“Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad.” – Bertold Brecht
Dice Alvin Toffler en su “Tercera ola” que, si no tiene usted una estrategia propia, al final acaba siendo objeto de la estrategia de otro. El corolario es que es preciso tener estrategia aunque la del otro no sea percibida, también en el caso de que ese otro sea invisible e incluso en el caso de que parezca que no existe. Porque existe, es visible si lo busca, tiene estrategia y la tiene pensando en usted. Está en los think-tanks[1] como avanzadilla, y en sus promotores como estrategas de estado mayor.
El pasado día 14 de febrero, alguien del Heartland Institute, uno de los think-tanks más activos en el negacionismo climático, hizo llegar a Peter Gleick, un oceanógrafo columnista a su vez del Huffington Post y de Forbes, unos documentos internos que acabaron en manos de Desmogblog, un web especializado en descubrir la trama del negacionismo organizado. Gleick se hizo pasar por miembro de la junta directiva del instituto, lo que sin duda confundió al receptor (1,2). El entorno mediático de la guerra climática ardió, y todavía quema. A esta filtración se la ha bautizado con el nombre de denialgate.
Pero el Heartland Institute, por mucho que ahora el ruido lo amplifique, no es ni el más grande ni el más importante de los componentes de la maquinaria de negación nicotínica, climática y económica, aunque es singularmente desagradable. Su hedor no se limita a expandirse por el entorno político de Washington o a ensuciar los medios de comunicación. Efluvios escatológicos llegan no sólo a los profesores de educación infantil y de instituto, sino también a legisladores previamente calentados que, en distintos estados de EE.UU., han decidido que a los niños hay que contarles ‘la otra opinión’ acerca del cambio climático. La negación de la ciencia.
Hemos sabido que este think-tank recibe aportaciones significativas, desde su fundación en 1984, de las dos mayores empresas tabaqueras del mundo, Philip Morris y RJR Reynolds. Esta última, a través de sus esfínteres, evacuó, durante más de diez años (1987-1997), una campaña de promoción del tabaquismo dirigida directamente al segmento de mercado más apetitoso: los púberes. Estaba basada en ‘Joe Camel’, un personaje de ficción creado al efecto, aunque sus orígenes se remontan a 1974. Desde luego la campaña tuvo éxito.
Claro que Reynolds negó que la campaña se dirigiera a los niños. Pero quien era, y sigue siendo, el presidente del Heartland Institute, Joseph L. Bast, salió en defensa de su cliente diciendo que alguien parecía haber declarado (indebidamente) la guerra al tabaco y que, de ninguna manera, la campaña iba dirigida al público infantil. “Joe Camel is innocent!”, clamó en uno de sus escritos (3). Pero el académico Journal of the American Medical Association publicó ya en 1991 un estudio según el cual, para los niños de 3 a 6 años, Joe Camel era tan asociado a los cigarrillos como Disney Channel a Mickey Mouse (4).
El episodio ha servido además para que saliera a la luz un documento extremadamente detallado de algunas de las actividades de la maquinaria de negación, muy elaborado a partir de información pública, cuyo autor es el periodista de investigación John Mashey. Por ejemplo, hemos sabido de este correo de Joseph L. Bast a Roy Marden, de Philip Morris, del 27/07/1999:
“Dado que el Heartland hace muchas cosas que aumentan los beneficios de Philip Morris, cosas que no hace ninguna otra organización, espero que usted considere aumentar su contribución a nuestro funcionamiento general para este año a $30,000, y reserve también una vez más una Mesa de Oro por un importe adicional de $5,000.” (5) [énfasis añadido]
El interfecto debió aceptar, pues perteneció al consejo del Heartland Institute por lo menos hasta julio de 2008, según se deduce de los créditos de su publicación Environment & Climate News (6).
En este fango putrefacto se encuentra nuestro Anton Uriarte, uno de los dos referentes del negacionismo español, y que parecía ir por libre. Pero el pobre no aparece más que en la lista de autores. Uriarte es coautor del Nongovernmental Panel on Climate Change (NIPCC) [2], un documento infumable emitido en 2009 para desacreditar el IPCC[3], que toma partes por el todo y las amplifica hasta el absurdo (7). Estaba firmado por la flor y nata de la negacionía internacional, si bien muchos de los autores no tienen nada que ver con la climatología, como suele ocurrir. El título del largo informe era Climate Change Reconsidered[4], y su Summary for Policymakers[5] respondía a Nature, not human activity, rules the climate[6]. Ya saben, la cuestión es no culpar al CO2.
