Ya hemos visto en entradas anteriores las astucias comunicativas, las trampas científicas y los trucos matemáticos con apariencia de seriedad que moviliza nuestro ecologista. Veamos hoy su expansión por esos mundos y de dónde obtuvo los fondos para sus organizaciones y para sí mismo.

Qué listo soy
Los dineros daneses hacia el estrellato
Las fuentes de financiación actuales de su centro en Dinamarca se desconocen con precisión, pero la minuciosidad y los contactos de Kåre Fog le llevaron a asegurar que la organización fue engrasada originalmente con 600.000 € desde el “ministerio de desarrollo” danés para la organización del segundo Copenhagen Consensus, previsto para mayo de 2008[97].
Para entonces el parlamento de Dinamarca, a iniciativa del Partido Popular (una especie de Vox local), aprobó una asignación de un millón de euros al think-tank de cara a 2009[98]. Recuérdese que a finales de 2009 se celebraba la conferencia de Copenhague (COP15), en la que se habían depositado muchas esperanzas. Así, el objetivo de ese nuevo “consenso” cuatrianual pasó a ser la eventual deslegitimación de cualquier acuerdo climático al que se pudiera llegar (y al que, como se sabe, no se llegó), frenando y contrarrestando todo entusiasmo que pudiera generarse. Recordemos a este respecto que la agencia de PR que contrató el gobierno danés para la COP15 fue la infausta Hill & Knowlton, hecho singularmente desafortunado que fue en su día objeto de examen en este blog. Eso no fue todo porque, a iniciativa de ese mismo partido, en noviembre de 2009, un mes antes de la conferencia, fueron inyectados 2,4 millones de euros más[99]. Y así fueron subiendo.
A finales de 2009, entre su primer instituto fallido y el Copenhagen Consensus Center, Lomborg había recibido nada menos que 18,4 millones de euros[100].
The Economist, portavoz mundial del liberalismo, clásico o neo, mantuvo hasta 2010 la posición negacionista estándar de la clase económica y de las personas econócratas en general. Alrededor de 2010 comenzó a modular su posición[101], por convicción o como movimiento estratégico, asegurando que el cambio climático no será detenido. El Economist había declarado el libro “Global Crises, Global Solutions”, donde se describían las conclusiones del “Copenhagen Consensus”, uno de los “libros del año”[102] en 2004. Claro, ellos eran los financiadores del librito.
El sueño americano
En 2008 el Copenhagen Consensus Centre desembarcó en los Estados Unidos con la generosa ayuda de Vicks Vaporub. En efecto, fue la Randolph Foundation, fundación caritativa constituida mediante la venta de la farmacéutica Vicks a Procter & Gamble, una de las organizaciones que aportó los primeros fondos[103].
Ocurre que la patrona principal de la Randolph Foundation es Heather Higgins, presidenta y consejero delegado, a su vez, de Independent Women’s Voice y de su organización hermana Independent Women’s Forum. Estas organizaciones, que se presentan como una alternativa al feminismo, son centrales en el fundamentalismo religioso USA. Son financiadas por las Koch-fundaciones, las Lynde y Bradley, las Scaife y las John M. Olin, todos ellos grandes billionaires y fuentes tradicionales de financiación del fundamentalismo cristiano post-milenarista ahora en el poder. Estos han sido los poderosos financiadores, durante décadas, de este movimiento que en España adopta la forma de Vox vía Rafael Bardají, José María Aznar y otros que vamos conociendo, y que en América Latina difunde su “Teología de la Prosperidad” entre las élites con notable éxito.
Se sabe además que otro de sus importantes financiadores, por lo menos en 2013, fue Paul E. Singer. Singer es un conocido billionaire calificado de “capitalista buitre” por sus prácticas de extorsión[104] y “apasionado defensor del 1%”[105]. Presidente del poderoso think-tank fósil-financiado Manhattan Institute for Policy Research – solo un ejemplo del fusionismo entre el fundamentalismo religioso y el ultraliberalismo[106] – Singer se gastó en 2014 más de 10 millones de dólares para influir en el partido republicano, habiendo sido esta la mayor donación registrada hasta la fecha según documenta Open Secrets[107].
