Las conversaciones descritas en las entradas anteriores podrían no ser más que anécdotas si no viniera de alguien expresamente comisionado en las negociaciones climáticas, de alguien a quienes centenares de millones de personas otorgan una credibilidad revelada por Dios o del mismísimo presidente de los Estados Unidos. Dejan definitivamente de ser anecdóticas cuando uno descubre que son compartidas por… ¡cerca de cien millones de estadounidenses! (3). Y resultan extremadamente alarmantes cuando, al profundizar en el movimiento cristiano radical de los EE.UU uno descubre que, organizados desde los años 70 o incluso antes, esta ideología ha alcanzado y ocupa ahora todos los resortes del poder económico de ese país, ha ocupado el poder político durante dieciséis años (consideran a Obama un peaje transitorio que hay que pagar) y lucha ahora, tribunal a tribunal, juez a juez, por conquistar las ánimas del poder judicial. Elecciones, al margen. Lo que cuenta es la persuasión de masas, buen PR, influir en el subconsciente, en lo que son maestros.
Vea usted, en las líneas que siguen, cómo esta gente es comparable, en su ideología intolerante y totalitaria, a los fundamentalismos religiosos que en nuestra cultura tenemos por ‘los malos’, a saber, los islámicos, de quienes tengo exactamente la misma opinión. Los nuestros, como son cristianos, parecen más de casa, menos peligrosos. Pero no son más que el equivalente cristiano de los talibanes.
Los medios de comunicación – menos todavía los de los Estados Unidos – hacen como si este movimiento de fondo no existiese, y se limitara al ámbito privado, íntimo, de las personas. Pero es ubicuo,está inmensamente financiado, y también está armado (!). Siga leyendo y estremézcase como yo lo he hecho. Esto es bien poco conocido en Europa, y menos en España – aunque es por aquí por donde ha comenzado su penetración en Europa.
Estados Unidos, una vocación teocrática latente
Encuesta ABC Prime Time, 16 de febrero de 2004. Se les pregunta a los estadounidenses en qué sucesos bíblicos creen. Es decir: ¿cree usted que el Arca de Noé existió realmente? El 60%, que si. ¿Cree usted que Dios dividió el mar en dos para Moisés? 64%, si (5).
Otra encuesta, Instituto Gallup, diciembre de 2004. ¿Cree usted que en el cielo hay ángeles? 78% que si. ¿Cree usted que el infierno[1] existe realmente? 77%, si. ¿Cree usted en la existencia de Satanás? 70%, si. (6) Una encuesta de Newsweek el año 2000 daba un 75%. El 80% de los estadounidenses están convencidos de que serán presentados frente a Dios el día del Juicio Final (7).
Veamos ahora qué predicamento tiene el Libro de Daniel y la batalla de Armageddon. Encuesta CNN/Time, 2002. ¿Cree usted que los acontecimientos profetizados en el Libro de la Revelación ocurrirán en algún momento futuro? Lo creen el 45% de todos los que se declaran cristianos. Sólo el 18% de los católicos, pero entre los que se consideran protestantes evangélicos un 71% cree que si, que se librará la batalla contra el Anticristo y que Jesús, en su Segunda Venida, rescatará a los elegidos para llevarlos a los cielos, junto a los resucitados (8).
Convendremos en que no es ninguna broma que esta gente pertenezca a la primera potencia militar mundial. Mucho menos lo sería si nos diéramos cuenta de que, además, ocupa ahora mismo puestos relevantes del poder mundial. No sólo por lo anticientífico de sus convicciones más profundas. No sólo por su profundo desprecio hacia quienes no son ‘de los suyos’. La razón principal es su carácter marcadamente fascista, latentemente genocida.
Orígenes del fundamentalismo cristiano
El origen de este movimiento se encuentra en una traducción concreta de la Biblia al inglés, que es la dominante en el mundo anglosajón. Una facción de la Iglesia de Inglaterra, los denominados ‘puritanos’[2], cuestionaron algunos párrafos de la Biblia considerando que no habían sido adecuadamente traducidos. Consiguieron, así, que el rey Jaime I de Inglaterra e Irlanda y VI de Escocia organizara la denominada Conferencia de Hampton Court, en 1604, donde se adoptó una nueva versión (9). En ella, el Génesis insta a “someter la Tierra y dominar los peces del mar, las aves del cielo y todo ser vivo que se mueva sobre la faz de la Tierra” (Génesis 1:28 – King James Version). La doctrina cristiana católica, en cambio, emplea una traducción más suave (10), y otras corrientes no fundamentalistas, aún con la misma literalidad, entienden esta expresión como un mandato para cuidar y administrar la Tierra.
