“Leave oil before it leaves us.[1]” – Fatih Birol, Agencia Internacional de la Energía
Índice de la serie y enlaces
Para entender bien los posibles mecanismos del colapso anunciado repasaremos aquí algunos conceptos y datos a menudo confusos. Recordaremos muy brevemente qué cosa es el cénit de producción de una materia prima y de una fuente primaria de energía, qué se entiende por tasa de retorno energética, su relación con el cénit y la importancia decisiva de unir ambos conceptos. Veremos también qué papel puede cumplir la eficiencia energética, para examinar más adelante hasta dónde es previsible que se pueda llegar mediante combustibles no convencionales o equipos alternativos de generación de energía.
La singularidad energética
La energía es un bien muy especial. Más que un bien es un pre-bien, pues no se podría producir bien alguno sin energía. Ni éstos, de existir, servirían para nada sin energía. Por ejemplo, una herramienta manual, para ser accionada, necesita de nuestra energía humana. Energía que nosotros obtenemos de los alimentos, que a su vez han sido generados mediante energía solar y abono, éste último muy a menudo procedente de los combustibles fósiles desde la llamada ‘revolución verde’ (419). En cualquier caso ese abono ha tenido que ser trasladado al lugar de cultivo, la maquinaria agrícola habrá sido fabricada a su vez con energía y desde luego consume energía cuando se hace uso de ella y cuando hay que repararla e incluso desecharla. En el otro lado de la cadena, hasta que usted ingiere el alimento que le otorgará la capacidad de accionar la herramienta (y que popularmente se mide en calorías), habrá habido cosecha, traslado, empaquetado y a menudo procesado y empaquetado de nuevo para llegar a la tienda, usted debe ir a la tienda, después cocinarlo… Cuando uno examina por primera vez la cadena energética de cualquier producto o actividad queda bastante fascinado por su alcance, por lo atrás que se puede llegar.
Para examinar el consumo energético de cualquier producto también se debe ir más adelante de lo aparente. El alcantarillado habrá tenido que ser fabricado, las aguas residuales canalizadas, tratadas, depuradas, eventualmente reinsertadas en las canalizaciones de suministro… Si en lugar del escatológico ejemplo alimenticio tomamos cualquier otro producto es preciso contemplar el final de su vida útil, todo el proceso desde que usted lo pierde de vista hasta su eventual desguace y disposición en vertedero, mantenimiento del vertedero… Cuando se examina la energía total empleada por un producto hay que contemplar todo su ciclo de vida, desde su ideación hasta su entierro (o reciclado).
La megamáquina
Por favor, visualice por un momento toda la actividad humana, tenga o no traducción económica, como si fuera una gran máquina que los humanos hemos ingeniado y de la que además formamos parte. O si lo prefiere una gran fábrica, una megamáquina en la terminología del autor Lewis Mumford (485), pero que lo abarque todo. Y hágase a la idea de que la energía es lo que permite su funcionamiento. Esto no es sólo una metáfora, es la realidad tal cual.
Como toda máquina, esta megamáquina nuestra tendrá una potencia máxima, una capacidad máxima de actuar, y esa vendrá determinada por la energía disponible en cada intervalo de tiempo.
Como metáforas puede considerar que la energía es como la fuente de alimentación de cualquier equipo electrónico (o la batería). O el aparato de aire acondicionado. Tanto uno como otro permiten que las funciones se realicen, sin que advirtamos su presencia cuando estamos pendientes de la función deseada. Está ahí, hace que las cosas funcionen, pero no forma parte del proceso. Podemos considerarlo un sistema aparte, algo externo, cuya función es simplemente entregar potencia, o temperatura confortable, a lo que queramos hacer, al proceso real de nuestro interés. Cuanto más desapercibido pase mejor, pues ello significará que no interfiere en el proceso en cuestión. Y que si, por algún motivo, no consigue entregar toda la necesaria, el proceso sufrirá disfunciones o, directamente, no funcionará.
En las representaciones esquemáticas de los circuitos electrónicos la fuente de alimentación no se dibuja, casi no existe, corresponde simplemente a un punto o línea donde se sabe que hay una tensión constante (p.e. 5 voltios) y se da por supuesto que entregará toda la potencia que el circuito vaya a necesitar para cumplir su cometido, sin interferir en absoluto en él.
