Algunas analogías y metáforas útiles (1)
Metáforas médicas
Suponga que a usted le diagnostican una cardiopatía severa (espero que no). Tan alarmado está, que visita a 100 médicos. De ellos, 97 le dicen que debe operarse del corazón cuanto antes e implantarse un marcapasos. Pero hay tres médicos que dicen no, que no hace falta. Estos tres ‘opinan’ que, mediante dieta y unos leves cambios en el estilo de vida, que apenas los va a notar, puede arreglárselas (14). ¿Qué decide usted? ¿Qué cree que decidiría un negacionista del cambio climático?
Cuando se acerca la fecha de la intervención, usted recibe varias cartas y correos electrónicos muy bien presentados diciéndole que las operaciones a corazón abierto son muy peligrosas. Que le han dicho que se lo hacen por la seguridad social, pero que le va a costar una pasta porque se prevén restricciones en la cobertura debido al mal uso que hacen del dinero los socialistas. Que ha llegado un punto en que esos médicos hacen 10 operaciones cada día sin descanso, pero cobran una barbaridad por cada una. Por eso van demasiado deprisa, y hay muchos más fallecimientos de los que se anuncian, pues se protegen entre ellos y tienen controlados los medios de comunicación.
Las cartas proceden de organismos tales como ‘Ciudadanos por la Salud Cardíaca’, ‘Fundación para la Medicina Cardíaca Robusta’, ‘Coronarios en Acción’, y así. Una adjunta un estudio, firmado por alguien de una Facultad de Farmacia, donde se ‘demuestran científicamente’ estas afirmaciones.
Tiene un número gratuito donde puede llamar, donde alguien con voz de terciopelo y retórica estudiada, pero que parece natural y muy preocupado por su salud, le dice que hay muchos doctores que se están planteando la conveniencia de estas operaciones tan agresivas, propias del siglo pasado. Cuando cuelga, le asaltan las dudas. Llama ahora a su cardiólogo habitual, quien intenta tranquilizarle. Inducido por la anterior conversación, usted pregunta insistentemente por el riesgo, y el médico acaba reconociendo que siempre hay alguna incertidumbre.
Esta palabra se le clava en la mente. Lo habla con su pareja. Bucea por Internet, donde encuentra foros que hablan de ‘asesinatos’ médicos. Algunos anuncian un libro, de reciente aparición, sobre unos correos que los cirujanos se han enviado entre si, con frases tales como ‘tengo el corazón partido’, lo que es interpretado como prueba última y definitiva de su poca profesionalidad. Le llaman el ‘heartgate‘
Poco después recibe un correo electrónico con una nueva información acerca del ‘tradicionalismo’ y la desvergüenza de los cirujanos cardiacos, sedientos de dinero fácil a costa de la vida de sus pacientes. Adjunta un video en el que habla un licenciado en nutricionismo, especialista homeopático y experto acupuntor, quejándose de que estas tan importantes disciplinas, junto a las nuevas técnicas incruentas de salvación cardíaca, ya validadas sin lugar a dudas por la ‘ciencia’, tampoco son permitidas en la medicina ‘clásica’, y de que no les dejan publicar en las revistas ‘peer-reviewed’. Cuenta que estuvo de estranquis en un congreso de cardiólogos y que se dio cuenta de lo fantasmas que son. En unas declaraciones a La Razón declara que casi todos los cirujanos cardíacos son de izquierdas, y que no hacen otra cosa que decidir quién puede vivir y quién no.
Yo, personalmente, a pesar de todo, optaría por que me implantaran el marcapasos, no le preguntaría al cirujano si cree o no en Dios y me importaría un bledo su patrimonio. Usted, como yo, sabe que, en general, la mejor medicina (no la mejor comodidad ni rapidez) se practica en la seguridad social. El que niega la ciencia del cambio climático también lo sabe, y decidirá que le implanten el marcapasos. Habremos hecho bien, porque en caso contrario es muy probable que no hubiéramos tenido la oportunidad de darnos cuenta, al cabo de unos años, de que el fantasma era el de la dieta. Trabajaba para los propietarios de la red de balnearios más importante del mundo y era consultor de varias asociaciones de fabricantes de productos dietéticos y material para la gimnasia doméstica.
