De Copenhague a Cancún: 1: El nuevo negacionismo climático posibilista
El cambio climático, una teoría científica
Uno de los elementos más destacables desde el punto de vista científico es que el cambio climático ha sido elevado, formalmente, a la categoría de teoría. En lenguaje popular, el término ‘teoría’ se emplea como sinónimo de hipótesis, suposición, es decir, pendiente de verificación. En cambio, en el mundo científico una teoría equivale a un hecho bien establecido[7]. Esta elevación de grado fue sancionada mediante un texto firmado nada menos que por 255 científicos, y publicado en Science, donde el pasado mes de mayo se equiparaba el cambio climático y su origen antropogénico al nivel de otras certezas que hoy ya no admiten discusión (aunque si propaganda): la teoría del Big Bang o la Teoría de la Evolución de Darwin. Bajo el título Cambio Climático e Integridad Científica, los firmantes en tal alta sede formal[8]declaraban fuera de juego toda especulación en contrario (21).
Además, por si alguien albergara todavía alguna duda de un efecto que se conoce desde el siuglo XVIII, 2010 ha dejado más claro aún que el nivel de dióxido de carbono es el regulador por excelencia del clima de la Tierra, ahora y siempre en el pasado. Lo mostró Richard Alley en una celebrada conferencia de la American Geophysical Union en diciembre del año pasado (22) y ha sido publicado más formalmente en Science hace muy pocos meses (23) [Por qué sabemos que el CO2 de los combustibles fósiles es el causante del calentamiento global].

Variables de estado del planeta. La zona segura es la de color verde. Los límites superados lo son, presumiblemente, deforma irreversible (Rockström et al, 2010) - Pulsar para mejor resolución
En septiembre de 2009 nos habíamos despertado con un trabajo sobre los límites del planeta firmado por 29 autores del máximo prestigio mundial, llamado a convertirse en un clásico. Establecieron nueve indicadores, de los cuales tres han sido ya superados y de otros dos no se atrevieron a extraer conclusión fundamentada. Desde luego, el cambio climático, era uno de los indicadores sobrepasados (24). Una versión reducida de este texto fue publicada en Nature (25).
Probablemente Rockström et al (2010) será el sucesor del trabajo ‘Los límites del crecimiento’, elaborado por el Massachussets Institute of Technology para el Club de Roma en 1972 y cuyas predicciones se han cumplido razonablemente. Aunque bien es cierto que esta elitista organización presentó poco después su propio informe, aunque no sujeto éste a los rigores académicos, bajo el título Growing within Limits<[9] y elaborado por la agencia holandesa de informes medioambientales (26). Ya se ve que la obsesión enfermiza con el crecimiento se mantiene todavía como un mantra en todo tipo de instancias, grabado a fuego en las mentes.
Como fuere, cuando un sistema retroalimentado (y, por tanto, de forma general, no lineal[10]) pierde el equilibrio, una vez superado el umbral la vuelta al estado anterior es muy difícil, sino imposible: muchos de los impactos son irreversibles en términos no ya de siglos, sino de muchos milenios.
La respuesta de la biosfera al calentamiento empeora la situación
La ciencia del cambio climático es un paradigma de la necesidad de conocimiento interdisciplinar [Disciplinas científicas abrazadas por la ciencia del cambio climático]. Sin embargo, la inercia de los sistemas académicos tradicionales, entiéndase reduccionistas, limita muy seriamente la integración interdisciplinar y la consideración de todos los factores. En el caso del cambio climático, el origen académico en física de la atmósfera de la mayoría de climatólogos ha impedido una consideración suficiente de la respuesta de la biosfera al cambio climático.
La respuesta de la biosfera al calentamiento global puede verse desde dos perspectivas. La primera es en relación a los impactos sobre los seres vivos, tanto en términos de biodiversidad como de la afectación que el nuevo clima va a tener sobre la biosfera de la que dependemos directamente para nuestras necesidades de alimentación. Así, la preocupación por la seguridad alimentaria supera con mucho al aprecio que cada uno pueda tener por nuestros compañeros de otras especies vegetales o animales. Esta respuesta, que analizaremos brevemente más adelante, se ubica en la categoría de los impactos del cambio climático, y es tratada principalmente por la biología.
