Lejos de ser un organismo jerárquico con un programa decidido por una minoría, el IPCC es todo lo contrario: una organización de base, formada por voluntarios, que sólo se encuentra formalmente con el poder de forma ocasional.
Entrada anterior: 1. Introducción
2. Breve introducción a lo que el IPCC es y no es
Leyendo las noticias de la prensa acerca del IPCC un observador no iniciado podría concluir fácilmente que este organismo consiste en un cuerpo monolítico de científicos y funcionarios de Naciones Unidas dedicados a la investigación del clima y a la elaboración de informes periódicos.
Esta imagen está muy lejos de la realidad. Hay por lo menos tres aspectos fundamentales que hay que tener en cuenta con respecto al IPCC.
Independencia jerárquica completa
El primero tiene que ver con su independencia. El IPCC fue creado en 1988 por un acuerdo entre un organismo de Naciones Unidas (el PNUMA, o Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), y la Organización Meteorológica Mundial. Sin embargo, si bien las oficinas del IPCC en Ginebra se encuentran en la sede de la Organización Meteorológica Mundial, el organismo, una vez creado, ha actuado siempre con total independencia orgánica de todo poder político y de toda estructura científica institucional.
Tanto el PNUMA como la OMM emiten, por su parte, información climática con cierta regularidad. Dados sus distintos procedimientos de elaboración, ésta es a menudo más perturbadora que la del propio IPCC. Un caso paradigmático está formado por los informes “Compendium” del PNUMA de 2009, donde se empleaba la óptica de la dinámica de sistemas, se consideraba el “sistema Tierra”, y se trataban ya abiertamente los ‘tipping points’[10] (17), algo a lo que el IPCC parece seguir resistiéndose y que en este 5º informe trata de forma sólo incipiente.
A pesar de su independencia formal, el contacto con el poder político resulta inevitable. Pero tiene lugar en dos únicos frentes: antes, y después de cada informe. Antes, en relación a lo que hay que hacer. Así, los gobiernos han decidido que habrá tres grupos de trabajo, y han definido la misión de cada uno, a saber, ciencia física, impactos, y mitigación. En cada uno de ellos hay que redactar el informe central, un atlas de previsiones regionales, un resumen técnico y un “Resumen para Responsables de Políticas”. La segunda interferencia se produce precisamente al final, en ocasión del contenido de este resumen, pero en ningún caso del texto principal. Sólo ahí la redacción, propuesta por los científicos, es negociada línea a línea, palabra a palabra, requiriéndose la unanimidad de los delegados de todos los estados del mundo. Sin embargo, no debe ofender la razón científica de los autores principales del exhaustivo documento de partida, quienes deben dar a su vez también por buena la redacción final del resumen.
Aprovechando la confusión, algunos propalan la idea de que científicos y políticos conspiran para pactar un texto de recomendaciones, como si el recomendado le estuviera diciendo al recomendador que le recomiende lo que desea ver recomendado en las recomendaciones.
Nada de eso. Es verdad que se produce una fuerte tensión en la retórica del redactado final, que afecta básicamente a lo que se elige resumir y a cómo se expresa. Pero esto no afecta al informe mastodóntico principal y sólo afecta al resumen que, por otra parte, no contiene recomendación alguna. De hecho, el IPCC es muy escrupuloso a la hora de evitar la inclusión de recomendaciones, por lo menos de forma explícita. Sus portavoces insisten en que sus documentos tienen, por supuesto, relevancia política. Pero que en ningún caso constituyen sugerencias políticas, cosa que tienen expresamente vetada en sus principios (18). A ellos les gusta decir que el contenido de sus informes es policy-relevant, pero no policy-prescriptive[11].
El IPCC fue originalmente creado con la finalidad de evitar que los científicos del clima se metieran en política, como habían hecho en los años 80 recomendando reducciones de emisiones del 20% para 2005 (19). Con mayor moderación es posible afirmar que George H.W. Bush intentó evitar que la comunidad científica propusiera soluciones consideradas inviables por parte del poder político.
