“You can of course debate whether it is a good thing or a bad thing that IPCC reports are conservative, but the most important thing is that we know that it’s conservative, so you understand the IPCC reports in the correct way.”[1] – Stefan Rahmstorf, IPCC (91)
Vistos cuales son los mecanismos que llevan a la moderación en un marco de consenso científico, examinemos ahora con cierto detalle el IPCC, paradigma del consenso en las ciencias del cambio climático, para comprender qué sesgos pueden tener los resultados en función de su composición, estructura y dinámica. Es en el IPCC donde se sustancia el consenso científico alrededor de las ciencias físicas, biológicas y económicas relacionadas con el clima, así como de sus impactos en las sociedades y en la vida misma y las propuestas de abordaje del problema. En el IPCC, todos los informes se redactan por consenso.
Características esenciales del IPCC
Efectivamente, en el caso de las ciencias del clima al consenso científico se le exige un grado de aceptación virtualmente universal, hasta el punto de haber sido institucionalizado a través de Naciones Unidas (92) y la Organización Meteorológica Mundial en el conocido IPCC[2]. Estos fueron los organismos que lo crearon en 1988 a iniciativa principalmente de los Estados Unidos (93), país que deseaba incorporar a la economía en el asunto climático. Sus impactos anunciados comenzaban ya a atisbarse como económicamente problemáticos y además la formación de ciertos grupos de climatólogos que iban por libre, tales como el AGGG (Advisory Group on Greenhouse Gases[3]) que ya iban diciendo que había que reducir las emisiones de forma significativa (94), se entendía amenazadora.
En todo caso es importante no confundirse y creer que las ciencias del cambio climático comenzaron con el IPCC. De ninguna manera esto es así. Sin necesidad de remontarnos a finales del siglo XIX – cuando ya se calculaba la sensibilidad de la temperatura a la concentración atmosférica del CO2 (95) – fue en los años 50 y 60, consolidándose en los 80, cuando se establecieron todos los fundamentos, el problema ya se tenía claro y se habían lanzado ya multitud de advertencias (96), incluidas las dirigidas a los presidentes de los Estados Unidos (97). Como muestra, este trabajo de 1964, que llevó a Lyndon B. Johnson a alertar el Congreso de ese país al año siguiente (98):
“En el año 2000 la atmósfera contendrá alrededor de un 25% más de CO2 que en la actualidad … esto modificará el balance energético en una medida tal que pueden ocurrir cambios importantes del clima, no controlables mediante esfuerzos locales e incluso nacionales.” (99)
A finales de los 80 la comunidad científica del clima, a diferencia de (casi todas) las demás[4], aceptó un filtro adicional al del clásico peer-review: un grupo del mayor nivel, numeroso, examina ahora en detalle (una vez más) los resultados, conclusiones, consideraciones y cautelas de cada trabajo, las compara con las de otros e intenta una homogeneización hasta donde sea posible. Tras este proceso, el grupo deberá ponerse de acuerdo en unas conclusiones que integren y resuman toda la producción científica realizada en las distintas disciplinas que las ciencias del clima abarcan, todo ello hasta una fecha límite anterior al de la emisión prevista del informe respectivo, límite que se sitúa entre uno y dos años antes.
[Efecto 9] Veamos ahora la estructura y funcionamiento del IPCC para ir examinando de qué modo puede contribuir a la moderación, más allá de la función intrínsecamente moderadora del consenso ya descrita.
A este respecto es importante aquí conocer algunas características destacables de este organismo:
- El IPCC es totalmente independiente de su jerarquía constituyente;
- El IPCC no realiza propiamente trabajos de investigación ni seguimiento de las mediciones climáticas (con matices, pues desde luego a lo largo del proceso es inevitable producir nuevo conocimiento y sugerir líneas de investigación) (100), sino una evaluación o valoración (assessment) de todos los trabajos considerados, que intenta integrar. Esto significa además que cualquier moderación reflejada en los trabajos considerados no será, en principio, cuestionada.
