Cómo informar con rigor en materia de cambio climático: 1. Wording (1)
Cómo informar con rigor en materia de cambio climático: 1. Wording (2)
Engaño verde
Greenwashing. La flexibilidad del idioma inglés es extraordinaria, y de vez en cuando nos ilustra con alguna maravilla terminológica como ésta.
Una entrada de este blog ha sido dedicada enteramente al greenwashing, así que no me voy a extender. Para escribir ésta he buscado en la definición que presentan los diccionarios ingleses que incorporan el término, pero la que más me ha convencido es la de Wikipedia que, por cierto, no tiene equivalente en ninguna de las lenguas españolas:
El término se emplea generalmente cuando se ha dedicado mucho más dinero o tiempo a publicitar que se es ‘verde’ (es decir, a tener en cuenta el medio ambiente) en lugar de gastar estos recursos en prácticas ambientalmente correctas.
El diccionario Wordreference.com, que es el que más empleo, sugiere ‘lavado de cara’, aunque es demasiado generalista, y otra posibilidad, apuntada por un visitante, que entiendo más correcta, aunque algo confusa fuera de contexto: ‘engaño verde’.
Think tanks o los motores del status quo
Claro que usted no va a traducir think tank por motor del status quo, pero ésta es exactamente la actividad real de estos ‘centros de estudios’, que comenzaron a proliferar en los años setenta en los Estados Unidos y en Gran Bretaña para encontrarse ahora por todas partes, autonomías incluidas, formando agrupaciones en red. Pero de verdad, de verdad, lo que en realidad estudian son estrategias de propaganda. La táctica la ponen los PR.
Viene a decir Alvin Toffler en su “Tercera ola” que, si no tiene usted una estrategia propia, al final acaba siendo objeto de la estrategia de otro. El corolario es que es preciso tener estrategia aunque la del otro no sea percibida, también en el caso de que ese otro sea invisible e incluso en el caso de que parezca que no existe. Porque existe, es visible si lo busca, tiene estrategia y la tiene pensando en usted. Son los think tank.
Tengo prevista una entrada específica dedicada a estos lúgubres organismos, de las largas, así que me limito ahora a sugerir que la traducción por ‘centro de estudios’ que normalmente encuentro en la literatura no sólo es demasiado general y suave, pues entre pensar y estudiar hay cierta diferencia, y no digamos entre un tanque y un centro. Tampoco es en absoluto definitoria de la actividad real que todos estos organismos sin ánimo de lucro efectúan de intermediarios para la difusión invisible de ideología y el lucro de sus patronos. Y encima tienen ventajas fiscales.
Así que yo declaro humildemente no haber encontrado término adecuado y opino modestamente que es preciso dar a conocer la actividad de los think tanks y quedarnos con el neologismo anglicista, aunque bien es cierto que una de las cosas que más desean es pasar desapercibidos y, por este motivo, poca gente, incluso de formación superior, sabe qué demonios son y mucho menos a qué se dedican.
Salvo que usted diga ¡FAES! Ah, entonces si, mucha más gente sabrá de qué está hablando.
Cabildeo
Hacer lobby. Presionar. Cabildear. Nada, ninguna nos convence ¿verdad? La que más se acerca a la realidad de las cosas es ‘presionar’, y a quienes lo hacen por cuenta de terceros se les denomina ‘grupo de presión’. Pero es demasiado general, máxime teniendo en cuenta que el verbo ‘to lobby’ viene, de hecho, de un lobby, o sea, de una sala del Hotel Wheeler, junto al Capitolio de Washington donde, casualmente, aparecían unos señores, agradables y simpáticos, que aprovechaban para tomar café o whisky con los representantes del pueblo y, de paso, entregarles un informe y quién sabe si diversas dádivas, supongo que en especie.
Ahora la profesión se ha sofisticado mucho, y normalmente corre a cargo de multinacionales de PR que han montado empresas específicas donde, en lugar de expertos en investigación social, marketing y organización de astroturfs, lo que hay son abogados muy bien pagados, algunos de despacho y, los más simpáticos, de cara al público. Bueno, de cara a los representantes del público.
Dado que en algunos países, y en los Estados Unidos en particular, los diputados no están obligados, como aquí, a la disciplina de voto (lo cual podía tener sentido en las condiciones en que se estableció la Constitución Española pero lo tiene menos ahora) el penúltimo eslabón de la presión ejercida por las empresas es el parlamento. El último es el poder ejecutivo, para que edulcore con un reglamento la parte de aplicación de la ley que me tocaría a mí cumplir.
