se inicia la trayectoria inevitable hacia el cambio de estado del conjunto del sistema Tierra. Pero no justificaban esta elección en base a nada tangible, sino meramente en términos de conocimiento experto. Pero no me cansaré de insistir: las aseveraciones basadas en este método tienden hacia la moderación de forma sistemática, como vimos en la primera parte de “Peor de lo esperado”.
El gráfico de la figura 13 muestra dos trayectorias alternativas que puede recorrer el planeta y a qué condiciones de temperatura y nivel del mar corresponde cada momento de esa trayectoria de estados autorizados. Nótese en el tercer cuadrante la oscilación glacial-interglacial (-5°C a -8°C aprox.), que ya pertenece a la historia y que es por tanto prescindible a efectos del argumento. En el primer cuadrante la inercia de auto-reforzamiento del sistema climático lo está llevando, ahora ya aceleradamente, hacia incrementos de +5 °C a +8 °C (los tiempos empleados en cada trayectoria no son objeto de este gráfico, solo los trayectos posibles). Los autores consideran estable el estado que denominan hothouse Earth, o “Tierra Invernadero”. Tampoco justifican estos valores si bien, es de creer, tienen en mente el denominado Máximo Térmico del Paleoceno Eoceno, hace 55,9 millones de años, una Tierra sin hielo.
El objetivo del trabajo es mostrar la imperiosa necesidad, y también la extrema dificultad, de mantenerse por debajo de esos +2 °C, situación que de hecho no constituye un estado de equilibrio propio del sistema Tierra y que ellos denominan “Tierra estabilizada”. Estabilizada artificialmente.
En el gráfico se puede ver claramente cómo establecen +2 °C como límite. En el texto, aunque con la boca pequeña, no lo desechan completamente (estamos en 2018). Pero está claro que un aumento de +2 °C no les convence, pues concluyen que:
“Aun cuando se cumpliera el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 ° C a 2,0 ° C … una cascada de realimentaciones podría empujar al sistema terrestre irreversiblemente hacia una senda de Tierra Invernadero’… superado este umbral, el acceso a la ‘Tierra Estabilizada’ sería muy difícil, cualesquiera que fueran de las acciones que pudieran acometer las sociedades humanas.” [énfasis añadido]
Y lo más importante:
“Una vez el Sistema Tierra se dirige inexorablemente hacia la ‘Tierra Invernadero’, la situación de ‘Tierra Estabilizada’ se convertiría probablemente en inaccesible.”847
Como he señalado a menudo, las precauciones expresivas de la academia son a veces exasperantes.

Fig. 14. El primer cuadrante de la figura 12 con la escala de tiempo añadida. Los autores parecen creer que es posible alcanzar el estado alternativo denominado Tierra estabilizada, aunque bajo condiciones extremadamente exigentes [PNAS 2018, ref: 846 fig. 2]
“Los variaciones lineales e incrementales en el actual sistema socioeconómico no son suficientes para estabilizar el Sistema Tierra. Es probable que se requieran transformaciones generalizadas, rápidas y fundamentales … Para ello es necesario que los humanos tomen medidas deliberadas, integrales y adaptativas que reduzcan los impactos peligrosos en el sistema terrestre, monitoreando de manera efectiva y cambiando el comportamiento para formar circuitos de retroalimentación que estabilicen este estado intermedio. .. Esta función de rectoría precisa de acciones deliberadas y sostenidas para que puedan constituirse en parte integral y adaptativa de la dinámica del Sistema Terrestre.”848
En lenguaje llano todo esto significa que, si +2 °C pudiera ser considerado el punto crítico global, este valor sería necesariamente una temperatura intermedia entre estados de equilibrio. No debe pues ser superada bajo ningún concepto salvo extinción masiva asegurada (reforzando hasta lo indecible la que ya está en curso)612. La humanidad tendrá que estar permanentemente pendiente de realizar acciones, tanto individuales como colectivas, que impidan su superación. Pendientes por tanto, como quien dice para toda la eternidad, de generar y mantener lazos de realimentación negativos de intensidad suficiente (¿tal vez creciente?) que impidan el rebasamiento de los +2 °C. Y a cualquier coste, puesto que de no asumirlo el resultado inevitable es nada menos que la autoinmolación. Un solo error y todo habrá terminado.