- El IPCC no tiene propiamente científicos, pues la inmensa tarea con la que cargan quienes en él participan corre a cargo de sus respectivas instituciones. Su labor en el IPCC no es remunerada: trabajan a escote y, en principio, se dan por satisfechos con el prestigio que otorga haber llegado a ese nivel, considerado muy elevado.
En sentido estricto el IPCC es, de hecho, una pequeña estructura administrativa con sede en Ginebra donde trabajan unas pocas personas que consiguen movilizar y coordinar a miles de científicos.
Los informes de carácter general, denominados “Informes de Evaluación” (Assessment Reports), son emitidos con una periodicidad no establecida, pero que en la práctica oscila entre 5 y 8 años (pueden verse los informes generales emitidos desde 1990 en esta entrada anterior). Están divididos en tres volúmenes, que reflejan la estructura temática en la que está dividido el organismo, a saber:
- Grupo de Trabajo I (WG I): Bases de ciencia física
- Grupo de Trabajo I (WG II): Impactos, adaptación y vulnerabilidad
- Grupo de Trabajo I (WG III): Mitigación del cambio climático
El más importante y al que se le atribuye mayor autoridad es de largo el WG I tal vez por ser, a priori, estrictamente neutral y libre de juicios de valor debido a la ausencia de científicos sociales. En todo caso la presencia de estos últimos es extraordinariamente escasa en todos los grupos (101), incluyendo aquellos que más lo requerirían. Solo el WG II, aun estando dominado por las ciencias naturales, realiza un cierto tratamiento de la integración entre los sistemas naturales y sociales (102). Parecería que esto debería de ocurrir también, incluso con mayor motivo, en el WGIII, pero como veremos, y a excepción de los economistas neoclásicos, no es así. Se ha sugerido que una mayor presencia de las ciencias sociales favorecería un cierto tratamiento del negacionismo, del que el IPCC es diana principal (103) pero ue hace como si no existiera.
Una característica destacable, que constituye uno de los problemas pendientes de resolver, es la integración entre estos grupos: los informes son redactados de forma independiente unos de otros, lo que debilita su coherencia y comparabilidad en algunos aspectos clave (104). Es verdad que el ciclo concluye con un “Informe de Síntesis”, pero es muy limitado con respecto a los demás.
Es importante también conocer algunas de las normas de funcionamiento en relación a los trabajos que vayan a ser considerados:
- Sólo se tienen en cuenta trabajos que hayan sufrido procesos de revisión por pares (peer reviewed). Había excepciones, hasta que se produjo un error de bulto en el cuarto informe de 2007 (105) que aconsejó ser mucho más estrictos en este punto.
- De cara a las predicciones sólo valen los resultados que presentan los modelos. Cualquier otra forma de establecer un valor futuro, por ejemplo a partir de la paleoclimatología, es desechada. Esta cuestión es muy importante, pues la calidad de las predicciones quesa adherida a la de los modelos empleados, que son agrupados bajo la denominación CMIP (Climate Models Intercomparison Project).
- Estos modelos son excitados mediante distintos escenarios de futuro que el IPCC también establece y que denomina RCP (Representative Concentration Pathways[5]). De entre todos escenarios que maneja ha seleccionado los 4 más representativos, desde el de la máxima ambición mitigadora (RCP2.6) hasta el considerado como caso peor (RCP8.5). Entremedio están los RCP4.6 y RCP6.0. Las cifras indican el forzamiento radiativo de la atmósfera, de hecho una medida del desequilibrio energético de la Tierra, en W/m2)
- Los modelos empleados por el IPCC y, en general, por la comunidad científica del clima son del tipo bottom-up, metodología que resulta todavía esencialmente lineal y que no permite establecer márgenes de estabilidad del sistema climático o de sus subsistemas. Muchos de los lazos de realimentación que se consideran están reflejados de una forma bastante elemental e imprecisa.
