Pásalo.
«La mayor amenaza para el planeta es creer que son los demás los que van a salvarlo»
El activismo climático ya produjo un movimiento en 2009, exactamente el 24 de octubre, que fue calificado por la CNN como «el día de acción política más amplio de la historia del planeta». Millones de personas dieron a conocer en todo el mundo la cifra más significativa para la humanidad, candidata a superar en relevancia al número π. Esta cifra es: 350.
La unidad son partes por millón. Es la concentración máxima de CO2 en la atmósfera que James Hansen estableció como valor máximo en una conferencia de la American Geophysical Union en diciembre de 2007, con la advertencia de que hay que reducir también significativamente los demás gases de efecto invernadero (metano, NOx, HFC, carbonilla de combustión orgánica, etc) e ir con cuidado con los aerosoles de azufre, que de momento ejercen de pantalla. Hansen, el climatólogo jefe de la NASA y considerado el mejor climatólogo del mundo, señaló en un famoso artículo de investigación (paper), que:
«Si la humanidad desea preservar el planeta en el que se ha desarrollado la civilización y al que la vida se ha adaptado, la evidencia paleoclimática y el cambio climático en curso indican que el CO2 tiene que ser reducido desde su actual concentración de 385 ppm a, como máximo, 350 ppm y probablemente a un valor menor.»
Muchos otros climatólogos, alguno de ellos premio Nobel, dieron ese trabajo por bueno. También Rajendra Pachauri, el presidente del IPCC (Intergovernmental Panel of Climate Change, el organismo científico climático de Naciones Unidas), asumió el objetivo. Se da usted cuenta de que la afirmación, de estricto carácter científico, es fuerte. Sobretodo si tenemos en cuenta que, a septiembre de 2010, esta concentración era ya de 392, y subiendo.
El estadounidense Bill McKibben, un conocido ecologista y autor, entre otros, de un celebrado libro titulado The End of Nature (El fin de la naturaleza), excelente conocedor del marketing social, de los movimientos sociales y de sus claves de activación, constituyó una organización cuya denominación adoptó simplemente este número mágico, que fue apoyada originalmente por los mejores climatólogos del mundo.
350.org es hoy no tanto una organización sino una plataforma mundial que conecta y potencia personas y actividades locales formando un gran movimiento con más de 400 organizaciones. Con un lenguaje positivo y movilizador y un marketing profundamente estudiado, los grandes poderes fácticos, ultraliberales ellos, tienen muchas razones para temer a este movimiento reticular, de alcance global.
Sin cuestionar directamente el sistema, se propone intervenir en él intentando contrarrestar el pensamiento único, de modo que su potencial es tan elevado como personas que no hayan sido abducidas por el mismo: miles de millones. Queda claro que los consejos de administración de la poderosa industria energética y sus derivados, además de think tanks diversos y escuelas de negocios, deben tener las alarmas sonando a alto volumen. La sola mención del guarismo debe bastar para que los asistentes extraigan la Cafinitrina de sus pastilleros.
Entre los primeros éxitos de 350.org se cuenta el haber instalado este número en la Casa Blanca, aunque su actual morador encuentre serias dificultades en promoverlo políticamente. Personalmente si se ha manifestado en el momento oportuno: desde esta semana, la residencia de Barack Obama es alimentada mediante generadores solares. Jimmy Carter, que ya era bien consciente de la gravedad del cambio climático, los instaló a finales de los 70, pero su sucesor Ronald Reagan los mandó a la basura, sin duda para regocijo de sus patrocinadores.
Fiel a su excelente creatividad comunicativa, 350.org ha establecido el próximo domingo como el Día Internacional de las Soluciones Climáticas, y lo ha bautizado como 10:10:10. Diez, otro número mágico, pero limitado a este año. Los actos comenzarán a las 10 horas 10 minutos del día 10 del mes 10 de 2010, 10 semanas antes de la Cumbre de Cancún (sucesora de Copenhague).
El objetivo de la movilización de 2009 fue dar a conocer el número. Para ello, centenares de miles de personas llevaron a cabo un ejercicio de imaginación cuyo objetivo no era otro que llamar la atención de los medios de comunicación.
El objetivo de 2010 es mucho más ambicioso: se trata de ponerse a trabajar. El objetivo subyacente es el de activar a la clase política, darle a saber que la gravedad del problema es ya conocida en todo el mundo, que se conoce al menos parte de las respuestas y, en lenguaje figurado, ponerles las pilas. El lema «Nosotros ya estamos trabajando. ¿Y tú?» valdrá tanto para los políticos como para los amigos, familiares, compañeros de trabajo. En la medida de que se trata de la segunda ocasión y de la decepción de Copenhague, es previsible que la movilización de este año supere significativamente la del año pasado.
Para el próximo domingo es muy posible que se superen las 7.000 acciones, frente a las 5.200 del año pasado. Entre los países del mundo, sólo Corea del Norte, Andorra, Guinea Ecuatorial y San Marino no han anunciado, por ahora, actividad alguna. Si lo ha hecho Nauru, una isla de la Polinesia de 24 km2, el país más pequeño del mundo, donde muchos de sus habitantes se sumergirán en el agua para limpiar los corales. En los Estados Unidos van a ser más de mil. Es España, más de 50.
Hay acciones divertidas, como unos luchadores de sumo que circularán en bicicleta por el centro de Tokio, o la misma de Barcelona, donde el grupo musical Pleasant Revolution dará un concierto amplificado con energía humana. Muchas de ellas serán también algo naïf, pero otras no lo serán en absoluto. El objetivo es movilizar y trabajar en la reducción de emisiones.
ppm = ¿Partes por millón? Si, pero también «People Powered Movement». ¿Cómo lo traducimos? ¿Potencial Personal en Movimiento?
Yo ya estoy colaborando. ¿Y usted?
Pásalo.
Mapa mundial de acciones
Acciones en España
Nota aclaratoria