Actualización 10/12: Cristina Ribas ha publicado un artículo en su blog cuya lectura me permito sugerir: Guía para seguir la cumbre del clima (versió en català aqui)
Actores
Unión Europea. Habla con un sola voz, la del representante de Suecia, en representación de 27+3 países. Es el único actor que ha anunciado un compromiso real y efectivo. Ningún país europeo tiene el derecho a hablar por si mismo.
‘Umbrella Group’. Formado por Japón, Australia, Canadá, Rusia y los Estados Unidos. Con respecto a este último, es importante tener en cuenta que, según la constitución americana, el presidente Obama no está autorizado a firmar un compromiso internacional sin autorización del Senado. Obama no dispone de esta autorización, pues la ley de control de emisiones en proceso parlamentario tuvo muchas dificultades para superar el Congreso y se encuentra encallada en el Senado.
Obama ha anunciado una reducción del 17% en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 2005, y no respecto a 1990 que es unánimemente aceptado como el año base. Tomando esa referencia, la reducción anunciada sería del 7%, similar a la que se adoptó en Kioto y claramente insuficiente.
El cambio en el signo del gobierno japonés ha permitido un giro radical en la política medioambiental del país nipón, que ha anunciado un compromiso que podría ser más exigente en función del desarrollo de la conferencia.
Environment Integrity Group. Formado por Corea del Sur, Méjico y Suiza
China y los 77 (que en realidad son 130). El portavoz de este grupo en la COP 15 es Sudán. La posición de los países en desarrollo es muy simple. En base a que el 75% del dióxido de carbono presente en la atmosfera ha sido emitido por los países desarrollados, declaran que el problema lo hemos creado nosotros. Luego a nosotros nos toca resolverlo, y no a ellos cuya emisión de GHG per cápita es enormemente inferior, no comparable.
De modo que si en lugar de una central eléctrica de carbón ustedes quieren que yo emplee energía eólica, digamos, ustedes me tienen que pagar la diferencia sin trampas, a saber, la transferencia de tecnología debe ser gratuita, y no me hagan que se la compre a ustedes. Pero no parece que los países ricos estén por la labor de transferir tecnología gratuitamente a sus competidores.
Puede parecer que China haya anunciado una reducción del 40% de sus emisiones para 2020, pero no es así. Tomando el ejemplo retórico de Bush, no admite acuerdos vinculantes y esa reducción lo es, en todo caso, en ‘intensidad de carbono’, es decir, la cantidad de carbono que se emplea para la fabricación de productos. Está pues ligado a su propio crecimiento, a su PIB, y sus emisiones seguirían creciendo, aunque a menor velocidad. Ocurre lo mismo con India y Singapur, que han anunciado reducciones del 20-25% en carbon intensity.
Complicaciones
Hay una cuestión no resuelta, y que aplica especialmente a China, como es el hecho de si las emisiones empleadas para fabricar un producto se adjudican a los países fabricantes o a los países consumidores. Esto es importante porque cerca del 60% de las emisiones de China lo son para la fabricación de productos destinados a exportación. De no tenerse esto en consideración, los países podrían promover una fuerte deslocalización de las actividades productivas a los países en desarrollo, pedir que sean ellos los que carguen con el esfuerzo de reducción y, en cambio, nosotros, en base a esta métrica, apenas tendríamos obligaciones.
Otro elemento que complica las cosas es la deforestación, que contribuye en un 15% a las emisiones. Y otro los sumideros, a saber, la cantidad de dióxido de carbono que la vegetación de cada país es capaz de retirar de la atmósfera. Finalmente, hay muchos más GEI distintos del CO2, de forma que éste contribuye al forzamiento del clima en alrededor de sólo la mitad del efecto.
La extrema complejidad de todas estas cuestiones, unido a la estimación de la cantidad de fondos necesarios para resolver el problema (sólo parecen estar en condiciones de transferir fondos la Unión Europea, los Estados Unidos, Australia, Japón y Nueva Zelanda) y si es o no suficiente el umbral de los +2 ºC para evitar la denominada ‘interferencia antropogénica peligrosa’ lleva a que en el mundo no haya más de 50 personas conocedoras del problema en toda su amplitud. En cuyas manos debemos estar.
El precendente Marshall
Josep Garriga, profundo conocedor de estos procesos, manifestó en una reciente charla magistral en el Colegio de Periodistas de Catalunya que existe un único precedente histórico capaz de afrontar el problema adecuadamente, a saber, el Plan Marshall.
El Plan Marshall fue una iniciativa estadounidense posterior a la 2ª Guerra Mundial, a partir de las enseñanzas de la primera. A la vista de que el tratado de Versalles había sometido a la población alemana a una deuda imponente haciéndole pagar daños y perjuicios por la primera guerra, y que esta situación llevó a un empobrecimiento capaz de provocar una nueva guerra, se adoptó un nuevo enfoque más constructivo.
En lugar de volver a reclamar daños y perjuicios, los Estados Unidos estuvieron transfiriendo el 1,2% de su PIB a Europa, durante 20 años. Ello permitió la reconstrucción de Europa y, a su vez, negocio para los Estados Unidos. Se trata de un acuerdo clásico de ‘win-win’, que pocos hoy cuestionan. Si ahora el mundo rico ayuda al desarrollo de los países ‘pobres’ con la transferencia adecuada de fondos y tecnología, todo el mundo podría salir ganando.
Tendría algo de guasa, porque el George C. Marshall Institute ha sido un think tank fuertemente activo en el negacionismo climático…
Al final parece como si el mundo físico, la Tierra, estableciera leyes que, al ser de obligado cumplimiento, favorecieran una cierta igualdad.
Creo que muestras muy bien la complejidad del tema y todas sus aristas sobre todo económicas, políticas y éticas. La solución seguramente también será compleja no porque no sea posible (yo creo que sí) sino porque hay muchos factores que deben intervenir. Como dijo Josep Garriga durante la jornada, en la que yo también estaba, ojalá se produzca un «momentum adecuado» que genere el consenso y el compromiso…. no sólo en Copenhague, también en el resto del mundo.
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