Qué es el pico del petróleo
Se entiende por cénit, o pico de producción de un recurso natural (mineral, energético u otro) la cantidad máxima que es posible comercializar por unidad de tiempo. Por ejemplo, en el caso del petróleo convencional (llamado crudo), razones geológicas y límites tecnológicos y de capital impiden que sea posible extraer ya más de 160.000 litros/segundo, que es aproximadamente el consumo mundial actual. Lo ha leído bien. El mundo está produciendo (extrayendo, preprocesando, refinando, distribuyendo) esa cantidad de petróleo cada segundo. La unidad habitual de medida se expresa en millones de barriles diarios (MB/día). La producción ha venido creciendo desde mitades del siglo XIX. En general, y salvo incidentes políticos de corta duración, hasta mitades de la primera década de este siglo la producción anual ha seguido el compás de la demanda. El desarrollo de tecnologías cada vez más eficientes ha permitido que su precio sea bajo, a menudo incluso irrisorio y significando un porcentaje muy pequeño del coste directo de cada actividad[2].
Pues bien. En el caso del petróleo crudo se ha llegado a un punto en que ya no se puede producir más. No porque no quede, sino porque la capacidad física (geológica y tecnológica) de movilizar esa cantidad, y acondicionarla para que acabe entregando la energía deseada, ha alcanzado ya un límite. Es el pico del petróleo.
Si la demanda sigue creciendo pero la oferta se mantiene constante por haber llegado a su cénit, el precio de un bien en el mercado debería, en principio, aumentar. Si el precio aumenta, los economistas suponen que se puede entonces acceder a lugares más remotos, que se podrá invertir en una mejor tecnología de extracción o de proceso. Así ha sido hasta hace poco (486).

Evolución esquemática del ritmo de producción de un yacimiento (Fuente: ref. 506)
Pero estará de acuerdo conmigo en que esto también tendrá algún límite. Este límite nos lo anunciarán los geólogos, que saben de calidad de los recursos y de su ubicación, junto a los ingenieros, que saben diseñar procesos de extracción y refino. El cénit, el pico del petróleo, es este límite de producción por unidad de tiempo.
A partir de ahí entrarían en juego los economistas, que habrán tomado nota de los datos suministrados por estos dos profesionales. Tienen entonces dos misiones principales: 1) calcular los costes de extracción y por tanto estimar la disponibilidad del producto, y 2) decirnos de qué maneras es posible asignar (distribuir, aprovisionar) los recursos que esa energía permitirá generar, con el fin de que el público decida una o algunas de estas maneras. Ya sé que esto es una simplificación, y que hay geólogos como salidos del Renacimiento e ingenieros tipo Da Vinci que gustan de ocuparse de todo, y el trabajo en equipo, etc. Pero, en general, estaría bien que cada uno se ocupara principalmente de lo suyo. Porque la experiencia muestra que de otro modo se produce una gran confusión.
El problema no se plantea pues en términos de escasez del material, sino por el hecho de que la demanda sigue creciendo, pero la oferta ya no puede seguir el ritmo como lo hacía hasta ahora, e incluso puede comenzar a disminuir. Y ello por razones físico-geológicas, pero también puede haber razones económicas e incluso debería haberlas medioambientales en razón de las emisiones excesivas de gases de efecto invernadero – aunque no lo han llegado a ser nunca todavía.
Qué es la tasa de retorno energética
La Tasa de Retorno Energética (TRE) es una cosa bien distinta, pero a veces se confunde con el cénit.
Hagamos un símil business. El pico del petróleo serían los ingresos máximos de una empresa, dada su capacidad máxima de producción. Pero lo que buscamos de un negocio es el beneficio, no tanto el volumen de ventas. La TRE se refiere al beneficio, sabiendo que difícilmente podré facturar nada sin haber gastado o invertido algo previamente.
La TRE de una fuente de energía es la cantidad de energía que obtengo mediante el empleo de una unidad de energía orientada a obtener energía. Usted estará de acuerdo en que si todo el tinglado que necesito organizar para extraer un producto energético[3] me va a costar la misma cantidad de energía que la que se va a obtener con la aplicación de ese producto, en general no valdrá la pena que lo haga y mejor sería que dedicase esa energía directamente al uso final y me ahorre esta intermediación que no aporta nada[4]. En este caso se diría que la TRE es 1:1 (obtengo una unidad de energía gastando una unidad de energía). Si obtuviera dos unidades de energía, la TRE sería 2:1. Cada fuente de energía primaria tiene su TRE específica, asociada a una tecnología de proceso de obtención. Un ejemplo. Cuánta energía se emplea para fabricar, instalar, mantener, desechar, etc. un panel fotovoltaico. ¿Más, o menos que la que podrá entregar durante toda su vida útil? Mal asunto si fuera más…. Mal negocio: significaría una TRE inferior a 1.