La segunda respuesta de la biosfera tiene que ver con la forma en que responde el conjunto de la vida del planeta frente a un aumento de la concentración de determinados gases en la atmósfera. Por ejemplo, un bosque en crecimiento es un sumidero neto de CO2, pero no un bosque maduro y delimitado, que es neutro o incluso emisor de metano – mientras que la deforestación provocada (por ejemplo, para obtener terrenos de cultivo para biocombustibles) está contribuyendo en alrededor de un 15% a las emisiones totales anuales de CO2 (27)).
Pero la influencia más seria de la biosfera al calentamiento global es el peligro de que, al ser la tierra más caliente, se produzcan fenómenos que, a su vez, sean emisores de CO2, contribuyendo así al calentamiento Piénsese en un i) incremento de temperatura que hiciera arder buena parte de la selva amazónica, teniendo en cuenta que alrededor de la mitad de la misma es extremadamente sensible y sus especies arbóreas son muy poco resistentes al fuego. La cantidad de CO2 emitida a la atmósfera sería impresionante (28). No menos importante es el ii) fitoplancton marino, inmensa máquina depuradora de la atmósfera al absorber parte del CO2 y emitir oxígeno. Nótese que la mitad de la materia orgánica de la Tierra está constituida por estos seres microscópicos marinos, muy sensibles a la temperatura (29). De reducirse, el océano absorbería menos dióxido de carbono y los mares serían menos productivos desde el punto de vista alimentario, con grave peligro de colapso. Pero el depósito de CO2 más cuantioso actualmente en peligro consiste en iii) el carbono contenido en el permafrost ártico, tanto el de los fondos marinos a poca profundidad en forma de hidratos de metano, como el terrestre en forma de CO2 y metano, generalmente congelado a pocos centímetros de la superficie. Es preciso saber que el permafrost ocupa el 16% de todo el suelo terrestre mundial (30), y atesora dos veces más carbono que toda la atmósfera (30,31). De modo que su eventual fusión, debida al fenómeno de amplificación polar [Entender la gravedad del cambio climático: 3. La amplificación polar, el elemento clave], supondría una aportación adicional de CO2. Otro componente iv) con una función equivalente está constituido por la respiración de los suelos (disciplina académica denominada edafología) que, a través de los microbios, absorben CO2, cada vez menos, pero podrían llegar a emitirlo superado cierto umbral de temperatura. Finalmente, v) una parte del CO2 es absorbida por los océanos pero, de forma similar a los suelos y dada la cantidad ya disuelta, su capacidad de atenuación de la concentración atmosférica es cada vez menor, con el riesgo, a su vez, de convertirse en emisor.
Por su extensión geográfica y la inmensidad de energía involucrada en la dinámica de estos procesos, es de presumir que estos efectos, de producirse, dejarían fuera de todo control humano la posibilidad de estabilización del clima. Casi todos ellos (i, ii, iii, v) han sido catalogados como tipping elements, es decir, aquellos subsistemas del sistema climático en los cuales, superado cierto umbral de perturbación térmica (tipping point), se produce su desestabilización (32) [Entender la gravedad del cambio climático: 2. ¿Qué es el cambio climático ‘desbocado’? – Una introducción a los ‘tipping points’].
Interacción del sistema climático con el ciclo del carbono: las retroalimentaciones perdidas
A la forma en que circulan los átomos de carbono por la tierra, bien sea en forma de compuestos orgánicos como inorgánicos, se le denomina ciclo del carbono. Puesto que es un ámbito de estudio que no está en el entorno de las ciencias físicas, sino las químicas y las biológicas, el ciclo del carbono no existía para los climatólogos.