Pero de Uriarte nada de nada. Ni una referencia, ni una sola aportación. Buscas Uriarte con Ctrl+F y sólo sale en el título. Igual era el corrector ortográfico. Bueno no, el corrector de verdad de la versión final era el propio presidente del Heartland Institute, Joseph Bast, del que no se sabe que tenga conocimientos del tema como para estar destinado a dar el último visto bueno. Debió darle el último toque político no gubernamental.
El suceso de la filtración nos ha dado ocasión de enterarnos de que nuestro Uriarte ha trabajado también para el Cato Institute (8), think-tank de mucha más enjundia y mucho más activo que el Heartland Institute en los distintos negacionismos y cuya financiación – sólo la documentada – es de mucha mayor magnitud que la del Heartland. Por cierto que el Cato Institute es la sede negacionista del inefable economista mediático Xavier Sala-i-Martín, tan caro a los medios de comunicación catalanes por su verbo fácilmente seductor, cargado de retórica anti-impuestos redistributivos. Desde sus artículos negacionistas en La Vanguardia a finales de la pasada década, Sala-i-Martín parece dedicado al negacionismo económico de forma exclusiva.
La promoción de la “educación” de los niños en el negacionismo climático por parte del Heartland Institute, que va coronando con éxito en distintos estados USA (9), era conocida desde hace algún tiempo. En 2009 editó The Skeptic’s Handbook, un colosal fraude científico, siempre sobre el clima. Los 150.000 ejemplares que imprimió fueron distribuidos a 850 periodistas, 19.000 ‘líderes y políticos’ y 26.000 escuelas (10). Esta actividad había sido denunciada por la revista Science (11). Por su parte, Nature retrató a Bast como alguien que se declara satisfecho por sus victorias mediáticas y de relaciones públicas, pero frustrado por no estar ganando el debate científico (12).
En todo caso, la asociación del think-tank con la campaña Joe Camel en particular y con la promoción del tabaco en general convierte el episodio en especialmente asqueroso. Estas actividades son un fiel reflejo de la catadura moral de toda esta gente.
La auténtica misión de los think-tanks
En realidad, estos documentos aportan pocas novedades, aunque el impacto financiero que vaya a tener sobre la dinámica del movimiento está por ver. Lo cierto es que cada vez menos empresas quieren destacarse por influir, o estar al lado, del negacionismo climático. Las estrategias de ocultación que durante tanto tiempo han funcionado, que consisten en situarse detrás de tapaderas ‘sin ánimo de lucro’ y con apariencia de sinceros estudiosos, se van agujereando por momentos. Temen que, como en esta ocasión, sus actividades de resistencia salgan de vez en cuando a la luz en salvas mediáticas, progresivas o súbitas, manchando así su reputación. Véase sino cómo han corrido a desmarcarse Microsoft (13) y GlaxoSmithKline (imponente empresa farmacéutica). Hasta los hermanos Koch, logísticos petroleros y financiadores históricos del negacionismo climático con cantidades superiores a la petrolera ExxonMobil (que ya es decir), han indicado en una nota de prensa que sus aportaciones estaban relacionadas con programas de salud y no con el cambio climático (14).
¿Vosotros, salud? ¿De qué? Es como si no les bastara con disimular detrás de un think tank. Deben ir dándose cuenta de que la cosa se está poniendo difícil, y si están ahí dentro tendrán que decirle al presidente, Joseph Bast, que les clasifique bajo una rúbrica de programas tapadera. Lo cierto es que, en su comunicación, Koch no nos han dicho qué salud querían promover con su financiación. Si la suya o la de los demás.
La participación empresarial en estos lugares puede ser meramente ideológica, pero raramente tiene lugar sin retorno en especies, como nos ilustra el ejemplo de Philip Morris. Veamos. Usted es una gran empresa farmacéutica, y los hermanos Koch, y las tabaqueras Philip Morris y Reynolds dicen que se alían con usted en la protección de la salud. Usted por supuesto conoce el activismo nicotínico y climático del Heartland Institute. ¿Encargaría usted a esta gente informes sobre cuestiones médicas, por ejemplo? Usted sabe además que, entretanto, el instituto va desorientando a los niños respecto a un problema que, de mayores, les abrumará de forma insoportable.
