Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar. Al torpe hace discreto, hombre de respetar; hace correr al cojo, al mudo le hace hablar; el que no tiene manos bien lo quiere tomar … Él crea los priores, los obispos, los abades, arzobispos, doctores, patriarcas, potestades; a los clérigos necios da muchas dignidades, de verdad hace mentiras; de mentiras hace verdades. – Arcipreste de Hita, Libro del Buen Amor, 1330-1343.
El movimiento negacionista en cambio climático: 1. Tabaco y clima, destrucción masiva

Agnotología: el estudio de la ignorancia o la duda culturalmente inducida mediante la publicación de datos erróneos o engañosos
Las tres revistas de mayor impacto académico del mundo, es decir, aquellas en las que conseguir publicar otorga el máximo de puntos a los autores (puntos en sentido literal, si, pues acumulados tienen reflejo no sólo en el escalafón y el prestigio, sino también en la remuneración) son la británica Nature, en primer lugar, y las estadounidenses Science y Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) (38).
Tal vez sea por mi propia biografía que considere el caso de la ‘petition project’, de la mano de Frederick Seitz, la más abyecta de todas las actividades negacionistas hasta ahora examinadas (a la vez que ha sido el de mayor éxito propagandístico). Este hombre fue un pionero de la física de estado sólido (mecánica cuántica) y publicó en 1940 la obra The Modern Theory of Solids. Cuando sus credenciales y su edad le llamaron para más altos designios fue presidente del American Institute of Physics, de la American Physics Society, nada menos que de la Nacional Academy of Sciences (algo así como el tribunal supremo de la ciencia mundial), rigió la Rockefeller University hasta 1978 y siguió como presidente honorario hasta su muerte en 2008 (39).
Seitz fue fundador y primer presidente del George C. Marshall Institute[1], think tank[2] creado en la época de Ronald Reagan y cuyo objetivo primero fue hacer creer a la población estadounidense en general, y a los dirigentes soviéticos en especial, de la viabilidad de la ‘guerra de las galaxias’ (40, 41), si bien es mejor conocido por formar parte principal del contramovimiento antiecologista que las élites iniciaron en los años 1970 (42). Los científicos del momento ya dijeron que eso no era otra cosa que una invención propagandística pues, técnicamente, es (y sigue siendo) imposible. De hecho, ni la tecnología de hoy en día está lo bastante evolucionada como para poder interceptar un mísil con suficiente grado de certidumbre (aunque de vez en cuando puede acertar) ni parece previsible que lo esté en un futuro próximo (43). Pero podemos comprender esta dedicación si recordamos que, por entonces, los Estados Unidos se encontraban en guerra. Entonces era fría.
Cuando Frederick Seitz aceptó, en 1979, el cargo de asesor de investigación de RJ Reynolds Tobacco Company, muchos juntaron las cejas (44). Dijo que estaba encantado debido a la importante contribución que esa empresa había aportado a la investigación biomédica de su Universidad.
Algunos qusieron suponer una jugada maestra de la compañía tabaquera para, por fin, calibrar adecuadamente el impacto del humo del tabaco para la salud, pero tuvieron una fuerte decepción cuando, un día, Seitz manifestó que “no hay buena evidencia científica de que la inhalación pasiva sea realmente peligrosa en circunstancias normales” (45). El problema es que Philip Morris quiso definir qué es eso de ‘circunstancias normales’ mediante un cambio en el código de prácticas epidemiológicas lo que, de haberlo conseguido, hubiera hecho imposible demostrar nada y la gente seguiría intoxicada y muriéndose no sólo por tabaco, sino por muchas otras sustancias tóxicas (46).
Hemos sabido también que se opuso al Protocolo de Montreal (47, 48), afortunado acuerdo que, por los pelos, nos ha salvado de una disminución de la capa de ozono que bien a punto estuvo de ser letal incluso para los propios fabricantes de clorofluorocarbonos (CFC). Creo que, en general, la población no es muy consciente de lo que hubiera podido significar seguir con los CFC unas pocas décadas más.
Frederick Seitz fue destacado signatario de la ‘declaración de Leipzig’ en 1995, 1997 y 2005 (49), desembarco europeo de los negacionistas y que analizaremos en otra entrada. Y si usted ha seguido la entrada anterior ya sabrá de dónde salió la infame The Advancement of Sound Science Coalition (TASSC). Pues el Dr. Seitz formó parte de su comité ejecutivo (50). También formó parte del Science & Environmental Policy Project, organismo con sede central en el domicilio particular de su director, Fred S. Singer, también mencionado (48).
Esta introducción era necesaria para presentar al personaje principal de toda esta historia.
Frederick Seitz, ya nonagenario, hizo creer a muchos de sus colegas que un artículo fraudulento, que jamás hubiera sido publicado en Proceedings of Nacional Academy of Sciences (PNAS), sí que lo iba a ser, mediante la argucia de imprimir sólo el artículo (‘paper’), pero maquetarlo igual que el formato PNAS, perfectamente reconocible por todo científico que se precie. Así, daba toda la impresión de que estaba próximo a ser publicado en una de las sedes de la mejor ciencia. Se suministraba como si fuera una separata de pre-publicación. De hecho, se sabe que fue el primer firmante, Arthur B. Robinson, quien lo maquetó en su propio ordenador, según indicó a la revista Science.
Trampa.
Imagínese que usted es un científico, no climatólogo ni ninguna de sus especialidades, supongamos un biólogo o un meteorólogo (climatología y meteorología son cosas bien distintas contra lo que pueda parecer) y, em marzo de 1998, recibe un sobre muy bien presentado con cinco documentos:
Documento 1.– Un artículo, con todo el aspecto de haber sido aceptado en PNAS (incluyendo fecha, volumen, y todo lo que corresponde a un artículo que ha pasado todos los filtros del sistema de peer-review), repleto de referencias a otros trabajos ya publicados, y que desmiente ‘definitivamente’ la teoría del CO2 como tractor del clima, y sostiene además que cuanto más CO2 mejor, pues la productividad agrícola crecerá y acabará con el hambre en el mundo (51). En realidad, el artículo era un compendio del argumentario falsario clásico de los negacionistas.
Documento 2.– También se adjunta una copia de una columna de opinión publicada en The Wall Street Journal (04/12/1997) por el mismo primer firmante del artículo, Arthur B. Robinson, y su hijo de 22 años, bajo el título de ‘La ciencia ha hablado: el calentamiento global es un mito’, aunque no indicaba la fecha de publicación. Decía esta lindeza:
Luego no tenemos que preocuparnos por el uso de hidrocarburos calentando la Tierra, ni tampoco por calamidades medioambientales incluso aunque continúe este calentamiento debido a causas naturales… (52).
Documento 3.– Estas dos ‘evidencias’ son acompañadas por una carta de Frederick Seitz, persona bien conocida y a quien no se le supone intención de engañarle a usted de esta forma. Por si no lo sabía, le informo de que fui presidente de la NAS, lo más alto, y soy presidente emérito de la Rockefeller University (53). Nada de lo de la Reynolds ni su adscripción al Georges C. Marshall Institute como fundador.
Documento 4.– Otro documento consiste en una hoja a devolver firmada bajo un texto donde dice que no hay evidencia científica, que aquí no pasa nada y que, por el contrario, el CO2 es beneficioso para la humanidad y de que de eso si que hay evidencia científica como se ve en el artículo. Y que nada de ratificar el protocolo de Kioto (54) (que es de lo que en realidad se trataba).
Por favor, firme.
Documento 5.– El último componente era un sobre para enviar el documento con franqueo concertado aunque, alternativamente, usted puede hacerlo por Internet.
Usted recibe todo esto en marzo de 1998, pero la fecha del artículo en forma de separata es 1999, de forma que usted supone que ha sido aceptado y que va a ser publicado. Salvo que sea un especialista en la cuestión, usted se lo cree. Y firma encantado de que todo haya sido un mal sueño. Pues bien: unas 17.000 personas lo hicieron en 1998. ¿Cuántos climatólogos? Lo veremos más adelante.
Cuando la Nacional Academy of Sciences tuvo conocimiento de la jugada, tomó la muy inusual decisión de emitir un comunicado:
‘El Consejo de Dirección de la NAS quiere dejar claro que esta petición no tiene nada que ver la Academia, y que el manuscrito no ha sido publicado en Proceedings of Nacional Academy of Sciences ni en ninguna otra publicación ‘peer-reviewed’… El informe no refleja las conclusiones de los informes expertos de la Academia … aún teniendo en cuenta las incertidumbres en nuestro conocimiento de tan relevante fenómeno, el calentamiento por efecto invernadero plantea una amenaza potencial suficiente como para merecer una pronta respuesta.” (55)
No consta si Seitz sabía que estaba engañando conscientemente o si él mismo fue engañado, porque el nivel de lucidez que mantuviera en su avanzada senectud parecía haber sido cuestionado ya muchos años antes. Philip Morris, en un documento interno de 31/08/1989, casi una década antes de su ‘petition’, juzgaba a Seitz demasiado anciano y poco racional:
He hablado con Bill Hobbs… me ha dicho que el Dr. Seitz es muy anciano y no lo bastante racional como para ofrecer consejo. (56)
Hasta su propia universidad, la Rockefeller University, parecía retirarle la consideración que antaño le otorgó justo cuando, en marzo de 2009, se celebraba un congreso de negacionistas[3] que, en sus documentos promocionales, negaba el cambio climático bajo una frase del propio Seitz (57). La revista de su otrora Rockefeller University escribió:
Sin embargo, en los años siguientes [a su abandono de la Universidad] su trabajo fue controvertido, y fue acusado repetidamente de vender ciencia errónea a los intereses de la industria del tabaco y del petróleo (58).
