El texto que sigue corresponde a un artículo escrito por amable invitación de la revista Mientras Tanto, que he dividido en cinco entregas y al que he añadido algunas ilustraciones. Recomiendo además la lectura de los demás artículos del ejemplar, dedicado a ‘Los límites del crecimiento: Crisis Energética y Cambio Climático’, a cargo de Antonio Turiel, Roberto Bermejo, Hermann Scheer y Richard Heinberg. Acceso a capítulos anteriores – Ver texto completo en una sola página.
Las tres proposiciones con las que he iniciado este texto se han revelado inválidas. No es posible estabilizar el clima a las condiciones actuales porque el sistema climático se encuentra en régimen transitorio y todavía no ha respondido a la totalidad del forzamiento al que está siendo sometido. Además, el tiempo de remanencia en la atmósfera del CO2 emitido, de decenas de miles de años, convierte al cambio climático en curso en irreversible a escalas de tiempo humanas.
Dado que lo que condiciona el clima es la concentración atmosférica de GEI y no las emisiones, su mitigación no supone necesariamente reducir la concentración de CO2 a la atmósfera, salvo que esa reducción sea prácticamente total y en el plazo de muy poco tiempo y, además, se retire de la atmósfera el exceso actual mediante reforestación masiva. Finalmente, reducir drásticamente el empleo de combustibles fósiles, sin más, no sólo no produciría una disminución de la temperatura sino que, por el contrario, la reducción concomitante de los aerosoles reflectores produciría un aumento brusco salvo que, paralelamente, se redujeran las emisiones de todos los demás GEI, que suponen algo menos de la mitad del forzamiento positivo total.
Volviendo a la contra-geoingeniería en su sentido fuerte, cabe preguntarse no sólo por su viabilidad y posibles consecuencias imprevisibles sino también por las complicaciones políticas que supondría tamaña intervención planetaria una vez fuera declarada necesaria como mal menor (¿por quién?), y que dejaría en mera anécdota a la ya inmanejable dificultad de las negociaciones climáticas en curso.
Deberíamos haber aprendido ya que todo desarrollo tecnológico masivo dejado en manos de un grupo de púberes de la civilización desconocedores de los límites como, inconsciente o inducidamente, somos todos nosotros, acaba generando más problemas de los que resuelve. Así, habrá que decidir entre dos alternativas. Por una parte está el repliegue necesario de la reducción drástica de emisiones y la reforestación, con todas sus consecuencias, pero entre las que está la posibilidad de dar una nueva oportunidad a nuestros descendientes. Por otra, podemos decidir formar parte de la última frontera, con la posibilidad nada desdeñable de acabar extinguiéndonos de éxito tecnológico.
Entretanto es importante darnos cuenta de la enorme responsabilidad histórica de la generación presente. En los últimos 30 años se ha emitido a la atmósfera una cantidad de GEI equivalente a la mitad de la emitida en toda la historia de la humanidad. Es muy probable que, 20 o 30 años antes del final del siglo pasado, hubiéramos estado a tiempo de encontrar una trayectoria colectiva en términos de emisiones que hubiera impedido llegar hasta aquí, cuando las respuestas ya no pueden ser incrementales y no se producirán, en su caso, sin severos sacrificios, sacrificios que, aunque diferidos, serían inmensamente mayores si no se acometen las respuestas necesarias. En todo caso son diferidos para nosotros los occidentales que, por el momento, disponemos de mayores recursos para protegernos. Porque los países ‘en desarrollo’ están ya pagando, con sufrimiento y vidas, la alteración del clima que aquí hemos provocado. Entretanto, nosotros miramos hacia otro lado y la comunidad mediática se muestra estructuralmente incapaz de conectar los fenómenos a esta causa común.
Que todo esto podía ocurrir se sabe desde hace más de 50 años, pues ya el presidente Lyndon B. Johnson advirtió del peligro en el Congreso de los Estados Unidos en los años 60 (38). Sin embargo, décadas de negacionismo sofisticadamente organizado y de freno al pensamiento sistémico como elementos de la expansión ultraliberal programada nos han llevado hasta aquí. De confirmarse los peores augurios, esta generación, nuestra generación, no será recordada por sus éxitos tecnológicos, sino como aquella, la del año 2000, que destrozó egoístamente el mejor estado climático conocido en toda la historia de la humanidad. Así seríamos percibidos durante decenas de miles de años.