¿Por qué, cuando los médicos del clima diagnostican el origen de la fiebre terrestre, prevén la evolución fatal de la enfermedad sin tratamiento y le dicen que le va a alcanzar, usted no se cree nada y sigue fumando, comiendo glotonamente, y sólo se levanta del sillón para ir de copas?
Insultar al médico
Richard C. J. Somerville, ‘Distinguished Professor Emeritus’ (professor en inglés es catedrático) y Catedrático de Investigación de la Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California (15) escribía en Climatic Change, en 2006, lo siguiente:
“Si usted es una persona razonable, cuando el médico le dice que debe perder peso y hacer más ejercicio, usted no replica. No le insulta diciéndole que la ciencia médica es tan imperfecta que ni tan sólo es capaz de prevenir el cáncer o el sida. No le etiqueta usted de alarmista ni de radical. Usted sabe, como su médico, que la ciencia médica, aunque inevitablemente incompleta, está lo bastante avanzada como para que valga la pena seguir sus consejos.” (16)
La fiebre
La Tierra se está calentando, luego tiene fiebre. Por el momento, décimas, bastantes, ocho. Le han dicho que es seguro que seguirá aumentando, y que si supera las 15 vaya inmediatamente a urgencias.
¿Es la fiebre una enfermedad? No, es un síntoma. Tanto usted como su médico saben que es importante, pero que no lo explica todo (17) ¿Cuál es la enfermedad?
Se trata de una afección sistémica causada por haber absorbido nuestra energía vital, durante los últimos 30 años, exclusivamente a través de ácidos grasos saturados y azúcares simples (usamos combustibles fósiles para la energía y lanzamos metano a la atmósfera) en lugar de alimentos más saludables. El nivel de colesterol en la sangre (concentración de gases forzadores del clima) ha alcanzado tal magnitud que el cuerpo es ya incapaz de regular por si mismo esa concentración, como había hecho sin problemas hasta hace algún tiempo. El tratamiento consiste en que esa regulación la efectúe usted mediante la voluntad. Tiene que resituar, mediante una dieta adecuada acompañada de medicación, el nivel de colesterol a un valor que no represente peligro.
La dieta consiste en suprimir, prácticamente, toda ingesta de ácidos grasos saturados y sustituirlos por pescado y legumbres (energías no fósiles). La medicación le reducirá el nivel de colesterol lo que, en la ciencia del clima, equivale a eliminar el CO2 en exceso de la atmósfera, pues su tiempo de permanencia se mide en milenios. Eso es una forma de geoingeniería.
Pero esta rama de la climatología unida a la ingeniería está en sus inicios, y todas las intervenciones que puedan hacerle al planeta son tan peligrosas que nadie se va a atrever, pues no se pueden hacer experimentos previos con ratones ni con monos para ver qué ocurre y, si se interviene directamente, lo más seguro es que la catástrofe sea distinta, pero también lo sea. Le dicen que tal vez, dentro de 50 años (la constante de la energía de fusión), podrán quitarle el colesterol. Pero no le aseguran nada.
Entretanto es muy importante que deje de fumar para no añadir factores de riesgo. Dejar de fumar es difícil, como lo es evitar los combustibles fósiles, pero los beneficios a largo plazo son enormes.
Así pues, si a usted le preguntan por su malestar, no sería correcto que dijera, simplemente, tengo fiebre. De la misma forma, hablar de calentamiento global no es hablar del problema, sino de uno de sus síntomas que, si se mantiene demasiado tiempo, puede llevarle a la tumba.