Entonces ¿qué demonios hace usted inyectando dinero ahí durante años y años? ¿En defensa de la salud? ¿Es concebible que GlaxoSmithKline, y Pfifer, y PhRMA, y Eli Lilly and Company, y etc., estén ahí para esto?
¡Anda ya!
¿No será más cierto que lo que está usted comprando con sus aportaciones dinerarias no es otra cosa que servicios de reingeniería de información orientados a fines poco confesables?
Y es que estos organismos, de los que los hay a cientos, no son entes de reflexión científica, sino organismos pensados exclusivamente en función de su domino de las relaciones públicas. Los think-tanks no son un lugar para pensar en muchas cosas, sino que su función es pensar cómo decir la misma cosa de muchas maneras distintas, hasta que cuela. Son maestros en el razonamiento inverso, como describió un exdirector del George C. Marshall Institute en el New York Times:
“En la primavera [de 2001] aterricé como director ejecutivo de una organización política en Washington. Me pareció magnífico. Pero tan pronto asumí el cargo aparecieron algunas perversidades. De vez en cuando me obligaban a razonar hacia atrás, desde una conclusión deseada hacia una premisa conveniente.” (15)

La (supuesta) estrategia (PR y GR) del Heartland para orientarnos a todos en el libre mercado. Nota: He encontrado este gráfico en una web colega que asegura haberlo obtenido de un informe de 2010. Pero no puedo garantizar la autenticidad de la procedencia – Pulsar para buena resolución
Para ello, las relaciones públicas son un instrumento imprescindible. En el caso del Heartland, su documento relativo a la política comercial dice:
“El Centro para la Transformación de la Educación del Heartland Institute edita la publicación School Reform News … y lleva a cabo una campaña de PR y GR a gran escala de cara a una reforma escolar ‘transformacional’ … Tenemos previsto buscar agresivamente donantes para las escuelas concertadas.” (16)
Lo de PR viene de Public Relations. Pero ¿qué significa GR? ¡Government Relations! Y es que ellos están muy bien conectados con el poder político. Por ejemplo, para promover networking y levantar dinero para la causa, organizan fiestas comerciales con elected officials[7]:
“Con el Heartland Institute como anfitrión de nuestros donantes … o para políticos electos y otras audiencias a las que el personal de desarrollo del Heartland pueda efectuar presentaciones y contactos con donantes y candidatos.” (17)
No nos engañemos. Las aportaciones de estas empresas, fundaciones e individuos al Heartland Institute son aportaciones a la causa. Financian la maquinaria del movimiento. A qué causa y a qué movimiento ya lo adivina usted, pero ellos lo definen como ‘conservadora y libertaria’. Lo de libertario, en este contexto, significa ultraliberal o, dicho de otro modo, anarcocapitalista. O sea, gobierno mínimo, pocas reglamentaciones. La única función del estado, según esta ideología, ahora triunfante y en expansión, es la seguridad y la protección de los derechos de propiedad. Que ellos ya saben lo que hay que hacer. ¿Le suena, querido lector?
Pocos científicos que lo niegan todo, pero a sueldo de muchos
En los documentos filtrados se ha sabido que hay científicos a sueldo, veteranos negacionistas no sólo de la adicción y el daño que causa el tabaco sino del daño que causan los CFC a la capa de ozono, del daño del amianto y del mercurio en el agua a la salud humana, y de cualquier otra cosa que alguien con dinero suficiente para marketing quiera comercializar y que encuentre dificultades en abrirse paso. Nada nuevo para los lectores de este blog, salvo la curiosidad malsana respecto a los nombres concretos y las cantidades, que llegan a los 11.000 dólares mensuales, procedentes sólo del Heartland. No parece ninguna exageración, aunque ya le gustaría a cualquier científico no privado ganar cada mes esta cantidad.
Pero toda esta gente cobra de multitud de think-tanks y organizaciones similares, de entre los centenares de organismos de este tipo que emplean a estos mismos defraudadores científicos.
