Para unos, la favorece. Para otros, es el factor determinante. Para unos, la población árabe se ha hartado súbitamente de sus dictadores con el único detonante de un joven bonzo y así, sin más, ha tomado masivamente calles y plazas para echarles. Para otros, ha sido el precio de los alimentos, que este invierno ha superado un nivel que ha desbordado la tradicional solidaridad familiar de la cultura árabe, por cierto la única red de seguridad de esos países. Cabe pues preguntarse por qué, en ellos, comienzan a pasar más necesidades de las habituales. Más hambre. Es debido al cambio climático.
Nosotros, los ricos, no lo notamos tanto (de momento). No lo notamos por ser ricos los que lo son dentro de los países ricos, cosa que ahora equivale a tener algún empleo o renta o patrimonio líquido acumulado, que ya vamos viendo que el sólido y el inmaterial va siendo difícil de vender al precio que dicen que vale. Pero también porque funcionamos por precios de mercado, y no por precios de coste. Así, por el momento las empresas alimentarias y de distribución están asumiendo parte del incremento de costes en origen, aunque queda bien poco para que se generalice el incremento de precios que ya ha anunciado, por ejemplo, Mc Donalds. Por aquí tenemos ya estanflación, o sea, inflación sin crecimiento del PIB, cosa que llevó a Japón a la década perdida. También porque, por ahora, el porcentaje de los ingresos que destinamos a alimentación es mucho más bajo que en los países pobres, donde ronda el 70%.
Que este invierno, y a nivel mundial, el precio del grano se haya duplicado con respecto al nivel de mitad de la década y esté superando el nivel récord de 2008 de antes del crash financiero es atribuido por la prensa económica al incremento de la demanda, pues se está produciendo una cierta recuperación del crecimiento económico en algunas zonas del mundo, mientras China vuelve a la senda de los 10% anuales. Esta prensa también habla de una cosecha no especialmente buena, pero eso le debe parecer circunstancial y transitorio al lado de la fe religiosa en la (no fundamentada) necesidad del crecimiento económico, que de ninguna forma se le ocurre cuestionar. Como la economía mundial equivale a un timo piramidal, esa prensa no cuestiona tampoco el crecimiento de la población, que considera necesario para poder mantener el tinglado en el que, hoy por hoy, estamos sumergidos la mayoría de las sociedades y civilizaciones en proceso de homogeneización ultraliberal.
Financialización de las necesidades básicas
Pero si invertimos el peso de los factores, aún siendo cierto que la producción China sigue creciendo a base de quemar carbón en cantidades ingentes, y que la población mundial sigue también aumentando – factores ambos que, combinados, no llegan a suponer crecimientos de la demanda mundial de dos dígitos- cabe examinar qué ocurre cuando es la oferta de grano, del que comemos nosotros y del que comen también los animales que luego nosotros nos comemos, la que disminuye en el orden de dos dígitos. Lo que ocurre entonces es que los precios de los alimentos se disparan. La FAO ya advirtió en diciembre pasado de la volatilidad de los precios agrícolas, analizando algunas de sus causas y alertando sobre la inestabilización social que podría sucederle. Hoy dice que esos precios, volátiles ellos, seguirán creciendo.
La lógica de los mercados dice que, cuando esto ocurre, el consumidor reducirá su consumo y los precios volverán a un nivel correcto. Pero cuando este mecanismo se aplica a un bien básico, y opera en una situación en la que el precio correcto estaba ya – ¡en promedio! – al límite de las necesidades de supervivencia, el precio de los alimentos no resulta ya insoportable solamente a quienes habían perdido la capacidad de reacción. Se hace insoportable a la inmensa cantidad de personas que se encontraban al límite.
Este es el efecto del ultraliberalismo empresarial internacional que nos invade, y que favorece que los mercados estén ahora invirtiendo en productos financieros derivados (mercados de futuros), pero ahora relativos a las materias primas. La financialización de las commodities (materias primas), entre las que se encuentran los alimentos – su especulación, en suma – provoca turbulencias en los precios de los artículos de primera necesidad.
Por el costado no financiero, por qué demonios la oferta de grano disminuye dos dígitos en un solo año es algo que tiene que ver con la cosecha del año anterior en el hemisferio norte y la actual en el hemisferio sur, donde ahora es tiempo de recolección. Cosas de la naturaleza, caprichos de la naturaleza que no sabemos por qué ocurren. O eso parecen creer los mercados, y su prensa.