Stephen Gardiner, catedrático de filosofía de la Universidad de Washington (Seattle) y especialista en las cuestiones éticas con las que nos enfrenta el cambio climático, señala:
“Hemos creado un problema vital. Rehusamos obstinadamente hacerle frente. Hacemos todo lo posible por diferir la respuesta. Imponemos cargas a los demás. Confundimos conceptos insistiendo en soluciones incrementales. ¿Qué tipo de gente haría algo así?” (39)
Hoy, sin embargo, ya no podemos alegar ignorancia. Para el caso de que decidiéramos actuar para evitar este panorama, entiendo que el lector intuye la magnitud y la dificultad de la empresa, y de sus consecuencias colaterales. También le ruego que vaya pensando en las consecuencias que se derivarían del simple hecho de darnos cuenta, en breve plazo, de que ya no estamos a tiempo de nada, cualquiera que sea el esfuerzo.
Capítulos anteriores
1: Introducción y comportamiento sistémico
2: Emisiones, concentración e interacciones
3: El cielo no es lo que era
4: Contra-geoingeniería al rescate
Gracias por esta última serie. Apabullante. Creo que la última reflexión, el último párrafo, es muy revelador. Yo, particularmente, ya estoy planteándome las consecuencias de que esta inercia ciega del desarrollismo contaminante nos niegue toda solución. Y hay que soportar su cínica postura, además. Un abrazo.
Eneko
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Gracias por tus palabras. Un abrazo para ti también.
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Artículo serio, sensato y esencialmente amargo, lleva a la reflexión más incómoda, aquella que sucede cuando nuestra mente ya ha comprendido la severidad del diagnóstico pero continúa contrariada por sus consecuencias.
En un mundo finito desde hace siglos, ante un cénit de los recursos anunciado hace décadas, viendo cómo aún así nos abandonamos a la droga del crecimiento, y cómo hoy frente a su carestía enloquecemos por continuar quemando todo cuanto tenemos a nuestro alcance, hasta poner en peligro nuestro propio hogar, ¿podemos esperar que exista en lo más profundo de este gigante bobo y egoísta algun gen aletargado de verdadera humanidad al que podamos despertar?
Nuestra esperanza de que podemos evitar lo peor para los que vendran podría ser interpretada sencillamente como otra forma más de salvar nuestra consciencia, y olvidar el futuro más probable, pero al fin y al cabo ¿tenemos alguna otra alternativa moral que no sea creer que realmente es posible, y obrar en consecuencia?
Buen trabajo. Un saludo,
Quim.
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Yo creo que si existe el gen al que te refieres, pero como dices está aletargado y todavía hay demasiada gente en activo cuya misión central es evitar que se manifieste.
Es verdad que todos somos responsables, pero desde luego unos mucho más que otros.
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Dejo este comentario que ya he escrito por algún otro sitio.
El padre del liberalismo John Locke dejo unas cuantas perlas para la posteridad; «….la negación de la naturaleza es el camino de la felicidad…. la gente debe emanciparase efectivamente de las imposiciones de la naturaleza…… la tierra abandonada por completo a la naturaleza en es baldía…….», este hombre que tanta influencia ha tenido en el devenir del pensamiento occidental no se quedaría satisfecho hasta que el último río de la tierra fuera canalizado, la última maravilla natural cubierta de anuncios y la última montaña reducida a grava para obtener esquistos petrolíferos. Locke era tan productivista y materialista que condenó a los indios de EE.UU porque, viviendo uno de los países más ricos del mundo se negaban perezosamente a explotar esas riquezas: «…..allí, el rey de un territorio rico y extenso se alimenta, se aloja y se viste como un jornalero en Inglaterra….», lo que nunca tuvo en cuenta es que había un porcentaje alto de probabilidades de que el perezoso indio cazador-recolector fuera más feliz que el jornalero y que incluso el mismo Locke. Con semejante bosquejo preliminar deberíamos comprender muchas cosas, ideas liberales impuestas en todo el planeta tierra gracias a los admirados Locke y Smith (comercio libre y sin restricciones), y si alguien no las sigue ya nos encargaremos de soltar toda la artillería mediática o peor aún, militar, si llegara el caso. Es aleccionador en manos de quien está el mundo donde solo hay un camino a seguir sin alternativa posible, por desgracia nos arrastran a todos.
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Seguramente Locke andaba influido por el Génesis 1:26, cuando dice que los humanos debemos ejercer ‘dominio’ sobre toda la Tierra y sobre todo bicho viviente…
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Gracias por éste «maravilloso» artículo Ferrán. Me cuesta añadir éste adjetivo a tanta destrucción y desolación ocasionada por el ser antropocéntrico, pero el trabajo que desarrollas y la divulgación de la problemática, es lo maravilloso.
