Gloria a los conversos, y si no puedes con tu enemigo, únete a él.
En una entrada bastante reciente, bajo el título de Una lección de spin doctor para negacionistas políticos, examinamos el manual de desinformación climática elaborado por el republicano Frank Luntz, encargado por el Partido Republicano de los Estados Unidos para consumo directo de George W. Bush en 2003. Como de pasada señalé que este hombre se había ‘reconvertido’ alrededor de 2006, y que ahora creía en la realidad del cambio climático, sin más precisiones.
Hoy me encuentro con que este hombre parece haber abrazado la luz de la razón con la fe de los conversos. Luntz acaba de presentar un manual de retórica para hacer llegar al gran público la problemática del cambio climático, para consumo de científicos (los serios), políticos preocupados y ecologistas públicos.
Veremos más adelante cuáles son las recomendaciones de este señor y en qué medida son aplicables a nuestra situación particular.
[Veamos, de pasada, las actividades de contrainformación. ¿Usted diría que es casual que, justo cuando se da a conocer este estudio, la blogosfera negacionista mencione precisamente una encuesta acerca del lugar en que los estadounidenses sitúan el cambio climático entre sus preocupaciones? Yo tengo la convicción de que no, pero no tengo, en este caso, como acostumbro a hacer, prueba ni documento alguno con que soportar esta afirmación más allá del ejemplo del enlace. Elemento, uno más, de inferencia.]
Carbohólicos en la retaguardia
En todo caso, conviene saber que Luntz presentó su informe flanqueado por el presidente del Environmental Defense Fund (EDF) y del CEO de NRG Energy.
¿Energy? ¿Una empresa energética? Es raro ¿no? Pero me suena… A ver mis archivos.
Efectivamente. David Crane, CEO de la empresa eléctrica NRG Energy, es un convencido de la problemática del medio ambiente. Una excepción en un mar de tiburones famélicos. El 14 de octubre de 2007, este hombre publicó un artículo en el Washington Post, titulado ‘We’re Carboholics. Make Us Stop’, que comenzaba así:
Soy carbohólico. Como estadounidenses, todos somos carbohólicos, pero yo soy de los que más. La empresa que dirijo, NRG Energy, emite más de 64 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera cada año, más que todo el CO2 antropogénico de Noruega. Y nosotros no somos más que la empresa de generación de energía eléctrica nº 10 de los Estados Unidos. Imaginen las otras 9. ¿Por qué lo hacemos? … Porque las emisiones de CO2 son gratis. En un mundo donde el CO2 no tiene precio, eliminarlo antes o después del proceso de combustión es mucho más caro y complicado que, simplemente, lanzarlo a la atmósfera. (1)
Ya lo ven. No todo el mundo es igual. Fuera estereotipos.
El calentamiento global debería situarse en lo más alto de las prioridades del Congreso, pues su acción generará una oleada de interés por el cambio climático en todo el mundo. Nunca antes nos hemos encontrado frente a una perspectiva de estar dañando, de forma fundamental, nuestro ecosistema global con las actividades diarias de cada uno de nosotros. Un sistema de mercado de carbono es un buen sitio par empezar. Los Estados Unidos deben actuar ahora para proteger nuestro futuro. (2)
Crane acaba abogando por seguir usando el carbón en plantas que ‘secuestren’ el CO2 emitido, y lo inyecten bajo tierra, y también por la energía nuclear. Son opciones bien respetables de quien tiene una visión bien adaptada a la realidad (3).
Por su parte, la conversión de Luntz puede haber sido debida a al menos uno de los tres factores siguientes: 1) Tiene necesidad de limpiarse la conciencia; 2) Es un oportunista y un chaquetero o 3) Le pagan. Todo apunta a que los motivos 1 y 3 son los predominantes. Según declara, busca favorecer una posición bipartidista que permita la difícil aprobación de la ley de limitación de emisiones de la administración Obama.
En este caso convendremos en que sus motivaciones sí son importantes, pues nos ofrece datos supuestamente obtenidos de un trabajo de investigación social aparentemente riguroso que no podemos contrastar y, por tanto, sólo podemos realizar, por el momento, un juicio de intenciones. Y si habíamos aceptado que su informe primigenio era un exquisito manual de propaganda que realmente cumplió su misión con nota, debemos examinar ahora su nuevo trabajo para ver si es realmente útil a la nueva causa.