El desastre climatológo creciente
Lo cierto es que estas cosas llevan tiempo ocurriendo con mayor frecuencia de la que los economistas consideran como baseline. Llevan tiempo ocurriendo con una frecuencia estadísticamente creciente, como saben los climatólogos que estudian el cambio climático pero muy pocos economistas aceptan, desde luego no la mayoría de aquellos a los que se dirige el Financial Times, The Economist y el Wall Street Journal, entre otros. Si bien no es posible atribuir un fenómeno meteorológico extremo concreto al cambio climático, no hay ya duda alguna de que su aumento sostenido, tanto en frecuencia como en intensidad, es producto del calentamiento global [ver ¿Es posible atribuir los fenómenos meteorológicos extremos al calentamiento global?].
Climatológicamente hablando, el año pasado ha sido desastroso, con su correspondiente impacto en las cosechas. Los incendios de Rusia se cargaron alrededor del 40% de la cosecha de ese país. Hemos experimentado sequías desacostumbradas en Ucrania y Argentina, proveedor mundial de soja. Precipitaciones fuera de lo común han destrozado la cosecha de trigo del Canadá. Las inundaciones en Pakistán han afectado también a los cereales y el azúcar. Y en Australia, donde el que es considerado el mayor desastre natural de su historia ha echado a perder buena parte de su cosecha de trigo. Nótese que Egipto es el primer importador mundial de trigo.
No han sido los únicos desastres. Lo mismo está ocurriendo en Brasil [ver video espeluznante más abajo, de Al Jazzera], cuyas recientes inundaciones, consideradas también el mayor desastre natural de su historia, han sucedido a una sequía histórica en la Amazonia, la segunda en sólo tres años, y debida a una desacostumbrada reducción de caudal de los afluentes del río. Sri Lanka y Sudáfrica sufren también lluvias torrenciales y sus correspondientes inundaciones, fenómeno que va siempre seguido de millones de personas desplazadas.
Todos estos desastres, que por ahora seguimos denominando eufemísticamente naturales, están ocurriendo con un incremento de la temperatura media de la Tierra de poco menos de 1 ºC respecto al promedio preindustrial, y ocurre en un momento de la fase del ciclo solar en que éste se encuentra en mínimos. Es previsible que poco después de mitad de siglo se hayan superado ya los +3 ºC [ver El nuevo negacionismo climático posibilista], con lo que muchos más fenómenos extremos serán entonces la norma.
El sistema físico-económico mundial está tan al límite de sus forzamientos (de hecho, su capacidad de vuelta al equilibrio, lo que se denomina resiliencia, está completamente superada) que la supervivencia de muchos millones de personas cada año depende de que el año anterior la cosecha haya sido récord. Para ello se cultiva cada día más superficie, y se emplean tecnologías de agricultura intensiva (que podrían estar alcanzando límites teóricos) consumiendo gran cantidad de agua y energía. Así llevamos décadas. Pero ahora hay algo nuevo, algo que no podemos controlar: la reacción de la naturaleza a nuestro maltrato, su furia, su revolución. Cuando esta furia se desata en los lugares que nos sirven el alimento a los que quedamos vivos tras su paso, se lleva por delante toda hacienda y toda tecnología de productividad que hayamos establecido a toda prisa de mercado. Entonces sube el precio de los alimentos, y mucha gente ya no los puede pagar. Y se lanzan a la calle culpando al presidente del gobierno, democrático o no.
El cambio climático, factor estructural de la (in)seguridad alimentaria
La revolución de la naturaleza, su grito de basta ya, se concreta, en el caso de los países árabes, en el iniciador de una revolución social y política al grito mayoritario de “Alá es grande”.
Es pues importante darse cuenta de que la volatilidad de los precios de los alimentos (su variabilidad e incertidumbre) está íntimamente relacionada con el cambio climático, y que la variabilidad de las cosechas ha dejado de ser, definitivamente, un elemento coyuntural, pasando a ser estructural. Así, la incertidumbre acerca de las cosechas anuales se agranda, pues no es posible predecir, para un año concreto, qué fenómenos extremos se producirán o si la naturaleza se cebará en las zonas de agricultura intensiva o, si esa agricultura es tradicional, qué extensión abarcará.