Los autores insisten en aquello que no tendríamos que haber olvidado nunca, habernos creído pieza aparte de la naturaleza:
“Nuestro análisis implica que las sociedades humanas y nuestras actividades deben ser reformuladas de cara a constituir un componente integral e interactivo de un sistema terrestre complejo y adaptativo … El desafío de la humanidad consiste así en influir sobre las propiedades dinámicas del sistema terrestre, de tal manera que las condiciones inestables emergentes en la zona entre el Holoceno y un estado muy caliente se convierta en un estado intermedio estable de facto (Tierra estabilizada).”849
Y una nueva vuelta de tuerca:
“En última instancia, las transformaciones necesarias para transitar la trayectoria de la Tierra Estabilizada requieren una reorientación fundamental y una reestructuración de las instituciones nacionales e internacionales … son importantes los cambios en demografía, consumo, en el comportamiento, las actitudes, la educación, las instituciones y las tecnologías socialmente integradas.”850
El texto incluye referencias al denominado punto crítico social851 y a consideraciones sobre gobernanza852 publicadas en Science durante la pasada década.
Recuerde que todo esto está suponiendo todavía + 2 °C como máximo riesgo asumible, temperatura que se estima alcanzar en 2036853 (suponiendo que la sensibilidad climática sea de 3 ºC). Prosigamos ahora por la pendiente de descenso hacia el punto crítico global eventualmente definitivo.
11. El informe del IPCC de 2018 sobre +1,5 °C: ¿punto crítico global a +1,7 °C?
El progresivo afinamiento (como sabemos siempre a peor) de la comunidad científica le llevó a presentarnos en 2018, en el marco de informe del IPCC sobre +1,5 C (SR15) un nuevo valor máximo de temperatura en el que conviene detenerse. Queda relativamente oculto, pero lo visualizaremos enseguida. Sostiene el IPCC en su resumen para políticos:
“Las trayectorias de rebasamiento [de +1,5 °C] presentan mayores impactos y desafíos a ellos asociados en comparación con las trayectorias que limitan el calentamiento global a 1,5 °C sin rebasamiento o con un rebasamiento limitado … Revertir el calentamiento después de un rebasamiento de 0,2 °C o superior durante este siglo requeriría ampliar y desplegar CDR [Carbon Dioxide Removal: secuestro de CO2] a velocidades y volúmenes que podrían no ser alcanzables dados los considerables retos de implementación.”854

Fig. 15. Trayectorias hacia las emisiones netas cero en 2050 según el IPCC SR15 [ref: 399]. Imagen: Inside Climate News
Los esfuerzos de la segunda guerra mundial, que a menudo se plantean como los necesarios para afrontar el reto climático, quedarían en un juego de niños. Sin contar con que, según este informe, las emisiones en 2030 tendrían que ser ya la mitad de las actuales. A partir de 2050 deberían ser “netas cero”, entendiendo por tal cosa que toda emisión de cualquier fuente debería a su vez ser enterrada adicionalmente, se supone que sin gasto adicional de energía – mientras se estima que solo para esta función se requeriría el 25% de toda la energía mundial856. Si a la economía se le están dando anfetaminas, al clima se le quiere aplicar metadona. Son las cosas del Grupo de trabajo III del IPCC.
Estamos hablando de una tecnología denominada BECCS (BioEnergy with Carbon Capture and Sequestration[5]) que de hecho solo existe en miniatura (salvo un caso hasta 2016857), y cuyas dudas acerca de su viabilidad futura son perfectamente razonables: abandono de proyectos piloto883, costes siempre crecientes858 y un consumo de agua que llevaría a dificultades de acceso superiores a las causadas solo por el cambio climático859. Una especie de curva de aprendizaje al revés: cuanto más se sabe, más se sospecha que es inviable, con más motivo todavía a la mastodóntica escala deseada. Todo ello contando con que Gaia permanezca pasiva, sin terremotos ni fugas860… Y que la gente se esté quietecita.
Si a usted, querido lector, esto del BECCS le resulta inverosímil, a mí también. Si no nos creemos estas ficciones, estas patadas hacia adelante pensadas para no alterar demasiado el status quo actual, habrá que actuar por la vía de la reducción de emisiones y sin extralimitación. En estas condiciones, según los modelos las emisiones tendrían que ser cero ya en 2030. Cero total (fig. 16). ¿Se da cuenta usted de lo que esto significaría? Probablemente si. Y por tanto convendrá conmigo que esto no va a ocurrir, salvo que tenga lugar entretanto un derrumbe civilizatorio de un nivel difícil de imaginar por causas energéticas, u otras. Una reducción drástica de la población. Una mortandad masiva, casi total. Un sufrimiento indecible.

