“Pensar en el futuro lejano en términos de descuento estándar es tener una incómoda sensación de que hay algo que está mal en algún sitio[1] … Desgraciadamente, los economistas han sido incapaces, hasta la fecha, de reconciliar la intuición moral con la teoría económica[2].”
Negacionismo Uno y Trino
Hace unas semanas John Cook, alma del blog Skeptical Science, publicó un ensayo en el Huffington Post donde efectuaba una analogía entre el negacionismo climático y la función de onda de la mecánica cuántica. Decía que hay básicamente tres tipos de negacionismo. El negacionismo tipo 1 consistiría en negar, directamente, la existencia del calentamiento global. El negacionismo tipo 2 no lo niega, pero asegura que de ningún modo el CO2 representa un forzamiento significativo (o insiste machaconamente en que no está demostrado) y que lo que ocurre no es más que una manifestación de la variabilidad natural del sistema climático. Finalmente, los argumentos negacionistas tipo 3 señalan que, aún cuando las dos afirmaciones anteriores fueran ciertas, los impactos del cambio climático no son tan disruptores de los ecosistemas y las sociedades, tal como de hecho afirma el grueso de la comunidad científica y resulta bastante evidente para todo el mundo. El negacionismo en general, e incluso algunos negacionistas individuales, sostienen esas tres afirmaciones de forma simultánea (3). Cuenta Cook que, cuando se añade un observador, la función de onda del personaje colapsa hacia uno de los tres estados.
A mí me recordó cuando en mis años de colegial me decían que Dios era Uno y Trino.
Pero Richard S.J. Tol no pertenece a ninguna de estas trinidades. Es más original todavía. Tol es un economista neoclásico de profesión y peligrosísimo negacionista de pro. Ello es debido a la inaudita credibilidad que atesora esta profesión entre la clase política y mediática, y a la promoción que ha recibido como economista de referencia del ecologista escéptico Bjørn Lomborg. Richard afirma que el cambio climático existe, está provocado por el CO2 pero que… ¡es bueno! (4,5)
¿No es magnífico? ¡Lo que todos estábamos esperando escuchar!
Mejor dicho: Tol lleva afirmando esto casi toda la vida, pero hace cerca de un mes fue finalmente obligado a corregir de modo formal los innumerables errores que contienen sus ejercicios de razonamiento inverso, forzados hasta la extenuación para llegar a la conclusión preestablecida correspondiente. Incluyendo manipulación bastarda de trabajos de otros, cambios de signo incluidos, que él atribuye, ¡ay!, a los duendes. Lo más grave de todo ello es que este sujeto ha sido autor considerado en los informes del IPCC desde 1995. Y tuvo una importante contribución como líder de un capítulo de este último informe, desde donde le ha sido más fácil imponer la toma en consideración de sus trabajos flawed. Hasta el punto de hacerle decir al IPCC que:
“Las estimaciones están de acuerdo en la dimensión del impacto [del cambio climático] (pequeño en relación al crecimiento económico) pero no en el signo.” (6,7). [corchete añadido]
Misión cumplida.
Bueno, no. Es que no basta con dejar la impronta. Hay que hacerla notar, mejor si es contraprogramando. Así, nuestro Ricardo montó un numerito mediático para llamar la atención, anunciando que había abandonado el IPCC al grito de ‘son unos alarmistas’ (8,9). Naturalmente, la prensa afín, y también la despistada (BBC, por ejemplo) le dieron la cobertura buscada ‘cual abejas en panal de rica miel’ (10), dando así a entender que en el IPCC, de consenso, nada. Que es de lo que en definitiva se trata.
Y es que la cuestión, para la negacionía, no consiste en añadir conocimiento. El objetivo final es crear un efecto, hacerle dudar a usted. Hay que tener respuesta para todo, independientemente del fundamento real de cada aseveración. Hay que contraatacar siempre, en cualquier ocasión. Hay que mantener siempre vivo el debate. Son las sevicias a las que obliga el movimiento.

