Este texto ha sido elaborado como complemento a la entrada Carta abierta a Manuel Toharia a partir de una conferencia suya (You Tube).
Siempre ha habido cambio climático: el Támesis se helaba a finales del segundo milenio

El Támesis helado, en 1677. Nótese la gran cantidad de arcos del puente, que frenaban la fluencia del río.
Se estima que, entre 1408 y 1814, el Támesis se heló 22 veces, y no ha habido más episodios desde entonces (Lamb, 1977). Sin embargo, después de esa fecha se dieron muchos más episodios de frío extremo. Por ejemplo, en el invierno de 1962/63, el tercero más frío desde 1659, momento en que comenzaron las mediciones de temperatura en Londres. ¿Por qué? El motivo no es otro que las características del viejo puente de Londres, que fue sustituido por el actual en la década de 1830. También fue alterada la ubicación de una presa para la contención de las olas marinas entrantes, que se ubicó bastante más aguas arriba. Lo interesante es que el nuevo puente tenía muchos menos arcos y embarcaderos que el anterior, lo que permitía un mayor flujo de las aguas, dificultando así el proceso de congelación.
No conocemos bien la influencia del sol en el cambio climático
Pocas cosas han sido analizadas con mayor detenimiento que esta influencia. En esta entrada se expone brevemente este efecto, y se muestra inequívocamente que el crecimiento de la temperatura en las últimas décadas tiene signo inverso a la evolución de la intensidad de la radiación solar.
Por otra parte, Toharia se hace eco de las teorías cósmicas de Svensmark, negacionista de pro cuyas fechorías conocemos bien en este blog.
En los años 70 había consenso en que nos dirigíamos hacia una edad de hielo
Este mito ha sido repetido hasta la saciedad por la negacionía, intentando así desacreditar la ciencia del clima en su conjunto. En este blog el mito ha sido explicado en esta entrada, y este trabajo del Bulletin of the American Meteorological Society resulta definitivo para comprender la falacia.
Es uno de los argumentos que ha alcanzado mayor predicamento, y es especialmente dañino. La intención de sus promotores no es otra que la de hacer dudar del proceso científico: “antes decían que se enfriaba; ahora dicen que se calienta”, como si la comunidad científica fuera un grupo de erráticos sonámbulos que no saben muy bien lo que hacen. Es esencialmente peligroso porque no es fruto del escepticismo, sino que persigue desacreditar a la ciencia en su conjunto con el objetivo de aguar sus conclusiones para el caso de que los resultados no se ajusten a ciertas posiciones previas de tipo económico, ideológico o religioso.
El calentamiento se ha detenido desde el año 2002, lo que puede explicarse por la disminución de la intensidad solar
Que el calentamiento se ha detenido (o decrecido) recientemente es uno de los argumentos preferidos actualmente por la negacionía, si bien sitúan la referencia en los datos del Hadley Center del año 1998, y no 2002.
Sin embargo,
a) Dos de los tres conjuntos de mediciones de temperatura con los que se trabaja (NOAA y NASA) señalan a 2005 como el año récord de temperatura. El año 2010 compite con 2005 en esta consideración desde que se efectúan registros instrumentales. Por otra parte, a los datos del Hadley Center-Met Office se les considera de menor calidad, pues su tratamiento de la temperatura a muy elevadas latitudes, donde el efecto de amplificación polar se manifiesta con mayor intensidad pero no existen instrumentos, es muy discutible.
b) Es importante no sacar conclusiones con períodos inferiores a 30 años, y en ningún caso inferiores a 17 años, pues de otra forma se corre el riego de resultar afectado por ruido, entre otros, el de la propia variabilidad natural del sistema.
c) Para salvar este inconveniente se emplea la media móvil de (como mínimo) los 11 años anteriores, con lo que el efecto de la corriente oceánica de El Niño (alrededor de 7 años) y el ciclo de variación de intensidad de la radiación solar (11 años) resultan filtrados y no intervienen en el resultado.