No es probable que en 2007 ya le pagaran, y por tanto debía de ser de aplicación la causa 1. En una entrevista en la que mostraba su desagrado e incomodidad con la personalidad de los ecologistas manifestaba, aparte de algunos lugares comunes, que entre los defectos de este colectivo está el de:
No escuchar los argumentos de sus oponentes. No escuchan. Si lo hicieran, verían cómo encontrarían muchos más aliados.
Aquí empiezan las verdades como puños de Luntz.
Los ecologistas son inflexibles. No ya en las normas y la reglamentación, sino también en la gestión y en cómo hay que hacerla. Un grupo de rancheros del Oeste se levantaron, se organizaron y pueden haber ido demasiado lejos en sus prácticas permisivas. La gente quiere equilibrio, y cuando alguien va demasiado lejos en una dirección, lo rechaza. (4)
Luntz debe de referirse al movimiento ‘Wise Use’, tristemente célebre por la confrontación activista y el extremismo de algunos defensores de hacer lo que les da la gana sin respetar al prójimo ni a la casa común. Algún día podremos tratar este conflicto, exponente de la tensión entre ecologistas y el mundo rural de los años 80. Condujo nada menos que a la virtual extinción del ecologismo como actor en la plaza pública. No siempre las cosas son como parecen ni como las describe el estereotipo, aunque los aprovechados del río revuelto si parecen ser siempre los mismos.
Sin despreciar en absoluto el fondo de la opinión de Luntz, probablemente válida para muchas situaciones, entiendo que hay otras, como el cambio climático, en que no hay compromiso posible. Si a uno le gustan mucho los tigres pero toda una comunidad depende de que sólo queden alrededor de tres, está claro que hay un conflicto de valores que puede permitir un compromiso. Pero en el asunto climático, además de implicar a todo el mundo, hay límites físicos, matemáticos, de forma que, si no se cumplen mínimos, el esfuerzo que se pudiera pactar supondría correr con todas las consecuencias negativas y ninguna de las positivas. En materia de cambio climático se puede negociar quién contribuye más y quién menos, quién paga y quien recibe. Pero el nivel de concentración de gases forzadores del clima en la atmósfera, éste, éste no es negociable. Es un límite matemático. 350 partes por millón en volumen (ppmv), como máximo (5).
Iluminar el espíritu y ablandar los corazones
Con el título con que bautiza su trabajo intuimos ya alguno de sus contenidos: ‘The Language of a Clean Energy Economy’ (6). En efecto, bajo la rúbrica ‘The Word Doctors’, Lundz ha encontrado qué palabras resuenan mejor en la mente de sus compatriotas: ‘independencia energética’, ‘buena salud’, ‘empleo’ y ‘transparencia empresarial’. Según parece, con estos cuatro términos, repetidos hasta la saciedad en prensa, radio, televisión e Internet, les basta. A señalar que he traducido ‘accountablity’ por transparencia, pero sólo por no poner responsabilidad, que puede confundirse con el invento más o menos reciente de la responsabilidad social corporativa. Accountablity significa ‘rendición de cuentas’, en el sentido de que, quien hace daño, debe responder por ello, se supone que ante los tribunales. Si esto se materializara, pocos serían lo que quedarían libres de acusación. Tal vez sólo David Crane. O quien sabe si sería el primero en ser llamado, por hablar tan alto.
Por su parte, lo de la independencia energética ya lo decía insistentemente Obama en campaña electoral, y los que estaban al loro ya suponían que era un sucedáneo. A los estadounidenses les duele en el corazón depender de alguien, de quien sea, y no saben si temen más a los países productores de petróleo o a las mismísimas Naciones Unidas. Todavía llevan en el alma la Declaración de Independencia de 1776, y saben que su prosperidad inicial se debió a la energía barata que comenzaron a extraer de sus suelos a mitades del siglo XIX. De modo que hablarles de independencia energética les debe producir una suerte de iluminación espiritual, éxtasis nacionalista y consiguiente labilidad emotiva, lo que les instala en condiciones de máxima receptividad.