En el último tercio del siglo pasado ya se decía que, en éste, el cambio climático no sólo sería un grave problema, sino que sería el problema. Salvo argucias innovadoras del negacionismo, no parece faltar ya demasiado para que la población occidental se de cuenta de forma mayoritaria de lo que está ocurriendo, y tampoco para que lo haga la población no occidental y que ésta, además, se de cuenta de que el origen se encuentra en la irresponsabilidad ética de la economía originada por aquí y, además, en el negacionismo socialmente inducido, que nos atribuirán a todos de forma genérica, mayestática.
Ellos, los insurrectos, no distinguirán entre engañadores y engañados. Pero si entre perpetradores y víctimas.
[Actualización 06/02: Referencia de interés: Tipping Points in the Earth Systemand their Implications for World Politics and Economy. Atención a la figura 3: Climate change as a driver for conflict.]
[Actualización 07/02/2011: El premio Nobel Paul Krugman establece la conexión descrita en el texto en un artículo en el New York Times del 06/02/2011. ]
Las inundaciones de Brasil
ABC News: “Raging Waters In Australia and Brazil Product of Global Warming”
Nota final
Observo que los comentaristas políticos explican la inesperada reacción del mundo árabe comparándola a la del muro de Berlín, y otros sucesos difíciles de prever. Si siguieran la información de mayor relevancia de la actualidad, como es la relacionada con el cambio de planeta que se está produciendo, tal vez se explicarían algunos sucesos [ver Por qué escribo, por qué me preocupa el cambio climático]. Pero si, por lo menos, siguieran las informaciones relacionadas con los efectos del cambio climático, tal vez podrían anticipar algunos sucesos, o alertar de algunos peligros. A lo mejor les bastaría con estar atentos a los informes de algunas organizaciones, como la FAO, que ya anticipó la posibilidad de inestabilidad social importante este mismo año debido a la inseguridad alimentaria.
Estaría bien que aprendieran a considerar causas subyacentes y elementos iniciadores, y a distinguir entre ambos.
Estoy visitando por primera vez tu sitio web. Y compruebo que llevas casi año y medio posteando aquí sobre el cambio climático.
Yo defiendo que existe un cambio climático en la Tierra, pero justo este post en el que afirmas que la insurrección árabe se ha visto influida por el cambio climático, me parece … demasiado especulativo.
En mi opinión, desfases como éste desacreditan todo ese año y medio de trabajo.
Saludos,
Aleix.
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Si la insurrección se ha visto influida por el precio de los alimentos, el precio de los alimentos se ha visto influido por fenómenos meteorológicos extremos de intensidad y frecuencia récord y esta circunstancia, a su vez, es consecuencia bien predicha por la ciencia del cambio climático… creo recordar que a esto se le llama silogismo.
Para considerarlo especulación debería ser discutible alguno de esos pasos intermedios. ¿A cuál te refieres?
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Me refiero, como especulativos, a los tres pasos intermedios:
(1) ¿La insurrección se ha visto SÓLO influida por el precio de los alimentos? Opino que NO.
(2) ¿El precio de los alimentos se han visto influidos SÓLO por fenómenos meteorológicos extremos? Opino que NO.
(3) ¿Los fenómenos meteorológicos extremos son una consecuencia bien predicha por la ciencia del cambio climático? Opino que NO.
Lamentáblemente, no soy: ni estratega geopolítico, ni gurú de la economía, ni experto climático. Por lo que no puedo defender mis opiniones con argumentos contundentes.
Además si dijera algo más sobre el punto (3), podrías aplicar la tercera cláusula de tu «política de comentarios» y no publicar en tu sitio web mi crítica al cambio climático como evento catastrófico.
Saludos,
Aleix.
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Empecemos pues con el punto 3. El hecho de que el cambio climático provoque fenómenos extremos no requiere demasiada experiencia, sino que responde bastante al sentido común: parece razonable suponer que, habiendo más energía en el sistema, la intensidad de sus respuestas sea mayor. Pero como el sentido común acierta menos a menudo de lo que el sentido común nos dice, para eso está el método científico. Esta conexión ha sido estudiada con todo detenimiento y resulta ser una conclusión inequívoca y aceptada por la comunidad científica como bien fundamentada, por ejemplo por el último informe del IPCC.
