“El colapso llegará de forma muy repentina, sorprendiendo a todos”[1] (LLDC, 2004)
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Es terrible encontrarse con estas gafas puestas, un poco sin pretenderlo, y comenzar a advertir indicios de colapso por todas partes.
En este sentido vale la pena conocer la que podría haber sido la noticia más importante del pasado verano, que no ha tenido eco hasta ahora en los medios de comunicación generalistas, y que sólo he visto reflejado en el blog de Antonio Turiel (FB aparte). La Energy Information Administration de los Estados Unidos informó silenciosamente en su web que las 127 principales compañías productoras de petróleo y gas de los Estados Unidos se están quedando sin dinero (596).
Lo ha leído bien. En concreto, el déficit en el primer trimestre de 2014 fue de $110.000 millones de dólares (597). Llevan retrocediendo desde hace tres años, y sólo pueden presentar el beneficio que sus accionistas les reclaman a base de agotar sus reservas (de capital en este caso), vender activos aceleradamente y tirar de crédito para el cash flow (598). Su actividad regular, u objeto social, digamos, ya no genera beneficio. Los hay en quiebra total, como el principal actor del yacimiento de Bakken (no convencional), Continental Resources, cuya tesorería en el tercer trimestre de 2014 era de -1.100 millones de dólares y tenía unas deudas cercanas al 120% de sus activos. Esto era así cuando el precio del barril estaba a 93 dólares… (599)
TRE necesaria
Esto es profundamente sospechoso. ¿Será una señal de que la TRE comienza a ser inferior a 1? Porque recordemos que las empresas energéticas no asumen todos los costes, pues los subsidios públicos alcanzaron sólo en 2012 la nada despreciable cifra de 544.000 millones de dólares, según la Agencia Internacional de la Energía (600), que habría que deducir de los ingresos. ¿O por lo menos inferior a 10, factor que algunos autores consideran mínimo para que pueda funcionar una civilización organizada (601-603)?

Diagrama espagueti del consumo de energía, a partir de AIE 2011. El autoconsumo mínimo es del 6%, pero no parece contemplar todos los factores – Pulsar para mejor resolución
Pedro Prieto, en Barbastro, mostró cómo podríamos estarnos moviendo ya alrededor de este valor a partir del gráfico adjunto. En él, el autoconsumo declarado para la generación eléctrica mundial es del 6% (lo que correspondería una TRE inferior a 17). Pedro añadió acertadamente que este valor no incluía todo el autoconsumo que tiene lugar, incidiendo en que hay también autoconsumo en otras industrias y en el transporte, y que deberían ser considerados. Por ejemplo, todo el gasto energético de los millones de personas que trabajan en esas industrias no suele contemplarse[2]. Ni las averías, ni el granizo, ni la limpieza, ni muchas cosas más (604). Como ve, es una cuestión de adónde ponemos el contorno del sistema, cuán largas las luces las pongamos.
Carlos de Castro, de Valladolid, estima que la TRE del petróleo es hoy inferior a 4 (605), aun cuando no se pronuncia sobre cuál sea la TRE mínima capaz de sostener una civilización y duda que tenga que ser superior a 10 (606). Con respecto a las energías alternativas los especialistas en esta cuestión, como Charles Hall y el propio Pedro Prieto, están comenzando a sospechar que su TRE es muy inferior a la estimada hasta ahora, y podría muy bien acabar siendo inferior a 1. Habrá que estar atentos a la evolución de este conocimiento, donde prefiero no pronunciarme categóricamente por ahora; tampoco en cuál pueda ser la TRE mínima necesaria para hacer qué. Creo que todavía no nos hacemos una imagen nítida de su significado; en el futuro preveo proponerle a usted la lectura de una nueva entrada dedicada exclusivamente a este aspecto crucial donde le presentaré el panorama actual del conocimiento en este terreno.
Burbujas rompedoras

Jeremy Grantham, el financiero que gestiona 100.000 M$ y pide a los científicos que se hagan arrestar (si es preciso)
Entretanto, las dos empresas eléctricas alemanas basadas en el carbón han perdido el 56% de su valor en los últimos cuatro años (607), y la familia Rockefeller desinvierte en combustibles fósiles los beneficios de varias generaciones (608). Jeremy Grantham, financiero estadounidense que gestiona activos por valor de más de cien mil millones de dólares (!), es una voz aislada que ya advertía en 2011 de que era ‘tiempo de despertar’ (609), y nos va recordando ahora que el famoso fracking no es más que una burbuja financiera próxima a estallar[3] (610). Graham implora a la comunidad científica, a través de Nature, que salga de su silencio ‘siendo arrestada, si es preciso’ (611).