En cambio, los dominionistas la interpretan en clave antropocéntrica radical, a saber, la primacía de los intereses humanos por encima de cualquier otra consideración. Y en clave de mandato teológico, a saber, la obligación que los humanos tenemos de considerar todos los recursos de la Tierra, sean éstos seres vivos o materia inerte, a nuestra disposición, y a los que debemos someter, subyugar (10) y emplear para nuestro provecho[3]. Por este motivo, los dominionistas consideran a los ecologistas como personas contrarias a la fe cristiana, por mucho que algunos de sus miembros puedan profesarla. Van todavía más allá: se apoyan en este párrafo para justificar la ocupación de toda institución seglar. Hasta que Jesús vuelva, a quien se le entregaría entonces el mando.
El dominionismo, nacido de una teología conocida como reconstruccionismo cristiano, es una secta triunfante que tiene sus raíces en el calvinismo radical, régimen teocrático que John Calvin implantó en Ginebra en el año 1500 (11). El dominionismo sostiene que los cristianos estadounidenses han sido elegidos por Dios para hacer de EE.UU un estado cristiano, teocrático, donde la Constitución actual sería abolida y la Ley de Dios se convertiría en norma fundamental. Contrariamente a lo que hasta ahora se había dado por supuesto, esta transformación política debe ser llevada a cabo ahora, y este estado, a su vez, deberá dominar el mundo. En esta interpretación de la Biblia, los Estados Unidos se habrían convertido en un ‘agente’ de Dios. En consecuencia, toda disensión intelectual u oposición política es considerada, a su vez, obra de Satanás (12).
Bajo el dominionismo cristiano, los Estados Unidos, y después el resto del mundo, serán regidos jurídicamente por los Diez Mandamientos, en el sistema educativo se enviará al infierno a la ‘desviación’ evolucionista en favor del creacionismo, y los medios de comunicación y el gobierno llevarán la buena nueva a todo el orbe. Las mujeres serán liberadas del trabajo no doméstico, y a quienes no sean considerados lo bastante fervientes se les denegará la ciudadanía (13).
El libro de cabecera de estos 100.000.000 de estadounidenses, “The Institutes of Biblical Law”, publicado en 1973 por R.J. Rushdoony (14), aboga por una sociedad extremadamente rigurosa. La pena de muerte se ampliaría a los casos de adulterio, blasfemia, astrología, delincuencia juvenil ‘incorregible’ y a las mujeres que no lleguen al matrimonio lo bastante castas. Este libro está inspirado por uno de título similar promovido por Calvin en 1536, considerado el de mayor influencia en la reforma protestante (15). Los judíos, que en su momento no obedecieron la ley de Dios y encima crucificaron a Jesucristo, habrían perdido entonces su oportunidad.
No todos los evangelistas estadounidenses, sin embargo, comulgan con estas ideas fundamentalistas. La rama dominionista, minoritaria (podría ser un 7% de la población), no acepta otra legitimidad que la suya, mientras que el resto de evangelistas admiten que pueda haber otras formas de cristianismo igualmente válidas (16). Sin embargo, ha sido la línea radical la que se ha ido adueñando, desde los años 70, de la maquinaria política y económica del estado.
No resulta pues extraño que se consideren, además, los mayores fervientes del capitalismo. En la revista Harper’s defendieron que, más que la cristiandad o la ilustración, lo realmente definitorio del carácter estadounidense es el capitalismo (17). Capitalismo ultraliberal, aquí diríamos salvaje, completamente desregulado, sin restricción ni reglamentación de ningún tipo (libertarismo) y con licencia para mentir (pulir la verdad, dicen) lo que sea necesario en cada momento. También se consideran a si mismos los más patriotas de todos los ciudadanos de ese país.
Valores en extinción
El su obra Fundamentalisms Observed, Marty y Appleby muestran cómo los fundamentalismos religiosos comparten un sistema de valores común, independientemente de la religión de que se trate. Muestran también el bien conocido fenómeno de que los fundamentalismos crecen en tiempos de crisis, sea ésta real o percibida, en particular cuando se considera amenazada la propia identidad por parte de quienes se sienten en peligro de extinción como pueblo (18). ¿Cuál es el valor en riesgo, cuál es el peligro de ‘extinción’ que sus portadores perciben?