Así caracteriza Tol a Bob Ward, de la London School of Economics, por desmontar públicamente sus falacias y exigir al IPCC que las corrija
Él lo sabe muy bien, y por este motivo su actividad pública es incansable, incluso hiperactiva, diríase que estimulada. Su estilo, directo, es más parecido al de nuestros celtibéricos domésticos que a la flema británica o a la racionalidad neerlandesa. Se enfrenta con quien haga falta por Twitter, en la prensa escrita y en su blog particular. A quien le lleva la contraria, por mucha elegancia que exhiba el denunciante, le falta miserablemente al respeto y le ridiculiza, como cuando calificó de ‘perro de ataque’ a Bob Ward, de la London School of Economics (11), y manipuló un retrato suyo con Photoshop. Bob Ward no ha sido el único en desmontar sus argumentos falaces, pero si quien ha hecho llegar su queja al IPCC. Por ahora, aparentemente, todavía no ha sido atendida (6).
No contento con esto, Ricardo amenaza con denuncias por libelo a todo el mundo (¿le suena, querido lector asiduo?), y escribe textos amenazantes a los responsables de las organizaciones a las que pertenecen sus críticos (12) sin otra consecuencia que la de promover hacia ellos apoyo institucional y refuerzo espiritual por parte de los destinatarios (13,14,15). Desde luego participa en conversaciones de noticias y blogs que a él se refieren hasta que le echan, se cansa o considera que ya ha llegado al límite del efecto posible en cada circunstancia[3].
No obstante, tras la presión recibida por parte de la London School of Economics, y del entorno de Nicholas Stern (el del famoso informe, también cuestionable pero no tanto) el pasado mes de mayo nuestro más penetrante quintacolumnista se ha visto obligado a rectificar, tras muchos años de decir lo mismo y de confundir al mundo entero. Algo cuántico si se ha puesto nuestro duende en su corrección pues, tras afirmar que los nuevos datos de partida no alteraban las conclusiones de sus trabajos anteriores, señala:
“Los duendes [gremlins] intervinieron en la preparación de mi trabajo … [A] diferencia de la curva original … donde había beneficios netos del cambio climático asociados con un calentamiento por debajo de unos 2 ºC, en la curva corregida y actualizada (Figura 2), los impactos son siempre negativos, por lo menos en su expectativa.” (16) [Énfasis añadido]
Los duendes, entre otras maldades ya bien documentadas, le hicieron cambiar el signo de los impactos de distintos trabajos de otros equipos de investigación sobre los que se apoyó para llegar a una conclusión que los integrara, junto a los suyos propios. Pero al final resultó que los únicos que decían que los impactos del cambio climático moderado serían positivos eran los suyos.
Por lo demás, también resulta bastante cuántico que, si resulta que el cambio climático es bueno, como dice creer, Tol se dedique a postular un precio para el carbono. Eso sí, el más bajo de todos los estudios considerados al respecto, y de impacto despreciable: menor que la oscilación de los precios de los combustibles fósiles.
Según Wikipedia, los duendes
‘[S]on unas criaturas humanoides pequeñas y populares que viven en la fantasía; se encuentran presentes en el folclore de muchas culturas. La etimología de su nombre proviene de la expresión «duende casa» o «dueño de casa»’. (17)
Los duendes, se afirma, tienen carácter entrometido, y se apoderan de los hogares para encantarlos.
Encantados deben haber estado quienes han promocionado y colocado a Tol en tantas organizaciones a priori creíbles, pues tiene uno de los mejores currículos del universo climático académico, versión economía. Ya queda encantado el mundo entero cuando alguien les dice que resolver el problema climático es cosa de (relativamente) poco dinero, como dice Stern. Pero queda totalmente paralizado si alguien, en principio creíble, les dice, y repite por todos los medios afines, y hasta consigue colarlo en el IPCC que bueno, tranquilos, no pasa nada, o muy poco. Que hasta que no nos acerquemos a +3 ºC de incremento de la temperatura media de la Tierra, el calentamiento, contando costes y beneficios, es bueno para la economía mundial.
Richard Tol es ideal para la tarea. De origen holandés, su aspecto errante tiene toda la pinta de progre universitario, aunque a algunos les sugiere más un aspecto de militante religioso fundamentalista, pulsión íntima que sabemos no descartable en algunos miembros de la negacionía.
¿Cómo llega Tol, académicamente, a estas extrañas conclusiones, que colisionan hasta con el sentido común[4]? Pues con un modelo. Con un modelo integrado económico-climático (Integrated Assessment Model, o IAM). Su nombre es FUND (Climate Framework for Uncertainty, Negotiation, and Distribution).
