En la primavera de 2008 asistí a bastantes conferencias en el Museo de la Ciencia de Barcelona (Cosmocaixa). En una de ellas, sobre incertidumbre, me pareció que comenzaba a recuperarme. Fue una experiencia de gozo intelectual (según expresión de Jorge Wagensberg) inolvidable. Dábase la casualidad de que me encontraba a mitad de camino del magnífico libro Uncertainty: Einstein, Heisenberg, Bohr and The Struggle for the Soul of Science” (edición en español aquí), cuya lectura recomiendo vivamente a todo aquél interesado por los temas científicos.
Una de las conferencias, orientada a divulgar diversas áreas de la ciencia de la cotidianeidad a personas jubiladas, tenía por tema central el cambio climático. No fuimos más de 15 individuos. Aparte de mí, había otras dos personas sin aspecto de haber superado la edad de la jubilación. Uno se expresaba en catalán, y el otro en inglés, aunque permaneció pasivo durante todo el tiempo. El catalán se presentó al público como científico, sin más precisiones.
Pero ocurrió algo sorprendente.
– ¿Qué haces tú aquí? –me aborda el personaje
– Probablemente lo mismo que tu
– ¿Trabajas en esto?
– Quiero hacerlo. Pero de momento soy un aficionado. Estoy muy preocupado. Me estoy documentando
Esta breve conversación tuvo lugar durante el descanso. Sentados de nuevo, con sólo una silla vacía de por medio, este hombre, que respondía a la voz de Leo, me pidió mi teléfono. En un recorte de papel apunté mi correo electrónico y mi móvil.
– Necesito el fijo
También le anoté el fijo (ingenuamente). Por mi parte le pedí sus datos, a lo que respondió únicamente con un correo electrónico de hotmail. Rehuyó cualquier otro tipo de identificación.
Siempre se aprende algo en una conferencia (por ejemplo, que un pescador del pueblecito gerundense de Palamós lleva un registro de la temperatura del agua de mar desde hace muchas décadas, costumbre que su hijo ha heredado), pero su contenido, orientado a personas de la tercera edad, era tan elemental que me aportó francamente poco. A la hora de las preguntas, el conferenciante no llegó a aclararme cuál era el componente físico que realizaba la inercia climática que los modelos otorgan al planeta, de forma que, aunque las emisiones de gases forzadores del clima cesaran en seco mañana mismo, la temperatura seguiría aumentando durante varias décadas (ahora ya lo sé: es el mar).
Leo comenzó a cuestionar la veracidad de las certezas existentes sobre la ciencia del cambio climático. Habló del vapor de agua como gas invernadero principal y del efecto iris de la nubosidad (tesis del ‘escéptico’ Richard Lindzen, hace tiempo refutada), señalando que no había sido estudiado por el IPCC. Intervine indicando que, en el cuarto informe, recientemente aparecido, este efecto si había sido considerado. En las últimas palabras que crucé con Leo me di cuenta de que no había leído el cuarto informe, ni el resumen para legisladores, ni el comunicado de prensa.
Cuando el conferenciante cerró la sesión, Leo se levantó e invitó a los presentes, con fuerte voz:
– Id todos a Internet y descargad el reportaje “El gran timo del calentamiento global”
Yo había visto este reportaje, dirigido por el cuestionado Martin Durkin, emitido en la primavera de 2007 por el canal 4 de la televisión británica (pocos meses después fue emitido en España, sólo por Telemadrid). Pero también había visto la mesa redonda que, organizada por la televisión australiana bajo el título “Response to ‘The great global warming swindle’”, (Respuesta a ‘El gran timo del calentamiento global’, que siento no poder enlazar para no incurrir en riesgo de vulnerar alguna propiedad intelectual, pero sin duda el lector medio sabrá cómo acceder a él) reunió tanto a científicos como a ‘escépticos’ e incluía, además, una entrevista al autor del documental. El moderador, bien preparado, consigue realmente poner contra las cuerdas a Martin Durkin, cuyo lenguaje corporal y abundante transpiración revelan con claridad que ha sido pillado en falta. (Ya en 2008, una comisión ética del Reino Unido ha sentenciado contra este desdichado, acusándolo una vez más de manipulación informativa y obligando a Channel 4 a emitir un comunicado y sus disculpas). Salvo sendas charlas de George Moonbiot con el biólogo David Bellamy y con el director general de Shell raras son las secuencias que contienen tanta autoridad en el triunfo de la ciencia frente a la charlatanería.
Indiqué a los asistentes que también descargaran la respuesta. Aunque sólo está en inglés, pues Telemadrid, por las bondades atribuidas a la ‘autorregulación’, no ha considerado oportuna, que yo sepa, ninguna aclaración. El conferenciante, un químico de la Universitat de Barcelona, no se mojó en absoluto, como si la cosa no fuera con él. Mientras bajábamos las escaleras, Leo me dijo que quería organizar un grupo de reflexión y que me llamaría para tomar café al día siguiente. El intento de concretar la cita en ese momento fue despachado con evasivas. Su acompañante seguía mudo. No he sabido de Leo desde entonces. ¿Sería Leo su nombre verdadero?
Después pensé en el acompañante como un equivalente de los vigilantes que la antigua Unión Soviética pegaba con superglú (entonces Imedio) a toda eminencia a la que no tuviera más remedio que autorizar el franqueo del muro de Berlín, cosa que viví muy de cerca durante mi adolescencia cuando, a través de las actividades de mi padre, tuve el privilegio de relacionarme con jugadores de ajedrez soviéticos.
Al llegar a casa revisé y fortalecí la configuración de mis claves, antitroyanos y cortafuegos. Si es que esto sirve para algo ante fuerzas tan poderosas.
Friend, enhorabuena por el blog. Yo suelo caer en contestar preguntas que las respuestas aún no siendo comprometedoras, luego pueden ser ligeramente distorsionadas para ser usadas en contra de mi, pero no suelo caer en dar el teléfono fijo.
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Gracias anónimo. Ya voy con más cuidado ahora.
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Uf, ya tenías que soltar el discursito antisoviético, como si los yanquis no espiaran a nadie, macartista bobo.
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siento mucho no tener tanto tiempo como para indagar en este interesante blog pero dime si me equivoco ¿dices que hay unos cientificos que por dinero o por religion estan corriendo la voz de que el calentamiento global no es perjudicial para el planeta y otras falacias para seguir con el maldito sistema capitalista y antinatural? pero que en realidad lo que ocurre es que el planeta se va a la mierda rapidamente , especialmente ahora q el sol despide llamaradas que joden los satelites y que tienen que desviar rutas de vuelos ?
Esto es lo que he entendido yo y Ojala que el planeta se sacuda y grite hasta que el sentido comun de los seres humanos encaje en su verdadero sitio y las falsas informaciones sean solo parte de un pasado que es ahora nuestro presente y que solo lo recordemos para no volver a hacer lo mismo. malditos martins durkins ….
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Bueno, algo así digo, sobretodo si no hacemos nada muy drástico.
Gracias por participar susansu.
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