Fig. 16. Curvas de mitigación a partir del presupuesto de carbono para no superar los +1,5 ºC según el presupuesto de carbono del IPCC SR15 de 2018 sin BECCS. Imagen: Carbon Brief
Volvamos a nuestro PC global. En cualquier caso lo que nos decía el SR15 es lo siguiente. Que si, por cualquier descuido, se superara el límite de los +1,5 °C, dos décimas más son suficientes como para perder toda esperanza. ¿Podemos entonces considerar que, según el IPCC, el PC global se encuentra en +1,7 °C? Con la definición relajada de punto crítico que estamos empleando, si.
Bueno, todavía estamos en París.
12. No apostar contra la banca: a finales de 2019 el punto crítico global ya estaba en +1 °C

Fig. 17. Evolución de la estimación del riesgo de cambios abruptos e irreversibles en el sistema climático de la Tierra en los distintos informes del IPCC. Finales de 2019 en Nature [ref: 415]
Ya no resulta novedoso para nosotros que también en esto el IPCC se haya ido corrigiendo siempre a peor. Pero sí lo es que desde finales de 2019 la temperatura de activación de cambios bruscos e irreversibles en subsistemas se haya estimado que se puede producir… a partir de ¡+1 °C! (fig. 17).
Hasta aquí, el Punto Crítico Global ha viajado desde los +2 °C tradicionales, a los 1,7 °C más o menos explícitos del SR1.5, hasta los +1 °C que siete de los mejores climatólogos del mundo aseguran haber encontrado implícitamente en ese mismo informe en términos de riesgo inasumible.
Estamos en zona roja. Ya nos hemos ido de París. ¿Hacia donde? Hoy, la temperatura ha aumentado ya en más de +1,2 ºC644. En la próxima entrada veremos qué consecuencias tiene esto para el sistema climático en su conjunto. Es decir: la que nos espera.
Notas
[1] Riesgos globales en red y como afrontarlos
[2] Acercándonos a un cambio de estado de la biosfera
[3] Transiciones de régimen evolutivo
[4] Trayectorias de sistema Tierra en el antropoceno
[5] Plantas de generación eléctrica mediante biocombustibles con captura y secuestro de carbono
Entrada anterior: El punto crítico global
Próxima entrada: Colapso en cascada iniciado
Gracias, Ferran
La necesidad de integrarnos como lazos de retroalimentación negativos, individual y colectivamente, en el sistema tierra para estabilizar este estado intermedio tiene algo de justicia poética, de desafío. El mismo poderío con el que abrazamos antaño el espejismo de ser capaces de trascender la naturaleza
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy de acurdo Marian.
Me gustaMe gusta
convoca ahora a nuestro propio ser, y nadie debería temblar….como yo lo hago.
Un abrazo
Marian
Me gustaLe gusta a 1 persona
Partiendo de que el secuestro de carbono a la escala necesaria es para la mayoría de la comunidad científica pensamiento mágico,la gráfica de la figura 15 es absolutamente brutal. Se aprecia el esfuerzo decrecentista titánico, e imposible en el fondo, que necesitaríamos. Retrata muy bien el autoengaño y la hipocresía que nos aplicamos como civilización, que en el fondo es impotencia y nihilismo … y es que somos incapaces de revertir nuestra tremenda inercia autodepredadora y autodestructiva. La emergente conciencia colectiva necesaria para atajar el problema tan solo está en su infancia, y no se le puede pedir a un niño que actúe como adulto. Si algún día consigue madurar ese niño, será en una Tierra completamente diferente de la actual. Somos una parte de Gaia escindida de ella misma y haciéndole perder su homeostasis. ¿Seremos algún día conciencia gaiana o por siempre su mecanismo autodesestabilizador? ¿Puede la vida aspirar a la autoconsciencia en equilibrio? A Gaia realmente le da igual si damos el salto o no, pero los humanos podemos hacerlo solo con ponermos a ello. Ponerse a ello es el éxito, independientemente de a dónde se llegue. No hay propósito, y el futuro se resuelve actuando o dejándose llevar, pero siempre se resuelve un gradiente. Para mí, tan solo poder soñar con ello ya es un éxito, pero no sé si es un sueño o un recuerdo. Quizás Gaia ya fue consciente por un tiempo durante los más de cien mil años en los que la inteligencia pudo existir acoplada a ella antes de escindirse, y es la añoranza de esto lo que provoca mi pena.
Me gustaMe gusta
Blog brutal. Pitjor del que esperava….
No és fàcil trobar tanta informació en castellà. Gràcies.
Tant de bó estigueu equivocats.
Me gustaMe gusta
I tant que m’agradaria anar errat Xavier…
Me gustaMe gusta