Es preciso recordar en qué marco cae este informe. El senado de los Estados Unidos se encuentra en pleno debate de una ley de limitación de emisiones, que debería aprobarse la próxima primavera y que ha sido citada (a mi parecer indebidamente) como causa del fracaso de la cumbre de Copenhague. Obama ha tenido el buen criterio de no negar el cambio climático ni evitar la palabra ‘catástrofe climática’, mientras presenta una ley de control de emisiones de tipo liberal-economicista (que denomina ‘cap and trade’, o sea, limitar y comerciar: carbono) asociada a la supuesta creación potencial de un gran número de empleos verdes ‘americanos’. O sea, no chinos.
Ahora, vía investigación social-propagandística, Luntz intenta trasladar estos conceptos, por encargo de EDF y NRG Energy, a palabras-fuerza que puedan ser también asumidas por la oposición. Por encima de las simpatías que a cada uno le despierte ese país, está claro que en América todo es posible, y que quienes son conscientes del problema y creen, simultáneamente, en la eficacia de las plegarias, harían bien en intentar la intermediación del Altísimo para que ocurra el milagro a pesar de la minoría de bloqueo con que cuenta el partido republicano desde hace unos días. Otra cosa es que esa ley sea suficiente y cumpla los mínimos exigidos por las leyes de la física. Pero por algún sitio hay que empezar si queremos mantener, por lo menos, el optimismo de la voluntad.
Así que osos polares, impuestos al carbono, mecanismos de mercado o cualquier intento de hacer comprender el asunto no dirá Luntz que sea perder el tiempo, pero si dirá que, a efectos prácticos de movilización ciudadana, es poco eficaz.
Diálogo constructivo acabado
Hay otros dos aspectos del estudio de Luntz que es preciso destacar. El primero, y fundamental, es el hallazgo de que, si bien las preocupaciones por la hipoteca, el empleo y otras necesidades percibidas como inmediatas dominan las preocupaciones de sus compatriotas, el mensaje de la realidad del cambio climático y de sus peligros ha calado ya en la población, cualquiera que sea su tendencia política. Esto es muy importante, de hecho es extraordinario. Es el poder de la ciencia. Algunos siguen creyendo que hay dudas, o simplemente que es un cuento. Pero no suponen ya más que un 20-25% de la población (aquí si dominan claramente los republicanos).
Otro hallazgo es que, entre creyentes (climáticos) y negacionistas (climáticos) apenas existe debate efectivo. No hay intercambio de razonamientos. Los científicos hablan mucho, si, pero casi exclusivamente entre ellos. Quienes creen en la ciencia también suelen comentar la jugada, entre ellos. Y los descreídos, blogueros profesionales u otras especies, tampoco convencen a nadie que no haya tomado ya una posición contraria por adelantado. Ya entiende usted que cuando digo nadie no debe tomarme en sentido literal. En todo caso, a estas alturas, la conversación se ha enquistado. Por eso Luntz quiere decirle a la gente, con fondo negro: ‘¿Ha oido usted bastante’?
La presentación de los datos de las encuestas tipo focus group de Luntz viene coronada con el recordatorio de ‘No se trata de lo que usted dice, sino de lo que ellos oyen’. Es bien cierto. (A esto hay que acostumbrarse. Es una certeza –virtualmente- científica).
Recuerde que esto vale para los Estados Unidos. Deducir lo que sea trasladable a estas latitudes no dejaría de ser un ejercicio de funambulismo intelectual mientras no tengamos un estudio similar al de Luntz. Algo hay, pero mucho más pedestre y menos orientado al objetivo de la movilización, entre otros motivos porque ni aquí ni en Europa hay un plan bien conocido, públicamente debatido, un plan de futuro que aceptar o rechazar. Desde Bruselas nos llegan objetivos, pero sólo cifrados: 20-20-20.
Pocos saben qué cosa implican, si son suficientes y si comportan alguna carga pecuniaria o cambio de forma de vida y quién lo va a pagar. Así que cuando nos suben el precio de la electricidad lo tomamos como un abuso, recibimos un mail de activistas para que nos quedemos a oscuras durante cinco (!) minutos… y volvemos a encender las bombillas sin haberlas sustituido todavía por las de bajo consumo. No habrá cambiado nada. Nadie sabrá por qué hay que pagar más y qué sentido tiene la oscuridad.