Por ejemplo, a Fred Singer, que cobra del Heartland, lo he encontrado en nómina no sólo (también) de su propio chiringuito, el Science and Environmental Policy Project[8]. Consta también en otros organismos dedicados a negar la evidencia climática, entre otros inconvenientes empresariales. Por ejemplo, está en nómina del Cato Institute, del National Center for Policy Analysis[9] y de Frontiers of Freedom[10], del canadiense Natural Resources Stewardship Project[11] y del European Science and Environment Forum [12], este último con sede en Bruselas. También en el francés International Center for a Scientific Ecology[13], desde donde ha organizado conferencias que negaban la toxicidad del amianto, del DDT, de las dioxinas y del tabaco (18). Finalmente, asesora al Washington Institute for Values in Public Policy[14].
Ya lo ve. Todo nombres bonitos, bien pensados para despistar (¿se imagina que su denominación reflejara realmente lo que hacen?) y promotores de valores ‘éticos’ en políticas públicas. Un figura que, inquirido por un asistente a una de sus charlas acerca del denialgate esta misma semana, decía no saber nada. Pero, por una vez, tampoco lo negó (19).
Ellos están en todas las negaciones y, en las que no están todavía, quieren estar. Lo vemos en el documento sobre fuentes de financiación, relativo al fracking hidráulico, proceso de extracción del gas de esquisto que hasta en Francia ha sido prohibido por su impacto ambiental insoportable (20):
“Concertaremos entrevistas con individuos de la comunidad financiera de Chicago (gracias a la ubicación de nuestra nueva oficina), y con empresas con intereses financieros en fractura hidráulica (fracking) … No hemos intentado conseguir fondos con empresas con interés financiero en el fracking. En 2012 intentaremos corregir este descuido y acercarnos a docenas de compañías y asociaciones empresariales que están buscando activamente aliados en esta batalla. El presupuesto para este proyecto consiste casi exclusivamente en actividades que ya realizamos de investigación, PR y GR.” (21)
Perfil de los financiadores del Heartland Institute
Se ha sabido que el blog negacionista de referencia en inglés, el del meteorólogo Anthony Watts, tenía destinados cerca de 100.000 dólares para pasar unos números a gráficos, y que había cobrado con anterioridad, lo que tampoco debería sorprender a nadie salvo por el hecho de conocer ahora uno de los orígenes de su financiación.
El documento general de estrategia comercial (fundraising), para mi el más representativo del conjunto, nos muestra las filias, fobias y posibles presas futuras para la causa. Ahí se hacen públicos los nombres de todos los patrocinadores del chiringuito. Bueno, todos no. Hay un tal ‘anonymous donor’[15] que hasta hace poco suponía el 50% del presupuesto, pero que ahora parece aportar solo el 20%.
El examen detenido de todos los organismos y personas que financian al Heartland Institute es muy interesante. Además de los mencionados, encontramos empresas del petróleo (Koch, Marathon Petroleum Company), carbón (Murray Energy Corporation) y gas natural (David R. Albin), y multitud de empresas de telecomunicaciones. Destaca la presencia a título personal de Randy Randol, el que fuera senior environmental lobbyist de ExxonMobil y fundador del Global Climate Science Team[16] en los años 90 (22). También hay empresas de salud y aseguradoras, que ejercen de contrapeso (PR y GR) a la política de sanidad gratuita de Obama, otro de los frentes del Heartland. Naturalmente no podían faltar agencias de relaciones públicas, en número de cuatro (Dezenhall Resources, Ltd., Larch Communications, LLC, DCI Group y Responsible Industry for a Sound Environment), y medios de comunicación (Time Warner). Los medios de Murdoch no aparecen aquí, pero el magnate australiano se sienta en un consejo de administración hermano, más poderoso: el del Cato Institute.
Por su parte, es curiosa la presencia de H. Leighton Steward, un antiguo ejecutivo de Enron y director honorario del American Petroleum Institute, que es portavoz de un grupo denominado Plants Need CO2[17] que tengo clasificado como astroturf[18]. Para ellos, la Tierra necesita más CO2, no menos (23). Esta organización se dedica a la formación, mientras que un grupo hermano, CO2 Is Green[19], tiene como objetivo la acción política (24).