- El IPCC tiene establecido un potente sistema de revisión ampliado [extended peer-reviewed], según el cual la revisión no se limita a los expertos en la materia sino que todo el mundo puede presentar comentarios u objeciones (106). En el último informe, solo en el Grupo de Trabajo I procesó y respondió nada menos que a un total de 54.677 comentarios.
- Todos los resultados, todas las afirmaciones que se plasman en los informes deben haber sido consensuadas.
Uno de los tipos de papers que si es considerado es precisamente el que emplea el método de expert elicitation. De modo que si hemos visto ya que sus resultados están escorados hacia la moderación [efecto 7], el hecho de incluirlos en un entorno de consenso podría escorarlos adicionalmente.
¿Es posible argüir que alguien que tenga posiciones especialmente moderadas prefiera callarse para evitar ser tildado de vendido o colaboracionista del negacionismo? Desde luego lo es y ocurre, pero es francamente minoritario (107).
Es también obligado preguntarse hasta qué punto el IPCC consiente la presencia de negacionistas declarados. La respuesta es que no los consiente, pero ruego al lector que no haga una lectura simétrica con respecto a los perfiles anteriormente mencionados. Simplemente está claro que son negacionistas fraudulentos y no son invitados. De vez en cuando se cuela alguno, o bien alguien ejerce inesperadamente de quintacolumnista, cosa que ocurre con mayor probabilidad en el WGIII, hoy en día el más vulnerable a este respecto. El caso de Richard S.J. Tol (el duendes) es paradigmático a este respecto.
[Efecto 9a] Es crucial también saber que las áreas de conocimiento poco trabajadas o allí donde la discrepancia resulta ser excesiva no son considerados: es como si no existiesen. Lo veremos en los capítulos de ejemplos, pero basten dos botones: durante 20 años no se contempló contribución alguna de las grandes masas de hielo al nivel del mar, y ahora lo hace todavía muy tímidamente. En el AR5 sigue sin considerarse la realimentación temperatura-emisiones del permafrost (108). Se cuenta con emisiones del permafrost, pero no con los efectos de auto-reforzamiento del lazo de realimentación. Solo por este motivo las emisiones de este origen van a ser mayores de lo esperado.
Hay formas más drásticas de excluir los resultados atípicos. Cuenta Gary Yohe, codirector de la publicación académica de referencia Climatic Change que, en una de las primeras reuniones preparatorias para el 5º informe, el presidente de uno de los grupos de trabajo puso la condición de que no se aceptaría ningún resultado que fuera defendido por un solo paper (109). No detalla qué grupo era pero, según fuera, muchos trabajos de James Hansen o Peter Wadhams quedarían automáticamente excluidos: ni tan solo van a ser puestos a discusión. Pero dada la periodicidad de los informes, y las fechas límite de aceptación de los trabajos a considerar, una idea potencialmente válida, o incluso trascendente, de un solo paper podría tener que esperar hasta 10 años en ser oficializada. Poco después, en Valencia 2007, el IPCC aprobó por consenso que esto fuera así de forma general.
[Efecto 9b] Encontramos otra tendencia a la moderación en el hecho de que los escenarios más analizados en la literatura que se va a considerar en el IPCC resultan ser, precisamente, los inferiores, los más moderados, no precisamente las trayectorias más business as usual incluso contando con algunas tímidas políticas de mitigación. Ni los escenarios más extremos ni los centrales son los más examinados, por el simple motivo de que los trabajos regulares de investigación están sistemáticamente escorados hacia los escenarios más moderados. Esto sigue siendo así de cara al sexto informe previsto para 2021.