Esa oscuridad intelectual colectiva que nos invade. A la que este individuo ha contribuido en no poca medida en el pasado reciente.
Por referencia me acerco a ver que cuentas, un blog limpio y atractivo, pero en tu largo post no das el mas mínimo dato contrastable y te limitas a interpretar cosas incontrastables.
Da igual si ese dato del interés de los americanos es oportunista o no, interesa si es verdad y lo que implica, como da igual si ese spiker reconvertido ha creado mas o menos su órgano a base de ejercer la función, de profesional del cuento.
Lo que interesa es saber si el planeta se está pudriendo mientras cuatro se montan el meganegocio del milenio mareando la perdiz y montando una religión.
Un cordial saludo.
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Amigo, si acudes a las referencias puedes descargar el informe completo. A lo demás iré respondiendo en sucesivas entradas. Creo que algunas ya sugieren algo. Gracias por tu deferencia.
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Ferran, tienes dos opciones. Me dejas contestar a tu referencia a mí, o me censuras -según costumbre, y entonces te contesto en lo mío, con mucha mayor repercusión tanto directa como indirecta (Google). La elección es tuya.
Solo quiero contestar a lo que me citas, porque la vida y milagros de un profesional del entrenamiento para debates y campañas publicitarias, me puede paracer útil para tus teorías de la conspiración, pero no para ningún planteamiento serio. La opinión sobre ciencia de un profesional del activismo, y sus cambios de postura, me interesan tanto como los de Zapatero o Rajoy, aproximadamente. Salvo que en el argumento sobre la ciencia haya algo de fuste, pero eso no lo has mostrado.
Veamos, de pasada, las actividades de contrainformación. ¿Usted diría que es casual que, justo cuando se da a conocer este estudio, la blogosfera negacionista mencione precisamente una encuesta acerca del lugar en que los estadounidenses sitúan el cambio climático entre sus preocupaciones? Yo tengo la convicción de que no, pero no tengo, en este caso, como acostumbro a hacer, prueba ni documento alguno que soportar esta afirmación más allá del ejemplo del enlace. Elemento, uno más, de inferencia.
Pues verás, no es ninguna casualidad. Salvo que también sea casualidad que pusiera la encuesta se septiembre-octubre, y lo de «justo ahora» sea un concepto más laxo de lo que parece:
http://plazamoyua.wordpress.com/2009/10/24/cambio-climatico-ingenieria-social/
Por cierto, en esa entrada tienes un estudio sobre ingeniería social alarmista qie podría resultar bastante interesante al algún lector, aunque no a tí, que solo te llegan inputs de una dirección.
Y si el concepto de «justo ahora» es tan laxo como el concepto de «cambio climático», que tanto vale para el calor como para el frío, para la inundación como para la sequía, entonces sigue sin ser casualidad. Porque ocurre que uno de los temas favoritos en PM es la separación entre lo que interesa a los políticos y lo que interesa al personal. Puedes ve que lo que mencionas lleva también la etiqueta «partitocracia».
Y si no bastara eso, tampoco sería una casualidad. Se trata de una discusión -que tú, negacionista de verdad, niegas, diciendo que es una consiración. Y en las discusiónes, lo más natural es que te apetezca señalar los datos que indican que vas ganando. Así que ya ves, de la actitud más natural del mundo, induces unos motivos tan retorcidos que ni Capablanca sería capaz de seguir. El «señor ciencia», que niega la capacidad de discutir del discrepante en base a sus motivos en vez de sus argumentos. Por tu camino llegaríamos a la ciencia de la Inquisición.
En fin, disfruta. Y elige entre seguir censurando las respuestas, o ser como un tío hecho y derecho.
Otro pequeño detalle. «Contrainformación», que dices que es lo que hago yo. No sale en muchos diccionarios. Así que lo fácil es Wikipedia. Consulta, anda. Coincide muy bien con la percepción común respecto al término. y piensa si me puedes encajar como …
a) la información transmitida por grupos independientes no vinculados a los poderes políticos o económicos
b) la generada por un estado para confundir a sus oponentes.
