El torneo climático cuyos episodios se celebran una vez al año en distintas ciudades emblemáticas del mundo ha llegado a la ronda 17, y la partida se encuentra ya en el medio juego. Todo parece respetar el equilibrio inicial necesario, pero existe una curiosa contradicción de fondo. Ocurre que las piezas blancas son de caoba, y las negras de marfil. Esta contradicción dio lugar a incidentes diplomáticos previos como resultado de lecturas contradictorias del reglamento pues los developing, que juegan medio en casa, habían solicitado las blancas a pesar de que no les correspondía por turno. El incidente fue finalmente resuelto con una decisión salomónica de la presidencia mediante el recurso al colorante artificial en superficie.
El público se encuentra dividido respecto a la influencia que esta situación pueda tener en el resultado final, pero todo el mundo comparte un leve halo de contradicción incómoda al respecto.
Durante esta primera semana de negociaciones en Durban, las posiciones respectivas difieren todavía poco de las iniciales, aunque se han producido algunos movimientos y se ha superado la fase de apertura. Europa, EE.UU y otros developed cuentan con la ventaja inicial que confiere jugar con las piezas blancas. Los países developing, que en rondas anteriores habían rechazado el gambito, han aceptado ahora el protocolo de Kioto como la mejor opción de las posibles, se han enrocado en él y se disponen a defender el peón de ventaja con ahínco, contando con que serán capaces de mejorar su juego en partidas sucesivas. Reclaman a los alfiles y caballos blancos algo tan elemental como el respeto a la legalidad estableciendo nuevos compromisos para la segunda fase, regla de juego que en su momento aceptaron y que es preceptiva. Sin embargo, ha habido piezas menores, como Japón y Canadá, que han intentado movimientos ilegales, oportunamente señalados por las negras, sin que, por ahora, haya intervenido árbitro alguno.
La apertura inglesa había dado lugar a una excursión inicial de la reina blanca que, por su apresuramiento, no alcanzó sus objetivos amenazadores y, al ser oportunamente atacada por los peones y piezas menores del adversario, pronto se vio obligada a situarse de nuevo a resguardo, sólo un escaque contiguo a su posición inicial. Las blancas se han enrocado muy pronto en los +2 ºC, protegiendo su rey con un fianchetto. Alfil y caballo dama, protagonistas de los comportamientos tramposos, siguen en sus casillas de origen, pero mantienen la intención de intentarlo de nuevo. Entretanto, sus homólogos europeos en el flanco de rey se han convertido en piezas activas.
Las negras han aceptado el gambito a las primeras jugadas y, debido a las incisiones sobre la pieza mayor enemiga, han completado ya su desarrollo. Sin embargo, sus piezas no han quedado bien coordinadas y alguna ha quedado atascada. El peón de ventaja comunicativa, sólo local, va a tener que ser devuelto en breve.
Entretanto, las blancas dominan el centro del tablero. Las piezas menores de su flanco de rey se encuentran estables tras su primer movimiento. Insisten en que ellos ya han cumplido con su parte y que, si otras piezas desean su participación en la continuación del juego, deben implicarse todas y cada una y definir unos objetivos nuevos y más ambiciosos, sugiriendo que sólo de esta forma sería posible terminar en tablas. Así, Europa no había variado su posición de partida salvo una aparente menor insistencia en la necesidad de que todos los compromisos sean vinculantes ahora, debido probablemente a la envidia que les ha producido ver a la dama americana pasearse tan ricamente por el tablero para haber vuelto después casi a la posición inicial sin haber sufrido daño alguno. La dama, en su periplo, ha podido contemplar el tablero entero y ha pasado de rechazar tajantemente unas reglas vinculantes para el resto del torneo a exigir que, de acordarse, valgan para todo el mundo por igual, lo que ha entorpecido las piezas de su flanco, que plantean la necesidad no ya de una partida nueva, sino de volver a comenzar el torneo. Por su parte, las torres chinas, equívocamente presentes en ambos bandos, muestran una actitud algo enigmática y poco visible. Pero han efectuado un leve movimiento y evitan ahora negarse de forma explícita a una eventual vinculación jurídica.
Las piezas más activas en lo que llevamos de partida han sido los peones y las piezas menores de las negras atacando la dama contraria, no sin advertir repetidamente que juegan con negras por decisión de las blancas e incluso que les han obligado a jugar cuando de hecho no lo deseaban, pues no sólo no han participado en los preparativos del torneo sino que tampoco están preparados para enfrentarse a las sofisticadas tácticas del adversario. Hablan por fin de responsabilidad histórica, y piden piezas de ventaja que nadie les concede salvo un todavía inconcreto fondo de compensación. Lo estiman claramente insuficiente, pero todos dicen querer ponerlo en marcha mientras el flanco de dama blanco en peso manifiesta con la boca pequeña querer aprovecharlo para la obtención de provecho privado.