El lobby más eficaz, el que de verdad tiene efectos, es el que se efectúa por cuenta de las empresas. Cuando, además, tienen detrás todo un think tank generando estudios a medida de los clientes para consumo de medios de comunicación y los señores diputados, así como una agencia de PR que lo viste de la mejor retórica disponible, una presentación bien estudiada, que ya ha organizado grupos de personas ‘anónimas’ enviando cartas, reales o ficticias, a sus representantes, mostrando su preocupación por el exceso de reglamentación, y esta empresa aconseja sobre los medios, los tiempos y los ritmos, las cosas están, entonces, bien engrasadas, y suelen funcionar. Ya se da usted cuenta de que estas labores de ‘spin’ (persuasión) profesionalizado están sólo al alcance de las empresas o de sus asociaciones interpuestas.
Es interesante saber que, en materia de cambio climático, la intensidad de señores vestidos de lobby es imponente. Le mostraré dos casos.
En 1999 apareció, espontáneamente, un grupo denominado Citizens for a Sound Economy (Ciudadanos para una Economía Robusta) compuesto por ciudadanos, virtuales ellos, pero tan robustos que pretendían que la ley de protección medioambiental estadounidense denominada Clean Air Act (Ley del Aire Limpio) era inconstitucional. (Por entonces la cosa PR había llegado hasta la propia legislación y, si recuerdan, aquí fue Aznar quien comenzó a bautizar nuestro ordenamiento con títulos como ‘Ley de Calidad de la Enseñanza’, lo que parece haber seducido a Zapatero con su ‘Ley de Economía Sostenible’. Será por si usted pudiera creer que es insostenible).
¿Quién quiere, y puede, pagar a abogados de primer nivel capaces de sostener esta estupidez? Según parece, en Washington su cachet ronda los 5.000 dólares ¡la hora! Para ello, estos ciudadanos preocupados montaron una fundación sin ánimo de lucro, a la que denominaron Citizens for a Sound Economy Foundation. Gentes no ya adineradas, no ya millonarios, sino mil millonarios, o diex mil millonarios. Por ejemplo, la Claude Lambe Foundation, de la familia Koch, una de las mayores fortunas de los Estados Unidos. Pero no estaban solos, pues también contribuyó otra organización sin ánimo de lucro como la DaimlerChrysler Corporation Fund. General Electric no disimuló tanto y lo hizo desde su ánimo de lucro (31).
No lo consiguieron, pese a todo.
Ahora se está tramitando la ley de control de emisiones impulsada por el gobierno de Obama. Tengo las fuentes de las organizaciones que intervienen y de las agencias de PR involucradas, pero no le voy a cansar con datos. La organización más activa es ahora la American Coalition for Clean Coal Electricity (ACCCE) que, en 2008, antes incluso de que se presentara, ya había gastado 10,5 millones de dólares en legislación relacionada con el clima, la Warner-Lieberman (32) y, como suplemento, tiene 20 millones de dólares destinados exclusivamente a actividades on line Cuidado pues por Internet.
En la figura se muestra el número de personas dedicadas a influir en el sistema climático de la Tierra para que supere el punto de no retorno, si es que todavía no lo ha hecho: tocan a cuatro influyentes por representante del pueblo. O del planeta, según usted lo quiera ver (33).
Cada uno de estos representantes había recibido, alrededor del verano, cartas inventadas de ciudadanos de bajos ingresos diciendo que tenían mucho miedo porque con esa legislación no podrían pagarse la calefacción (34). Según un antiguo empleado de Bonner & Associates, la firma de PR de donde salieron las cartas, y la idea, esto es de lo más habitual no ya en B&A, sino en todos (o casi todos) los PR, si bien ésta parece haberse labrado muy mala fama tal vez por esto, por no tomar todas las precauciones. ‘Sólo que esta vez los han pillado’ (35).
Si quiere buen sitio donde pueda ver las actividades de lobby, cabildeo o como le quiera llamar, en tema de cambio climático, vea esta web del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación: http://www.publicintegrity.org/investigations/climate_change/
De modo que los think tank definen la estrategia, los PR la ejecutan y los loberos son la vanguardia épica. Es tan difícil de traducir como de percibir sus efectos, pues apenas se les nota el cuidado.
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