El precipicio de la energía neta, donde se indican las TRE de las distintas fuentes primarias de energía. Nótese cómo el porcentaje de energía a disposición de la sociedad disminuye exponencialmente según disminuye la TRE (EROI, de Energy Return on Investment) – Fuente: Lambert et al (2012) (507)
Pues bien. En los informes de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y en la información económica estándar sobre aspectos energéticos, este parámetro es ignorado. Olímpicamente. Ni tan sólo se menciona. Usted puede preguntarse por qué algo tan básico no se ha tenido en cuenta hasta ahora y sigue ignorándose, por lo menos oficialmente. Yo veo tres motivos.
Uno es que hasta hace poco, por lo menos para los combustibles fósiles, este valor era muy elevado, probablemente superior a 50:1 para cualquiera de los tres combustibles fósiles. Un gasto de un 2% o inferior podría ser poco detectable o despreciable. Otro motivo es que calcular o estimar la energía que va a generar el producto energético obtenido es relativamente sencillo, pero es muy difícil y controvertido respecto a la energía empleada en su obtención. ¿Qué pongo en el denominador? Hay cosas obvias, como todo lo que necesito directamente. Pero otras no lo son tanto. ¿Incluyo los bonus y primas del consejero delegado? ¿Incluyo todo el gasto energético de todo el personal? ¿Y la energía empleada en la construcción de la carretera, que era necesaria para la explotación, pero que ha pagado el estado? ¿Cuento la energía empleada en el desplazamiento y actividad de los trabajadores que construyeron la carretera y la mantienen? ¿Cómo la cuento? La misma fascinación que produce seguir la traza energética de cualquier actividad o producto es la responsable de la dificultad de su cálculo, que permite una diversidad de criterios que dificultan la comparación.
El tercer motivo posible es que estas cosas han sido tratadas por economistas. Los economistas sólo miran precios, o casi. Y es verdad que, en términos de precio, todo resulta más fácil. Por eso están ahí. Pero el precio es una abstracción, una simplificación de cualidades en una cifra única que tiene algunas ventajas pero, como todo índice compuesto, tiene el inconveniente de ocultar una buena parte de la complejidad subyacente. Por este motivo demasiado a menudo el mero precio lleva a confusión. Además, en el corto y medio plazo, los precios responden a realidades diferentes y volubles (condiciones de mercado, cambio de preferencias, etc.) mientras que la energía es física, es tangible, es elemental.
En los inicios de una tecnología de extracción es posible que la TRE aumente en la medida que se va avanzando por la curva de aprendizaje mientras la accesibilidad del material se reduzca poco. Pero esto también tiene un límite, que depende de la tecnología y del tiempo. En todo caso siempre hay una cantidad mínima de energía que voy a necesitar para la obtención de energía. Este es, como veremos, el núcleo de los resultados de LLDC.
Pues bien: la TRE de todos los combustibles fósiles se está reduciendo aceleradamente. Se necesita cada vez más energía (y por tanto dinero) para obtener la misma cantidad de energía. Y es cuando unimos cénit con TRE cuando llegamos al meollo del asunto.
El meollo de la cuestión
Uno puede, en un determinado momento, estar en condiciones tecnológicas (de capital) de aumentar la producción de una fuente de energía, de modo que los datos econométricos de producción (barriles, dólares, BTU, etc.) sigan creciendo. Ya sabemos que tiene un límite en el cenit, pero supongamos que la producción sigue aumentando para ver mejor lo que quiero decir. ¿Qué ocurre si, para conseguir ese aumento de producción, necesito emplear mucha más energía que la que voy a obtener de más tras esa incorporación tecnológica? Es decir, en el caso de que el aumento de la energía necesaria para aumentar la producción sea superior al plus de energía que obtendré tras el proceso (es decir, que la TRE disminuye). Pues que tendré más petróleo, y unas gráficas preciosas de producción creciente que podré vender como que aquí-no-pasa-nada. Pero usted ya se da cuenta de que en realidad cada vez tendré menos energía a disposición. Obtendré cada vez menos energía neta para el (resto del) sistema económico. Sin embargo, los indicadores económicos estarán señalando un aumento de la producción. En el símil business, es como si aumentaran las ventas pero los costes aumentaran en mayor proporción. Luego el beneficio a disposición disminuye.