Hay otro problema. Antes del diagnóstico, y en un alarde de optimismo más propio de la irresponsabilidad, me he gastado un dineral en pastelería industrial. Los huevos estaban en oferta y he comprado doce docenas. Acababa de volver de Navarra con varios chorizos y de paso por Vic he cargado con kilos de butifarra y salchichón. En el congelador tengo tres cerdos, dos vacas y un cordero.
He tirado el dinero.
En el asunto climático hay un problema similar. ¿Sabe usted lo que costaría cerrar las centrales térmicas eléctricas y generar una cantidad similar de energía eléctrica con tecnología eólica y solar y sustituir, por ejemplo, todos los automóviles con motor de combustión interna por automóviles eléctricos? La mayoría de estos activos no han sido todavía amortizados. Muchos están ahora mismo en construcción. ¿Nos queda dinero?
Lo de los rescates financieros sería una minucia. Como sabemos, a la economía no le convienen los saltos bruscos.
Malas noticias
Cuando un policía informa a una familia de que han encontrado a su hijo muerto, o un médico le asegura que la biopsia indica una metástasis galopante, estos profesionales se encuentran básicamente con dos situaciones: la de quienes aceptan la versión que les han presentado y la de quienes se niegan a creerles. En el primer caso la prueba es autoevidente. Pero en el segundo caso, si el afectado no es un especialista en oncología, puede que incluso lo esté negando hasta que la predicción médica se haya cumplido. Estos profesionales nunca se acostumbran a estas situaciones, y las temen profunda e íntimamente.
“Este artículo es el más difícil que he escrito en toda mi vida… Mi teoría Gaia entiende a la Tierra como si fuera un ser vivo y, por tanto, puede experimentar buena salud o sufrir enfermedades. Gaia me ha convertido en un médico planetario, y me tomo la profesión muy en serio. Y ahora, yo, tengo la obligación de ser portador de malas noticias.” (18)
Así comienza un artículo de James Lovelock publicado hace ahora cuatro años en The Independent, un periódico del Reino Unido. Lovelock, un hombre siempre afable, comprometido y altruista, querido por sus compañeros, mantiene, a sus 91 años, una lucidez extraordinaria. Sus conferencias en la Royal Academy son siempre celebradas. Es, actualmente, el científico más respetado de Gran Bretaña, y muchos investigadores le atribuyen el apelativo de héroe. Tiene además una singularidad: sin perder su condición de científico, y habiendo trabajado en los laboratorios más importantes del mundo, la NASA por ejemplo, es, de hecho, un outsider.
Ha sido siempre un autónomo. Ha vivido de sus desarrollos (sus inventos, digamos) y no de la nómina del estado. Ello le permite una visión exterior, no condicionada por la visión reduccionista y funcionarial de las estructuras científicas ‘oficiales’. Pero no se confunda. James Lovelock ha publicado sus trabajos de investigación en las revistas de más prestigio, y sigue haciéndolo.
Una de sus aportaciones más celebradas fue el desarrollo de un instrumento capaz de detectar moléculas en el aire. Usted suelta un pequeño chorro de algún gas raro en Australia y en poco tiempo su instrumento lo detecta en el Polo Norte si hace falta. Cuando lo anunció, nadie le creyó. Pero de esta forma se pudo saber cómo aumentaba peligrosamente la concentración de propelentes y refrigerantes CFC en la atmósfera, lo que finalmente condujo al protocolo de Montreal, que permitió suprimir su uso en todo el mundo. Este médico de la Tierra salvó ya a Gaia de una enfermedad que podía haber llegado a ser muy grave, a principios de los años 1980.