Para empezar, lo de la incertidumbre (uncertainty) es un decir, porque en la parte climática de su modelo emplea un parámetro de sensibilidad climática fijo, de 2,5 ºC cuando se duplica la concentración de CO2 en la atmósfera[5]. Precisamente el parámetro más importante de la ciencia climática, sometido todavía a incertidumbre, él lo considera fijo. Además, emplea un valor mínimo para la retroalimentación del ciclo del carbono con el sistema climático, a partir de suposiciones previas excesivamente optimistas con respecto al efecto de fertilización del CO2 (18). Por el costado económico le basta con inventarse una fórmula tipo función de coste poco sensible a la temperatura que, además, no tenga en cuenta nuevos fenómenos extremos. Si con todo ello no bastara, empleará una tasa descuento del futuro que él estima en el 5%, y encima elegirá un alcance temporal reducido, antes de que los costes se manifiesten en toda su extensión (19)[6]. De todas estas minucias de detalle no se enteran los interesados ocasionales – que sólo miran los resultados y las credenciales del autor – y muchos otros tampoco. Ni el modelo de William Nordhaus, otro economista amante de elevadas tasas de descuento del futuro – más moderado y gentleman – llega tan lejos.
Hay más FUND. Resulta que, hasta hace pocos meses, el código informático de su modelo estaba mal. Hasta la versión 3.5 había una división por cero (20). Él dijo que esto no tenía importancia, arremetiendo contra quienes se lo han hecho notar (21). Pero el caso es que ha sido puesto como ejemplo típico de error informático por el propio Nordhaus, que respondió a los ataques de Tol con gran elegancia (22,23). Claro que así, a base de tunear ecuaciones al tuntún, hasta yo conseguiría demostrar que los duendes existen realmente. Y, si se fija en la palabra Negotiation, ya se puede usted imaginar con qué fin se ha construido semejante cyborg.
Atacar al consenso
Esta gente sabe bien que la percepción de consenso en la comunidad científica es clave para que sea posible un estado de opinión favorable a tomar medidas de corrección del rumbo climático en curso (24) – aunque algunos consideran este camino muy insuficiente e incluso una distracción (25). Fue el estratega spin doctor Franz Luntz quien en 2002 aconsejó a Bush dejar de hablar de ‘calentamiento global’ y emplear ‘cambio climático’ (cosa que ha triunfado)[7], además de asegurar que:
“Los votantes creen que no hay consenso sobre el calentamiento global en el seno de la comunidad científica. Si el público fuera a creer que las cuestiones científicas están cerradas, su visión acerca del calentamiento global cambiaría en consecuencia. Por tanto, usted tiene que continuar haciendo de la falta de certeza científica el centro del debate, y posponer la intervención de científicos y otros expertos.” (26)
A Tol, económetra, alguien le ha encargado la misión de echar tierra sobre un trabajo de John Cook quien, junto a otros ocho autores académicos, ha cuantificado convincentemente un consenso científico del 97% en relación al origen antropogénico del cambio climático (28), y cuyo trabajo fue considerado el mejor de 2013 (29). Bueno, no sólo eso. También de intentar desacreditar a sus autores. Empleando el inversionismo típico de la negacionía Tol, tras recorrer hasta cinco editoriales científicas que se lo iban sacando de encima (30), consigue increíblemente publicar un paper en Energy Policy[8] donde dice que:
“Análisis bien publicitados pero incorrectos como el de Cook et al solo sirven para polarizar todavía más el debate climático.” (31)
Nótese que para él los polarizadores son los demás. Cuando de hecho quien quiere polarizar políticamente la ciencia, precisamente para provocar un debate inexistente paralizador, es el propio Richard. Está en el libro de estilo del negacionismo, letras de molde.