Por tanto, los informes del IPCC no son en ningún caso producto de un grupo de funcionarios receptores de órdenes. Calificarlo de organismo cuasi-conspirador para crear un gobierno mundial, como engañosamente se le califica en ocasiones (20), es algo ridículo que simplemente busca el efecto de generar rechazo en algunas personas con alergia a la ONU. Es una idea que encuentra eco en muchos estadounidenses, especialmente republicanos, origen geográfico e ideológico de todo este tipo de argumentos falaces y del conjunto de la poderosa maquinaria de negación que los propala: un trabajo reciente del sociólogo Robert Brulle, de la Drexel University, ha identificado un mínimo de 91 organizaciones dedicadas al negacionismo climático activo, con un presupuesto de alrededor de mil millones de dólares anuales (21).
¿Científicos del IPCC?
La segunda cuestión importante es que los científicos del IPCC (los chicos del IPCC, como les gusta decir a los peones del negacionismo organizado, intentando así promover una imagen de meros aficionados) no son, en realidad, científicos del IPCC. El IPCC tiene un presupuesto muy limitado, y emplea sólo a un staff de 14 personas. No tiene “científicos”, ni modelos, ni efectúa investigación científica alguna. Entonces ¿a qué viene tanto ruido? ¿A qué se dedica?
Los científicos que elaboran los informes del IPCC son profesionales del más alto nivel de las ciencias del clima y afines, que pertenecen a una gran variedad de universidades y centros de investigación de todo el mundo – desde luego los más prestigiosos. La misión del IPCC consiste en evaluar e integrar el conocimiento científico generado (y publicado o aceptado para su publicación) hasta una fecha concreta, el 31 de julio de 2012 en el caso del grupo de trabajo I de este 5º informe. Se basa exclusivamente en la literatura científica publicada en las revistas académicas peer-reviewed[12].
Efectúa una valoración del conocimiento científico (assessment), de una forma que puede considerarse un nivel de revisión adicional al que cada uno de los miles de trabajos había sido ya sometido en su proceso de publicación original, aunque con un objetivo diferente. Por ejemplo, en este 5º informe, Grupo de Trabajo I, un total de 209 autores principales y 50 revisores de una gran diversidad de universidades y órganos científicos de todo el mundo examinaron 9.200 papers[13] correspondientes al trabajo de decenas de miles de investigadores, y publicados en decenas o centenares de revistas científicas homologadas. El resultado de su trabajo de integración, que ha sido puesto a disposición de todo aquel individuo que lo ha deseado, ha requerido la toma en consideración de 54.677 comentarios (!), procedentes de unos 800 “revisores expertos” pertenecientes a 46 países y 26 gobiernos (22). Cada uno de los comentarios o críticas es considerado, documentado y contestado por escrito, y dicha respuesta es a su vez adecuadamente documentada, almacenada y puesta a disposición de cualquier interesado en Internet.
A escote
Los informes del IPCC son el resultado de una tarea gigantesca, imponente. Sin duda son unos de los documentos más revisados del mundo, si no los que más. Podrán ser criticados con fundamento, con ignorancia, con mala fe ignorante o con mala fe prostituida. Pero difícilmente se puede concebir un procedimiento tan abierto y participativo para un trabajo de recopilación del conocimiento científico en un área tan sensible. Un trabajo ímprobo, extenuante singularmente para las personas que asumen mayor responsabilidad en el proceso.
Trabajo y responsabilidad que, por cierto, no son remunerados, por lo menos económicamente. En efecto: la cualidad de participante en los informes del IPCC, a cualquier nivel de implicación, es meramente honorífica – y fuera de horas, para entendernos. El IPCC ni tan sólo cubre los gastos de viaje y estancia de las múltiples reuniones de trabajo que se celebran en distintas ciudades del mundo. Éstos, eventualmente, corren por cuenta de las instituciones a las que cada uno pertenece. Casi siempre en detrimento de las tareas regulares de investigación propias de cada uno.
Claro que a todo científico le encanta participar en los trabajos del IPCC. Algún malintencionado dirá es que por los viajes y las prebendas, sin querer advertir que todo científico, mucho antes de llegar a sénior, está ya bastante harto de dar vueltas por el globo[14].