Organizadores desconocidos
Aquella operación, que fue denominada ‘Petition Project’, fue organizada desde un denominado Oregon Institute of Science and Medicine (OISM), que nadie había conocido hasta entonces. A pesar de su pomposo nombre, resultó ser una habitación en una granja en un valle de Illinois, y su personal no era otro que el primer firmante del artículo, Arthur B. Robinson, y su hijo de 21 años (59). Este hombre, doctor en ciencias químicas, es partidario de escolarizar a los niños en casa pues, como seguidor de las corrientes evangélicas de la rama dominionista, no le gusta nada lo que se enseña en las escuelas. Los ingresos de este ‘instituto’ proceden de la venta de kits para esta misión, orientados a padres preocupados por el socialismo de la escuela pública (!) (60). También publica libros sobre cómo sobrevivir a una guerra nuclear (61). Desde luego, es creacionista.
Por cierto que este hombre fue quien, como colaborador de Linus Pauling, un interesante personaje, premio Nobel por dos veces (Química 1954, de la Paz en 1962) y Premio Lenin de la Paz en 1970, había popularizado la idea de que con la vitamina C se acabaron los resfriados, las enfermedades mentales, el cáncer y casi los pies planos. No se tiene constancia de por cuenta de quién lanzó esta falsedad, pero las ventas de Redoxon aumentaron mucho aún cuando, poco después, Pauling se deshizo de él calificándolo de incompetente (62). Esta hipótesis fue poco después refutada, y hoy ya no es sostenida con convicción por la comunidad médica. Ni para los resfriados.
Profundicemos ahora en este Oregon Institute of Science and Medicine. Su sitio web se refiere a si mismo como ‘Facultad’ y menciona 8 facultativos. Pero dos de ellos han fallecido, otro es un ingeniero eléctrico que se dedica al comercio electrónico, uno es calificado de profesor de bioquímica y otros dos son hijos de Robinson (63). Sin aulas ni facultad, es dudosa la actividad docente del centro. En cambio, una de las ‘colaboradoras’ es singular. Jane Orient es directora ejecutiva de la Association of American Physicians and Surgeons, Inc (64). Veamos qué es exactamente esta asociación de médicos y cirujanos.
Se trata de una organización que bien puede calificarse de extrema derecha: se opone a las vacunaciones obligatorias, a la medicina basada en la evidencia y, por encima de todo, no es que se oponga a los servicios públicos de salud, sino que los califica de inmorales. No es que las personas tengan derecho a una sanidad privada, es que no tienen derecho a la sanidad pública (65). En 1966, el New York times calificó a este grupo como político y no médico, y señaló que muchos de sus miembros pertenecen a la John Birch Society (66), de la tendencia denominada ‘libertaria’ pero, sobretodo, sobretodo, antisocialista, anti redistribución de la riqueza, etc. (67). Con estos credenciales no es raro que, ellos si, se crean, y aboguen por, el derecho de los médicos a no ser fiscalizados por el gobierno. Desde luego, eso de que para publicar trabajos de investigación haya que pasar filtros científicos, el denominado ‘peer-reviewed’[4], es obra del diablo, opinión muy fuerte pero que sólo alcanzaron a publicar en su revista (68). En efecto, editan una revista, a la que califican de peer-reviewed pero que sólo se revisan entre ellos, denominada Journal of American Physicians and Surgeons[5] y que, desde luego, no está incluida en credencial académico alguno.
¿Sabe donde acabó publicándose el famoso artículo que pretendía desmontar ‘científicamente’ la ciencia del cambio climático, el que acompañaba a la carta de Frederick Seitz? ¡Aquí! (69). En esa revista de medicina y cirugía editada por médicos y cirujanos ultraconservadores, ultraliberales, por supuesto. Pero para ello tuvieron que, o quisieron, esperar a 2007, precisamente muy poco después de la emisión del tercer informe del IPCC.
El simulado artículo original de 1988, que no llegó a publicarse en ninguna parte, tenía, además de Robinson, otros tres firmantes. Dos de ellos eran conocidos científicos negacionistas, aunque tampoco con credencial alguno en climatología, sino en astrofísica (!) y pertenecientes al Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics[6]. Eran Sallie Baliunas y Willie Soon. No decían que ya pertenecían al Georges C. Marshall Institute. El cuarto era el hijo de Robinson, Zacharias.
Poco después de haber realizado tal proeza, Baliunas y Soon fueron invitados, en 1999, a formar parte de mayores dignidades en un gran número de think tanks conservadores, a saber: Baliunas en el propio Georges C. Marshall Institute nada menos que como presidente del comité científico, pero también en toda la estructura de producción ideológica ultraliberal: el Annapolis Center for Science Based Public Policy, Committee for a Constructive Tomorrow, Competitive Enterprise Institute, Global Climate Coalition, Heartland Institute, Heritage Foundation, Hoover Institution on War, Revolution and Peace y la Tech Central Station, con distintos cargos y roles en cada uno.
Willie Soon no tuvo tantos honores, pues en el Georges C. Marshall quedó como ‘senior scientist’, aunque también pasó a formar parte, o sea, a cobrar, del Fraser Institute, Frontiers of Freedom, Heartland Institute y Tech Central Station (70, 71, 72).
Ambos habían trabajado ya con Frederic Seitz quien, en 2001, con tres informes del IPCC a cuestas, tuvo la valentía prudente de afirmar que:
“Hemos encontrado que la evidencia científica indica claramente que el calentamiento global de los últimos cien años probablemente no es debido principalmente a la actividad humana.” (73)
Ya ven que esto no es decir nada, pues una cosa es clara, la otra puede significar que puede ser y la última que la actividad humana tiene un papel. Una combinación excelsa de cómo no decir nada con retórica científica.
¿Y el dinero?
Permítame una confesión personal. Puedo asegurar al lector que me costaba mucho trabajo creer que todo el movimiento negacionista del cambio climático fuera financiado, como se dice, por el carbón y el petróleo. No soy amigo de las generalizaciones y tengo auténtica alergia a los lugares comunes, y también me producen escozor las ideas preconcebidas por muy verosímiles que parezcan y por mucha gente que las sostenga. Procuro siempre investigar el origen, pues creo saber sin lugar a dudas qué información es confiable y cuál no lo es, y hacerme mi opinión.
Esto me lleva algunos disgustos con mi entorno, pues si digo que el microondas es absolutamente inocuo hay gente que me toma por un tecnócrata o un irresponsable[7], pero si aviso del peligro del calor radiante[8] (que no la radiación) hacia los cerebros usuarios de móviles bien sea a) a través de cráneos infantiles de poco grosor o b) uso muy frecuente y de larga conversación en adultos, me toman por un ecologista radical poco amigo de la modernidad. Es un poco mi sino; poca gente sabe dónde ubicarme.
Ya me he acostumbrado a callarme, pero la alergia y el escozor interiores siguen presentes, aunque atenuados.
Pues con el asunto climático he buscado hasta las fuentes más prístinas, y siempre, siempre, he acabado en el petróleo, el carbón, o las centrales térmicas eléctricas que funcionan con carbón o con gas. Bueno, he visto algo más: las grandes, las grandísimas fortunas estadounidenses, en particular las de extrema derecha, a través de las ‘Charitable Foundations’ (!) como veremos en sucesivas entradas. No hay línea que no lleve a uno u otro sitio, con sus ramificaciones por todo el mundo[9]. Pues bien. Todas las organizaciones, básicamente think tanks, hasta aquí mencionadas, todas sin excepción, tienen financiación de ExxonMobil. Y no poca cosa. Por ejemplo, de 1998 a 2005 el George C. Marshall ingresó, sólo de esta empresa, 630.000 dólares. El American Enterprise Institute 1.625.000 dólares. Y así todos ellos (74).
Pero las conexiones no terminan aquí. El director del George C. Marshall, William O’Keefe, es un antiguo ejecutivo del American Petroleum Institute, y fue también presidente de la Global Climate Coalition (75), organización de nefasta memoria dedicada a torpedear (con cierto éxito) el IPCC (76) y todas las conversaciones y acuerdos internacionales (con mucho éxito). Organización que, sabiendo a ciencia cierta en 1996 que las afirmaciones científicas que hacía emitir a sus propios ‘científicos’ eran falsas (77, 78), siguieron con ellas hasta su disolución en 2002, cuando ExxonMobil la sucedió por derecho propio (79). Y siguen, siguen manteniéndolas.
La jugada saducea capitaneada por el Sr. Seitz en 1988 concluyó con unas 17.000 firmas, entre las que se encontraban todas las Spice Girls, héroes de Mash y otros personajes televisivos. Por lo menos con el mismo nombre, pues los interesados negaron haber firmado nada parecido y sólo en un caso se encontró científico con el mismo nombre de algún famoso/a (80).