Las negras temen convertirse en el patio trasero de las emisiones de las blancas. Van dejando mensajes testimoniales de la grave afectación tanto de las inclemencias climáticas como de los megaproyectos a las poblaciones locales, y se quejan amargamente de la normativa arbitral dominante. Parecen conocer bien al adversario, pero hay aspectos, decisivos en estas lides, que escapan a su sensibilidad. Hasta hoy se han visto obligados a aceptar la mercantilización de los bosques y de la selva en el mecanismo denominado REDD. En esta partida se juegan la integración de la agricultura y de los suelos, que podría ser incluida en los mecanismos de mercado existentes, o en otros nuevos. Han calculado que eso supondría no más de 5 $/año adicionales por agricultor, y denuncian que el inspector internacional, que aparece con la etiqueta de consultor privado, viene ya facturando minutas de millones de dólares.
A pesar de jugar cerca de casa, no parecen disponer de alternativa clara para el caso de que las blancas no respeten el reglamento, les sometan a presión final insoportable o, incluso, que abandonen la partida para jugar entre ellas una ronda final, salvo una leve advertencia acerca de la posibilidad de detener el reloj que no preocupa por el momento a las blancas.
Un temor latente de las negras es que, como ha ocurrido en alguna ocasión, un peón blanco consiga coronar pocos segundos antes de caer la bandera, y dos damas sitúen en amenaza inmediata de mate al rey negro. En ese justo momento, en un acto de magnanimidad, las blancas ofrecerían tablas que, de no ser aceptadas, supondrían la ruptura del tablero de mármol, cuya metralla golpearía al jugador negro durante años.
A las puertas del estadio se han producido manifestaciones de civiles preocupados por el desarrollo del torneo, conscientes de la tremenda inferioridad de condiciones objetivas en que se encuentran las negras, a quienes ofrecen su apoyo espiritual. Paralelamente, clérigos y profanos han emitido poderosas recomendaciones éticas con el objetivo de ablandar a las almas recalcitrantes.
Se dibuja así un terreno común estrecho, pero real. En la posición actual hay una línea muy fina que puede adquirir la forma de ‘vinculación a plazos’ o ‘condicional’, el reforzamiento del protocolo de Kioto en sus mecanismos CDM y la exigencia de reducciones de emisiones de forma relativamente proporcional a la responsabilidad. Lo del dinero, como es para 2020, podría esperar. En definitiva, sería posible un acuerdo que deje virtualmente solos a los EE.UU, Japón y Canadá, de forma que no puedan negarse a hacer concesiones sin quedar en excesivo fuera de juego.
Atribuir probabilidad a este resultado es aventurado, pero es más seguro que no se produzca. Sin embargo, esta verosimilitud de terreno común valida la necesidad de estas cumbres político-climáticas, contrariamente a la opinión que se intenta imponer ahora. Esto es así porque este tipo de convenciones son la mejor forma de visualizar urbi et orbe la existencia de un acuerdo posible y después perfectible. Si además se organiza un foro paralelo como pretende la industria energética ello no sería la peor de las noticias, siempre que todo lo anterior hubiera sido bien operacionalizado.
El aplazamiento de la partida tras el primer control de tiempo ha permitido la intensa intervención de los analistas. Los que se muestran cara al público en columnas de opinión manifiestan escepticismo, augurando un nuevo aplazamiento o bien una derrota de las negras sin paliativos. A su vez, los consultores privados de ambos bandos elaboran nuevas tácticas a la vista de la posición del tablero. En el caso de las blancas, para cada uno de los movimientos tienen ya asociada una estrategia de comunicación ganadora, cualquiera que sea el resultado final. Las negras también, a pesar de ser conscientes de que, en este terreno, toda batalla está perdida de antemano. Así ha sido siempre, y así será esta vez.
(Fuente: Webcasts)
Lo único que podría salvar la partida es que las blancas comprendan que ganar significará según las reglas tradicionales, el final del juego.
El tablero está vivo pero la gangrena empieza a insinuarse.
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Simplemente genial narrativa. Lástima que las blancas sean tan necias de no entender que lo que está en juego sea el tablero de juego…
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Lo siento. El senado brasileño acaba de hacer una reforma a la ley de suelos que va a incidir profundamente, según parece, en la desforestación de la selva amazónica, uno de nuestros grandes sumideros de carbono, aparte de joya del tesoro. En fin!
Saludos
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