
La erupción explosiva del Pinatubo, en 1991, provocó un enfriamiento temporal durante tres años, para rebotar después.
Sabemos que el sistema climático de la Tierra, sometido a perturbaciones tales como un incremento de la concentración de gases de efecto invernadero, responde en forma de incremento de la temperatura media. Y debemos saber también que existe otro tipo perturbaciones: las que dan lugar a la denominada ‘variabilidad natural’ y, oh cielos, las erupciones volcánicas.
Las perturbaciones que dan origen a la variabilidad natural son ya, a estas alturas de la historia carbohólica, poco relevantes en sus efectos en comparación con la perturbación antropogénica. Estoy hablando del astro rey con su ciclo de 11 años, y de distintas corrientes oceánicas – principalmente, hoy en día, de El Niño, con un ciclo irregular de de 7 a 11 años. Ambos forzamientos climáticos ‘naturales’ han sido tratados ya en este blog aquí y aquí.
En cambio, las perturbaciones de origen volcánico, cuando son del tipo ‘explosivo’, como es el caso del volcán islandés de nombre imposible, pueden tener una influencia considerable. La magnitud y tipo de esta influencia dependerá de la cantidad y del tipo de gases y cenizas lanzadas a la atmósfera.
Los volcanes, tanto los de la superficie de la Tierra como los submarinos, emiten permanentemente gases y cenizas. Entre los gases, el vapor de agua es el predominante, con valores cercanos al 60%, y el CO2, con valores entre el 10% y el 40%. También se emite ácido clorhídrico, monóxido de carbono e hidrógeno, y trazas de HFC y CFC.
Pero la emisión de CO2 de las erupciones contemporáneas es, en cómputo anual, muy pequeña en comparación con las emisiones antropogénicas. En cambio, hay dos componentes que son importantes, y que pueden afectar climáticamente al mundo entero si la intensidad de la erupción es superior al valor 4 en el índice VEI (Volcanic Explosivity Index): las cenizas y el azufre.
Las cenizas operan de dos formas. Las partículas más grandes tienen un efecto muy limitado porque pronto caen al suelo (y al mar, etc.). En la troposfera, o sea, donde nosotros estamos, su efecto es muy breve (pocos días), pero si llegan a alcanzar la estratosfera ejercerán un efecto de parasol durante algunos meses.
Las cenizas tiene otro efecto que no se suele mencionar, y que puede ser especialmente significativo al haberse producido la erupción tan cerca del Ártico y de Groenlandia. Al depositarse sobre la nieve y el hielo, oscurece (siquiera levemente) su superficie, reduciendo así la reflectividad del sol (albedo) y aumentando, temporalmente, la velocidad de deshielo. La nube de ceniza se dirige ahora hacia el sur pero, una vez disuelta, acabará abarcando por lo menos todo el hemisferio norte.
Pero el elemento de mayor influencia climática en las erupciones contemporáneas es la emisión de azufre, que lo es en la misma forma que el subproducto de la quema de carbón en las centrales eléctricas: dióxido de azufre. En función de diversos factores, la proporción de SO2 puede estar entre el 0,5% y el 11,8%. Tardaremos todavía en saber con credibilidad suficiente cuál ha sido la cantidad total de azufre que Islandia está lanzando a la atmósfera.
El problema del SO2 es serio porque, al reaccionar con el agua y formar ácido sulfúrico: 1) Ejerce también de parasol, pero en lugar de meses, este efecto puede durar años; 2) Reacciona con el ozono, reduciendo considerablemente la capa de ozono y 3) Provoca lluvia ácida.

Los amaneceres y puestas de sol pueden ser más rojizos durante un par de años, como ocurrió tras el Pinatubo (Fotos NASA y Caspar Ammann)
Quedémonos con los efectos puramente climáticos (y, entre ellos, los directos). Si esta erupción es similar o superior a la del Pinatubo, la temperatura media de la Tierra puede disminuir durante unos pocos años, digamos de 2 a 4, durante los cuales los amaneceres y atardeceres serán más coloreados y bellos.