El pasado mes de septiembre Financial Times se hizo eco del Informe Ginebra, emitido por el International Centre for Monetary and Banking Studies[4], donde alertaba del enorme peligro que suponen los elevados niveles de deuda, y poco menos que anunciaba un nuevo crash a la vuelta de la esquina (612). El pasado día 19 de noviembre El Economista informaba de que las compañías petroleras habían sufrido una fuga de 24.000 millones de dólares ¡en tres semanas! (613). Los indicios se acumulan. En realidad, el colapso no es otra cosa que una sucesión interminable de recesiones, a cual peor (614), y de ahí la convicción y la insistencia de Antonio Turiel, quien viene insistiendo desde 2010 en que esta crisis no acabará nunca (vídeo reciente aquí).
Por su parte, el doctor en economía Juan Laborda anuncia en Radio Gramsci un ‘colapso mundial inminente’ en base únicamente a datos econométricos (615), y el primer ministro ruso, Medvédev, denuncia que «se están desmantelando los sistemas financieros y comerciales del mundo» (616). No sé el capitalismo, pero el sistema financiero actual, cuya única mercancía es el futuro y te lo cambia por dinero (interés), no puede funcionar si no percibe posibilidades de crecimiento por lo menos a largo plazo[5]. Y ellos ya saben que no las hay.
Dado que el inicio del colapso es, de hecho, una singularidad matemática (una bifurcación, en terminología de dinámica de sistemas) la teoría nos dice que nunca podremos predecir con precisión cuál pueda ser la trayectoria concreta del derrumbe, aunque si podamos saber cuáles no son posibles. También podemos conocer algunas de las características comunes a todas las posibles[6].
La resiliencia y flexibilidad que ha mostrado hasta ahora el capitalismo a su supervivencia tiene su contrapartida en la creciente fragilidad del sistema de aprovisionamiento mundial (sistemas just-in-time, ERP[7], etc.), que priman la eficacia sobre la suficiencia o la seguridad en el suministro frente a según qué peligros. Previsiblemente, su eventual ruptura y dificultad de recomposición sería el eslabón más visible que nos anunciaría el principio (del fin) (617). También puede ser una pandemia (618), la explosión de la burbuja de los combustibles no convencionales (shale bubble), un magno acontecimiento climático en extremo disruptor o el resultado de una espiral inflacionista incorregible resultante de una penúltima fase previa, como es la impresión de billetes a lo bestia por parte de todo el mundo en respuesta a la deflación. Claro que hoy todo es más sofisticado y ya se han buscado una retórica digerible: la facilitación cuantitativa, a base de compras masivas de deuda con dinero nuevo por parte de los bancos centrales, lo que consigue de paso disminuir los tipos de interés artificialmente. Pero acaba conduciendo a lo mismo, sólo que con algún retardo y pasando antes por la deflación (619).
El matrimonio Ehrlich, el mismo que perdió inmerecidamente[8] la apuesta con Julian Simon (420), nos advierte como verosímiles en su paper de despedida la posibilidad de un envenenamiento masivo (en principio involuntario) (618,620) o de un desplazamiento del gasto en alimentación hacia la obtención de energía, un resultado de su modelo coincidente con LLDC (621). También puede ocurrir que, debido a la disminución de la demanda por contracción económica, el precio del petróleo descienda por debajo de los costes marginales de producción de muchas instalaciones y países, desestabilizando los presupuestos de muchos estados productores con poco colchón económico llevándolos a default (622–624). Esto limitaría su producción, proceso que llevaría a fuertes oscilaciones en el precio (que de hecho vienen produciéndose ya). En el cuadro que adjunto puede usted ver cuál es el precio mínimo del petróleo que cada país puede, hoy, soportar sin entrar en pérdidas. Por cierto que este breakeven price[9] del petróleo aumentó un 7% en 2013 en el conjunto de los países de la OPEP (625).