Contraprogramación al IPCC
En otoño de 2007, el mismo año de la emisión del cuarto informe del IPCC, el Sr. Robinson, o quien se lo ordenara, volvió a la carga a efectos de contraprogramación. De nuevo, un correo postal con una versión levemente retocada del artículo de 1998, un autor menos (Sallie Baliunas) y cambio del hijo por la hija. De nuevo, no peer-reviewed. Fue enviado a ingenieros, biólogos, informáticos y geólogos, estos últimos encantados con buscar petróleo y gas por el mundo (81).
En lugar de perder el tiempo refutando de nuevo el artículo, los científicos de Real Climate solicitaron a los visitantes habituales de esta web de alto rigor que lo hicieran ellos mismos. Se recibieron 138 correcciones, si bien la primera, para abrir boca, fue de los propios científicos de Real[10].
No era cosa menor, pues la datación era incorrecta. Cuando en un artículo científico uno dice BP (before present), todo climatólogo supone, pues así es la convención, que nos estamos refiriendo desde el año 1950 hacia atrás, mientras que los autores consideraron, así porque si, el año 2000. Esto pasa completamente desapercibido a quien no es un especialista, por lo que como astucia está bien. Pero sólo por eso pues, con una premisa errónea, y dada además la diferencia en la evolución térmica de la primera mitad del siglo XX respecto a la segunda, es imposible llegar a conclusiones correctas (82).
Otro error garrafal, de principiante, es considerar que la respiración humana contribuye a la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, lo cual no es cierto de ninguna forma porque el carbono que exhalamos ha sido antes retirado del aire, directamente por los vegetales, o indirectamente por los animales que ingieren vegetales. Pero como la conclusión iba antes de los datos, como es típico del razonamiento inverso negacionista, ya cumple adecuadamente con el libro de estilo.
Es interesante mencionar la experiencia descrita por el catedrático de biología Joseph E. Armstrong, de la Universidad Estatal de Illinois. Cuenta que estuvo a punto de firmar, pero vio algo extraño, particularmente el hecho de que el Wall Street Journal hubiera adelantado los resultados de PNAS, algo muy inhabitual, y observó también que, frente a algo tan importante, ninguna otra revista científica hubiera hecho mención del caso. Él consideró que no estaba calificado para evaluar correctamente el artículo, o que, en todo caso, le hubiera requerido un tiempo del que no disponía. Entonces decidió trasladar esa tarea a los alumnos de su curso.
Armstrong descubrió así no ya el origen y afiliación de los autores, sino que, al poder examinar todas las referencias mencionadas en el paper, de apariencia correcta, comprobó que se habían interpretado sesgadamente muchos datos y, en otras, daba toda la impresión de que los autores no habían leído el artículo completo, pues partieron de datos que los originales ya advertían que no eran generalizables. Armstrong menciona un caso de confusión entre causalidad y correlación, señalando que los gráficos presentados tanto podían indicar que la Tierra se calienta por efecto del sol como que el sol se calienta por efecto del calentamiento de la Tierra…
En definitiva, un artículo ‘fundamentally flawed’ que jamás hubiera superado un examen riguroso en una publicación seria, y desde luego en PNAS, aunque la apariencia era de todo lo contrario. Cuenta así cómo se extrañó de que tantas personas hubieran firmado (por entonces se decía que eran 25,000 y no 17.000):
No encontré [entre los firmantes] a nadie que yo conociera. Cinco facultativos de mi facultad, de un total de 30 que trabajan en biología, recibieron la misma separata y petición. Cuatro de ellos simplemente la ignoraron. Podemos preguntarnos por cuántos de esos 25.000 firmantes habían sometido el trabajo a escrutinio escéptico; nosotros suponemos que o bien estaban predispuestos a estar de acuerdo, o bien fueron persuadidos por lo que tenía todo el aspecto de un artículo legítimo. Desde luego yo no hubiera examinado cada cita, cada argumento ni las conclusiones en detalle si no hubiera podido emplearlo como lección en la clase. Una lectura no crítica del manuscrito no me hubiera dejado otra opción que creer que yo había albergado creencias irracionales acerca de que la actividad humana está afectando al clima… (83).
A algunos les pareció obsceno que la recogida de adhesiones se pudiera hacer por email, sin verificación ninguna En todo caso, según la fuente del propio OISM, entre las dos salvas de 1998 (Kioto) y 2007 (cuarto informe del IPCC) se alcanzó la increíble cifra de 31.486 autodenominados enterados, cuya cualificación era (84):
- 2,586 eran MD y DVM, o sea, no eran científicos, sino médicos, de grado medio MD y superior DVM
- 12.714 eran BS (bachelors of science), unos estudios de 3-4 cuatro años (sin COU) equivalente a grado medio. No pueden ser calificados propiamente de científicos
- 7.157 eran MS (masters of science), unos estudios de 2-3 años más, equivalentes a una licenciatura o título de escuela técnica superior, supongamos ingeniería o arquitectura. Si es en alguna especialidad de ciencias físicas puede valer como evaluador, pero con tiempo
- 9.029 eran PhD, o sea, doctores. Bueno, depende de la especialidad, porque no conozco ningún doctor en ingeniería, por ejemplo, que tenga alguna idea de climatología, ni creo tampoco que lo tenga un doctor en filología gallega.
Luego en ningún caso está garantizado que estas personas fueran propiamente ‘científicos’ y mucho menos capaces de evaluar correctamente un artículo sobre climatología. Yo mismo, como ingeniero de telecomunicación, podría haber firmado. Sé leer un artículo científico y creo humildemente que no me manejo mal, pues los telecos somos los más ’científicos’ de toda la ingeniería, pero desde luego hubiera necesitado de la asistencia de un especialista en climatología para ver todos los errores. Por ejemplo, lo de que before present significa ‘antes de 1950’ me hubiera pasado por alto.
Una pequeña muestra de verificación (1‰) realizada por Scientific American, mencionada incluso por la revista de la Rockefeller University, puso de manifiesto que no fue posible identificar a una décima parte, un tercio se ratificaban aunque sólo uno era climatólogo, otros dos tenían cierta experiencia en el campo y los demás realizaron sólo una evaluación informal; el 20% dijeron haberse sentido engañados y no hubieran firmado en el momento posterior en que fueron preguntados, el 15% no respondieron a los sucesivos requerimientos y un 3% había fallecido (85).
Pero lo que cuenta es que en el total de las 31.486 firmas supuestamente recogidas, sólo 39 se autocalificaban como climatólogos, según datos de la propia web del OISM. Si quitamos el 3% que ya no estaba entre nosotros y un 20% que se hubieran sentido engañados según la muestra de Scientific American, quedan 28. Contando con que en el mundo hay unos 20.000 climatólogos, resulta que, personas que se declaran a si mismas realmente calificadas para evaluar el texto, eran alrededor del 1,5‰. Vaya consenso.
De acuerdo con que la muestra no es representativa y estamos jugando a los números. Pero ahora vamos a ver por qué motivo podría haber 30 personas, 100 si usted quiere (86), con ganas de ratificar algo meridianamente falso.
¿Por qué firmaron 39 climatólogos sobre 20.000?: Follow the money
El American Enterprise Institute[11] (AEI), think tank neoliberal ampliamente financiado por ExxonMobil y por la familia Koch, magnates del petróleo, el gas y la deforestación, había lanzado, el 5 de julio de 2006, un singular ofrecimiento a algunos científicos de alto nivel. Fue emitido por correo, y trascendió. La carta dice que en 2007 se va a emitir el 4º informe del IPCC. Y que se necesitan científicos que escriban en contra. La dirigida a Steve Schroeder, del departamento de ciencias de la atmósfera de la Universidad de Texas decía, tras una presentación de los objetivos (destacar las limitaciones de los modelos) y alabar la integridad profesional del invitado:
Si usted [Steve Shroeder] y el Catedrático North están de acuerdo en ser autores, el AEI [American Enterprise Institute] les ofrece unos honorarios de $10.000. El trabajo debe contener entre 7.500 y 15.000 palabras, aunque puede ser más extenso… Realizaremos una serie de pequeñas conferencias y seminarios en Washington y en otras ciudades, para lo cual, si desea usted participar, correremos con los gastos de viaje y aportaremos honorarios adicionales (87). Acceso al documento
Este artículo que tiene usted la bondad de leer lleva hasta aquí 4.258 palabras (referencias aparte), y he tardado unos dos días en elaborarlo completamente. Ya llevo más de 5.500 dólares (referencias aparte). Y más de medios viajes por Estados Unidos, a gastos más que medio pagados, cobrando y más que medio saliendo en prensa, radio y TV. Magnífico, oiga. Para que alguien pueda decir, sin decirlo yo así exactamente, que todos los modelos en que se basa el IPCC están mal. Y a la vista del ascenso fulgurante de Baliunas y Soon con aquella infamia, algo más caerá a poco que contente a mis contratantes. Ya se sabe, si no lo hago yo, lo hará otro…
El Dr. Schroeder declinó la invitación temiendo que su trabajo fuera utilizado como herramienta política, y filtró el documento. No se sabe de nadie más que lo haya hecho, ni a cuántas personas fue dirigida esta especial invitación de tan alto centro de estudios preocupado por el bienestar de todos.
