‘The Arctic is often cited as the canary in the coalmine for climate warming … and now as a sign of climate warming, the canary has died. It is time to start getting out of the coal mines.’[1] – Jay Zwally (NASA)
He visto que un visitante al blog ha accedido aquí a través de una búsqueda de la expresión “cambio climático efecto gin tonic”. Voy a explicar brevemente por qué creo que este buen señor o señora buscaba luz sobre esta asociación. (Señalo como curiosidad que otra persona ha accedido aquí por la vía de «Copenhague Anticristo», que es mucho más fuerte que un gin tonic).
Todo se debe al denominado ‘calor latente’ del agua. El ‘líquido elemento’ tiene unas propiedades singulares, sin las cuales no sería posible la naturaleza tal como la conocemos, y tampoco la vida en la forma en que la conocemos. No hace falta que sea gin tonic, aunque la apariencia es una de las más próximas (aunque a mi siempre me ha parecido más ártica o antártica la del Aquarius con hielo). Se trata de lo siguiente:
Cuando a un líquido, gin tonic o Aquarius, supongamos en un vaso, se le añade hielo, supongamos en forma de cubitos, el líquido se enfría rápidamente y, si no se remueve, está más frío cuanto más próximo al hielo se encuentra. Sabemos que los cubitos tardan bastante en disolverse. Entretanto, el líquido mantiene, básicamente, la misma temperatura. Pero ay del momento en que el hielo se haya disuelto completamente.
A partir de ese momento el líquido pasa a la temperatura ambiente muy deprisa, y en una evolución de tipo exponencial. De forma que, simplificando, podemos decir que el sistema vaso + líquido + cubitos tiene dos estados estables de temperatura: el que corresponde a cuando queda hielo, y el que corresponde a cuando el hielo se ha fundido.
No es tanto que los cubitos enfríen, sino más propiamente, que el agua se ‘descalienta’. Una de las características singulares del agua es que para cambiar de ‘fase’, por ejemplo de sólido a líquido, una vez el hielo a 0ºC (caso del agua destilada) es preciso aportar un calor adicional para que pase a ser agua a 0ºC. No ocurre instantáneamente. Lo que ocurre en el vaso cuando se introducen los cubitos es que el líquido a temperatura ambiente disuelve una pequeña parte del hielo, pero para que eso ocurra debe de transferirle calorías. ¿De donde las saca? De si mismo. Luego se enfría.
Así, contrariamente a la creencia popular, los cubitos no enfrían por ‘mezcla’ del frío del hielo con el calor del líquido. Esto ocurre, pero no es la parte principal. La parte principal es la necesidad que tiene el hielo de quitarle calorías al agua para disolverse.
Esta metáfora se aplica al hielo del Ártico. Mientras en el Ártico hay hielo, la temperatura del agua del mar que rodea a ese hielo estará muy próxima a su punto de congelación. Pero si por cualquier motivo el hielo desparece, el agua del mar comenzará a calentarse rápidamente. No tan deprisa como el gin tonic, porque hay mucha más agua, pero el efecto es el mismo. Entonces, cuando la cantidad de hielo en el Ártico es mínima, cosa que ocurre alrededor del 10 de septiembre de cada año, el mar lejano al mismo, ahí donde había hielo en invierno, está más caliente. Y si llega a ocurrir que el hielo desaparece por completo, el mar se calienta mucho más.
¿Algún problema? La respuesta la encontramos en la vegetación del Ártico sur, particularmente en el norte de Rusia y de Canadá. Esa vegetación, denominada tundra, está ahora congelada, pues la temperatura ambiente está casi siempre por debajo de su punto de congelación. Lo importante de esa vegetación es que, debajo de ella, hay una cantidad imponente de metano (gas natural). El metano tiene un poder invernadero de unas 25 veces el del CO2 a 100 años. Si ese metano fuera emitido a la atmósfera, provocaría un incremento del calentamiento adicional al del CO2 actualmente presente.
Estamos pues frente a un clásico fenómeno de realimentación positiva, generador de respuestas exponenciales. El peligro real del cambio climático es éste: un aumento del CO2 dispara un conjunto de mecanismos que se alimentan a si mismos, provocando cada vez más calentamiento, hasta que el sistema climático encuentra un nuevo estado estable.
En el caso del Ártico ocurre además otro fenómeno que no tiene equivalente en el gin tonic. Sabemos que cuanto más blanca es una superficie, más refleja la luz del sol, y por tanto menos luz (calor) absorbe. Se dice que tiene un albedo elevado. El hielo es bastante blanco (aunque el polvo de los aerosoles de las chimeneas y escapes lo oscurece ahora levemente). Pero cuando se funde esa superficie, antes blanca, pasa a ser el azul del mar, con un albedo bajo. Luego allí donde antes se absorbía muy poca parte de la energía solar incidente, ahora se absorbe mucha. Ese es un efecto añadido de realimentación positiva del sistema.
Cuidado pues con la tundra del Ártico. También se le denomina permafrost.
Finalmente, nótese cómo la desglaciación del Ártico no provoca subida del nivel del mar. Esto es cosa de los glaciares montañosos, Groenlandia y la Antártida. Pero en el Ártico, puesto que el hielo flota sin tierra debajo, no hay incremento neto de líquido a los océanos. Con el gin tonic ocurre, ahora si, lo mismo.
Existe todavía controversia en la comunidad científica acerca del momento en que el Ártico puede quedarse sin hielo en verano. Los últimos datos apuntan a alrededor del 2020. Pero sabemos que los científicos, si yerran, lo hacen siempre, curiosamente, en la misma dirección. Cuando corrigen, es a peor.
Notas
[1] El Ártico se suele citar como el equivalente climático del canario en la minas de carbón … y ahora, como signo del calentamiento, el canario ha muerto. Es hora de empezar a salir de la mina (citado en Climate Code Red)
Bueno, encontrado el símil de la nevera en versión «gin tonic».
Los inconvenientes de ser abstemio.
Un saludo
Me gustaMe gusta