El rebote australiano
Australia, gran productor de carbón, no podía quedar al margen de los objetivos de Lomborg-Murdoch-Aznar. Cuando el ultracristiano ultraliberal Tony Abbott llegó al poder en 2013 y desmanteló la prestigiosa Climate Commission del país austral otorgó a Lomborg 4 millones de dólares para montar un think-tank en la égida de la University of Western Australia. Su nombre, lo ha adivinado usted, Australia Consensus Centre. Afortunadamente esa universidad pronto revirtió su decisión tras una rebelión de profesores y estudiantes[108], y lo mismo ocurrió con un segundo intento en la Flinders University[109] mientras Lomborg iba asegurando no ser … ¡negacionista![110]
Finalmente, en 2015 el gobierno australiano abandonó el proyecto de aupar a Lomborg en su país, pero para compensarle el disgusto le dio 640.000 dólares para la edición de un libro de 154 páginas[111] a través del think-tank danés[112] para que los nóbeles laureados pusieran una vez más su firma para insistir en lo inadecuado de dedicar dinero al cambio climático, esa mala inversión. La pregunta de los periodistas al ministro de educación sobre qué es exactamente lo que compraron esos dólares australianos, si la vanidad de Lomborg o los economistas participantes, no obtuvo respuesta convincente[113].
En USA si me quieren
Ya vamos terminando. En 2016 Lomborg blanqueó el plan climático de Trump (¿tenía alguno?), afirmando en el Washington Post que, después de todo, igual no era tan malo como parecía[114]. Abandonar el acuerdo de París y preocuparse por los pobres del mundo eran opciones mucho mejores, siempre que se siguiera investigando en energías renovables.
De hecho, la política climática de Trump, como se describe más arriba, consistió en imponer una tasa de descuento del 7%, con lo cual los problemas dentro de cuarenta años contabilizan a poco más del 5% de los de hoy, el impuesto al carbono bajo estas condiciones resulta ser tan ridículo que no vale la pena gastar energía política en ello y mejor dedicarse a “los pobres”.
Y ahora la India
La presencia de un gobierno neoliberal en país tan significativo como la India no debía desaprovecharse. Lomborg quiere decidir ahora, desde Occidente, cuáles son las prioridades de la India, para lo que parece haber encontrado todas las facilidades y un soporte mediático fenomenal, como puede verse en su web.
Lomborg en modo mantenimiento
Este verano Lomborg ha atacado de nuevo. Nos castiga con un nuevo libro, que ha titulado “Falsa alarma” (False Alarm: How Climate Change Panic Costs Us Trillions, Hurts the Poor, and Fails to Fix the Planet). No hay nada especialmente nuevo, pues se trata solo de mantener el discurso vigente, que puede ir perdiendo fuelle con el tiempo y requiere de técnicas de mantenimiento preventivo. Además se acerca ya la emisión del próximo informe del IPCC.
Financiado en este caso por el Institute for Energy Research y la Hoover Institution, entre otros grupos menores a su vez fósil-financiados, repite todos sus argumentos e insiste en los dispositivos retóricos que estima le han funcionado, por ejemplo con los pobres hasta en el subtítulo y su confrontación con los “activistas” en lugar de referirse a los científicos en los que se apoyan[115]. Sigue asegurando que él se basa en “datos” (como si los demás no) y que pretende ahora un “middle ground”, una tercera vía entre los de la letanía y los racionales[116].
La única novedad destacable es que, tras el levantamiento de faldas a Tol, que parece haber quedado amortizado, ahora se apoya en William Nordhaus, infausto premio Nobel de economía (recordemos que no es la Academia de Ciencias quien otorga ese premio mal denominado Nobel, sino un banco sueco) y muestra paradigmática de la bancarrota intelectual en la que está inmersa la humanidad entera de la mano de estos econócratas fáusticos. Nordhaus, recordémoslo, es quien asegura que +3 ºC es la temperatura óptima del planeta (para el capital)[117], y cuyo modelo DICE nos ilustra acerca de la pérdida de PIB que algunos incrementos de temperatura pueden acarrear. Minucias. Para Lomborg el coste económico del cambio climático no es superior a “una recesión cada 50 años”[118]. Mientras tanto, mejor ayudar a los pobres[119].