Una nueva conexión la encontramos en que Lee R. Raymond, entonces presidente y CEO de Exxon Mobil, era el vicepresidente del patronato del American Enterprise Institute. Pero aquí no pasa nada pues, tan pronto The Guardian puso el asunto en conocimiento público (88), el Wall Street Journal, cómo no, editorializó inmediatamente de parte de tan magno instituto señalando que se trataba de una campaña para desacreditar el AEI (89), y criticó la ‘inquisición climática’ de la ‘prensa de izquierdas’.
Total, si hubieran sido 100 los climatólogos que hubiera aceptado la mordida, les habría salido por un millón de dólares. Referidos a Exxon, que factura un billón, nada. Una millonésima de sus ventas. Algo menos, claro está, referidos al American Enterprise Institute.
La querella contra Al Gore
Ahora alguien ha puesto en circulación, con notable éxito mediático, que estos más de 30.000 van a querellarse contra Al Gore por ‘fraude’. No apuntan a los científicos no, sino al mensajero que, por lo demás, es del partido demócrata. De nuevo el engaño amplificado.
Aquí el único que ha hablado de denuncia, pero no ha hecho nada, ha sido uno de los firmantes, el Dr. John Coleman, persona de ideología de extrema derecha y fundador y propietario de la cadena de TV ‘The Weather Channel’. Vean el video en You Tube (90), cómo este hombre se refiere a los ‘científicos del otro lado’ y a que, en los 1970, los ecologistas ya querían cambiar el mundo con ‘su ciencia’. Lo más interesante es que este anuncio lo hizo en julio de 2008 en una entrevista televisiva, y no ahora convencido por los famosos mails, como se afirma por doquier.
Afirma que la temperatura ha aumentado una décima de grado, lo que no sostienen ya ni los negacionistas en activo, que se limitan ahora a decir que el CO2 de la atmósfera no procede de la combustión fósil. Por favor, recuerde que un meteorólogo sólo mira a 11 días vista, como mucho. Climatología y meteorología tienen poco que ver, por mucho que la primera se apoye en los datos diarios y geográficos suministrados por la segunda.
Así, con la siempre eficaz intervención silenciosa de las agencias de PR y la complicidad, callada o no, de los medios de comunicación tradicionales, acaba creyendo mucha gente de buena fe, y alguna otra de no tanta, que todo esto del cambio climático es un cuento chino. Para mayor gloria de las acciones a corto plazo, la cuenta de resultados y el satus quo de sustraer las riquezas del Sur para explotarlas en el Norte, y las del Norte y del Sur para ellos y un poco para los demás para que no nos quejemos.
Las herramientas de generación de confusión son siempre los think tanks conservadores y las agencias de PR relacionadas como instrumentos, además de supuestos o reales científicos farsantes y colaboradores mediáticos. A nosotros corresponde mostrar estos elementos, sus acciones, y los métodos y resultados de la agnotología, disciplina dedicada al estudio de la ignorancia o la duda culturalmente inducida mediante la publicación de datos erróneos o engañosos (95).
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Notas
[1] Si, Georges C. Marshal es el del plan Marshall.
[2] Algo parecido a un centro de estudios
[3] José María Aznar había anunciado su participación en este templo de la falsedad, aunque a última hora canceló su asistencia. Su fotografía estuvo presente en los anuncios promocionales del evento hasta el último momento.
[4] Artículo académico que describe un trabajo de investigación y que ha sido revisado y validado por expertos distintos a los propios autores.
[5] Revista de Médicos y Cirujanos Estadounidenses
[6] Por cierto, el Smithsonian Center es tan generosamente financiado por la familia Koch, poderosa fortuna basada en el petróleo, el gas y la deforestación, que hasta una ala del centro lleva su nombre (91, 92). No es entonces extraño que este centro universitario sea acusado de parcialidad y falta de rigor (93).
[7] El principio de funcionamiento del microondas es exactamente el mismo por el que la Tierra está a 15,84 ºC y no a -28ºC: las moléculas de agua vibran a la frecuencia de microondas, al igual que las de CO2 a la frecuencia del infrarrojo.
[8] El peligro está en calentar una zona del cerebro, no en la propia radiación, que es inocua los niveles de emisión de un teléfono móvil
[9] La ventaja de investigar en el panorama estadounidense no sólo es la de conocer el país que domina cultural y energéticamente el mundo (económicamente es ya hoy algo dudoso), sino que allí la información económica y de la administración es mucho más transparente que en Europa u otras democracias.
[10] Para una refutación formal del artículo véase http://www.climatesciencewatch.org/index.php/csw/details/maccracken_critique_of_robinson_etal/ (94)
[11] Instituto de Empresa Estadounidense
Joé, Ferrán. Saludos. Entro a leer con todo el interés tu último artículo, pero me has matado. ¿Te haces idea del tiempo que lleva llerlo, + asimilarlo, + contrastar medianamente lo que dices?
Pareces persona razonable. Seguro que podemos entendernos, al menos en algunos puntos.
¿Qué demuestra este artículo? ¿Que la papela del instituto ese de Oregón con la firma de 30.000, no conduce a ningún sitio -o incluso es un pufo? Pues estamos de acuerdo. Es la típica pijada propagandística a la que nadie sensato debería de hacer caso. Y que ya de antemano puedes pensar que sea pufo, como toda propaganda. ¿Y ahora qué hacemos, creernos el alarmismo, o incluso a tí mismo, ya que lo de Oregón es una filfa? Verás, para eso hay algunos problemas.
Aunque no lo dices explícitamete (creo, porque no he podido acabar), da la impresión de que dices que el argumento «negacionista» viene del dinero. Petroleras y los malos habituales. Si reciben dinero por negar la alarma, algunos pájaros muy malos la niegan, y eso es todo lo que hay. Pero eso te deja con cuatro flancos abiertos, y muy delicados:
1) Los que no cobran del dinero «sucio»:
Habría que digerir a científicos de primera fila no escépticos pero tampoco alarmistas, tipo Pielke, von Storch, Zorita, y así. Y habría que digerir a científicos de primera fila directamente escépticos, tipo Lindzen, Christy, Douglas, Spencer o Shaviv, por no extenderme demasiado.
2) Los que sí cobran del dinero «limpio».
Si el argumento es que hay opiniones que no valen, porque son opiniones crematísticamente interesadas, espero que no lleves la cosa tan lejos como para imaginar que el dinero de un lado pervierte la opinión, pero el dinero del otro lado no la pervierte. Y entonces bastará que ta hagas una idea de las colosales cantidades de dinero público que se invierte en invetigación «calentóloga», que no se invertirían si no hubiera gran alarma por medio. Hablamos, sencillamente, de miles de veces más que todo lo que se pueda achacar a los «malos».
3) El método.
Ni el método científico ni el método lógico dicen nada de los motivos que impulsen un argumento. Al contrario, lo que dicen es que te olvides de los motivos, porque son irrelevantes. Lo que cuenta, salvo cuando queremos trampear, es el argumento mismo: su consistencia interna y su consistencia con los hechos. O sea, la prueba.
4 Lo del «negacionismo».
No te ofendas por lo que voy a decir, porque no es nada personal. Sé que solo sigues la corriente, usas una palabra de moda que muy convenientemente molesta a los que quieres molestar, y no lo has pensado más allá. Pero eso de aplicar el término «negacionista» a una de las dos partes de una discusión, es o un sinsentido, o es una vileza.
b) Sinsentido.
En casi cualquier discusión hay alguien que niega algo y alguien que afirma algo. En la que nos ocupa, los «escépticos» niegan fundamentalmente dos cosas: Las retroalimentaciones positivas del sistema climático (una gran sensibilidad del sistema). Y la madurez de la ciencia climática como para hacer predicciones válidas. Junto a esas dos negaciones afriman muchas cosas. Afirman forzamientos radiativos no contemplados por los alamristas. Afirman una gran variabilidad interna del sistema climático, sea por complejidad o sea directamente por caos. Y afirman que las temperaturas actuales sí tienen precedentes en los últimos 2.000 años, y por tanto son algo bastante normal.
Los alarmistas también son negacionistas. Niegan que en otras épocas recientes pasara lo que pasa ahora, de temperaturas, hielos, etc. Niegan las retroalimentaciones negativas. Y niegan que los modelos estén fallando estrepitosamente, algo que está a la vista de cualquiera.
O sea, el término no tiene sentido.
b) Vileza.
También se puede emplear lo de «negacionistas» como una forma de negar al contrario el derecho a discutir. Como si estuviera negando algo tan obvio que no merece la pena escucharlo. Pero si hay algo no obvio en este mundo es como carajo funciona el sistema climático. Y acabar con una discusión por el procedimiento de cerrar la boca al contrario, es una vileza.
Total, que protesto por la extensión de tu artículo, y ya ves el rollo en el que me he embarcado. Pero dime, ¿a donde vamos con la pamema esa de los 30.000? ¿Podrías hacer lo mismo con la famosa lista (750, creo) del senado USA? ¿Intentas a caso negar que hay una discusión en curso? Oye, ¿no serás un poquitín negacionista tú mismo?