Potencial productivo del petróleo procedente de arenas bituminosas 2014-2050. El 95% de la producción exige un precio superior a $95 (Fuente: Carbon Tracker – Ref 633)
Este descenso del precio del petróleo al que estamos asistiendo a principios de 2015, y que parece alegrar a muchos, podría ser una maniobra política para desestabilizar a Rusia, Venezuela y otros países con todavía algunos combustibles fósiles extraíbles de su subsuelo. Pero también podría muy bien ser que esté ya disminuyendo la demanda, como sostiene Gail Tverberg (626) y otros analistas más ‘insiders’ como señala el experto Arthur Berman entrevistado en Oilprice.com (627).
Pero no se alarme con todo esto. No es necesario esperar a desastre o accidente visible alguno. Basta con seguir haciendo hoy lo que estamos haciendo… y colapso garantizado más pronto que tarde. Hemos hecho todo lo necesario para ello (628), y seguimos haciéndolo, cada vez más deprisa, más deprisa. Mañana es casi hoy.
¿Cuándo?
¿Cuándo llegará? En vista de todo lo expuesto hasta aquí, dejo a la consideración del lector el juicio acerca de la posible inminencia del colapso previsible. Pero transcribo, ahora sí, la tercera de las reflexiones del propio Turner que dejé pendiente. Decía en 2012 que:
“Esto sugiere, desde una perspectiva racional de gestión del riesgo, que hemos desperdiciado las décadas pasadas, y que prepararse para un sistema global en colapso puede ser incluso más importante que intentar evitarlo.” (629)
Y en agosto de 2014 Turner concluye:
“Desgraciadamente, la concordancia de la tendencia de los datos con la dinámica de LLDC indica que las fases tempranas del colapso pueden ocurrir antes de diez años, o que incluso pueden estar manifestándose ya.” (630)
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Notas al pie
[1] Donella Meadows, Jørgen Randers, Dennis Meadows (2004) – Los Límites del crecimiento: 30 años después (595)
[2] Prieto aplicó este criterio amplio a las instalaciones de energía solar de España, lo que dio lugar a un libro, con Charles Hall como coautor, donde mostraba su baja tasa de retorno energética (631,632)
[3] Graham es de los pocos que ha comprendido la función de la termodinámica en el sistema económico, y ya alertó de la disminución de la exergía debido a la creciente dispersión de los minerales
[4] Centro Internacional de Estudios Monetarios y Bancarios
[5] Por eso los medios no informan de ello. Los anunciantes venden futuro, pues los grandes conglomerados mediáticos de hoy dependen de la banca en tanto que los poseen, o les deben la supervivencia en tanto que acreedores. Si no hay futuro no hay anunciantes, y si no hay anunciantes deja de haber medios de comunicación, o éstos se minimizan
[6] En un primer momento, el abanico de soluciones de las ecuaciones no lineales tiene una correlación elevada, que disminuye con el tiempo
[7] Enterprise Resource Planning
[8] Bueno, en los términos en que aceptó la apuesta si mereció perderla
[9] Fiscal breakeven oil price es el precio mínimo de Mercado del petróleo que está por encima de los costes de producción de un país que depende de estos ingresos para su consolidación fiscal.
Yo, desde mi más absoluta ignorancia respecto ciertos temas técnicos, quiero creer que aún hay algo que hacer: frenar en seco y «retroceder» en nuestra forma de vida, volver a una falsa austeridad que este sistema nos vendió que debíamos desterrar, aunar voces para que la gente entienda que el cambio va a producirse y que tenemos dos formas de hacerlo: a lo bestia y sin querer o siendo conscientes y buscando nuevas formas de hacer las cosas que en realidad son ancestrales … Necesito creer que lo podemos hacer…
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Yo también, María, yo también.
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Juan Ignacio:
.
¿No puedes mojarte un poco más con el «cuándo», Ferrán?.
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No por ahora.
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¿No te parece bastante?
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Perdona mi retraso en responderte, Ferrán, pero es que veo ahora tu segunda respuesta, la del 11 de enero. Hombre, soy demasiado egoísta al querer reducir la incertidumbre sobre el cuándo. Veo que pareces acotar un plazo de cuatro años o poco más, pues muchos parámetros confluyen ahí. Así que intentaré calmar la ansiedad con esto. Muchas gracias y disculpa tanta presión, tanta exigencia.por mi parte.Saludos.
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