Esto podría ser consecuencia del efecto John Mercer [efecto 5], pero añade un componente de moderación indudable en el IPCC a la hora de comparar resultados y otorgar confianzas. Desde luego presenta un vacío de conocimiento para el caso de que no se implementen políticas climáticas adecuadas o que estas fallen por cualquier motivo. Además, dado que no conocemos los efectos, el análisis de medidas de por lo menos adaptación en esas tremendas situaciones queda severamente comprometido (110). Dado que para el IPCC todos los escenarios son igualmente probables – lo que hace más llamativa todavía la constatación indicada – los políticos se quedan sin criterios científicos con los que manejar los escenarios de mayor calentamiento (111).
Membresía
La participación en los informes del IPCC lo es por invitación. Las personas que invitan, nombradas por los gobiernos son, básicamente, físicos y economistas. Esto conlleva distinto sesgos (102) que iremos examinando.
La influencia de la política del IPCC se reduce a dos circunstancias
- La menos importante: son los estados quienes proponen los miembros del Bureau que constituirá, para cada ronda de assessment, el comité ejecutivo. Desde luego el presidente es también elegido por los gobiernos, aunque la influencia de los Estados Unidos es flagrante. Ver a este respecto “El movimiento negacionista en cambio climático: 3. Cómo se sustituye a un presidente del IPCC”.
- La más importante. El texto que va a tener mayor influencia sobre la política va a ser el denominado “Summary for Policymakers” (SPM), que traducen por “Resumen para responsables de políticas” (en lugar de hacedores). Vienen a tener unas 50 páginas, bastante infumables de cara a su efectividad real sobre la sociedad (113), pero donde está sustanciada la interfase ciencia-política en el modo de consenso.
A nivel de cada capítulo de cada Grupo de Trabajo se disponen 2 coordinadores denominados Coordinating Lead Authors (LCA), algunas decenas de Lead Authors y otro tanto de Review Editors. Todos los miembros de los dos primeros son igualmente responsables del contenido final. El tercer grupo se encarga de reclutar a otras tantas decenas de Expert Reviewers y de las revisiones y comentarios que puedan surgir desde el exterior.
En asuntos de membresía cabe tener además en cuenta dos factores importantes:
- Dominio WASP[6]. El llamado tercer mundo está subrepresentado, aunque ciertamente cada vez menos. Aún con importantes diferencias entre grupos también está subrepresentado el género femenino; también cada vez menos.
- Dominio absoluto de economistas mainstream en el WG III. Es absoluto porque no verá usted uno solo de los economistas adscritos a la denominada economía ecológica. Solo se acepta la “environmental economics”, rama de la mainstream que analiza (solo) económicamente los ecosistemas o también su equivalente “resource economics”. Para estos profesionales cualquier cuestionamiento del crecimiento económico es una herejía, y cualquier cuestionamiento de la desigualdad social una ideología. Esto es un grave infortunio que permite que el IPCC, salvo en su vertiente física, esté desconectado de muchas realidades en demasiados aspectos, que trataremos en la próxima entrada.
[Efecto 9c] Hay otra característica de la membresía del IPCC que conviene conocer. Algo que sorprende en los sucesivos informes es que muchos de los climatólogos de mayor reputación van desapareciendo de los órganos de decisión. Una buena parte de este fenómeno se debe a que el IPCC evita la inclusión de científicos que se hayan significado en exceso en la arena pública (114), al considerar que estarían manchados por una posición previa que resultaría en un flanco débil por donde la negacionía podría objetar. En principio, parece razonable.
Pero profundicemos. ¿Quiénes son los que tienen mayor tendencia a atravesar las barreras mediáticas y presentar su mensaje directamente? En general son los mejores, los ya establecidos, porque un exceso de exposición es un riesgo muy elevado para la carrera de cualquiera. Y son también los más alarmados, que consideran que los informes del IPCC o bien se quedan cortos o bien que las características de este organismo impiden una comunicación adecuada para un conocimiento público al nivel de la alarma que se detecta, y deciden informar directamente. No digamos ya si se les conoce algún tipo de activismo social[7].
