Manuel Casal Lodeiro, editor de 15/15\15 y autor de “La izquierda ante el colapso de la civilización industrial” y “Guía para el descenso energético” ha elaborado una profunda, y extensa, crítica del libro ¿Qué hacer en caso de incendio?, de Emilio Santiago Muiño y Héctor Tejero, obra que sirve de base a las propuestas de Más País. Dada su importante extensión, tres blogs (Antonio Turiel, Jorge Riechmann y este mismo) han acordado publicar distintos párrafos con un enlace al texto completo.
Así, este post no debe considerarse como perteneciente a la serie “Peor de lo esperado”, que proseguirá normalmente en breve.
«Es verdad que el Green New Deal no nos permitirá apagar el incendio. Pero si mitigarlo, conseguir tiempo, forzar una prórroga. Mucho más de lo que ahora tenemos.» El problema, aunque parezca mentira tener que decirlo, es que los incendios no se «mitigan»: se apagan o no se apagan. Y ellos no hablan de que sea imposible apagarlo, sino que afirman, simplemente, que su propuesta no permitirá hacerlo. ¿Por qué no buscar, entonces, una que sí lo haga? ¿Por qué quedarnos en la «mitigación» o contención del fuego cuando sabemos que otro tipo de abordaje podría permitir su extinción? Además, como ya he señalado antes, ni siquiera explican (ni aquí ni en el resto del libro) cómo se supone que se ganará ese «tiempo» del que tanto hablan, sin abandonar el capitalismo. Más bien todo lo que sea continuar sin echar el freno de emergencia, como reclaman desde Thunberg hasta Tanuro, pasando por Riechmann, es echar más leña al fuego: más emisiones, más agotamiento de minerales, más expolio de otros países, menos recursos restantes para reconstruir la resiliencia que sostenga la vida humana tras el colapso.
Eso no parece precisamente «ganar tiempo» para nada, más bien perder un tiempo y unos recursos que resultan vitales. Ellos mismos reconocen que «no podremos extinguir el incendio sin una transformación profunda de todo nuestro sistema social». ¿Por qué no ponerse a ello, entonces, en lugar de perder el tiempo con reformismos contemporizadores? No encontraremos una justificación sólida en ningún lugar del libro, como veremos más adelante. Por redundar con otra metáfora recurrente: cuando nos dirigimos en un vehículo a toda velocidad hacia un precipicio, ¿cómo saltar del coche en marcha, en caso de que el freno no funcione e podríamos pensar en otra respuesta cabal que no sea piso el freno o pensemos que la inercia será demasiada para ser vencida por la frenada? ¿Cómo podríamos llamar a cualquier otra respuesta… «ganar tiempo»?
Aparte del hecho de que si consiguiesen retrasar (¿»ganar tiempo»?) el colapso, esto se sabe al menos desde la primera edición de Los límites del crecimiento (y lo han vuelto a confirmar los resultados del más reciente MEDEAS), que lo que provoca es, al final, una caída más pronunciada. Ni siquiera hace falta recurrir a la dinámica de sistemas, pues puede comprenderse muy intuitivamente con una analogía de la mecánica newtoniana: si existe un muro infranqueable (en este caso los límites biofísicos del planeta) contra el cual va a chocar un vehículo (nuestra civilización), retrasar el momento de la frenada provocará que el impacto sea mayor, al producirse a mayor velocidad (mayor energía cinética, que es función de la masa del vehículo y del ¡cuadradro! de la velocidad). Así pues, aunque ganásemos (?) tal vez un tiempo para nosotros (de prolongación artificial de la vida de una civilización condenada) se lo estaríamos robando a la siguiente generación, que dispondría de mucho menos tiempo para reaccionar ante ese colapso que” les habríamos encasquetado agravado, sacándonoslo nosotros de encima, en un clamoroso ejemplo de insolidaridad intergeneracional. Quizás no han pensado en ello los autores cuando insisten en eso que llaman, de manera nunca explicada, «ganar tiempo».