Saludos.
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Hola, plazaeme. Te leo ahora pero no me da tiempo a contestar.
Lo hago mañana.
Gracias por considerar mis escritos.
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[…] A Ferrán P. Vilar [–>] […]
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Ah, perdón, y me he olvidado de una tercera familia. Los científicos de primera fila que sí son alarmistas, que cobran -y mucho- del dinero «limpio», y que cuando les cazan emails privados dicen cosas tan gráficas como «El truco de Mann para ocultar el declive» (Briffa), o El hecho es que de momento no podemos dar cuenta de la falta de calentamiento, y es una putada que no podamos (Trenberth), o antes destruyo los datos que mostrárselos según a quien (Jones), o si es necesario -para que los contrarios no publiquen- redefiniremos qué es literatura «peer-reviewed» (Mann), o recent decline in tree-ring density has been ARTIFICIALLY REMOVED to facilitate calibration. (Harry Readme file -código).
Así que eran cinco pequeños flancos que quedaban desubiertos con tu teoría del sucio dinero que todo lo mancha, y aquí no hay más historia. Me temo que sí que hay historia, y un montón de ella, además.
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Vamos a ver, Plazaeme. Debo comenzar diciendo que me he impuesto negarme a debatir con negacionistas profesionales. No con escépticos de buena fe, pero si con quienes hacen de esto una actividad, sea o no remunerada. No sé si tú lo eres pero, hoy por hoy, voy a suponer que no. Aunque, desde luego, pareces seguir su libro de estilo, léxico, estructura del marco de diálogo y recomendaciones tácticas con notable semejanza, en particular el inversionismo.
Pero hecha afirmación tan contundente sobre mi posición dialogante mi primera obligación consiste en justificarla.
Hay una razón fundamental: es perder el tiempo. Cuando un argumento ha sido refutado, viene otro, que también hay que refutar, y luego otro, y otro. Cuando se acaban, vuelven con el primero, levemente modificado. Siguen un plan que ya fue concebido por lo menos desde 1991, cuando la Western Fuels Association y la Intermountain Rural Electric Association, cliente la segunda de la primera, recomendaron resituar el calentamiento global ‘como hipótesis y no como hecho’, y comenzar la campaña por los hombres de mayor edad y baja formación, y por las mujeres jóvenes de bajos ingresos, a quienes consideraban más ‘ecológicas’ pero, vía focus groups y similares, decidieron que eran ‘influenciables con nueva información’. Yo sostengo que viene de bastante antes, pero ahí no tengo evidencias documentales y sólo confluencia de sospechas.
Hay otra razón. Los negacionistas quieren debatir la ciencia. Esto es una falacia para cualquiera con un mínimo de cultura científica. Yo no quiero debatir la ecuación de onda de Schröedinger ni las ecuaciones de Maxwell, que recuerdo poco dada su complejidad matemática y que hace ya demasiadas décadas que estudié. Fueron debatidas en su momento, hasta que se llegó a ellas, y ahí quedan para el resto de la eternidad aunque el mundo entero quiera opinar en contrario. Decir que no querer debatir la ciencia es un acto de arrogancia (no digo que tu lo afirmes) forma parte de ese libro de estilo, pues quien sostiene esta pretensión está mostrando un acto de ignorancia sobre qué cosa es la ciencia. Pero mediáticamente cuela, que es de lo que en realidad se trata.
La ciencia no es opinión, por definición de ciencia, pues es la disciplina que, cuando sus principios axiomáticos son aplicados correctamente, minimiza la subjetividad (caso de las ciencias sociales) y consigue anularla (caso de las ciencias exactas y naturales). Es cierto que Popper, Kuhn y sobretodo Feyerabend –entre algunos otros, ninguno de ellos científico- han hecho mucho daño con el posmodernismo relativizador (excepto de sí mismo), dando a entender que nada es definitivo y que no hay verdades permanentes. Pero lo cierto es que allí donde no hay subjetividad no puede haber opinión.
Esos dos conjuntos de ecuaciones que he mencionado son, si recuerdo bien, los que, una vez resueltos en el entorno correspondiente, llevan a la conclusión matemáticamente inequívoca de que las moléculas de más de dos átomos de los gases presentes en la atmósfera vibran a la longitud de onda del infrarrojo. En esta banda está alguna de sus frecuencias de resonancia, luego emiten energía en forma de calor. Encima resulta que, cuando se mide en laboratorio, el resultado es exactamente el mismo que el que predice la teoría.
Puede venir Dios y todos los santos a decir que no es así, pero resulta que seguirá siendo así incluso aunque a éstos no les parezca bien. Por tanto, cuando aumenta la cantidad de esos gases en la atmósfera, ésta se calienta. Esta es la prueba básica, y todo lo demás, desde el punto de vista científico, es ver, en la realidad física del complejo sistema climático, qué gases, de dónde salen y adónde van a parar, en qué medida, con qué distribución, a qué plazo, qué impactos. En definitiva, considerar el sistema completo –aplicando aquí la teoría de sistemas- y analizar matemáticamente de qué formas pueden evitarse los peligros, si resultara, como es el caso, que estas ecuaciones, muchas otras, y su desarrollo nos dicen, al resolverlas en este entorno, que hay motivo de alarma (formas, si es posible, en plural: para que sea entonces la política la que decida cuál prefiere). Prueba aportada, problema resuelto. Nota. Si quieres discutir el desarrollo matemático, puedo presentarte a algún alumno de los últimos cursos de telecos, que sin duda lo tiene mucho más fresco que yo. Yo sólo me acuerdo de algunos resultados y de para qué sirven. Por ejemplo, sirven para que ahora tú y yo podamos dialogar por este medio.
Ocurre también que esta emisión de calor se produce independientemente de si un científico es más o menos simpático, de sus ideas políticas, religiosas o de cualquier otro orden. No creo que nadie quiera debatir la geometría euclídea o discutir la veracidad del teorema de Pitágoras sólo porque este imbécil ordenaba degollar a aquellos jóvenes de su cerrada comunidad que tenían la osadía de sostener que había unos números, después denominados irracionales, que decía que eran imposibles.
Pero otra cosa es debatir si un científico, o un grupo de ellos, quieren decir una cosa u otra en un mail, o al revés. Si sus trabajos son representativos o si, prescindiendo de éstos, eso altera los resultados de todos los demás. Eso podemos debatirlo. Podemos debatir sobre su integridad ética o sus reacciones ante el grado de despropósito al que están sometidos permanentemente, y que los sitúa completamente fuera de su área de conocimiento. Intentar volverles locos es otra de las líneas estratégicas del negacionismo organizado. Una especie de bulling entre comunidades epistémicas.
Pero los trabajos que realizan, que han sido sometidos al máximo escrutinio en sede formal, que, en definitiva, no son más que matemáticas del más alto nivel, ningún individuo aislado es capaz, ni en mil años, de rehacer él solito las decenas de miles de cuidadosos trabajos de investigación que se han llevado a cabo desde finales del siglo XIX. Cuando desde diversas líneas, y repetidamente, se apunta a la misma dirección, a eso se le llama conclusión por inferencia.
Así pues, calificar de alarmistas a los científicos es mezclar peras con manzanas, porque los científicos no exponen argumentos, sino resultados, que es lo que hay que mirar. Después cada uno podrá hacer juicios de valor y opinar (la mayoría prefiere no hacerlo, aunque yo creo que deberían frente a lo que está en juego) sobre si le parece mucho o le parece poco y si hay que hacer una cosa u otra. Lo alarmante, que no alarmista, son los resultados matemáticos cuando han sido verificados, repito, en sede formal. Son los que son, y no dejarán de ser ciertos aunque todo Internet se conjure en decir que no son verdad. Son miles, decenas de miles, tal vez un centenar de miles de trabajos. Si acaso, leves matices, porque en el avance del proceso físico-químico básico a los impactos regionales se van acumulando incertidumbres. Pero nada fundamental.
De forma que de ninguna manera hay dos bandos en la ciencia. Ciencia hay una, y lo que hay en el ‘otro bando’ no es ciencia, sino un grupo de think tanks, agencias de PR, astroturfs, grupos de presión y similares, asistidos por científicos cuya integridad profesional ha dejado ya de ser cuestionada por exceso de repetición, y que sólo convencen a quienes están predispuestos, mediante prejuicio o interés, a ser convencidos.
Finalmente, veamos lo del dinero limpio y el dinero sucio. Yo no creo que haya dinero limpio ni dinero sucio, pues entiendo que la consideración ética del dinero se basa más en para qué se emplea y para qué no se emplea. Lo primero importante es esto. También conviene examinar su procedencia con el fin de intentar comprender la intencionalidad, pero eso será en segundo lugar si hay sospechas. Así que, si me permites, vamos a distinguir entre fuentes de financiación públicas y fuentes de financiación privadas. Y también entre remuneración pública y remuneración privada, que no todo es el dinero.