Completan el panorama fundaciones filantrópicas bien conocidas del negacionismo climático, como la Lynde & Harry Bradley Foundation y la Castle Rock Foundation. También está la John William Pope Foundation (un subproducto de la John Locke Foundation) y la Gleason Family Foundation, dedicada esta última a molestar a los medios de comunicación que no apoyan lo bastante la reforma educativa que busca privatizar todas las escuelas (25), e impartir en ellas adoctrinamiento, tanto climático como económico y social.
Todo ello colma buena parte de nuestra curiosidad acerca de los detalles de salón, y ofrece pruebas concretas acerca de los mecanismos del negacionismo. Pero no aporta nada especialmente nuevo pues, aun cuando las conexiones directas sean difíciles de establecer documentalmente para los no iniciados, las indirectas están claras desde hace tiempo.
Un momento. ¿He dicho adoctrinamiento? ¿Estaré exagerando? Veamos otras actividades del Heartland Institute en el terreno escolar.
Los niños ya eran la obsesión del fundador del instituto, David H. Padden, fallecido el año pasado, según nos informa su documento comercial:
“De entre las distintas audiencias a las que él creía que los ultraliberales deberían llegar, la gente joven – estudiantes, en particular – se encontraban muy arriba en la lista de Dave.” (26)
Los niños no son sólo objeto de inducción a hábitos insalubres o de parálisis en la acción climática. Los niños son el objetivo principal del instituto en otro punto aparentemente menos dañino:
“Y entre las formas de llegar a la gente joven, la conversación personal – en encuentros reducidos, empleando el método socrático, o en sus relaciones con los mentores – era una de sus preferidas … Durante 30 años, en cada curso Dave promovía 12 discusiones socráticas con miembros senior de Heartland, conocidos o miembros de la junta directiva, en la mesa de su propio despacho. Las lecturas eran de Bastiat, Mises, Hayek, Friedman, etc., tal vez tomadas de El Lector Libertario de David Boaz, o de la lista de lecturas de la Cato University, o de lecciones que Dave había ayudado a preparar para un seminario ‘Liberty Fund’ que Heartland organizó hace unos 20 años. Las últimas sesiones podían estar más orientadas hacia cuestiones políticas y basadas en el Patriot’s Toolbox[20] de Heartland.” (26)
El antecedente Lisenko y el soviet supremo ultraliberal
Trofim Lysenko (1898 – 1976) fue un biólogo ruso que trabajó para Stalin. Despreciaba las leyes de Mendel, el maltusianismo y la ciencia occidental, que calificaba de ‘burguesa’. Las conclusiones de los informes que realizaba daban a suponer la posibilidad de una productividad agrícola muy elevada.
Lysenko era perfecto para la propaganda soviética, y fue promovido a las mayores alturas del régimen. Se trataba de demostrar que la ‘ciencia comunista’ era superior a la occidental, debido precisamente al modelo social en que se apoyaba. Pero la ciencia no funciona con propaganda, ni depende del modelo social. Sin duda, muchos de sus camaradas creían firmemente en sus trabajos. Sin embargo, el experimento no funcionó. Sus trabajos eran falsos.
En nuestros tiempos, cualquiera que profundice mínimamente en el negacionismo climático observará por lo menos uno de dos elementos comunes a los portadores de ‘su’ ciencia. Una es la ideología fervientemente neoliberal, versión extrema. La otra es el fundamentalismo cristiano. Ambas son religiones que, como algunos califican también al comunismo, están basadas en conclusiones previas bien sea en la fe en Dios, en el mercado, o en la búsqueda del hombre nuevo a cualquier precio.
Nos hemos encontrado aquí de bruces con la maquinaria propagandística del movimiento ultraliberal elitista. Bastiat, Mises, Hayek, Friedman y el método socrático (que se tiene por objetivo pero cuyos resultados dependen del temperamento del profesor (27)) cumplen el mismo papel que las obras de Marx, Engels y Lenin, pongamos por caso, interpretadas en base al materialismo dialéctico. Desde luego no debe faltar el elemento nacionalista-patriótico, en forma aquí de Patriot’s Toolbox (caja de herramientas). Todo esto lo están llevando, y lo quieren expandir, por escuelas y universidades.
¿No es esto adoctrinamiento?