Ahora suponga que ha llegado al cenit de producción, que ésta se mantiene constante durante un tiempo y que la TRE sigue disminuyendo. Es lo mismo, pero peor. No vendo más pero los costes aumentan, con lo que el beneficio va a disminuir. Este es el mecanismo por el que se manifiestan los rendimientos decrecientes. Por cierto que David Ricardo, en el siglo XIX, ya señaló este fenómeno en relación a la agricultura, observando que las tierras más fértiles eran las que se cultivaban primero, y que se explotaban hasta agotarlas.
Aquí ocurre lo mismo. Poco a poco se van extrayendo en primer lugar los recursos más ‘baratos’, más fáciles de extraer y de procesar. Esto significa que, a medida que transcurre el tiempo, estas operaciones se van encareciendo. Llega un momento en que la inversión no puede seguir el ritmo de los costes crecientes, de modo que el crecimiento se ralentiza primero y posteriormente la producción comienza a decaer. Pero entretanto nuevas explotaciones pueden compensar este hecho. Llega un momento, sin embargo, en que este declive de la producción en curso no puede ser compensado con nuevas explotaciones.
Dese cuenta de cuál es el meollo de la cuestión: transitoriamente la producción puede estar aumentando, pero la energía disponible, que es lo que importa, disminuir al mismo tiempo. Lo importante entonces es cuándo comienza a reducirse la energía neta a disposición del sistema económico, no cuánta energía se produce o se consume ni cuántos barriles o toneladas se extraen. De modo que lo realmente importante es el peak energy, el máximo de energía neta alcanzable, y su evolución posterior. Eso es lo que nos dirá qué potencia máxima podemos exigirle a nuestra megamáquina. Volveremos más adelante sobre la TRE y veremos más claramente su importancia crítica para el sostenimiento de la civilización.
La trampa de la eficiencia
Hay cosas que parece increíble que no se tomen en consideración. Una de las más clamorosas es la ausencia en el discurso productivista del efecto rebote consecutivo a toda mejora en la eficiencia energética, que ya he comentado en la introducción. Fue descrito en 1865 por William S. Jevons, que lo observó inequívocamente en el caso del carbón (1). Jevons es considerado el fundador del método matemático en economía y uno de los principales contribuyentes del denominado marginalismo (el que descubrió las derivadas).
Cuando usted ahorra energía lo más seguro (de hecho, ocurre casi siempre) es que usted acabe empleando más energía. Esto es el efecto rebote, que tiene dos componentes. La primera es directa, según la cual es muy probable que usted haga un uso adicional de un aparato más eficiente, o bien que este equipo más eficiente haya necesitado, para ser así, mucha más energía para ser fabricado. Bien hace usted más kilómetros porque su nuevo automóvil consume menos, bien el refrigerador del que no va a hacer más uso que antes (si tiene la misma capacidad) es más sofisticado.
El segundo componente se produce en el caso de que usted realmente consiga de vez en cuando un ahorro neto con una mayor eficiencia. Hay casos evidentes en que esto es así ¿verdad? En todo caso el ahorro resultante lo va a dedicar usted, o el banco, a otra cosa ¿no? Esa otra cosa gastará o habrá gastado energía para funcionar ¿verdad?
Pues he aquí el efecto rebote. A mayor eficiencia, más consumo. El efecto rebote del primer componente oscila entre el 10 y el 30%, aunque podría llegar a ser del 75% (487). El segundo, normalmente mucho mayor pero de estimación más difícil, oscila entre el 15% y el 350% (488).
¿Es el efecto rebote el auténtico motor del crecimiento?
Se plantea a menudo que el motor de la economía es la realimentación positiva que supone el crédito con interés, y desde luego algo de eso hay. Pero no olvidemos la conexión entre dinero o riqueza con la energía que vengo postulando. Y en la energía podríamos encontrar también la respuesta: creo que es posible sostener que el motor último del crecimiento haya sido precisamente este efecto rebote de la energía, siempre dispuesta a crecer. Bueno, todo esto ocurrirá hasta que no se pueda crecer más porque la cantidad de energía neta ya no pueda aumentar a nivel global.
Eficiencia técnica frente a eficiencia económica
En este punto vale la pena mencionar la diferencia entre eficiencia energética técnica, y el concepto económico de eficiencia. Entiendo que el primero está claro. Pero si no es usted economista tal vez no tenga tan claro el concepto económico. Puede creer, en primera instancia, que es equivalente al energético, es decir, que se obtiene más por el mismo dinero.