Los autores del informe original no tardaron ni una semana en responderle. Reafirmaron la validez de su laborioso trabajo (un año, empleando numerosos voluntarios) y encontraron errores en el paper de Tol, algunos de puro concepto. Algunos, digo. ¡Veinticuatro errores! (32)
Probablemente no le sorprenda saber, querido lector, que Richard Tol pertenece al ‘consejo académico’ de la Global Warming Policy Foundation (GWPF). Este think-tank británico, creado ad hoc en 2009 para negar el cambio climático, es madriguera de negacionistas pata negra. Sabemos que muchos de sus miembros son lubricados con grasa de origen pétreo por otras pertenencias estadunidenses, allí donde la transparencia en el origen de la financiación de este tipo de organizaciones es algo mayor, aunque achicándose. Nadie sabe cómo se financia la GWPF ni cuáles son los intereses de sus patronos. Pero ejerce la función de contraparte necesaria para que todos los medios de Rupert Murdoch, que son muchos, y muchos otros en su liberalísimo seguidismo, puedan seguir aparentando controversia.
El hecho de que alguien así haya alcanzado altas responsabilidades en el IPCC, numerito incluido, puede resultarle también sorprendente. No debería. Tranquilo, querido lector. Es, simplemente, cosa de los duendes.
Según Paracelso, escritor del siglo XVI, los duendes:
“[H]abitan mundos propios no muy alejados del nuestro, aunque son invisibles para nosotros porque nuestros sentidos son poco sutiles y poco desarrollados, y por tanto no son aptos para observarlos”.
Por su parte, C. S. Lewis considera que son:
“[E]spíritus que, cuando Lucifer se levantó contra Dios, no se pusieron de parte ni de éste ni de aquél; Dios ha suspendido su sentencia hasta el día del Juicio Final, y mientras tanto circulan por el orbe infranatural.”
Pero menos duendes, Caperucita. Estos espíritus económicos todavía sin juzgar no se quieren enterar de que los límites del planeta hace tiempo que ya han sido superados, y se resisten a incluir esta restricción en sus modelos de crecimiento por temor a no saber qué hacer con el resultado. Esta gente son un sí pero no, una especie de adolescentes perpetuos, ebrios de elixires energéticos, bien fósiles, bien monetarios. Sin que nos demos cuenta, estos duendes han conseguido inculcarnos las reglas del mercado en todas las mentes y hasta en las relaciones personales, generando así estímulos perversos y decidiendo después que así es la naturaleza humana. El hecho de que a muchas personas les resulte más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo podría ser cosa de estos duendes poco observables. Con todas estas limitaciones intelectuales, ellos pretenden ser referentes de todos nosotros. Y mientras tanto tenemos que aguantarles cada día en prensa, radio y TV.
Pero hombre, decir que el cambio climático es bueno, decir eso, no puede ser sólo producto de los duendes. Es más propio de zombis, que igual son más reales y peligrosos (33). Como ha mostrado de forma juguetona Philip Munz, de la Escuela de Matemáticas y Estadística de la Carleton University:
“[U]n brote zombi podría provocar el colapso de la civilización, a no ser que se le haga frente con prontitud. Si bien una cuarentena agresiva podría contener la epidemia, o una cura permita la coexistencia de humanos y zombis, lo más efectivo para contener el crecimiento de los no muertos consiste en combatirles fuertemente y a menudo.” (34)
Y conseguir que el IPCC acabe (falsamente) recogiendo la posibilidad de que el cambio climático sea bueno, cuando precisamente las civilizaciones se han podido desarrollar gracias a la estabilidad climática del Holoceno[9]… eso… eso debería ser delito de lesa humanidad.
Entradas relacionadas
Perfil de los negacionistas del cambio climático (1): Vincent Gray, el carbonero
Perfil de los negacionistas del cambio climático (2): Roy Spencer, el rockero creacionista
Perfil de los negacionistas del cambio climático (3): Henrik Svensmark, el cósmico
Perfil de los negacionistas del cambio climático (4): Christopher Monckton, el narcisista
Ver también:
Richard Lindzen
Xavier Sala-i-Martín
Notas
[1] Weitzman 1998 (1)
[2] Marc D. Davidson 2014 (2)
[3] Dado que la política de comentarios de este blog no admite a los negacionistas (esencialmente para no perder el tiempo), no hay peligro por ese lado
[4] Las civilizaciones han florecido y prosperado en los últimos 10.000 años precisamente gracias a la estabilidad climática de este período, que permitía la predictibilidad de las cosechas y la sedentarización
[5] El IPCC 2007 señalaba +3 ºC como mejor estimación
[6] Lo que hace Tol en realidad es complicar la jugada a sabiendas, introduciendo variables aleatorias en ecuaciones no lineales – que él se inventa. Si sabe usted a qué me refiero, ya se da cuenta de que esto es entrar en terreno pantanoso (y muy incierto).