O tal vez uses «contrainformación» para definir la información que no te gusta. Sería muy de tu estilo.
Saludos. Espero hasta mañana por la tarde; no más.
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Y ya puestos te traigo un ejemplo de lo que con tanto desparpajo llamas anticiencia y negacionismo. Solo que vas a tener un poco difícil soñar conspiraciones petroleras en el dr. John Beddington, consultor científico jefe de uno de los gobiernos más ecologistas calentólogo – alarmistas del mundo (el del Reino Unido).
TimesOnLine:
Science chief John Beddington calls for honesty on climate change
¿Honestidad? ¿Está pidiendo honestidad en la ciencia climática? ¿Acaso falta? ¿Y a quien la pide, a los «negacionistas»? No precisamente.
The impact of global warming has been exaggerated by some scientists and there is an urgent need for more honest disclosure of the uncertainty of predictions about the rate of climate change, according to the Government’s chief scientific adviser.
Professor Beddington said that climate scientists should be less hostile to sceptics who questioned man-made global warming.
He said that public confidence in climate science would be improved if there were more openness about its uncertainties, even if that meant admitting that sceptics had been right on some hotly-disputed issues.
“I don’t think it’s healthy to dismiss proper scepticism. Science grows and improves in the light of criticism. There is a fundamental uncertainty about climate change prediction that can’t be changed.”
“When you get into large-scale climate modelling there are quite substantial uncertainties. On the rate of change and the local effects, there are uncertainties both in terms of empirical evidence and the climate models themselves.”
¿Incertidumbres en la predicción climática? ¡Cuéntaselo al «señor ciencia», Beddington! ¡A la hoguera con Beddington, que seguro que acaba de ser comprado por un sucio carbonero! No hay otra forma de explicarlo.
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Dice un comentarista por ahí arriba:
«Y en las discusiónes, lo más natural es que te apetezca señalar los datos que indican que vas ganando.»
Posiblemente eso sea así en las discusiones políticas, en las de la comunidad de vecinos y en las de bares. En otros ámbitos, por ejemplo en las discusiones de científicos, se han dado casos en los que lo verdaderamente interesante es la verdad, no quién gane la discusión, porque al llegar a la verdad, todos los participacntes «ganan» (aunque pierdan).
Yo, en esto del cambio climático recuerdo la tremenda discusión sobre las tendencias de satélite y la «discusión», que se apagó cuando Christy y Spencer reconocieron que en sus datos había un problema en las órbitas de los satélites (sería 2003 o así??? hablo de memoria).
Yo no conozco a Christy y Spencer y no puedo juzgar, pero entiendo que se alegrarían de haber «perdido» su discusión, porque en la solución del problema todos ganaron.
Yo entiendo que no todos lo vean así (el del comentario anterior, evidentemente, no lo ve así), pero algunos sí lo ven así. No se trata siempre de ganar la discusión, a veces se pierde para ganar.
En otras cosas como lo de «lo que interesa a los políticos y lo que interesa al personal» ya es más complicado entrar, porque no sé yo quién es el árbitro capacitado para decir lo que le interesa «al personal». ¿Sabe alguien además de mí mismo lo que me interesa a mí? ¿Quién es capaz de decir lo que le interesa a Ferrán? Ferrán … imagino.
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Discusiones, dado que el caso del «te apetezca señalar los datos que indican que vas ganando» se refiere a una encuesta de opinión, es indudable que estamos hablando de una discusión pública (sobre ciencia) y no de una discusión de científicos.
Y los científicos también son personas, y a menudo se niegan a ver y aceptar la evidencia que contradice su teoría. Por eso la idea razonable es muy parecida a un juicio -y no son tan diferentes el método científico y los juicios. Que cada cual presente lo que cree que le da la razón, se contrasta, y el jurado decide.
Pero estás fabricando una trampa bastante burda. Comparar datos (lo de Christy) con opinión (lo de la encuesta que Ferran me recrimina sacar a la luz por no sé qué conspiranóicos motivos). La tesis es demasiado obvia. Si la opinión pública se inclina de mi parte, no necesito ninguna conspiración para tener ganas y justificación para publicarlo.
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