Temperatura 1850-2010 (Fuente: National Climatic Data Center). Puede observarse claramente la evolución exponencial
No se sabe por qué se detuvo el calentamiento a mitades del siglo pasado; podría ser el sol
Se sabe perfectamente y no tiene que ver con la variación de la intensidad solar, sino con la emisión a la atmósfera de aerosoles de azufre, reflectores de la radiación solar, debido a la gran cantidad de centrales de generación de electricidad a base de carbón que se construyeron durante este período. Una vez la presión popular, alarmada por la lluvia ácida, llevó a la instalación de filtros en las centrales de Occidente, este efecto de compensación decayó y la temperatura prosiguió su ritmo de aumento. La posible reducción del crecimiento de la temperatura en la última década se atribuye al mismo efecto, pues es ahora China quien está poniendo en funcionamiento un promedio de tres centrales térmicas por semana, que no incorporan protección frente a estos aerosoles de azufre. Con todo, el crecimiento de la temperatura en la era industrial es exponencial, como se muestra en la figura.
Sabemos además algo muy serio. Si los aerosoles reflectantes desaparecieran súbitamente debido a una mayor preocupación por la contaminación atmosférica, la temperatura aumentaría drásticamente. De hecho, si se implementaran los compromisos que la comunidad internacional acordó en la cumbre de Bali, la temperatura aumentaría en lugar de disminuir.
El vapor de agua es el gas que mayor efecto invernadero crea, y su intensidad es varias veces mayor que el CO2. No conocemos su influencia
Conocemos bien su influencia. Es cierto que la contribución del vapor de agua al efecto invernadero es mucho mayor que la del CO2, pero cuando la concentración de vapor de agua supera el valor de condensación que correspondería a una temperatura dada, llueve. Este efecto regula la concentración de vapor de agua en la atmósfera.
En realidad, el vapor de agua constituye un lazo de retroalimentación positiva del calentamiento global. Al aumentar la temperatura media de la Tierra, la mayor evaporación que se produce lleva a un aumento de la concentración de vapor de agua a la atmósfera. De esta forma, el efecto invernadero total aumenta, resultando así mayor que el que sería atribuido exclusivamente al CO2 en ausencia de este fenómeno.
Sabemos muy poco de la influencia de los océanos
No es el ámbito que mejor conocemos, pero la red de sensores ARGO, extendida por todos los océanos del mundo, lleva algunos años ofreciéndonos mediciones muy precisas, entre otras cosas de la cantidad de calor absorbido por los océanos, que resulta ser inmensa y que está en el origen de la amortiguación presente del incremento de la temperatura que corresponde a la composición actual de la atmósfera una vez alcanzado el equilibrio, pero de la inexorabilidad futura del calentamiento ya comprometido (committed) provocado por la concentración actual de gases de efecto invernadero.
Ciertamente, tenemos dificultades para predecir las corrientes de El Niño y de la oscilación del Pacífico, elementos todos ellos de la variabilidad natural a la que se superpone el forzamiento antropogénico, pero sabemos que tienen carácter cíclico. Al poder acotar sus frecuencias de ocurrencia nos es posible filtrarlas para dejar al descubierto el efecto exclusivamente antropogénico.
Sabemos muy poco de la influencia de la nubosidad
Esta afirmación resuena con la hipótesis del efecto iris, enunciada e insistentemente repetida por el negacionista Richard Lindzen contra toda evidencia, según el cual la nubosidad ejercería un efecto de compensación del calentamiento debido a los gases de efecto invernadero. Esta hipótesis, más cercana a las convicciones religiosas de su proponente que a la ciencia en sentido estricto, ha sido refutada con contundencia hace cerca de 10 años. El despiste de este señor, otrora reputado meteorólogo, le lleva incluso a que las referencias que él mismo menciona en La Vanguardia como supuesto soporte a sus planteamientos, en realidad los desmienten.