En esta situación ¿cuál es el equivalente del Soviet Supremo? Yo tengo dos candidatos, que sin duda operan coordinadamente. La Business Roundtable[21] y la Philanthropy Roundtable[22]. Se trata de dos asociaciones donde se concentran los donantes principales a todos estos organismos y se decide la estrategia general de lavaje y acondicionamiento de la percepción de la realidad que todos nosotros deberíamos tener. El negacionismo climático es uno de sus frentes principales, pues cualquier política mínimamente seria de abordaje del problema supone un peligro real para la indefinida acumulación de riqueza de sus asociados.
Las inmensas cantidades de dinero de las grandes empresas que constituyen la Business Roundtable, y de las mayores fortunas privadas de la Philanthropy Roundtable (en forma de charitable foundations[23], libres de impuestos), superan con mucho el PIB de muchos países industrializados. Estas cantidades no sólo mueven montañas, sino algo mucho más profundo, pero menos inerte: nuestros espíritus, y nuestra percepción del mundo.
Más allá de las motivaciones basadas en la fe, un argumento recurrente de toda esta gente viene a decir lo siguiente. Puesto que soy científico, aplico el método científico. Dado que el método científico es extremadamente objetivo, mis resultados serán los mismos independientemente de quien me pague para llegar a ellos. Luego yo ejerceré de científico tanto si me pagan mucho como si me pagan poco, tanto si me paga la Universidad, es la sociedad la que me paga (el estado), como si me paga el sucio petróleo. Porque la ciencia es ciencia, dígala Agamenón o su porquero.
Repiten machaconamente este argumento siempre que tienen ocasión. Hacen bien, pues es uno de sus elementos retóricos más potentes, y van bien asesorados por sus agencias PR, multinacionales del engaño. Esto llega a colar en los medios de comunicación que, presionados por la cuenta de resultados (costado publicitario), se sienten obligados a ofrecer “las dos caras” de la cuestión (28). Trataremos este asunto de la ‘investigación pagada’ en una próxima entrada.
Veamos ahora, para terminar, cuáles han sido las reacciones del Heartland Institute al incidente, y de los medios españoles.
La reacción del Heartland Insitute
El Heartland Institute ha venteado a bombo y platillo que uno de los nueve documentos filtrados es falso. Cierto o no, su contenido no aporta nada nuevo. Es un resumen de los demás documentos, y no hay nada inconsistente con los que si han reconocido, siquiera implícitamente, como propios y verdaderos. Como fuere, desde el punto de vista PR les ha venido de perlas, pues ahora pueden generar confusión, que es lo suyo, respecto al contenido los demás documentos.
Su respuesta ha consistido en las siguientes acciones:
- Disculparse frente a los patrocinadores
- Declarar falso uno de los documentos
- Amenazar con procedimientos legales a periódicos y blogs que han hablado del asunto, tengan o no enlaces a la documentación. Este correo, que enviaron a multitud de medios y colgaron en su web, ha desaparecido ahora de la misma (29), aunque puede leerse en algunos de los blogs que lo recibieron (30). Se trata de la táctica conocida como SLAPPS (Strategic Lawsuit Against Public Participation)[24]
- Aprovechar para pedir dinero. En efecto, Bast emitió poco después un mail a sus prospects, diciendo que ese era el mejor momento de contribuir con el fin de poder enfrentarse con eficacia a las malas artes de estos ecologistas izquierdosos
Yo creo que el Heartland Institute está herido de muerte, aunque tardará todavía en pasar a segundo plano tras una previsible primera reacción de solidaridad por parte de los aliados. La suciedad de la asociación del negacionismo climático con el ataque a la salud infantil no va a poder superarse ni con la dimisión profiláctica del presidente. Pero la maquinaria de negación va a seguir intacta, pues es una hidra con muchos tentáculos y capacidad de auto-reproducción.
Las reacciones mediáticas en España
De momento siguen teniéndolo todo bastante bien controlado. Salvo por la crónica de Pedro Cáceres en El Mundo, en España esto parece no haber ocurrido nunca a pesar de haber sido noticia en todo el orbe y haber ardido en Internet. No obstante, hasta donde he podido ver, en los medios convencionales internacionales el eco ha sido también limitado. Notas en el New York Times, Washington Post, Los Angeles Times y, ahí si, un seguimiento exhaustivo del asunto por parte del británico The Guardian. Y es que hay muchos anunciantes, financiadores o simpatizantes a su vez del instituto, que podrían ofenderse.