Pues no. El concepto de eficiencia económica tiene que ver con el intercambio comercial, con el mercado. Si usted y yo intercambiamos algo, y ninguno de los dos queda en peor situación que antes, decimos que el intercambio ha sido eficiente en utilidad. Es un concepto absolutamente central en toda la teoría económica al uso, y su formulación se debe al italiano Vilfredo Pareto, a quien Mussolini apreciaba tanto que le hizo senador por designación digital (489). Cuando un economista mainstream habla de eficiencia no se refiere al empleo de energía o de materiales, sino a un mercado eficiente en términos de Pareto, y se supone que es de esta forma como los actores del mercado se asignan sus recursos (490).
Picos de Barbastro
En relación a recursos, reservas, picos, TREs y demás conceptos relativos a la disponibilidad actual y futura de energía encontrará usted toda suerte de datos y cifras. Y mucha confusión. Yo le contaré aquí las que más me creo, las que fueron expuestas por los principales expertos mundiales en Barbastro el pasado mes de octubre, congreso al que asistí. Son lo más actual, aunque todavía no hayan sido publicados en sede formal.
Una primera cosa estuvo clara: los datos ofrecidos por los expertos independientes son sistemáticamente menos esperanzadores que los ofrecidos por las empresas energéticas y las agencias internacionales tipo AIE agencia ésta que, por cierto, acaba de emitir su último informe donde, siempre con su medio lenguaje, parece que va asumiendo poco a poco, siquiera parcialmente, un problema que negaban hasta hace cuatro días. Pero siguen realizando afirmaciones controvertidas, sin justificar, mientras los independientes no actúan así. Son exquisitos en su expresión, y procuran que el tiempo no les deje en evidencia pues éste, y no otro, es su capital.
Hay algo a tener muy muy en cuenta. Las definiciones importan, y mucho, pues permiten lecturas muy distintas. Así lo demostró el mayor experto europeo en la cuestión, el sueco Mikael Höök de la Universidad de Uppsala, que acaba de establecer un marco matemático riguroso para analizar el agotamiento de los recursos (491). A menudo las definiciones se utilizan para confundir, otras veces se cambian avisando, o no, en la letra pequeña vaya usted a saber con qué intención. Aquí ya sabemos de qué va esto en el terreno climático, como cuando en el último informe del IPCC de 2013 nos cambiaron la referencia de los incrementos de temperatura desde la preindustrial a la de un período que comprende la segunda mitad del siglo XX, con la consecuencia que de pronto todo parecía algo más suave.
Confusiones frecuentes
Confundir producción total de petróleo con producción solo de petróleo crudo (el convencional), meter ahí los líquidos del gas natural (propano, butano, etc., cuyo contenido energético es un 25% menor) para que la curva siga para arriba; marear entre reservas y recursos; aumentar producciones a base de gastar cada vez más del propio recurso que se extrae; confundir el tamaño del depósito con el caudal máximo posible de extracción y proceso, la falacia reservas/producción (Q/P) …
Algo que no se suele mencionar es que el petróleo no convencional no permite destilar diésel. De modo que es de esperar que el precio del diésel aumente de forma importante a corto plazo, con las consecuencias para la agricultura y el transporte que se puede usted imaginar. Cuando usted vea que quieren limitar el diésel por razones ecológicas, bueno, vale, admitámoslo forzando el lenguaje. Pero si le dicen que es por razones de salud pública no se lo crea para nada.

La famosa «independencia» energética de los Estados Unidos, según la Agencia Internacional de la Energía (Fuente: Kjel Alejklett, Uppsala Universitet)
Son sólo unas pocas lindezas que distraen a mucha gente a través de los medios de comunicación y que las fuentes originales explotan a menudo para orientar el mensaje según sus deseos. También causa confusión el anuncio de grandes descubrimientos sin decir si son o no explotables, o hasta qué punto y con qué velocidad. O presentando cifras de muchos ceros que, en realidad, sólo dan para unos pocos días de consumo nacional y menos mundial. También la muy repetida, y muy falsa, afirmación de que los Estados Unidos son ahora autosuficientes energéticamente, cosa que parecen creer ciegamente la mayoría de los parlamentarios europeos (670) que se disponen a autorizar masivamente el fracking en Europa. Hace nada se la oí decir por radio al director de La Vanguardia, Màrius Carol, con aparente convicción. ¿O era una consigna?
Petróleo
Con respecto al petróleo convencional, el combustible de mayor calidad en términos de concentración energética y facilidad de transporte, hay un acuerdo bastante generalizado acerca de que este cénit se alcanzó alrededor de 2005-2008. Desde entonces se produce cada vez menos – o como mucho lo mismo en algunos yacimientos a base de inyectar cada vez más capital, o sea cada vez más energía. El consumo está disminuyendo en los países de la OCDE, y aumentando en el resto. Mucho en los países productores, precisamente.