¿Estaría todo esto ocurriendo sin el exceso de gases de efecto invernadero en la atmósfera? La respuesta estrictamente científica es: MUY PROBABLEMENTE NO. De modo que es una cuestión para la que el margen de opinión ha quedado tan reducido que no tiene demasiado sentido acogerse a él. Para una visión más asequible puedes ver el vídeo que he añadido o acudir a la CBS, o también aquí. Los medios tradicionalmente negacionistas de los EE.UU están cambiando ya, espoleados por el daño que está sufriendo ese país en su propio territorio, donde también se han reducido las cosechas.
Respecto al punto 2, el texto no dice que sea sólo debido a fenómenos meteorológicos extremos – y en todo caso, al hablar de influencia, queda excluida toda exclusividad – sino que se agranda debido a la especulación que la escasez y la financialización facilita. En todo caso la FAO, que es mi fuente, lo atribuye a estos dos factores, y alguno más, pero con el primero como iniciador. Scientific American recoge y amplía la explicación aquí. La reaseguradora Munich Re tampoco tiene dudas, y destaca que el cambio climático es la única explicación plausible, así como el informe a consumidores de Credit Suisse
Punto 1, desde luego el más opinable. Tampoco digo que haya sido sólo el precio de los alimentos, sino que ha sido el elemento iniciador de la revuelta. ¿Qué hay de distinto en esos países ahora que hace, digamos, cinco años? ¿Qué es lo que lanza a la gente a la calle? No sé de diferencia alguna de un nivel suficiente como para ser capaz de iniciar una insurrección. Una vez iniciada, será magnífico si consiguen el avance democrático que desean y deseo para ellos. Pero lo que hay de distinto es que hoy, como cuando también se lanzaron a la calle hace casi tres años, no pueden pagar el pan, y el estado ha llegado al límite de endeudamiento si quisiera subvencionar más todavía elemento tan básico. De modo que cabe concluir que lo más verosímil es que haya sido la escasez alimentaria el iniciador de la revolución.
Esta última opinión es compartida por buena parte de la prensa internacional. Puedes mirar en Slate, Washington Post, New York Times…
ACTUALIZACIón 21:15: Sugiero también examinar la entrada Cambio climático, milicia y espionaje: llamamientos del estamento militar e intervención de la CIA en las negociaciones
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Lo más preocupante es que la producción de granos básicos no está aumentando al ritmo que mundo necesita (lo dice bien claro el informe de la FAO). A ello hay que sumar el efecto del verano absolutamente tórrido en Rusia que se ha cargado la cosecha. Los negacionistas dicen que un poco de calor es bueno. Creo que este tipo de personajes habría que obligarles a responder con su patrimonio en caso de escasez provocada por eventos climáticos extraordinarios, como en este caso.
Por cierto, que creo que es muy importante, agradecería alguna información sobre cómo está afectando el cambio climático a los seguros agrícolas.
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Estoy básicamente de acuerdo en que los causantes deben afrontar su responsabilidad, pero no es fácil sustanciar la acusación. Además creo que si alguien los demandara, ý algún juez aceptara este marrón, se produciría un debate público como no se ha producido hasta ahora, y que podría ser decisivo a la hora del basculamiento final de la opinión pública. El peligro es que si, por cualquier razón, jurídica, política, o menos visible, fueran declarados inocentes, ello sería leido como que el cambio climático no es cierto o no es importante. Vivimos en un tiempo en que cuentan más las apariencias que la realidad, y esa gente domina estas técnicas a la perfección. Habría que tenerlo muy bien atado.
Lo siento, creo que no tengo nada sobre cosa tan concreta, pero importante como dices. Estaré atento y te avisaré llegado el caso.
Gracias por participar.
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Pues la opinión de Ferran no es ni mucho menos aislada:
http://www.energybulletin.net/stories/2011-02-01/great-unravelling-tunisia-egypt-and-protracted-collapse-american-empire.
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Y ahora lo dice nada menos que Paul Krugman en The New York Times:
http://www.nytimes.com/2011/02/07/opinion/07krugman.html?_r=3
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Gracias por seguirme, Antonio
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Gracias a ti por escribir, Ferran.
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No hay incendio sin combustible. En el caso de la revueltas árabes, es evidente que ha existido una espoleta, un punto de deflagración.
Creo que en buena parte estamos asistiendo a escala global a la pérdida de masa de las clases medias, mejor preparadas culturalmente y mas capaces de gestar revoluciones organizadas y fundamentadas técnica e ideológicamente.
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