Bjørn Lomborg nos ilustra con precisión plausible sobre los costes realistas de la crisis climática en los próximos siglos
Lomborg ajusta ahora su regulador de temperatura ultrasensible un poco más arriba. Así por ejemplo, si la temperatura aumentara +4,1ºC a finales de siglo (Lomborg ya emplea grados Fahrenheit en lugar de centígrados) si todavía queda alguien midiendo PIBs podrá lamentar una pérdida del 4%, y si tenemos mala suerte y pasamos algo más de calor, digamos +7ºC, las cosas podrían ser algo peores: el PIB (el de entonces) sería un 15% inferior al que podría haber ser sin esos molestos sofocones[120]. Total, como una recesión de vez en cuando. El hecho de que +4,1ºC sean una catástrofe extrema con grave riesgo de extinción humana según sospechan todas las disciplinas excepto las ciencias económicas, y de que bastante antes de llegar a +7ºC a los últimos pobladores no les vaya a quedar ninguna duda de que el riesgo existencial de la crisis climática se habrá ya realizado no parece inquietar a nuestro ecologista (séptico).
El Mundo Today, consciente de estas minucias, ha puesto de manifiesto el problema, económico por supuesto, titulando así: «Que toda la humanidad esté en peligro de muerte podría no ser bueno para la economía, alertan los expertos«. Nótese que Lomborg, colocado ya de sí mismo, califica estas situaciones de “realistas”, y declara ahora que la situación óptima consiste en un incremento de exactamente +3,75 ºC.
Sigue definiendo discurso
Lleva 20 años marcando agenda y discurso, y sigue. Ahora se permite el lujo de decirnos técnicamente cómo hemos de hablar del cambio climático. Lo hace mediante un audio en The Spectator, que circulará por las redacciones como si fuera legítimo y al que muchos editores y comunicadores harán demasiado caso. Lomborg dialoga con otro negacionista de pro, el banquero rescatado y periodista británico Matt Ridley, declarado ultraliberal[121].
Y encima forrarse
Lomborg hace y tiene todo lo que la industria de los combustibles fósiles desearía encontrar en una sola persona. Parece equilibrado y sensible, medio progre, experto preocupado con estos asuntos con apariencia de sinceridad, promueve la investigación en renovables y nuclear pero las considera económicamente indeseables, contrariamente a los combustibles fósiles y al fracking, cuyas regulaciones medioambientales considera excesivas. Cualquiera que conozca mínimamente como funcionan las agencias PR y la persuasión política encontrará en Lomborg la huella de un sicario de la industria, como aquí vamos desgranando. Además es apuesto, tiene mucha labia, habla un montón de idiomas, no rehúye debate alguno y tiene la lección comunicativa muy bien aprendida. Un auténtico mirlo blanco.
A diferencia de lo que ocurre en el seno de la izquierda, a esta gente la derecha económica la trata no ya bien, sino muy bien, ubérrimamente. De hecho no repara en medios y en poco tiempo los convierte en millonarios. En el caso de Lomborg consta que en un solo año ingresó personalmente, procedente únicamente de su propio think-tank Copenhagen Consensus Center ya en Washington, nada menos que 775.000 dólares[122].
En un solo año, de solo uno de sus chiringuitos, como llaman los ultraliberales españoles a estas organizaciones. Solo lo documentado y lo encontrado.
***
Entradas anteriores: 1: Presentación y astucias comunicativas; 2: Las trampas científicas; 3: El truco matemático-conómico
Próxima entrada: y 5: Discusión y conclusiones
A vueltas con el negacionismo climático de Joaquín Leguina
«ultracristiano»; ahí he dejado de leer. Y, lógicamente, de intentar seguir el blog.
Me gustaMe gusta