Por su parte, el soldado más prominente del negacionismo celtibérico, Lois Careaga, editor del web Plaza Moyua, fue el primero en responder raudo a la solicitud de auxilio emitida por los jefes. Su claca intentó desviar la atención hacia mí en los comentarios, empleando el imprescindible ad hominem, pero los demás no le siguieron demasiado en esta ocasión. Se centraron más en su voluntad de contribuir económicamente a la causa (31), sin que nadie se lo pidiera. ¿O si?
Porque salir, al día siguiente, defendiendo que una cosa es el dinero y la otra las ideas, a la vista de tamaña porquería en tan poco espacio, revela la precipitación y el nerviosismo que atacó súbitamente al movimiento cuando los papeles salieron a la luz. Para contrarrestar, y sin venir a cuento, Careaga incluyó un espantoso vídeo realizado en su momento por una organización ecologista (y que comentamos aquí). Este documento audiovisual, que quería ser simpático, no tenía ninguna gracia y sí muy mal gusto. Nunca debió haberse emitido, y fue inmediatamente retirado excusas mediante. Nadie está libre de errores y excesos.
La falta de finezza propia de la celtiberia negacionista se manifestó así en toda su grandeza imperial. No ha sido la única reacción porque hoy, al conocerse quién fue el personaje que consiguió los documentos, y bajo el título Científico ecologista confiesa su engaño, arremete contra El Mundo como si esta revelación desautorizara el contenido de los mismos, que califica de falsificados (30). Son los alardes de lógica a que nos tiene acostumbrados el personaje.
Para terminar, le sugiero que acuda a este enlace para darse cuenta de la inmensa cantidad de organismos similares al Heartland Institute que la maquinaria ha promovido, y que comparten el mismo objetivo. También en este otro he recopilado los front groups, organismos de astroturfing[25] a menudo constituidos con la ayuda de los think tanks. No están todos los que son, pero si son todos los que están. Casi todos ellos han ejercido actividades de negacionismo climático que yo le puedo documentar.
Su solo examen le permitirá adivinar las inmensas cantidades de dinero que se destinan cada año a negar la evidencia científica. Probablemente deducirá que lo del Heartland Institute, si no fuera por sus contactos, es un juego de niños.
¿Verdad que parece increíble?
Pero por si le queda alguna duda de los organismos científicos que aceptan la ciencia del cambio climático, ahí tiene una lista.
Examinar referencias
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Tipología del negacionismo: los climatólogos negacionistas no sólo son el 3%: son también los más malos
Ficha del Heartland Institute en UnslC
Notas
[1] Difícil traducción: Centros de estudios; Institutos de opinión… pero ninguna refleja el carácter agresivo de sus actividades como la denominación inglesa
[2] Non-Intergovernmental Panel on Climate Change (Panel No-Intergubernamental del Cambio Climático)
[3] Intergovernmental Panel on Climate Change (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), organismo de la ONU y la Organización Meteorológica Mundial
[4] El cambio climático, reconsiderado
[5] Resumen para responsables políticos, o legisladores
[6] La naturaleza, y no la actividad humana, gobierna el clima
[7] Políticos electos
[8] Proyecto político de ciencia y medio ambiente
[9] Centro nacional de análisis político
[10] Fronteras de la libertad
[11] Proyecto de protección de los recursos naturales
[12] Foro europeo de ciencia y medio ambiente
[13] Centro para la ecología científica
[14] Instituto para los valores en políticas públicas de Washington
[15] Donante anónimo
[16] Equipo científico del clima global
[17] Las plantes necesitan CO2
[18] Organización con marca falsa, con apariencia de espontaneidad pero obediente de intereses espurios
[19] El CO2 es verde
[20] La “caja de herramientas” patriótica
[21] Mesa redonda empresarial
[22] Mesa redonda filantrópica
[23] Fundaciones benévolas, o caritativas
[24] Denuncia estratégica ante los tribunales por participación pública. Da lo mismo que acaben perdiendo el procedimiento: se trata de molestar a cualquier osado que haga, por ejemplo, como yo
[25] Marcas artificiales; organismos que parecen espontáneos pero responden a motivaciones espúreas.
Acceso a los documentos en el web de Desmogblog aquí.
