Hace pocos días me escribió un lector sugiriéndome que dedicara una entrada a rebatir los argumentos negacionistas de Bjørn Lomborg, cosa que le acepté comprometiéndome a hacerlo durante el mes de septiembre. Tendré que renegociar con él este pacto pues, súbitamente, nos enteramos de que Lomborg, el danés guaperas, ha cambiado de posición. Bueno, el dice que no, que, como economista, creía que era mejor dedicar el dinero a adaptación que a mitigación (nada decía de otros usos alternativos del dinero mucho más opinables), y que ahora, tras una encuesta de su instituto en el marco del proyecto empresarial Copenhaguen Consensus (no confundir con la Conferencia política), unos señores muy inteligentes han situado la preocupación por el cambio climático a un nivel mucho mayor que hace seis años.
De modo que ahora dice que si, que hay que tasar el carbono, desde luego en un mercado de carbono (él es un neoliberal, y aceptar lo del impuesto le habrá costado, aunque sea indirecto), y con estos ingresos recaudar fondos para dedicar centenares de miles de millones de euros anuales a tecnologías energéticas alternativas. Dice el economista (que no es físico, y se le nota) que de esta forma podremos andar seguros.
Lo primero que sorprende es que este hombre, en lugar de mirar la física y la termodinámica, mire las encuestas para ver si el sistema climático está perdiendo estabilidad. Vaya con el autor de ‘El ecologista escéptico’, uno de los libros que más daño habrá hecho a la causa de la conservación del planeta. Me hizo mucha gracia verle nombrado en algún sitio como el ‘ecologista séptico’.
Desde el punto de vista de su confianza en la ciencia climática este hombre es el rey del cherry-picking, que es aquello que he oído decir a Jiménez Losantos algunas mañanas: «¡Qué frío! ¡Y luego dicen que hay calentamiento global!» O sea, tomar la parte por el todo. Desde el punto de vista económico (¿por qué será que hay tantos escépticos que son economistas?) debe ser un incompetente, aunque sólo sea por ser neoliberal.
Lo suyo es el análisis coste-beneficio y la tasa de descuento. O sea, el universo medido no sé si en dólares o en coronas danesas. Ya sabe, hay que poderle precio a todo (y privatizarlo todo). Tanto a los elefantes de la India como a los paisajes de Iguazú. Tanto al amor a Conxa como al de mi hija. No sólo el precio de hoy, sino el de dentro de 10, o 100 años. Unos cuantos cálculos y… ¡zas! Me puedo cargar ahora los elefantes pero Iguazú más adelante, y la novia se me puede cargar a mi e irse con otro de más valor y menos precio sin haber pagado el precio de avisarme de mi devaluación mientras está conmigo, pero en cambio bla, bla, bla. Así esta gente ha embrutecido las mentes occidentales a lo largo de los ultimos 30 años, y así nos va, de infelices acumulativos. Son los efectos colaterales del sistema mediático-industrial en el que nos han metido, sin informarnos previamente de sus implicaciones.
Pero la realidad acabará imponiéndose sobre estos fundamentalistas. Cada día habrá más convencidos de que la religión económica neoliberal no puede confiar en que su Dios, el mercado, sea infinitamente bueno, y acabará por descubrirse que, en realidad, es un ángel caído. En todo caso, los economistas gozan de muy alto predicamento entre los círculos del poder, por lo que yo tenía a este Lomborg como el más peligroso de todos los negacionistas: por economista neoliberal, por escandinavo y por guaperas. Es al que menos se le nota que es negacionista profesional, y el que habla el lenguaje más cercano al del poder real.
Lomborg ahora dice que hay que pasarse a energías renovables. Como dice que esto es la solución, no creo que haya hecho bien los números relacionados con el rendimiento energético neto de estos generadores alternativos de energía, ni calculado cuánta energía se necesita para fabricar la imponente cantidad de equipos generadores de energía alternativa que permitan producir la misma cantidad de energía que hoy obtenemos mediante combustibles fósiles.
Pero esta es otra cuestión, más mía, que trataré en otra ocasión.
Fuente: Bjørn Lomborg: $100bn a year needed to fight climate change – The Guardian, 30/08/2010
Gracias por el post ;-)
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No se si lo he entendido bien del todo, lo que he captado es que los economistas en su mayoria, niegan el cambio.
Pero realmente, desde su prisma, es algo aprovechable pues pueden ganar dinero a base de publicidad e items pseudoecologistas de toda clase hay en todas partes ademas de que la burbuja en empresas de energias renovables solo hace que crecer. Por lo tanto no acabo de entender porque se empecinan en negarlo…
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