Estos radicales cristianos comenzaron a organizarse en los años 70. Para ellos, la apertura social y de costumbres que se produjo a lo largo de la década anterior, que en Europa identificamos con el Mayo del 68 (Paris, London, Rome, Berlin) y en los Estados Unidos con la elección de John F. Kennedy primero y de Lyndon B. Johnson después, los movimientos populares que dieron lugar al fin de la guerra de Vietnam, supuso una afrenta intolerable a su sistema de valores. Algunos consideran que el elemento más visible, el que colmó la paciencia de los poderes fácticos, fue la celebración del festival de Woodstock en 1969, momento cumbre de la cultura hippie.
La historia nos enseña cómo, a lo largo de los siglos, sentimiento religioso y poder económico han encontrado siempre complicidades mutuas, lo que les ha llevado a ir siempre de la mano, sincronizando sus acciones. En los años 1970, la crisis de valores percibida por los cristianos de los EE.UU. coincidió con una pérdida de confianza, casi un divorcio, entre la sociedad civil y el mundo empresarial (19).
Esta derecha de la derecha republicana de los EE.UU, que a duras penas digería todavía el fin de la discriminación racial, consideró que la libertad sexual, la tolerancia a la homosexualidad, la emancipación de la mujer y otras aperturas sociales de la segunda parte del siglo pasado y que coincidieron con presidentes y mayorías parlamentarias del Partido Demócrata, habían llegado demasiado lejos. Para ellos, suponía una amenaza de extinción de sus valores. Richard Nixon les salió demasiado imprudente, pero a partir de la presidencia de Ronald Reagan, y con su complicidad, comenzaron a instalarse en el poder administrativo del estado y, muy en particular, ocuparon el poder económico comenzando por el esencial. Es decir, la energía.
Son invisibles
Hoy, el fundamentalismo cristiano estadounidense y sus incontables organizaciones intersticiales intentan dominar el mundo, todo el mundo (XX). Son, como hemos visto, los dominionistas. Dominan las percepciones públicas de la realidad, dominan los sistemas de castigo y recompensa y dominan hasta la misma supervivencia a través del encumbramiento de los mecanismos de mercado. Los estados y las religiones también asumen el poder mediante estos mecanismos, pero en el primer caso el fenómeno es explícito y en el segundo es visible. El poder del fundamentalismo cristiano es invisible.
Privacidad, intimidad
En este punto conviene recordar cuál es, más allá de convicciones ideológicas o creencias dogmáticas en libros diversos, lo que diferencia a un católico normal de las demás variantes cristianas que se originaron con la escisión del evangelicalismo en el siglo XV.
…
Como tal, apenas permite el nacimiento de contrapoderes equilibradores. En este sentido conculcan uno de los pilares de la otrora ejemplar democracia norteamericana: la existencia de los equilibrios de poder. Son, en este sentido, subversivos. En muchos otros sentidos, totalitarios, fascistas.
Se ha especulado con que los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 constituyeron una suerte de auto-golpe de estado. No quisiera entrar en terreno tan resbaladizo que me haría perder credibilidad documental. Pero parece claro que el ataque a las torres gemelas de Manhattan fue, para estas personas, el detonante definitivo de su ánimo imperial.
Charles Kimball, catedrático de religión en la Wake Forest University y autor de la obra When Religion Becomes Evil: Five Warning Signs (2002) identifica cinco tendencias fundamentalistas principales:
- Convicción de verdad absoluta
- Ideación de sociedad ideal
- Promoción de obediencia ciega
- Justificar los medios en función de los fines
- Empleo de la “guerra santa”
Estos autores habían anticipado, bastante antes de 2001 y sin saberlo, el carácter que tomaría la administración Bush tras el terrible suceso. Después, Kimball comentó públicamente en 2004 su preocupación por percibir en George Bush un apego a la verdad absoluta y un ‘sentido de misión’.
Notas
[1] Es curioso, porque si bien Jesucristo habló de castigo a los pecadores, nunca mencionó cuál era el que tenía previsto. Además, en ningún pasaje de la biblia se menciona al infierno ni a los demonios, que sólo fueron adoptados con entusiasmo por la Iglesia a partir de La Divina Comedia de Dante Alighieri, alrededor del siglo XI.
[2] Los ‘puritanos’ fueron uno de los principales grupos fundadores de los EE.UU., adonde se exiliaron buscando mayor pureza espiritual en la cosa pública y privada
[3] Ana Botella: “El hombre no está al servicio de la Tierra, sino la Tierra al servicio del hombre.”
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