El delegado de los Estados Unidos en la Conferencia de Copenhague acaba de ofrecer un buen impulso a las negociaciones, anunciando nuevos objetivos a los que su país podría comprometerse, y en particular una trayectoria de reducción de emisiones muy exigente.
Siempre con 2005 como año base, Estados Unidos anuncia una trayectoria de reducción que, con un objetivo del 83% en 2050, comienza con el 17% en 2020, 30% en 2025, 42% en 2030 y 83% en 2050. Ha señalado, acertadamente, que esta trayectoria es consistente con el conocimiento científico más reciente, si bien se sitúa en el límite del peligro. Se trata de unos objetivos extremadamente ambiciosos, y que supondrían una auténtica revolución de la economía mundial. Se ha comprometido a aportar la parte ‘justa’ (fair) de los 10.000 millones de dólares anuales que se estiman necesarios para mitigación del cambio climático y adaptación a las consecuencias ya inevitables.
Ha señalado, por dos veces, la necesidad de transparencia y de responsabilidad (accountability) necesaria para todos los países, lo que requiere de informes regulares sometidos a órganos independientes de auditoría de carácter mundial.
Finalmente, se ha comprometido a trabajar para incluir estos objetivos en la legislación de su país y a contribuir constructiva y creativamente al buen desarrollo de la conferencia, según el programa establecido por la presidencia.
La verdad es que es un comienzo esperanzador, que ofrece posibilidades de avance real y que atenúa considerablemente los malos augurios que habían ensombrecido el panorama en las últimas semanas.
Entradas relacionadas
Seguir COP 15 en directo
Algunas claves de la conferencia de Copenhague