Lo que verdaderamente aprecian es el prestigio que aporta, así como el contacto con gentes del máximo nivel intelectual de todo el mundo que realizan investigaciones complementarias a las de cada uno – pues quienes están en el mismo campo ya se suelen conocer por su participación en los congresos digamos regulares. Muchos de ellos sienten además la pulsión de estar contribuyendo a algo muy importante para la humanidad. Pero la exigencia es tan fuerte que muchos no repiten. Por ejemplo, en este 5º informe, Grupo de Trabajo I, el 60% de los científicos no había participado en el informe anterior.
Así pues independencia, ausencia de investigación propia y trabajo a escote son tres características definitorias del IPCC. A lo que puede añadirse una metodología estricta y una transparencia extrema. Tras un único error detectado entre las decenas de miles de afirmaciones contenidas en las más de 3.000 páginas del informe de 2007[15] sus procedimientos fueron revisados a fondo y perfeccionados a instancias del InterAcademy Council (Consejo Interacadémico), un organismo que agrupa a las Academias de Ciencias de todo el mundo (23). Por su parte, los trabajos del IPCC son avalados por, virtualmente, todas las Academias de Ciencias del mundo. Lista donde es clamorosa la ausencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas español.
El IPCC ha emitido sus informes en los años 1990 (1er informe, dos años después de su creación), 1995 (2º informe), 2001 (3r informe), 2007 (4º informe). Este 5º informe habrá estado a caballo de 2013 y 2014. Entretanto ha elaborado informes sobre temas concretos, siendo los más recientes los monográficos dedicados a energías renovables (24) y fenómenos meteorológicos extremos (25).
Entender los grupos del IPCC
El IPCC está dividido en tres grupos de trabajo[16], a saber:
- Grupo de Trabajo I (Working Group I o WG I): Base de ciencia física
- Grupo de Trabajo II (Working Group II o WG II): Impactos, adaptación y vulnerabilidad
- Grupo de Trabajo III (Working Group III o WG III): Mitigación del cambio climático
El Grupo de Trabajo I es considerado el principal, el más importante. Es el que contiene la ciencia más ‘dura’. En el Grupo de Trabajo III es donde se hace más patente la presencia de las ciencias sociales, en particular la problemática ciencia de la economía[17]. Puede afirmarse que, de un grupo al siguiente, se produce un aumento en la incertidumbre de cada una de las afirmaciones.
Hasta ahora los tres grupos de trabajo operaban de forma totalmente independiente, si bien esta situación ha sido corregida en esta 5ª edición. Cada Grupo de Trabajo emite su propio informe, que hasta ahora tenía alrededor de 1.000 páginas. En esta ocasión el trabajo ha sido más que redoblado, pues el informe completo del grupo de trabajo I, presentado el pasado 27 de septiembre, tiene nada menos que 2.216 páginas. Los informes correspondientes a los otros dos grupos se habrán emitido a principios de 2014 (31/03/2014 y 11/04/2014 respectivamente). El proceso concluye con un Informe de Síntesis, previsto para el próximo otoño (31/10/2014).
De modo que, lejos de ser un organismo jerárquico con un programa político decidido por una minoría, el IPCC es todo lo contrario: una organización de base (bottom-up), formada por voluntarios, que sólo se encuentra formalmente con el poder de forma ocasional, tres veces cada muchos años. En este enlace expliqué hace un tiempo sus antecedentes, y cómo se llegó a su constitución, y describí aquí alguno de los avatares políticos de los que ha sido objeto la organización en ocasión de los envites del negacionismo organizado.
El enfoque científico del IPCC
Contrariamente a lo que algunos quieren hacer creer, y a lo que contribuyen los criterios del IPCC, los modelos climáticos no son el elemento principal de comprensión del cambio climático (26). Lo más importante, y de donde es posible deducir mejor el comportamiento del sistema climático de la Tierra, se encuentra en la paleoclimatología. Comprendiendo los climas del pasado, conociendo qué forzamientos actuaban en cada circunstancia, es posible inferir las ecuaciones de la dinámica del sistema climático de la Tierra y así construir y refinar los modelos matemáticos. Lo segundo en importancia son los climas del presente y del pasado reciente. La resolución de las variables medidas es mucho mayor, pero los intervalos de tiempo son mucho más reducidos: ambas ópticas, la paleo lejana por una parte, y los climas recientes por otra, se complementan entre sí.