Dada la situación, no debemos caer en el pesimismo, debemos aceptar que es parte de nuestra evolución, de nuestra especie. En este sentido, sabemos que no perduran, ni los más fuertes ni los más inteligentes, sino los que mejor se adapten a los cambios. Comienza la era de la Adaptación y aún así, el ser humano no las tiene todas consigo.
Gracias por darnos «un poco de luz» a tanta «oscuridad».
Fernando
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Gracias a ti por seguirme, fvaldepe
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La mejor arma que tenemos, tanto para adaptarnos como para frenar, si se puede, el cambio climático es la Permacultura. Si por mi fuera, todo el mundo se sacaba el título de diseñador de permacultura y se leía, aunque fuera por obligación el libro de Jared Diamond ¨Colapso: porqué unas sociedades perduran y otras sucumben¨.
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Bueno, Ferran, que decir…he seguido toda la entrega con fruición….Simplemente sublime. Sin caer en derrotismos, con rigor científico…gracias por el esfuerzo divulgativo.
Hasta pronto y salut
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Por cierto,
aparecido hoy…….sobre geoingenieria climática
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/03/27/actualidad/1332876752_049879.html
Salut
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Atención ! en este momento estamos liberando mucho metano por un «desastre» aquí la información, plataforma Elgin, mar del norte ..:
http://www.bbc.co.uk/news/uk-17526662
http://www.bbc.co.uk/news/uk-scotland-north-east-orkney-shetland-17533136
http://www.bbc.co.uk/news/uk-scotland-north-east-orkney-shetland-17547372
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Hace varios días que doy vueltas y me cuesta encontrar las palabras. Hoy leí algo sobre la maldición de Casandra, la que podía anticipar el futuro pero a quién nadie creía: esto es peor, porque lo creen, pero no les importa.
Veo también optimismos que me parecen vacíos, como en la declaración de Planet Under Pressure – State of the planet declaration
«2. In one lifetime our increasingly interconnected and interdependent economic, social, cultural and political systems have come to place pressures on the environment that may cause fundamental changes in the Earth system and move us beyond safe natural boundaries. But the same interconnectedness provides the potential for solutions: new ideas can form and spread quickly, creating the momentum for the major transformation required for a truly sustainable planet. »
…más sostenibilidad débil (e insostenible) como en tu post anterior, análisis sociales de científicos «duros» que parecen no saber nada sobre como se mueve el mundo.
Sobre el tema de aerosoles y temperatura, como comenté en la parte anterior, hay mucho black carbon dando vueltas por el sur, que podría reducirse si reduce/revierte la deforestación. Tal vez haya algún pequeño resquicio por ahí. Igualmente estos ya son detalles.
Remarco la única opción valedera:
» la reducción drástica de emisiones y la reforestación, con todas sus consecuencias, pero entre las que está la posibilidad de dar una nueva oportunidad a nuestros descendientes.»
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A veces pienso que el alarmismo, el pánico al cataclismo, es decir todo el miedo que suscita el «cambio climático» es justamente lo que las «clases altas» quieren provocar. Vaya, una nueva patraña (como tantas otras) para mantener a la prole ocupada.
Puesto que el efecto 2000 no fue tal, Nostradamus no da palo al agua, el fin de la humanidad prevista y no cumplida, etc etc ya no cuelan (ni mencionar cabe el miedo por ir al infierno o no conseguir llegar al paraíso, etc si no seguimos las doctrinas de las distintas religiones) mejor que pensemos en un cataclismo «impredecible» o «no calculable» («matemáticamente») para así vivir acojonados nuevamente. Vaya solemne estupidez.
Cuando tengas datos contrastables según el método científico y no conjeturas, ese día me compro el pasaje al polo en business class.
In the meanwhile entenderé que no eres más que otro iluso que ha caído en las garras de los «de arriba».
Saludos
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Si en este sitio no encuentras datos contrastados según el método científico lo más seguro es que no sepas qué cosa es esto. O bien que, conscientemente o no, prefieras inventarte uno a conveniencia.
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Alex, comparar las estimaciones de cambio climático, los estudios de atribución y la causalidad implícita en las teorías de transferencia radiativa en una atmósfera con las predicciones de Nostradamus y a la vez que pretendas ponerte el gorro de científico nos deja a todos claro de dónde vienes y qué mercancía nos quieres «vender». Deja claro, para empezar, que no sabes de qué hablas. Haz otro intento mejorado, por esta argumentación no vas bien.
Saludos.
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