La fusión de las masas de hielo se compensa con la nieve en el interior
Tanto en el libro “El clima” como en sus conferencias, Toharia da a entender que estas masas están en equilibrio. Sin embargo, la pérdida de masa entre 2006 y 2009 sólo en Groenlandia y la Antártida totalizó 532 Gt/año, con una aceleración estimada de 56 Gt/año en el período 2002-2009, si bien esta contribución creciente al nivel del mar resulta todavía imperceptible a los sentidos. Estos valores son consistentes con la variación de temperatura en esas zonas, resultado de la amplificación polar. Si esta pérdida de masa se duplicara cada 10 años, en 2100 el aumento de nivel del mar sería de 5 metros. Es lo que tienen las evoluciones exponenciales.
A los humanos nos gusta el calorcito
Puede que nos guste el calorcito, pero hay calores que matan. Por una parte, la redistribución de la energía en la atmósfera, provocada por el calentamiento y su distribución desigual, produce una intensificación del ciclo hidrológico, con sequías más severas y dilatadas y precipitaciones tormentosas más torrenciales y frecuentes. Esto está ya ocurriendo y, si bien no es posible atribuir causalidad directa, si es posible hacerlo estadísticamente de forma evidente, tal como el IPCC se dispone a dar a conocer en breve.
Por otra parte, el cuerpo humano tiene un límite en su resistencia a las elevadas temperaturas, como se puso dramáticamente de manifiesto en la ola de calor de 2003, que se llevó por delante 70,000 vidas en toda Europa. Finalmente, el efecto de amplificación polar provoca aumentos de temperatura mucho mayores en los polos, desde luego en el Ártico, con sus consecuencias sobre la desestabilización del permafrost y Groenlandia.
El primo de Rajoy tenía razón
Esta reflexión no la establece Toharia confundiendo clima y tiempo meteorológico, como supuestamente hizo el primo con quien, por cierto, declara haber estado en contacto. Por el contrario, Toharia explica muy bien la diferencia entre ambos conceptos, aunque algunas de sus manifestaciones parecen no tenerlo en cuenta.
Toharia efectúa un paralelismo entre modelos meteorológicos y modelos climáticos cuando, en realidad, comparten pocos elementos en común. Al mencionar el efecto mariposa y referirse a que los modelos climáticos están basados en una gran mentira, no sólo confunde conceptos sino que da a entender que la gran cantidad de personas que trabajan con modelos climáticos son unos impostores, al tiempo que genera dudas sobre el proceso de avance científico.
A diferencia de los modelos meteorológicos, los modelos climáticos top-down son linealizables en un margen de tiempo suficientemente significativo. Ocurre entonces que nos encontramos frente a un sistema lineal con retroalimentación positiva, lo que es sinónimo de inestabilidad y cambio de estado (salvo que se implemente un controlador, en forma de políticas y de su ejecución).
Referencias complementarias
La influencia del sol en el cambio climático
Predicción edad de hielo en los 1970′s
Por qué sabemos que el CO2 de los combustibles fósiles es el causante del calentamiento global
La fantasmada de los rayos cósmicos
Entender la gravedad del cambio climático
Muy bueno, Ferrán. Gracias
Me gustaMe gusta
Gracias a ti.
Me gustaMe gusta
Muy bien expuesto. Hace poco asistí a una charla de este falso escéptico. Lo más triste es que era una charla de divulgación científica organizada por el Donostia International Physics Center, nada menos. Qué bajo han caído.
En realidad, lo que divulgó fue la duda. Una mezcla de verdades, medias verdades, omisiones flagrantes y alguna cosa incierta, en un cóctel muy bien mezclado con su retórica.
Es indignante el menosprecio que hace a los científicos que se dedican a eso.
La conclusión que cualquier persona no bien informada se hace al salir de un discurso de Toharia es que los climatólogos dan palos de ciego y no tienen ni puñetera idea de lo que va a pasar.
Me gustaMe gusta