Para empezar, la mayoría de los ‘científicos’ negacionistas del cambio climático cobra del erario público (mantienen sus puestos en la Universidad, que son vitalicios precisamente para preservar su independencia) y además cobra, y alcanza posiciones muy notorias a las que son ascendidos tan pronto se muestran dispuestos, en un gran número de think tanks, todos ellos privados. Eso cuando no cobran directamente de las mismas empresas que financian a los think tanks, pues desde lo del tabaco ya han aprendido a disimular mejor. Para ascender en el escalafón académico hay que currárselo mucho, muchísimo, pues el sistema de contrapesos y anonimatos es bastante eficaz. Alguna vez algún pelota hábil logrará ventaja ilegítima, nada es perfecto, pero no es lo habitual. Encima la mayoría cobran poco, muy poco comparativamente, y trabajan muchas más horas que la mayoría de los mortales. Hay una competencia feroz por ser el primero en ‘descubrir’ algo o en demostrar determinada hipótesis. Sólo hay medalla para el primero. Para el segundo, ni agua.
Estos think tanks, por lo demás, y contra la creencia general, no realizan investigación científica ninguna, salvo el hecho de buscar agujeros, reales o imaginarios, y amplificarlos y ventearlos públicamente a efectos de desacreditar lo bien establecido, exactamente igual que hizo el Tobacco Research Institute. No se preocupan en absoluto por cubrirlos. Cuando lo simulan, resulta que no aprueban el examen, a saber, no pueden publicar en las revistas académicas de más prestigio porque no son capaces de escribir un artículo que no esté ‘fundamentally flawed’, o sea, que no contenga errores, como el de los Robinson, Baliunas y Soon, y tienen que montarse sus propias revistas (Climate Research, Energy and Environment, entre otras) para poderse revisar a sí mismos. El libro de estilo les ordena quejarse entonces de los tribunales, como hace mi hija adolescente cuando suspende: ‘¡Me tienen manía!’. Ellos se refieren al ‘establishment’.
Alguno, ocasionalmente, consigue pasar el filtro, de la misma forma que, entre los científicos académicos, de vez en cuando alguien también lo consigue con un trabajo erróneo. El sistema de peer-review es lo mejor que hay, pero no es perfecto. Es necesario, pero no suficiente. El final del proceso se produce cierto tiempo después de la publicación. Douglass y Christy, por ejemplo, merecerían, en mi opinión, ser expulsados de la profesión por tramposos manifiestos como se ha hecho en otras disciplinas. Éste último ya dijo, en un momento, supongo, de lucidez, que sus resultados estaban mal, pero los sigue manteniendo frente a audiencias que no saben de su retracción, que no fue formal. Por ejemplo, en documentales diversos. ¿Por qué?
Lindzen, meteorólogo y no climatólogo, es un caso extraordinario, pues sigue sosteniendo lo del efecto iris y que el sistema climático tiene realimentación negativa contra toda evidencia y repetida refutación desde por lo menos 2001, y encima escribe (y le publican) en revistas españolas de elevada tirada sin haberse leido siquiera, por lo menos en apariencia, las referencias que indica. No se entiende sino por qué las pone, pues, o no dicen nada de lo que él dice que dicen, o dicen exactamente lo contrario de lo que él dice que dicen, e incluso una declara, precisamente, que la hipótesis que sostiene el propio Lindzen sobre el efecto iris no se ve por ninguna parte. Pero lo que Lindzen cree saber bien es que nadie, o casi nadie, va a examinar las referencias y, quien lo haga, tendrá mucha menor audiencia que él. Basta con que los títulos le suenen bien. Libro de estilo: debilidades sociales bien aprovechadas.
¿Por qué no es tan creíble un científico financiado con fondos públicos que uno financiado por fondos privados? Plazaeme, hay cosas que son evidentes por sí mismas. No me hagas alargarme más. Ya he mostrado algunas razones. Pregúntate cuánto tiempo duraría alguien en el plantel del Georges C. Marshall Institute que sostuviera repetida y públicamente las tesis del IPCC, por lo demás de moderación ya demostrada. Y cuánto tiempo llevan Pielke, júnior y senior, Lindzen y todos los demás en sus puestos universitarios originales a pesar de haber sido, en este entorno, totalmente desacreditados. Ahí siguen.
También puedes preguntarte por qué muchos de ellos no es que sólo sean ‘escépticos’ del cambio climático, sino que han mostrado ‘escepticismo’ acerca unos de la nocividad del tabaco, otros del efecto de los CFC en la capa de ozono, otros de los problemas de algunos pesticidas, de algunos aditivos alimentarios y algunos de todo o casi todo a la vez… La lista se encuentra en un paper de Herrick & Jamieson, 2001, Junk Science and Environmental Policy: Obscuring Public Debate with Misleading Discourse (creo que lo obtuve de aquí, pero por lo visto sólo han dejado de otoño de 2001 en adelante; se lo envío a quien me lo pida). Lo ecológico, todo lo ecológico y nada más que lo ecológico es, para estos negacionistas de profesión, ‘junk science’. En esta imagen, correspondiente al paper mencionado del Philosophy and Public Policy Quarterly (Universidad de Maryland), puedes ver los temas.
Herrick & Jamieson analizaron los textos negacionistas. Nada menos que el 84% acababan con un mensaje no científico, sino ideológico:
Por su parte, Jacques, Dunlap y Freeman (2008), sociólogos de la Universidad de Florida, han analizado todos los libros ‘escépticos’ desde 1975, refugio que no requiere revisión de nadie salvo del editor. En su paper ‘The organisation of denial: Conservative think tanks and environmental Scepticism’, afirman:
Si esto no es negacionismo profesional, que venga Dios y lo vea. El dinero se puede ganar de forma legal, aunque no siempre esa forma sea legítima. Entonces se le llama ‘limpio’. Y se puede emplear de forma ‘limpia’, venga de donde venga, bien desde el estado, con cierto control democrático (aún con todas sus limitaciones) para beneficio general, o bien desde el sector privado, para fines privados, y puede ser perfectamente legítimo y limpio en este último caso.
Lo realmente sucio es emplearlo, venga de donde venga, para fines privados, pero haciendo gala de todo lo contrario y encima haciendo creer que es ciencia lo que no lo es, sostener que se puede debatir lo indebatible generando duda y confusión a sabiendas y empleando todas las argucias e instrumentos de la propaganda para persuadir públicamente de lo que le convenga. Es esto, exactamente, lo que lo define al negacionismo profesional. Y a la suciedad de este dinero.
Veo que no he contestado a todo lo que planteas, así que voy rápidamente:
Estimado plazaeme, gracias de nuevo por considerar mis escritos. Acepto tu crítica sobre la longitud. Ya se irán reduciendo, pero me parece importante primero sentar unas bases argumentales sólidas. No tengo otra manera de contrarrestar la intensidad de la campaña de negación. En eso, si, ellos (¿vosotros?) llevan ventaja. En realidad, yo creo que ya han ganado, y que hemos perdido todos. Yo sólo soy un modesto cronista de la realidad física.
Esto si que es una opinión. Pero por qué lo han hecho, y lo siguen haciendo, será objeto de entradas sucesivas u otros comentarios.
Un cordial saludo,
Ferran
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Pero bueno, ¿esto qué es? ¿Una respuesta, o una inundación? Pero si me has largado 2.800 palabras para algo que se contesta con 300 como mucho.
Te estoy dando unos argumentos muy claros, y muy fáciles. Y empiezas con una parrafada hablándome de tácticas, que no puedes señalar en lo que pongo, porque no hay. Y a poner adjetivos (llamar cosas) completamente improcedentes en cualquier debate que se precie, y por los que serías inmediatamente expulsado de la sala.
me he impuesto negarme a debatir con negacionistas profesionales
¿Y a mi qué me importa? Si yo me negara a discutir con los que se me ocurra calificar como «alarmistas profesionales», sería mi problema, no el tuyo. Porque los argumentos del alarmista quedarían sin contestar.
Luego te embarcas en un «straw man argument» de libro, contándome unas preciosas películas de lo que hace no sé quien, y lo que dijo no sé que otro, pero que no tienen la menor relación con lo que yo digo. Por no tener que ver, en lo que te he puesto hoy, ni siquiera he entrado en la discusión científica. Te recuerdo, a ver si te centras:
Hablas del problema de los escépticos «comprados». Y yo:
– Te cito a los no comprados
– Te cito a los alarmistas sí comprados.
– Te explico que la motivación no cuenta en NINGUNA discusión científica (ni lógica)
– Y te señalo el mal uso del termino negacionista.
¿Eso es una discusión científica? ¿No, verdad? Es una discusión puramente lógica. ¿Y rebates los argumentos?
Bueno, hay que satlarse párrafos y párrafos de pura nada para ver algo que tenga que ver:
¿Por qué no es tan creíble un científico financiado con fondos públicos que uno financiado por fondos privados
Muy sencillo: porque es obvio que la cantidad de financiación de un climatólogo depende de la alarma que produzcan sus resultados. Sin alarma, no hay la misma multi millonada de financiación pública. Es de puro cajón, por mucho que no te guste..
Sobre tu alucinante descalificación de los «escèpticos» (y los no los escèpticos, pero no alarmistas), como es muy larga, te contesto luego. No son mas que una retahíla de falacias ad hominem. De libro también. Como fulano sostuvo que no está demostrado que el fumador pasivo sufra grandes riesgos (yo tampoco lo creo), no puede tener razón en sus estudios sobre cambio climático. Si ese es el argumento, …
Aunque eso sigue sin explicar por qué piensas, en contra de todo el método científico, que la motivación de la persona ha de entrar en la ecuación del argumento.