Había unanimidad entre los congresistas en que el cénit de producción del petróleo convencional se alcanzó en algún momento de la primera década del siglo como ya temía en 2011 el propio editor de Science (492) (entre otras muchas fuentes solventes), presumiblemente en 2008. También sobre el hecho de que, desde 1984, los recursos correspondientes a los nuevos descubrimientos son inferiores al consumo de cada año (ver gráfico). No hay un acuerdo completo sobre cuál es la velocidad de disminución de la producción anual total tras el cénit, pero oscila alrededor del 6% anual según fuentes empresariales (493). Las empresas petrolíferas ya lo reconocieron en 2011, cosa que fue reflejada en el blog de la Harvard Business Review:
“Tal como Shell, Chevron, Total, la Agencia Internacional de la Energía y un conjunto de otros observadores serios han venido declarando abiertamente, la era del petróleo barato y de fácil acceso ha terminado. El petróleo que queda es cada vez más caro, de acceso cada vez más difícil y arriesgado, marginal, y cargado de efectos secundarios como unas emisiones de carbono mayores [por unidad de energía obtenida], mayor demanda de agua y competición con los alimentos.” [corchete añadido].” (494)

Ejemplo de cénit de producción en cada uno de los yacimientos de Noruega, y su comportamiento agregado
La producción global de petróleo convencional (el llamado crudo) está disminuyendo, según las fuentes, a razón de 4.5-6,7% anual (493). El único lugar donde la declinación no tendría lugar sería en Irak, que ahora produce unos 4 mbd[5] y se cree que en 2035 podría estar produciendo 8 mbd. Un informe financiado por el exmagnate del petróleo T. Boone Pickens (495) y otro elaborado por el fabricante de instrumentación de proceso Schlumberger coinciden en apuntar a tasas de decrecimiento del orden del 8% anual a nivel global (496).
Carbón picado
China, que produce el 50% del carbón mundial, parece estar a punto de atravesar su cénit en este material. La producción china es dos veces la de Estados Unidos, que es el segundo productor del mundo, y seis veces la de la India, que es el tercero. En un paper de la Universidad de Uppsala escrito en 2012 se había estimado el 2024 como año más probable del cénit del carbón (497), si bien Höök señaló en Barbastro que la producción en 2013 había aumentado sólo el 1,2%, lo que podría ser un indicio de que ya se está iniciando (peak onset). En todo caso el propio Höök no tenía dudas de que el cénit del carbón sería inevitable, y además muy próximo. Pedro Prieto comentaba que si el pico de Arabia Saudita respecto al petróleo había sido en su día señal cercana del pico mundial, con más razón lo es el cénit del carbón en relación a China, cuya proporción en la producción mundial es mucho mayor.
Gas natural sin burbujas
Si en petróleo el actor dominante es Arabia Saudita, y en carbón lo es China, en el caso del gas es a Rusia adónde hay que mirar, junto a Irán y Catar. Todos los yacimientos rusos tradicionales decaen ya, pero la cuestión de si habrá otros que tomen el relevo (a tiempo) se mantiene abierta. En todo caso, una integración de 18 trabajos académicos realizada por Höök muestra que el pico del gas natural convencional se producirá alrededor de 2020.
Combustibles no convencionales
Si la producción total de petróleo sigue creciendo todavía hoy eso es debido a los combustibles denominados no convencionales, petróleo y gas, la mayoría de ellos explotados con la poco amable técnica del fracking. La disminución ya en curso inevitable de la producción de petróleo estándar está siendo por hoy parcialmente compensada por estos petróleo y gas no convencionales.

Pirámide que muestra la disminución de energía neta en función de la calidad del recurso, convencional o no (Fuente: Mikael Höök)
Es en el caso de estos combustibles no convencionales (shale), petróleo y gas, donde se observa con mayor claridad, y velocidad, el descenso acelerado de la TRE. El problema de los combustibles no convencionales es que, a diferencia del petróleo convencional, la producción desciende exponencialmente tras las primeras capturas, a un ritmo del orden de ¡25-50% al año! (según yacimiento). Esta singularmente rápida disminución de la producción de este tipo de yacimiento obliga a perforar cada vez más para compensar obtener la misma producción, con lo que los costes tanto energéticos como económicos aumentan constantemente, y exponencialmente.