Los modelos vienen en tercer lugar. Antes de efectuar predicciones es preciso que reproduzcan matemáticamente los climas del pasado de forma razonable, cosa que efectivamente consiguen (27). En estas condiciones es posible aplicar esas ecuaciones para realizar la predicción futura, siempre que se conozca la intensidad de los forzamientos del futuro – no sólo el CO2 – cosa que sólo puede estimarse. Por cierto que, por mucho que se hable de la famosa, e inexistente, pausa del calentamiento, la leve desaceleración del incremento de temperatura sí podía haber sido prevista por los modelos (28). Con más motivo, por todos ellos, si se hubiera conocido la intensidad del forzamiento (29).
En cambio, es de una importancia capital saber que los trabajos considerados por el IPCC, en cuanto a predicciones se refiere, están 1) basados sólo en modelos bottom-up y 2) estos modelos son (necesariamente) incompletos.
Así pues, para el IPCC los modelos son el elemento dominante. Para el organismo, lo que no pueda ser modelado – o no lo haya sido todavía, o sus resultados no sean aún concluyentes – es pura especulación, no existe (30). En este sentido, y en la medida de que todo aquello que se sabe que existe, pero el IPCC hace como si no existiera, son lazos de realimentación positivos, algunos de intensidad nada desdeñable, es razonable preguntarse si los resultados de los modelos predictivos del IPCC tienen algún sesgo a la baja.
¿Por qué los ignora? Como veremos, un motivo puede ser que los desconozca a la fecha del cierre, pero el más importante suele ser que no se haya alcanzado un acuerdo suficiente sobre la intensidad del forzamiento al que contribuye cada uno.
Hay por lo menos otros dos aspectos procedimentales a considerar en el proceso que conduce a las afirmaciones contenidas en los informes, y que adquirirán relevancia en las entradas de este serie en las que analicemos las raíces de la moderación del IPCC. Uno de ellos es el tratamiento de la incertidumbre, y el otro tiene que ver con el consenso científico.
Examinaremos estos conceptos y sus consecuencias en la próxima entrada.
Examinar referencias
Próxima entrada:
Por qué los informes del IPCC subestiman, inexorablemente, la gravedad del cambio climático – 3: Las raíces de la moderación científica
Notas:
[10] Puntos de inflexión, generalmente irreversibles
[11] Relevante políticamente, pero no prescriptivo de políticas
[12] Revisión por pares. Se refiere a trabajos de investigación publicados en revistas académicas homologadas y cuyos textos han sido previamente revisados por expertos de la misma especialidad
[13] Artículos publicados en revistas académicas homologadas que reflejan trabajos de investigación científica
[14] La austeridad es la norma. Nada que ver con los congresos médicos financiados por la industria, por ejemplo
[15] El informe del grupo III contenía la afirmación inverosímil de que los glaciares del Himalaya se habrían fundido en 2035, mediante una referencia a un estudio no peer-reviewed que señalaba 2350 como la fecha probable. Ninguna de las dos fechas tenía fundamento alguno
[16] Incluye también una Task Force y un Task Group [17] Se apoya únicamente en la teoría económica neoclásica dominante, y su marco es la economía capitalista, que en ningún momento cuestiona
MUY interesante. Lástima al desfase del IPCC, porque cada año cuenta y los bucles de retroalimentación siguen trabajando en silencio. Un abrazo
Eneko
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Un abrazo, Eneko.
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Felicitats per aquesta aclaridora posada en valor de la feina portada a terme per l’IPCC.
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Gràcies, Jaume. Encara queda una mica de feina.
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Muchas gracias por tu labor informativa.
Un abrazo.
RoCa
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Gracias a ti por apreciarla.
Un abrazo.
Ferran
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Correctissima la relació entre els paleoclimates i el climate actual, és la base del funcionament de totes les ciencies de la terra! El principi del actualisme…
M’ha obert els ulls a la importancia de la variança de forçaments que hi pot haver a nivell global… Crec que quan tingui temps intentaré mirar-me amb uns altres ulls els informes del IPCC
Moltes gràcies
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