Freud sentó las bases y el resto ha hecho muy bien los deberes en el laboratorio. Muy explícitas y claras las metas de todos estos grupos de influencia. Mi duda es si contra esto se puede luchar, la diana está puesta en nuestra fisiología de la cual dificilmente podemos luchar sin crear graves disonancias cognitivas. Por otra parte el adoctrinamiento infantil es el ejército del mañana.
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El ejército ya está aquí, pues la estrategia tiene también su componente a largo plazo. Observa que empezó después de la segunda guerra mundial, pero el espaldarazo definitivo tuvo lugar en los años 70.
Un saludo Fernando.
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Bueno también hay algunas doctrinas alternativas a Freud que valdría la apena revisar, lo siento muchísimo pero no tengo a la mano muchos autores, te puedo recomendar de momento Viktor Frankl y su existencialismo.
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Enhorabuena por tus post Ferrán. Tus post son geniales y clarificadores.
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Gracias Crisis (los tuyos también)
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Enhorabuena, Ferrán. A ver si vamos conociendo el entramado social del poder que tan sumisamente obedecemos.
Un saludo.
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Gracias Eneko, iremos destapándolo.
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Ferrán. No parece que te caigo muy bien. Pero por alusiones, te escribo. En el informe del NIPCC, Climate Change Reconsidered, aparezco en la lista de Contributors and Reviewers. Fred Singer me envió el texto antes de su publicación para que lo revisara e hice unas correcciones no ortográficas, sino numéricas. Poca cosa, en eso tienes razón. Por eso Fred Singer me incluyó en la lista. Ah, y cobré 0 dólar, si es eso lo que te interesa. Desde «el fango putrefacto» un saludo. Antón Uriarte.
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Que va, Antón. Lo de las alusiones aquí no suele funcionar. En tu caso la ha dejado porque le das prestigio al sitio.
Protesta mucho por los «ad-hominems», pero mira: Antón Uriarte, que ha trabajado para un sitio horrible donde también un inefable economista mediático, caro a los medios de comunicación catalanes por su verbo fácilmente seductor, cargado de retórica anti-impuestos redistributivos. ¿En conclusión? ¡Eres fango putrefacto! Obviamente jamás hay que escuchar un argumento tuyo.
¡Qué ciencia tan fácil!
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Ha pasado en función de su derecho de réplica puntualizando una afirmación mía que le concierne y no ha aprovechado para hacer propaganda como tu haces tergiversando mi texto.
Por otra parte si sus argumentos fueran correctos se expresarían a través de los canales propios de la ciencia y no en lodazales como el Heartland y aliados.
Quien quiera ver argumentos científicos falaces e incorrectos, y afirmaciones y gráficos falsos, ya sabe adonde acudir. Desgraciadamente.
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«Por otra parte si sus argumentos fueran correctos se expresarían a través de los canales propios de la ciencia y no en lodazales»
En sentido estricto acaba de escribir aquí… luego este blog es un «lodazal infecto» ¿no?
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:o
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No entiendo a qué viene tanta discusión por un individuo (Uriarte) de nulo peso científico. El que quiera conocer su currículum de investigador no tiene más que echarle un vistazo a Google académico. Se confirma que los más activos del negacionismo son científicos que no llegan ni a mediocres.
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Ferran, te recomiendo que artículos tan extensos como éste, los dividas en varias entregas. Sería una manera de contrarrestar el bombardeo constante y diario de los negacionistas.
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Tienes razón, me extiendo demasiado.
Gracies por tu consejo Confusio.
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Tremendo, Ferran! ;)
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Gràcies Toni.
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El objetivo que subyace al negacionismo no es el contraste de hipótesis científicas, para eso existen los canales adecuados como dice Ferran, es el mantenimiento del BAU ( business as usual), el CCA toca el nervio central del capitalismo y como todo organismo vivo se revela ante cualquier amenaza. El problema es que Gaia también es un organismo vivo.
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No he profundizado en el tema Gaia, pero este enlace reciente me pareció interesante.
Gracias por participar Fernando.
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Como sea cierto lo de Gaia lo tenemos muy claro. Extinción o cuasi-extinción. Saludos
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Un saludo Juan, gracias por participar
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Gracias por tu artículo y paciencia para denunciar a esta panda de villanos (mediocres pero villanos…..).
Salut
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