Para ello las empresas energéticas no paran de vender activos, pedir créditos y venderse a las más grandes, en lo que se conoce como Wall Street drill. Es de hecho un esquema piramidal, una burbuja, que reventará más temprano que tarde. El coste marginal de extracción es tan elevado que en racionalidad económica[6], si el precio de mercado disminuye demasiado, deberían detener la producción (498).
¿Sabe usted cuántos yacimientos se habían explotado mediante fracking en los Estados Unidos hasta febrero de 2014? Piense una cifra. Cuando hago esta prueba con amigos suelen responder alrededor de 5.000. Pues agárrese: son 1.156.870. Dado que el déficit de petróleo convencional está siendo cubierto, por ahora, con este no convencional (que además casi siempre entrega también gas) corresponde ahora preguntarnos cuándo es previsible que se alcance el cénit en el caso de los no convencionales. Podríamos así tener una primera indicación de hasta cuándo este petróleo no convencional podrá seguir tomando el relevo del convencional.
J. David Hughes, geólogo canadiense con más de 40 años de experiencia que trabajó en el Instituto Geológico de su país y autor de ‘Drill, Baby, Drill: Can Unconventional Fuels Usher in a New Era of Energy Abundance?[7]’ (499, traducido al español por Perfora, Chico, Perfora, y que se puede descargar aquí), avanzó por videoconferencia los resultados de un estudio según el cual el cénit de los combustibles no convencionales, los que nos tenían que salvar de los límites del grifo de los convencionales, el denominado peak shale, tendrá lugar alrededor de 2017-2018 en el yacimiento que lo tiene más lejano (Eagle Fort, Texas), si bien en el informe escrito final se cura en salud señalando que se producirá antes de 2020 (500). Poco antes había publicado en Nature un ‘reality check’ de esta supuesta shale revolution, donde señalaba el limitado número de yacimientos restantes y el elevado coste de extracción, superior al precio de venta por lo menos en (casi) todos los yacimientos de gas (501). Un nuevo esquema, timo piramidal.
El frenético aumento del ritmo de perforación y bombazo underground puede sostener o aumentar la producción durante cierto tiempo, pero ello provocará inevitablemente que la disminución, cuando llegue, sea más acusada todavía. ¡Más acusada!
Pico de energía neta
Recordemos el meollo de la cuestión para fijar ideas. Lo que en el fondo importa es cuánta energía neta tenemos a disposición por unidad de tiempo para hacer funcionar la megamáquina. Dicho de otra forma, qué potencia máxima puede desarrollar este ingenio[8]. Para ello no importa solo cuál es la producción de petróleo, gas, carbón o nuclear, que pueden crecer, y mucho menos importan las producciones locales en un mercado globalizado. Lo que importa es la energía que se va a obtener de esos recursos energéticos, que es distinta para cada fuente, menos la energía empleada para ponerlos en disposición de entregar su energía potencial. En el caso de la energía no nos vale solo la producción. Es necesario restarle el consumo que ha sido necesario para ello.
Si calcular la TRE de una fuente o tecnología ya tiene su aquél, calcular el cénit de la energía neta es más complicado si cabe pues, además de este parámetro, interviene el hecho de que los distintos combustibles y yacimientos tienen un contenido energético distinto. Las distintas definiciones que se atribuyen a cada ente por los diferentes actores complican aún más la situación, por lo que solo es posible hacer estimaciones expertas, adivinanzas.
Un análisis de Richard Heinberg en la lejana fecha de 2010 apuntaba sin embargo a 2020:
“Creemos que no es probable que la oferta mundial de energía pueda seguir a la demanda más allá de 2020. Luego serán necesarios nuevos límites en el consumo de energía en todos los sectores de la sociedad – incluyendo agricultura, transporte y manufactura – y vendrán impuestos por los precios de la energía y por la escasez si no lo han sido antes mediante la planificación y la política.” (502)
Según manifestó Ugo Bardi en Barbastro, este pico se estaría produciendo ya en 2014.
Todas estas cosas, y muchas más, las puede usted encontrar en las referencias científicas que voy añadiendo y, más digeribles, en el exhaustivo blog divulgativo y comprometido de Antonio Turiel. Ése fue mi punto de partida en este terreno, en mi desesperada (e infructuosa) búsqueda de respuestas al cambio climático – intentando a la vez salvar la civilización. Lo más destacable y reciente, y altamente ilustrativo y revelador, es el análisis que acaba de realizar acerca de la evolución de la energía neta disponible obtenida a sólo a partir del petróleo basándose en los informes de la Agencia Internacional de la Energía, eliminando la fantasía y las propias contradicciones que pone de manifiesto, y que da lugar a la gráfica adjunta para el caso del último informe de 2014 (503).

