¡Nosotros no lo sabíamos! ¡Somos inocentes!
Conocí a Arne Perschel en Granada. Es un joven belga, rama flamenca, de 25 años, políglota, excelente pianista de conservatorio y con un gran futuro por delante como artista. Persona de un nivel de inteligencia que se advierte a simple vista, ya desde pequeño sintió atracción por la ciencia, lo que le llevó, más adelante, a interesarse por el cambio climático, a poder entender algunos de sus complejos entresijos y a darse cuenta cabal de sus previsibles impactos.
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Tengo en común con Arne no sólo la comprensión de la gravedad del problema, un conocimiento algo ilustrado de la maquinaria de negación y las opiniones sobre la dificultad de comunicación, sino el hecho de haber sido abducido hasta el punto de sentirse en la obligación de dedicarse a él. La opción de Arne fue afiliarse a Greenpeace y llevar una vida austera. Ahora la interpretación es, para él, más una afición que una profesión, a la que estaba destinado. Se ha pasado al activismo climático.
Durante su estancia en Granada, su iniciativa le llevó a organizar unas jornadas sobre cambio climático, a las que tuvo la amabilidad de invitarme a conferenciar. Como clausura del curso, Arne ofreció un concierto con acompañamiento audiovisual y poético, acompañado de su novia.
Quedé impresionado no ya de la belleza del breve espectáculo, sino de la representación del grito desgarrador de su generación: Wir haben es nicht gewuβt! (¡Nosotros no lo hubiéramos hecho!). ¡Somos inocentes! Habla Arne:
«Wir haben es nicht gewuβt» se refiere a los alemanes que después de los horrores de la segunda guerra se defendieron diciendo que no lo sabían. Todo el texto es un largo monólogo interior para autoconsolarse. «Claro, si hubiéramos podido saber algo, hubiéramos actuado, pero claro, es que no sabíamos nada. Nadie lo sabía, nadie podía saberlo, etc.» La persona que dice esto no se cree a si misma pero espera que, de repetirlos mil veces, acabará creyéndoselo.
Escuchemos un poco de música climática. La composición musical es una improvisación de Arne Perschel. El texto es de Wolfgang Bittner. [El video es de realización casera]