Y sobre las cuestiones científicas (en las que yo no entraba), luego con calma.
Saludos, que hay que comer, echar la siesta, y esas cosas tan pedestres.
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Plazaeme, una de las constantes de los negacionistas es que siempre están de mal humor. Tranquilo hombre, que al moderador, ése que me echaría de la sala, también le importan las formas.
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Ya. Los que no te gustan estarán siempre de mal humor, o no. No te voy a pedir en qué te basas para afirmar eso (yo tengo la experiencia contraria), porque es algo completamente irrelevante para el caso. Y ya que es inevitable perder mucho tiempo, prefiero no perderlo con cosas que no importan, si me lo permites.
Tiempo; de eso se trata. Si nos embarcamos en una discusión, solo puede tener dos objetivos. Uno normalmente peca de optimista: pensar que se puede convencer al otro. El otro suele ser muy útil: que terceras personas la puedan ver, y les ayude a sacar conclusones. Pero para que pueda funcionar eso, hay que tener un poco de cuidado: seguir las normas de la lógica (y del método científico). Por ejemplo, no puedes rebatirme argumentos rebatiendo cosas que no he dicho, y que ni siquiera vienen al caso. Como esas prodigiosas historias que nos has contado, sobre no sé qué conspiraciones de no sé quien, para hacer una campaña de desprestigio y hacer calar en la gente la idea de que lo del CO2 como peligro no está demostrado. ¿Acaso pretendes que si pudieras demostrar que alguien ha hecho algo así, eso conduciría a la demostración del peligro del CO2? ¿Estamos de broma?
Perdona Ferrán, pero eso no es discutir; eso es manipular. Lo que pasa es que los alarmistas se han empeñado en dar por probado algo que bajo ningún concepto lo está, y tienen que hacer virguerías de ese tipo. Te voy a poner un ejemplo, tuyo mismo:
Hay otra razón. Los negacionistas quieren debatir la ciencia. Esto es una falacia para cualquiera con un mínimo de cultura científica. Yo no quiero debatir la ecuación de onda de Schröedinger ni las ecuaciones de Maxwell, que recuerdo poco dada su complejidad matemática y que hace ya demasiadas décadas que estudié. Fueron debatidas en su momento, hasta que se llegó a ellas, y ahí quedan para el resto de la eternidad aunque el mundo entero quiera opinar en contrario.
Muy mal ejemplo, y una trampa colosal. En primer lugar porque no se trata de opiniones, sino de funcionar. Y así, la ecuación de Schrödinger funciona dentro de sus límites, y no más allá, cosa que completó, Dirac.. Y las de Maxwell explican todo el electromagnetismo, y hacen funcionar la mitad de las cosas que usamos. Negar cualquiera de ambas, sería negar parte de la realidad. Pero eso no pasa con la teoría catastrofista del CO2. La física elemental dice muy poco al respecto. Que por doblar actualmente la cantidad de CO2 atmosférico, habría un subida de temperatura global media entre 0,6 y 1,2 K, si todos los demás factores se mantienen igual. Dos problemas:
1) Esa subida, sin más, nos pondría en niveles de temperatura del Eemiense, donde ni desaparecieron los osos polares, ni hubo «runaway» alguno. Es cierto que el mar estuvo 6 metros más alto que ahora, pero no fue un asunto tan rápido. Y desde luego no fue por nuestro CO2.
2) Si todos los demás factores se mantienen igual. Y aquí dices, y perdona, alguna burrada. Como que las retroalimetaciones negativas están descartadas por la evidencia. Acojonante; el IPCC mismo dice que no se sabe como integrar a las nubes en el sistema. Los modelos las dan como retroalimetación positiva (si no, no funciona la hipótesis CO2). Pues mira, en una idea que se considera tan absurda, tan absurda, desde el 2001, que en el último AGU de San Francisco Spencer tuvo una presentación en la que explicó con datos de sus satélites que los modelos parten de un error de causación calor – nubes, y que no es que el calentamiento disminuya la nubosidad, sino que la disminución de nubosidad causa el calentamiento. Y que debido a eso, los modelos tiene la realimentación al revés.
Ya ves tú, 300 imbéciles escuchando pacientemente a un cretino que decía cosas que cualquier niño sabe que están equivocadas. Su «paper» está en revisión, y saldrá próximamente.
http://www.drroyspencer.com/2009/12/little-feedback-on-climate-feedbacks-in-the-city-by-the-bay/
Supongo que ahora me dirás que Spencer mató a su abuelita cuando era niño, y que por lo tanto no hay que escucharle. Como dices de Pielke padre (el hijo no es científico). ¿Cuando diablos dices que ha sido Pielke desacreditado? ¿Podríamos tener algún detalle del asunto? Que yo sepa es extraordinariamente prestigioso (salvo que leas y te creas a la mafia de RealClimate). De hecho publica y trabaja constantemente con alarmistas fetén, aunque no con los de «The Team».
Pues ocurre que Pielke opina en primer lugar que el calentamiento global solo se puede medir de verdad en el mar. En esto coincide con Hansen. En lo que no coincide es en el resultado de los modelos:
Esto es, según las predicciones del modelo del GISS (Hansen), a final de 2008 debería haber aproximadamente 5,88*10**22 julios más de calor en los 700 metros superiores del mar que a final de 2002.
Para que las observaciones coincidan con la predicción del a finales de 2012, por ejemplo, haría falta una acumulación de 9,8*10*22 julios durane los próximos cuatro años. Eso requeriría una tasa de calentamiento en esos 700 metros superficiales de 2,45*10*22 julios al año, que se corresponde con un imbalance de aprox 1,5 vatios por metro cuadrado.
Esta tasa de calentamiento sería unas 2,5 veces suerior que los 0,60 vatios que Hansen reporta para el período 1993 a 2003.
Siendo cierto que el período para esta discrepancia es corto, la cuestión que habría que preguntar es el número de años necesario para rechazar que el modelo tenga capacidad predictiva sobre el calentamiento global, si persiste esta notable diferencia entre las observaciones y el modelo
¡Vaya!, que sorpresa. Un tío que no mató a su abuela, no defendió el tabaco, no le pagan las petroleras, y que además tiene la desfachatez de decir (en «peer-reviewed, y junto a otros prestigiosos climatólogos) que las mediciones de temperatura de estaciones de tierra están desviadas (marcan demasiado calentamiento) por un fenómeno atmosférico que describe con todo detalle.
Mira Ferrán, no voy a entrar en el absurdo de defender a Lindzen y a los otros, porque es sencillamente absurdo. Si no comprendes que en una discusión civilizada y normal (sin trampas) la falacia ad hominem debe quedar fuera, no voy a dedicarme a explicártelo a estas alturas. Por cierto, su cátedra será de meteorología, pero mira en esta lista de sus trabajos y verás 29 dedicados al clima. Compara eso con la lista que puede presentar cualquiera de tus héroes alarmistas. Y mira la lista completa, aunque no sea más que para que la siguiente vez te dé un poco de vergüenza el ad hominem
http://www-eaps.mit.edu/faculty/lindzen/PublicationsRSL.html
Total, que estamos en lo de siempre. El empeño de dar por demostrado lo que ni remotamente lo está, acudiendo a rodeos que no demuestran absolutamente nada. Como el supuesto «consenso», la chorrada del dinero de las petroleras, los ad hominems, el ponerle adjetivos a las personas, y todo el resto de trampas que no valen en ninguna discusión. Con lo fácil que sería presentar la prueba.
Y estamos en que …
* el argumento dinero no es argumento ni en un sentido ni en otro. Salvo si acaso, en la diferencia de dinero empleado en probar el problema CO2, y en lo contrario.
* El método ad hominem no vale
* Lo de «negacionismo» más te desacredita que te favorece. Entre otras cosas porque eres el primer «negacionista», ya que niegas la discusión que sí hay.
Como al principio, ya ves. No has superado ninguno de los problemas en que te habías metido. Porque no tienen salidda.
Ah, que rollo, quedaba lo del Período Cálido Medieval:
No estoy de acuerdo en que en los últimos 2000 años la temperatura media de toda la Tierra haya sido superior. Ni en los últimos 10.000 ni en los últimos 20.000.
Te refieres, supongo, a que no ha habido épocas de mayor temperatura. Bien, tu opinión es muy interesante, pero no es más interesante que la opinión de otros. Lo de «toda» la tierra es el último truco de los chicos de RealClimate. No es un gran truco; ahora mismo tampoco «toda» la tierra está más caliente que en los 1930s y 1940. Por ejemplo, incontestablemente Groenlandia y la Antártida. Y probablemente (cuando se revisen los últimos «ajustes») también USA continental.