James Lovelock siempre reconoce que el nombre de Gaia, la única diosa griega de la que no se conocen tropelías, se lo sugirió un amigo durante un paseo. Un día examinaremos con mayor detalle esta teoría y las dificultades que encuentra para ser asumida por todos, pero por ahora basta con saber que Gea, Gaia o Gaya es, en la mitología griega, la diosa que personifica la Tierra. Es una deidad primordial y ctónica en el antiguo panteón griego, y se la consideraba una Diosa Madre o Gran Diosa. Su equivalente en el panteón romano era Terra (19).
Dice Lovelock:
“Los centros de análisis del clima de todo el mundo, que equivalen a los laboratorios de anatomía patológica de los hospitales, han informado de las condiciones físicas del planeta. Los especialistas climáticos lo encuentran severamente enfermo, y próximo a pasar a un estado de fiebre mórbida que puede durar hasta 100.000 años.” (20)
Un dato que a mi me sorprendió mucho cuando lo conocí es que, actualmente, el sol es un tercio más caliente que cuando apareció la vida. James Lovelock se basa en consideraciones tanto biológicas como termodinámicas para afirmar que, con la intensidad solar de la actualidad, la vida no podría haber nacido (21). Si esto es así, significa que la Tierra se ha organizado para mantener unas condiciones aptas para la vida, a pesar del notable incremento de la radiación solar, y esto sólo puede haberlo hecho la propia vida.
Continúa el médico:
“Debo decirle, en tanto que miembro de la familia de la Tierra y formando parte íntima de ella, que usted, y especialmente la civilización, se encuentran en grave peligro… Nosotros somos los responsables, y sufriremos las consecuencias: a medida que el siglo avance, la temperatura aumentará ocho grados en las regiones templadas y cinco grados en los trópicos.” (22)
Lovelock es, desde hace años, el más pesimista de todos, aunque su razonamiento no se basa en los modelos fisicoquímicos al uso, en los que no cree por considerar que la vida (toda ella) es, con mucho, el principal regulador del clima del planeta, cosa que estos modelos no incorporan. Muchas de las predicciones basadas en su teoría Gaia se han cumplido.
La última metáfora médica suena especialmente sabia:
“[Los humanos] debemos ser el corazón y la mente de la Tierra, y no su enfermedad. Seamos pues valientes y dejemos de pensar únicamente en las necesidades humanas y en sus derechos, y démonos cuenta de cómo hemos dañado a la Tierra y de que necesitamos hacer las paces con ella. Tenemos que hacerlo mientras todavía podamos ser lo bastante fuertes como para poder negociar, pero no como una muchedumbre rompedora liderada por hombres de la guerra sin piedad. Por encima de todo, debemos recordar que formamos parte de ella, y de que es, sin duda alguna, nuestro hogar.” (23)
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Algunas analogías y metáforas útiles (1)
El retardo del sistema climático: calentamiento en la recámara
Elijo la opinion de los 3 medicos , a cambiar por dietas y otras costumbres para mejorar calidad de vida, y esto resulta estare bien muerto como la vida te da , tambien te quita
hay que asumir la hora de partir. no somos eternos , somos vulnerables, es mejor practicat el bien .
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Excelente analogía… Me encantaría ver estos negacionistas cuando van al médico exigiéndole que le demuestre que lo que dice el tipo del herbolario sobre que tiene el cuarto chacra bloqueado no es su verdadero problema antes de ponerse el marcapasos.
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Lo que mas me gusta gusta de la teoría Gaia es que puede generar una motivación basada en la biofília, en el sentido de apego por lo hermoso, en la búsqueda constante de la belleza por parte del ser humano. Puede que no sea la mejor para los científicos, pero me parece la única alternativa razonable para la gente de letras.
En cuanto a la religión, puestos a creer, mejor en algo que sea cierto. El el caso de Gaia permite al ser humano elegir su lugar en una entidad viviente de la que forma parte.
Al fin y al cabo, en un sistema cerrado la evolución hacia el tener es imposible, por definición, no se puede tener más, pero siempre se puede ser mejor, la ciencia nos muestra que solo es posible una evolución cualitativa.
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