De modo que, en los análisis y predicciones, y desde luego en los que han sido tomados en consideración en los informes del IPCC, el ciclo del carbono, simplemente, es como si no existiera (33). Sin embargo, quienes lo estudian se han dado cuenta de que la temperatura media de la Tierra influye poderosamente en su dinámica, de modo que un leve incremento altera de forma sustantiva su funcionamiento. ¿Cómo? Lo hemos visto: emitiendo CO2 y metano a la atmósfera, entre otros gases, o bien reduciendo los elementos que lo absorben. ¿Dónde están estos elementos emisores y sumideros? Principalmente en la biosfera, como componentes por donde circula el carbono. Dicho de otro modo: hay una traslación de los átomos de carbono de la materia orgánica a la inorgánica. Pero no hay vida sin carbono. Luego esto es lo mismo que decir que la cantidad de vida sobre la Tierra se reduce.
Estos efectos de amplificación mencionados, que constituyen lo que se conoce por lazos de retroalimentación positivos[11]> del sistema climático por parte de la biosfera, han sido olvidados por la ciencia hasta hace bien poco. No son los únicos olvidos, pero si los de mayor intensidad y/o influencia a más corto plazo[12] (34,35,36).
De los olvidos a las subestimaciones
Además de los lazos de retroalimentación mencionados y no considerados por los físicos de la atmósfera, a lo largo de 2010 se ha afinado la cuantificación de otros, si tenidos en cuenta. Entre ellos cabe destacar i) el efecto amplificador del vapor de agua, por el cual, al ser este elemento, a su vez, un gas de efecto invernadero, el incremento de la temperatura aumenta la evaporación y, además, permite que la atmosfera contenga una mayor cantidad del mismo. Este efecto de retroalimentación fue descrito ya en el primer consenso científico conocido sobre el cambio climático, que se produjo a finales de los años 70 en el denominado’Informe Charney’ (37) [La élite científica militar y el primer ‘consenso’ científico sobre cambio climático]; y ii) la influencia de la nubosidad. En este último caso estaba en discusión si el aumento del vapor de agua provocaría a su vez un aumento de la nubosidad tal que, al reflejar más luz solar, supusiera un cierto grado de retroalimentación negativa, que compensaría parcialmente los efectos de amplificación anteriores. Se creía que, contrariamente a un argumento negacionista denominado ‘efecto iris’ (38) [¿Escépticos? ¿O negacionistas?], insistente a pesar de haber sido repetidamente refutado (39,40,41), esta retroalimentación podía ser ligeramente positiva. Pero 2010 nos ha aportado nueva luz sobre ambos fenómenos.
En la próxima entrada veremos cuáles han sido los avances en estos campos.
Notas
[7] No siempre se emplea correctamente el término , ni tan sólo en el entorno científico profesional.
[8] Los firmantes intentaron antes publicar el texto en medios de gran difusión como el Wall Street Journal, el New York Times y el Washington Post, sin éxito. Ni tan sólo se hicieron eco de la publicación en Science a posteriori.
[9] Creciendo con límites
[10] Que un sistema sea no lineal significa que la respuesta del sistema (temperatura) no es proporcional a la perturbación (concentración de gases de efecto invernadero)
[11] Una retroalimentación positiva consiste en un efecto de amplificación de la perturbación de un sistema en la medida de que uno de los efectos de la perturbación consiste a su vez en una amplificación de la causa que lo produce. En este caso, el CO2 provoca un aumento de la temperatura, ésta altera el ciclo de carbono provocando un aumento en la liberación de CO2 por parte de la biosfera, lo que a su vez hace aumentar más todavía la temperatura. Una retroalimentación negativa, por el contrario, provocaría una reducción de los efectos de la perturbación, manteniendo ocasionalmente (no siempre) el sistema en equilibrio. En cambio, una retroalimentación positiva provoca siempre la desestabilización del sistema..
[12] Otros tienen que ver con las masas de hielo. Por ejemplo, a medida que Groenlandia pierde masa, su altura disminuye. Sabemos que, en la troposfera, la temperatura aumenta al disminuir la altura, con lo que llega un momento en el que la temperatura en la zona alta no es suficiente para mantener la congelación, helar la nueva lluvia o mantener la nueva nieve.
Hola
Excelente articulo.
No tengo nada que acotar.
Saludos!
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Gracias Axel.
Un saludo cordial.
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