[7] Recientemente un nuevo estudio de la George Mason University ha demostrado formalmente que ‘calentamiento global’ es más efectivo para conseguir la implicación del público, como ya sabía Lunz (27)
[8] Curiosamente en el artículo la palabra energy no aparece por ninguna parte. Que esta publicación académica haya permitido la publicación de semejante paper da idea de la profundidad de la influencia del negacionismo
[9] Período geológico correspondiente a los últimos 10-12.000 años, de gran estabilidad climática y niveles del mar virtualmente fijos, que permitió la sedentarización y la agricultura, al pasar las cosechas a ser previsibles
He visto a científicos utilizando los métodos burlescos e intimidatorios de Ricardo. Es egocentrismo puro, chulería y mala educación. En el mundo autollamado escéptico, hay muchas personas así.
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Forma parte del juego. Ellos saben que cuanto más bronco es el debate menos se profundiza en las afirmaciones del mismo. Que es de lo que se trata.
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Excelente artículo, me es especialmente útil para mis conversaciones con mis amigos al tener presente los tres tipos de negacionismo, Dios es uno y trino.
Es curiosa la definición de Paracelso de los duendes, dice que son reales pero que no los vemos por que nuestros sentidos son limitados, bueno yo creo afortunadamente en nuestro tiempo tenemos los medios para amplificar los sentidos y si un duende es sinónimo de problemas entonces siempre hemos tenido la capacidad de verlos !!!,
Gracias a la instrumentación consistente en aparatos muy sensibles hace décadas sabemos de la que nos estamos metiendo y ahora, que ya no hace falta esa instrumentación para notar que «un duende gigantesco juega con el clima» me hace sentir cierta repugnación a los políticos, economistas, «científicos» que se hacen de la vista gorda, los criminales en masas del siglo XXI, los criminales de los tiempos de paz.
Y luego no falta el corto de miras que dice que porque llueve más aquí es buenísimo, da tan mal rollo eso, que es como para decirle :
-Mira macho, contigo valgo madres- el demostrado calentamiento global antropogénico no puede ser bueno…bajo ninguna circunstancia.
Saludos.
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He encontrado recientemente este espacio y resulta realmente interesante. El cómo lo he encontrado tristemente tiene que ver con los negacionistas como el «duendes».
En mi ignorancia sobre el tema del Calentamiento Global, pero atizado por mi curiosidad, recalé en un blog «liberal» donde encontré artículos incendiarios en contra del CG. Como en apariencia parecían aportar datos que llamaban por lo menos a la reflexión, me llamó la atención y seguí buscando información. Información que, como era de esperar, refuerza la realidad del CG, y de hecho le da un carácter de crisis necesitada de urgente intervención.
Cometí el error de comentar mis dudas y epifanías (desde la osadía de la ignorancia, soy autodidacta en general, con lo bueno y malo que conlleva) en ese blog, y ser por tanto víctima de las técnicas de arrollamiento de uno de los blogeros, el encargado de soltar sistemáticos ataques negacionistas al CG: Plazaeme.
En un punto determinado busqué información acerca del blogero y el camino acabó aquí, donde se le conoce bien. Fué tan divertido como triste comprobar cómo los puntos descritos en «Por qué no se debe debatir con la negacionía» eran perpretados uno a uno por el arrogante blogero: Flooding, inversionismo, siempre la última palabra… y por supuesto y sobre todo el SCAM.
Lamento que mi ignorancia me llevara a hacerle el juego a alguien que en nigún caso ha buscado discutir sanamente (mi intención primera y veo que cándida) y que cumple perfectamente con el perfil del «duendes» descrito en esta entrada: El amigo Plazaeme insiste vehementemente en que el CG será bueno, sin discusión.
Triste y alucinante la actitud de estos señores, al final me han recordado una novela de Asimov que leí de joven:
«Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano»
Donde se describe cómo la humanidad está dispuesta a arriesgarse a convertir en Supernova al Sol, y por tanto arriesgarse a la destrucción total de la Tierra y la humanidad, por preservar una fuente de energía barata y abundante.
Saludos
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