Evolución de la producción de energía neta a partir de hidrocarburos líquidos en un escenario más realista, de acuerdo con el WEO 2014 (Fuente: Antonio Turiel, ref: 499)
Como ve, la energía neta disponible a partir del petróleo estaría ya disminuyendo.
Me doy cuenta de que en este asunto del peak oil ocurre como con lo del cambio climático. A más y mejor información, más inquietante, todo más próximo, más inminente, peor.
Índice de la serie y enlaces
Notas al pie
[1] Abandonad el petróleo antes de que nos abandone él a nosotros – Fatih Birol, Agencia Internacional de la Energía, 05/05/2008
[2] Salvo en el caso de industrias intensivas en energía por requerir muy altas temperaturas como la siderurgia, química y algunas otras
[3] Y qué es lo que se toma en consideración para ello es objeto de debate, pero recuerde el ejemplo de la velocidad media de su vehículo: hay que contarlo todo.
[4] A no ser que alguien me pague por ello, y de ser así soy yo el único que se va a beneficiar, pues no entregaré energía neta alguna al (resto del) sistema económico. Lo comido por lo servido. Es el caso de los biocombustibles (508)
[5] Millones de barriles al día
[6] La racionalidad económica en una empresa capitalista señala que no hay que producir nunca por debajo del precio de venta
[7] Perfora, Chico, perfora. ¿Pueden los combustibles no convencionales acompañar una nueva era de abundancia energética? (499). La respuesta de David Hugues es un rotundo No
[8] Es la potencia, estúpido, titulaba Antonio Turiel en 2012
En mi entorno profesional más cercano, el mundo sanitario, trato con personas poseedoras de conocimientos profundos en un tipo de sistema, el metabolismo humano, que guarda numerosos parecidos con los expuestos en esta serie de posts: dispone de subsistemas, una red de flujos, realimentaciones, funciones, entorno y, por supuesto, límites. Resulta cuanto menos curioso el grado de resistencia que a menudo observo en estos profesionales a la hora de aplicar tales criterios, mediante un enfoque científico sistémico, a la sociedad en la que vivimos.
Y es que en un mundo mercantilizado hasta sus entrañas resulta francamente difícil, también para un servidor, educar la mente para pensar en términos estrictamente físicos, en lugar de monetarios, así como alcanzar la suficiente perspectiva para comprenderse a uno mismo en el seno de un ecosistema complejo y cambiante.
Mayor problema, si cabe, es intentar transmitir dicha óptica a los demás, sobre todo cuando se trata de abordar aspectos fundamentales en nuestra concepción de la realidad, y de nuestras expectativas respecto al futuro.
El caso de los retornos decrecientes es paradigmático. Entender que no hay soluciones económicas milagrosas al declive de la TRE, que llegado a un punto las necesidades de capital de inversión necesarias para continuar incrementando el flujo energético son superiores al aumento de los excedentes disponibles, por lo que crecer resulta imposible, por más “estímulos monetarios” que nos inventemos.
Nada más, enhorabuena por su trabajo, lo estoy disfrutando de lo lindo. Seguiremos atentos.
Un saludo.
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Ei Quim, que ayer noche me di cuenta de que tu comentario se había quedado en el tintero virtual.
Tal vez haya usted echado de menos mayor abundamiento en el terreno biológico, médico o psicológico, que menciono solo de pasada. Ello es por no agobiar, pues entendí que convenía incidir en las aplicaciones sociales, y porque en algunos de estos campos debería de profundizar un poco más antes de afirmar nada.
Cambiar worldviews cuando el sistema impone miradas tan estrechas es difícil, y mucho más cuando no tenemos alternativas claras definidas que podamos contrastar. Esta es la labor de los tiempos inmediatos, del tiempo que nos quede.
¡Me gusta que disfrutes mis escritos!
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Estimado Ferran,
«Me doy cuenta de que en este asunto del peak oil ocurre como con lo del cambio climático. A más y mejor información, más inquietante, todo más próximo, más inminente, peor.»
Pues suma y sigue…, que aquí se encuentra la tercera pata de nuestro trípode civilizatorio…, como el IPCC pero para el estado de los ecosistemas planetarios, y, bueno, con científicos menos conservadores y más realistas…
http://www.millenniumassessment.org/en/index.html
Gracias y un abrazo.
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Gracias Tasio por tu proximidad.
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