No vale; si lo que hablamos es de de temperatura media global para ahora, hablamos de eso también en la Edad Media. O al menos el hemisferio Norte. Y si sabes seguro que hacia el año mil hacía más calor en Groenlandia, en Europa (toda), y en Siberia entera (la línea
norte de los árboles), o sea en el Atlático Norte y el Pacífico Norte, entonces es una apuesta casi segura que la temperatura hemisférica era entonces superior a ahora. Y el otro hemisferio, sencillamente no lo sabemos aún. Eso es lo «razonable» hasta que empeza Mann y los suyos a hacer trucos estadísticos que los estadísticos no climáticos se llevan las manos a la cabeza.
Saludos.
(Y lo siento, me he pasado: 1.600 palabras, para seguir donde estábamos)
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Un comentario final, Ferrán. me puedo equivocar, por supuesto, pero tengo la impresión de que puedes tener un problema de perspectiva, por estar recibiendo los «inputs» siempre desde el mismo lado.
Me voy a permitir proponerte un experimento. Lee este relato, cuyos datos son todos ellos públicos y contrastables. Más contrastables de lo que dice el mismo relato, puesto que ahora sí sabemos con toda seguridad que los emails son auténticos.
Y después de leerlo, te sugiero que te hagas esta pregunta. ¿Por qué una gente que defiende una teoría super probada y de la que no queda ni la menor de las dudas (como las cuatro ecuaciones de Maxwell, vaya) tiene que plantearse tantos problemas y estrategias para no hacer públicos los datos de su investigación? O lo que es lo mismo, ¿qué diablos de teoría es esa que tiene que saltarse la primera norma del método científico -la replicabilidad?
http://camirror.wordpress.com/2009/11/25/willis-eschenbachs-foi-request/
Y date cuenta de quien estamos hablando. De Mann y Jones. Está muy bien que no sepas nada del cártel del clima, o no quieras saber. Pero no estaría de más que sepas que es algo de lo que hablan prestigiosos climatólogos que no tienen nada que ver con lo que llamas -muy impropiamente- «negacionistas», ni con las petroleras, ni con los «think tanks» de la derecha. Como por ejemplo von Storch:
http://klimazwiebel.blogspot.com/2009/12/cartell.html
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Táctica Cantinflas. Para decir me voy a tomar una copa se utilizan doscientas mil palabras y al final se muere de sed. Tochos así pueden acabar con la humanidad y no el digamos calentamiento. Táctica Torquemada: negacionista y a la mazmorra. Y no te quemamos porque emite CO2 y eso es chungo. Táctica NKVD: todos son sospechosos, no hay que bajar la guardia. Si duda, es aún más sospechoso. Táctica Brecht: cuanto más inocentes parecen, más culpables son. ¿De qué? Pues de todo, de todo. Y no dudes, que tú también vas pa’lante.
Y la táctica suprema: la ciencia es consenso. Pobre Galileo. Nunca lo ha sido y cualquier científico serio lo sabe. Otra cosa son los de chichinabo que para bostezar utilizan dos millones de palabras. Con lo suyo, sólo con el primer párrafo, basta. Y ahora, voy a calentarme un poco que hace un frío del copón bendito. Adiós, creyente.
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Ok, Plazaeme. Por razones familiares necesito 2-3 días para poder contestar. Piensa que no deseo otra cosa que tengas razón.
Un saludo,
Ferran
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Faltaría más, Ferran.
Me interesa este asunto / discusión, y me enteraré de tu respuesta por email. No problemo.
Por cierto, una nota respecto al Período Cálido Medieval. Lo más actual, ahora, no es negarlo. Por lo que estoy viendo, solo los más implicados en los «palos de hockey» se mantienen en sus trece. Mann y así. Pero los demás han dado el salto, y su línea de defensa actual es decir que eso no influye en las proyecciones climáticas, ya que estas seguirían siendo las mismas aunque el PCM hubiera sido tanto o más cálido que el presente. O sea, una discusión distinta, pero con una defensa más floja. Véase Gavin Schmidt o Eduardo Zorita.
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Estimado Plazaeme,
Aprovecho un momento de aislamiento para responderte antes de lo anunciado.
No puedo, debo, ni quiero entrar en este debate. No puedo, porque a pesar de mi largo tiempo de estudio del asunto, no me considero cualificado para entrar en controversias científicas sobre asuntos que entran todavía en el terreno especulativo o que están en la segunda fase del proceso: dos hipótesis confrontadas. Puedo tener opinión, pero no tendría ninguna importancia. Esta iglesia tiene doctores mucho mejores que yo.
No debo, porque los debates científicos sobre lo todavía controvertido deben tener lugar en sede formal, en la Academia, donde el escrutinio es riguroso, y no en los medios de comunicación donde, por lo visto, todo vale. Y, en lo no controvertido, me remitiría exclusivamente a Science, Nature, PNAS, Climatic Change y me miraría las publicaciones del AGU y del AMS con cierta precaución, pero incapaz, Dios me libre, de aportar argumento fundamentado. Incluso me callaría si lo tuviera. Me limito a intentar describir lo que dicen esas revistas de máxima reputación en lenguaje llano, y a sacar alguna conclusión de la integración de informaciones. Y como tú sin duda demuestras saber lo que se publica en ellas, tampoco adelantaríamos nada.
Y no quiero, por lo que describí en mi primera respuesta.
Una última consideración: Tengo para mí que, en definitiva, esto que se quiere denominar debate científico ‘en público’ no es más que un debate ideológico camuflado, que ha encontrado a la ciencia como terreno virgen, lo considera enemigo y lo utiliza como excusa. Ocurrió con la guerra de las galaxias, SDI (ocasión en que la comunidad científica se negó a pedir fondos para investigar), con el tabaco y muchas otras cosas. Ahora es el cambio climático (Marshall Institute siempre como ideólogo principal). La dominación cultural ha alcanzado todos los niveles de la sociedad, no sólo la occidental. Sólo queda un campo virgen: la ciencia. Es la batalla final. Ésta tiene atributos suficientes para resistir, y resistirá, pero no sin dificultades. La verdad acaba siempre triunfando pero, en lo realmente importante, casi siempre demasiado tarde.
Los que George Soros denomina ‘fundamentalistas del mercado’, y que aquí denominamos ultraliberales, que suponen que la libre iniciativa lo resuelve todo y sienten auténtica alergia a cualquier regulación del estado en la actividad económica, tienen razones para sospechar que, si el problema del calentamiento global es cierto, como lo es 1) no habrá más remedio que intervenir en el sistema climático, y esto no puede hacerse de otra forma que mediante un nuevo orden económico y social y 2) que han sido ellos quienes lo han provocado. Lo saben, me lo han dicho: ‘Pero ¿esto hemos hecho?’ Los más conscientes están desorientados y confundidos. Otros dicen ‘we can lead’. Hombre, su historial no es para suponerles especialmente cualificados.
Yo no uso el problema climático como excusa para un nuevo orden, entre otras razones porque no sé cuál es, y los que aparecen en el ‘mercado de las ideas’, tristemente anestesiado, no me convencen nada. Yo no tengo más que ideas vagas. No soy filósofo, ni político. De hecho no soy nada más que un aficionado al conocimiento. Y sé lo que ocurrió en la URSS con el medio ambiente y cómo también se censuraba a la ciencia. Ocurre que, sin alternativas, no hay líderes, y sin líderes, no hay cambio. Para mí, éste es el problema principal. Salvo que el problema se conozca lo suficiente y el instinto de supervivencia de la especie obre algún milagro, me es difícil ser optimista, por lo menos a medio plazo. Lo más probable es que se imponga la ética del salvavidas, como en el Titanic.
Me pregunto, como tu con el ‘hide the decline’, por qué no defienden sus ideas abiertamente, en lugar de parapetarse en debates estériles que distraen la atención de lo fundamental. Me respondo, como tu, que tal vez les falten argumentos sólidos.
Hasta siempre,
Ferran
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Lo siento Ferran, pero se ve que ahora has sido escogido como nueva víctima de los amigos de Sarah Palin. Quien te acusa de manipular, no demostrar las cosas y otros tantos pecados se olvida que el artículo que critica está dedicado a hablar de los grupos de presión que fomentan el escepticismo, negacionismo o salvacionismo o como ellos lo quieran llamar. Y si el autor del texto inicial utiliza 2 o 3000 palabras, ¿cuál es el problema? Si a usted no le interesa, no lo lea. Nadie se lo impone. Pero no se utilice el truco de decir que usted es educado y no falta el respeto mientras se dedica a insultar descaradamente al autor junto a alguno de sus compañeros de partida.
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Plazaeme, ya lo entiendo, se trata de eso, de ofender, que es una forma de pervertir la discusión.
Enhorabuena Ferran por no entrar en este juego.
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Gracias David y Claudia por vuestros comentarios.
Decididamente, este no es un lugar para negacionistas. Pero los escépticos con dudas serán bienvenidos.
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Wow. ustednoselocree.com kicks ass.
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No quiero ofender a plazaeme, pero hace lo tipico de un negacionista fundamentalista, no leer las respuestas.
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Lamentablemente actuales estos post más viejos, sería bueno poder pasar a otra cosa!
No conocía los detalles de la Oregon Petition. No me quedó claro: el 3%, ¿había muerto cuando fueron a comprobar si habían firmado o habían firmado ya fallecidos?
En fin, llevan años perfeccionando estas tácticas. Para ir un poco más atrás,¿conocés la historia de Thomas Midgley Jr?
saludos
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