Hace ya tiempo que uno no encuentra en el IPCC a James Hansen, Hans Joachim Schellnüber, Michael Mann, Kevin Anderson, Will Stefen y otros del máximo nivel que se han significado no ya por su activismo, sino simplemente por haber aparecido en los medios de comunicación con un mensaje más contundente que la zona de confort que ofrece el consenso (115). Ocurre que hacer esto supone quedar excluido del IPCC, aunque a estos niveles y edades ya no tienen ninguna necesidad de participar.
Es pues comprensible que la progresiva ausencia de estas personas de los sucesivos informes escore los resultados de los informes del IPCC, o por lo menos su expresión, hacia la moderación.
Summary by policymakers
Los informes del IPCC tienen miles de páginas solo en inglés y han sido confeccionados cuidadosamente por más de 800 lead authors y expert reviewers de unos 80 países, que habrán examinado alrededor de 30.000 papers académicos. No se ponen a disposición del público antes de haber elaborado un resumen, denominado Summary for Policymakers (SPM). En efecto, el Summary for Policymakers (SPM) del WG I es el primer acto de la culminación de una ronda de confección de todo un informe del IPCC. Le seguirán los informes de los WG II y WG III con algo de retraso cada uno de ellos (no más de unos meses), también con sus correspondientes Summaries. Con todo, el SPM del primer grupo es de lejos el más influyente, y es uno de los pocos documentos que es posteriormente traducido a una diversidad de idiomas.
[Efecto 9d] La característica esencial de este Resumen es que su contenido debe de haber sido aprobado previamente, palabra a palabra y frase a frase, por cada uno de los delegados de los 195 países presentes. Comprenderá usted la dificultad de la empresa. Esto ha ocurrido a lo largo de cinco rondas o informes.
Las reglas del IPCC exigen unanimidad: basta con la objeción de un solo país para que el texto no fuera a ser aprobado, lo que acaba produciendo la eliminación de todo lo que pudiera ser considerado controvertido por solo un país.
Por ejemplo, un gráfico que comparaba los países según sus emisiones históricas y por renta fue desechado bajo la acusación de “policy-prescriptive” (116). Ello sin contar con la sempiterna suavización del lenguaje, donde por ejemplo “soluciones” claramente inverosímiles son calificadas de “difíciles pero factibles”, y lo que es de todo punto “urgente y radical” es considerado como un simple “reto” (117). Bueno, esto no es exclusivo de los summaries: hemos ido viendo que la propia literatura científica está henchida de este tipo de suavizantes. En todo caso en el último informe de 2013 se llegó a alterar cerca del 75% del texto. Esto hace que muchos denominen a este resumen final, verdadera frontera entre ciencia y política, Summary by Policymakers (118).
En la próxima entrada analizaremos la influencia de los economistas en los resultados y recomendaciones del IPCC.
Examinar referencias
Entrada anterior: Escalones hacia la moderación (4): Función moderadora del consenso científico. 1. Cómo modera el consenso
Próxima entrada: Escalones hacia la moderación (4): Función moderadora del consenso científico. 2. La moderación en el IPCC (b): Economistas de movimiento perpetuo
Notas
[1] “Desde luego es posible debatir si es bueno o malo que los informes del IPCC sean conservadores. Pero lo más importante es que sabemos que son conservadores, de modo que hay que entenderlos adecuadamente.”
[2] Intergovernmental Panel for Climate Change, Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, sede del consenso científico en cambio climático
[3] Grupo consultivo sobre gases de efecto invernadero
[4] El IPCC fue el primero, pero actualmente algunos otros ámbitos, como la biología (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services) y el comportamiento humano (Millenium Assessment of Human Behavior) han adoptado procedimientos similares a los establecidos en el IPCC.
[5] Trayectorias de concentración [de CO2] representativas
[6] White Anglo-Saxon Protestant
[7] Una excepción a este respecto fue la de Sven Teske en el informe sobre energías renovables de 2011 (SRREN), mientras era miembro activo de Greenpeace, lo que motivó extremar la normativa.