¡Magnífico! La naturaleza es sabia. Ya lo decían los negacionistas… y lo que dirán. Pues no. De hecho, creo yo, estamos frente a una mala noticia, y no sólo para los desesperados pasajeros de las compañías aéreas. Me explico.
[Para una mejor comprensión del fenómeno creo adecuada la entrada ‘El oscurecimiento global y el límite de los +2ºC: 1. No apto para menores’]
Tanto las cenizas como el ácido sulfúrico que ejercen de parasol acabarán decayendo o descomponiéndose. Su duración en la atmósfera se mide en meses o años. Entretanto, nosotros seguiremos emitiendo CO2 sin remisión. Pero la duración del CO2 en la atmósfera se mide en siglos o milenios.
De modo que el enfriamiento sería temporal y, cuando la gravedad o la química atmosférica haya hecho cesar el efecto de compensación de estos aerosoles reflectores, la concentración atmosférica de dióxido de carbono estará ya muy cerca o habrá superado los 400 ppm. Algo después se percibiría un ‘efecto rebote’, y la temperatura aumentaría con cierta brusquedad, pues se realizaría el incremento que, durante estos años, habría quedado enmascarado por los efectos de la erupción.
Recuerde: aunque se enfríe, no queda tiempo
Así que podemos encontrarnos con que el negacionismo organizado no necesite montar climategates ni otras fantasmadas (aunque lo hará igualmente), pues un volcán de nombre muy feo le habrá tocado en suerte. Ya veo a los PR[1] encantados de la vida y en plena efervescencia en pisos altos de barrios céntricos o edificios singulares debatiendo con lindzenes, mckitriks y síngeres diversos[2] a ver de qué modo nos cuelan mejor, aprovechando la jugada, que el planeta se enfría, que todo es un cuento, que las pruebas de la ciencia bien establecida no aparecen por ninguna parte (de hecho están tras una barrera de pago) y que ellos, ellos si, que son independientes, ya pueden mostrarnos la prueba definitiva.
Si lo dijeran en un examen formal les suspenderían por inventarse las matemáticas (y por eso no se lo dejarán publicar en los circuitos académicos). Pero si se lo dicen a según qué medio de comunicación, y desde luego a aquellos a los que les contratan publicidad, hasta puede que les reproduzcan sus palabras, tomándolas por ‘otra opinión’.
Cuando atmosfera y estratosfera se hayan liberado de los reflectores solares de origen volcánico y, así, el incremento de temperatura vuelva a tener signo positivo, ellos no usarán entonces esta variable, sino que partirán de marzo de 2010, el marzo más cálido desde que existen registros, y seguirán diciendo que la temperatura no aumenta. Lo mismo que llevan haciendo con el año 1998, cuando un ciclo de la corriente oceánica El Niño provocó un aumento súbito de la temperatura media que no se repitió hasta que fue superado en 2005 (y ahora en los primeros meses de 2010). Aunque ellos, el 2005, apenas lo mencionan. Últimamente se dedican a marear la perdiz mirando hacia atrás, en el último milenio.
Así que podrían pasar de 3 a 5, o incluso más años, hasta que el efecto rebote sea percibible en toda su magnitud. Bueno, entonces volverán a decir que es el sol. Todo controlado.
Cuidado pues con las cenizas, la lejía y el salfumán del Eyjafjallajökull. Más allá de la intensificación propagandística de los estrategas de la persuasión hacia el suicidio colectivo y sus mercenarios, va a ser muy importante, más importante todavía, seguir recordando que no queda tiempo. Que no queda tiempo. Que hay que actuar ya y no esperar al rebote térmico para acordarnos de que la dinámica del clima es inexorable, y que no se detiene aunque temporalmente le dé por enmascararse.
El sistema climático no va a esperar a que quienes le hemos desequilibrado nos tomemos el tiempo de superar debilidades personales y resolver diferencias colectivas. Si es que sabemos cómo hacerlo.
Notas
[1] PR: Empresas de relaciones públicas o agencias de comunicación
[2] En referencia a Richard Lindzen, Ross McKitrick y Fred Singer, conocidos negacionistas profesionales.
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